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Dones, Ministerios, Operaciones

El don de enseñanza viene del Espíritu Santo, el ministerio de enseñanza viene de Cristo. Si ustedes examinan las diferencias entre los dones, los ministerios y las operaciones, eso aparece en Corintios, Efesios, Romanos, se van a dar cuenta que allí está el don de enseñar. El don de enseñar o el don de profetizar, que también está. Dice que a unos fue dado el don de enseñar, y a otros el de profetizar. Eso significa que el Espíritu Santo puede hacer que una persona enseñe o una persona profetice. Pero no los hace ministros. Hay una diferencia entre el don de enseñar y el ser maestro. Hay una diferencia entre el don de profetizar y ser profeta. ¿Cuál es la diferencia? El don viene del Espíritu Santo, el ministerio viene de Cristo.

Claro, lo que a primera vista de lo que se lee y no termina de entenderse, es la razón por la cual Jesús tuvo que descender, y que como consecuencia de eso, o a continuación de eso, él pueda liberar, pueda soltar los ministerios. La gran duda es si una cosa tenía que ver con la otra. La primera impresión de algunos fue de causa y efecto, o sea, que él tuvo que bajar para que luego se soltaran los ministerios, pero había otros que sostenían que los ministerios ya estaban presentes antes de esto. Desde el punto de vista técnico, mediante el cual hasta podríamos decir que Moisés fue un apóstol porque fue enviado, equipado y cumplió una tarea apostólica, o mediante el cual, asimismo, podríamos llamar a David profeta, catalogación que encajaría perfectamente. Pero si nos circunscribimos al Nuevo Testamento por una simple finalidad de estudio, resultaría que el Señor, podríamos hablar de que establece los ministerios, sólo a partir de Hechos 2.

Y de que, antes de eso, lo que se ve es una acción del Espíritu Santo que está en él, obrando a través de la fe de la gente. Entonces, cuando los discípulos, por ejemplo, van a sanar o a liberar, cuando Jesús los comisiona, técnicamente es la gracia de Cristo, es Cristo obrando en ellos, no son ellos. Por eso se entendería cuando Jesús les dice que tienen que ser revestidos. Todavía no estaban revestidos. Jesús se iba a ir, y cuando se fuera, se iba a llevar lo que obraba en los discípulos. Para explicar esto con más detalle, podría dar un ejemplo más gráfico. Cuando la iglesia donde tú te congregas, invitó a un evangelista de gran prestigio y unción, lo más seguro es que cuando su visita concluya, más de la mitad de la iglesia se imagine y sueñe con ser evangelista. ¿Por qué? Porque el que tiene el ministerio, suelta fe ministerial para ese ministerio. Es algo así como derramar de su unción de manera tal que la gente que es cubierta con ese manto, se siente motivada.

Claro está que, cuando ese hombre ungido como evangelista se va, cuando termina su trabajo y retorna a su lugar de residencia, ese simbólico y no tan simbólico manto de su unción, se va con él. No lo deja en la iglesia que visitó, se lo lleva. ¿Y qué crees que pasa? Que esa motivación evangelística que tantos hermanos demostraron tener, comienza a mermar, a mermar y a mermar, hasta pasado un determinado tiempo, extinguirse de ese lugar como si nunca hubiera estado. ¿Y sabes cuales quedan? Los tres o cuatro que, como ya los líderes locales sabían, tenían una motivación evangelística interna, no incentivada por terceros. Porque el don, es a eso a lo que me estaba refiriendo, es como una especie de prótesis que funciona solamente un tiempo. Por eso dice que el Espíritu Santo da como quiere, que en este caso puntual es como decir que lo da por un momento muy breve. Lo mismo pasaría si en lugar de ser un evangelista, como el ejemplo citado, el que viene a predicar es un profeta de oficio. Cuando se va el profeta, media iglesia anda dando palabra a la otra media. Es una especie de empatía ministerial divina por unción. Y pasa con los cinco ministerios. Lo sé, porque la mayoría de los que acompañan este ministerio, quieren ser maestros. ¡Gloria a Dios por ellos! Pero, no todos lo serán. Quizás algunos, los que sean enviados.

Ahora bien: la acción permanente del ministerio, sólo se da a partir de Hechos 2. Inclusive, cuando hablamos del Antiguo Testamento, van a darse cuenta que hay un fenómeno bien interesante en todos los profetas del Antiguo Testamento. En casi todos sus libros, (Jeremías, Isaías, etc.) empiezan diciendo algo así como: Y vino sobre mí palabra de Jehová, y me dijo: di a mi pueblo. Terminaba la palabra del Señor, ¿Y qué crees que pasaba? La palabra del Señor se iba. Entonces, si somos técnicamente correctos, ni siquiera nos animaríamos a llamar profetas a los profetas del Antiguo Testamento, porque no profetizaban todo el tiempo, porque no había un ejercicio absoluto del ministerio, sino más que era una acción del Espíritu Santo de Dios, que obraba en un intervalo de tiempo y que luego se iba. ¿Pero, está seguro de eso, hermano? No; por eso dije que esto es si estamos “técnicamente” correctos. Sólo un problema: esto no es técnico, es espiritual.

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diciembre 4, 2021 Néstor Martínez