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8 – Los Aceites Derramados

Cuando se habla de egoísmo o de cierta indiferencia manifiesta y hasta crónica en la iglesia, no se alcanza a tomar dimensión hasta qué extremos o puntos importantes puede llegar. Alguien puede ver que un ministro comienza a cambiar y a modificar sus comportamientos, o su conducta, y quizás no sepa qué es lo que le está pasando y mucho menos si ese hombre quiere decírselo a alguien o no.

Tú puedes orar por alguien y seguramente te sentirás realizado en tu figura abstracta de cristiano piadoso y amable, pero si no te involucras realmente en la vida de alguien, no estás haciendo el trabajo que en algún momento Jesús mostró que debíamos hacer. Un trabajo silencioso y de un perfil absolutamente bajo, casi inexistente. Sin reconocimientos ni aplausos de encendidas plateas de “fans”.

La infinita sabiduría del salmo 140 nos dice que Dios ha puesto nuestra cabeza a cubierto en el día de la batalla. Lo que nos corresponde a nosotros, naturalmente, es dilucidar cuál de todos los días que vivimos aquí es ese día, el de batalla. Además, salta a la vista que esto que he dicho muestra también donde, normalmente, apunta el fuego del enemigo. Es decir: por dónde, normalmente, transcurre la batalla.

 ¿Y dónde te parece a ti que va ese fuego nutrido del mejor armamento del reino de tinieblas, después de leerlo? Correcto, a la cabeza. De hecho, cuando dice la cabeza, está hablando de los pensamientos y de todo lo que se genera allí. Fue dicho hasta el cansancio, pero bien vale una reiteración más: la guerra espiritual se libra en medio de tus orejas…que es como decir, en tu mente, que es parte vital de tu alma.

Y es probable que te pase algo así. Cuando se acerca una crisis a tu vida, los pensamientos empiezan a sobresaturar tu mente, tanto que aún en las noches te encuentras pensando y el insomnio pasa a ser parte de tu familia. La manera de Dios para cubrir nuestra cabeza, involucra una realidad espiritual, pero también una realidad natural. Si tú ves en el Salmo 23, hay una respuesta espiritual a un problema espiritual.

Allí se nos dice que nuestro Dios adorna nuestras vidas justo delante de las narices de todos los que desean arruinárnosla con miedos, angustias, falta de paz. Y que por si eso no alcanzara, hace rebosar la copa de tu unción para que la puedas utilizar en victoria cuando lo necesites. Simplemente con esto en nuestras manos, pregunto: ¿Necesitaríamos algo más para ser vencedores totales?

¿Qué es lo que dice ese salmo que cubre nuestra cabeza? En un sentido espiritual, es la unción de Dios. Van a darse cuenta ustedes, que hay un par de procesos que se dan en forma interesante. Se lavan los pies, pero se unge la cabeza, no es al revés. De hecho, tu cabeza y la de casi todos los creyentes genuinos, va a ser el blanco de un ataque permanente.

No pienses que eso es solamente de algunas personas, o de los ministros. Ese es un engaño de la religión. Todos en mayor o menor medida, van a ser atacados con pensamientos diversos. Porque es en la cabeza donde está la guerra. Y lo que tú necesitas, entonces, y cuando estás siendo atacado por esas diversas y nada elegantes formas de pensamientos, es saber que Dios ha ungido tu cabeza.

 Y te dije que había dos cosas, y estoy hablando de la primera. Hay una realidad: Dios tiene planes divinos para todos nosotros. Y esos planes divinos, si bien nacen en el corazón de Dios y se expresan en tu corazón, tú los puedes pensar, tú los analizas y hasta los memorizas. Nuestra memoria es importante, nuestros pensamientos son importantes para Dios. A veces alguien empieza a tratar el pecado de una persona, que a lo mejor involucra a otra. Sin embargo, al poco tiempo, podemos ver que ese pecado nació, en primera instancia, en la mente de una persona y que luego, sea por la causa que fuera, contaminó a otra o a otras.

Ahora bien; ¿Qué poder tienen las tinieblas para desatar una batalla en tu mente? ¿Qué poder tiene él, el que reina en esa tiniebla? En la guerra, no te servirá de mucho tener una tremenda armadura del cuello para abajo, si tu cabeza está descubierta. Porque el infierno siempre va a apuntar no sólo al lugar que está descubierto, sino al que puede dejarte definitivamente fuera de combate.

 Si tú recibes un disparo de arma de fuego en el muslo, salvo que haya sido efectuado con extrema puntería como para que te dé justo en una arteria clave, tú no vas a morirte por eso. Vas a poder sobrevivir con una bala en el muslo. Cojearás, padecerás permanente renguera, aunque andarás y trabajarás, etc. Pero va a ser muy poco posible que puedas sobrevivir con una bala en la cabeza.

Y, obviamente, Satanás y sus demonios no buscan que quedes cojo, rengo, buscan que quedes muerto. Porque él, a través de todos sus personeros, no viene sino a matar, robar y destruir. De allí que la gran importancia que tiene que tu cabeza esté ungida, es vital. ¿Sabes lo que significa decir que algo es vital? Que es algo de vida o muerte.

No es algo opcional, es algo que debe darse. En el Salmo que te acabo de mencionar, dice que Él ha ungido tu cabeza con aceite, y que tu copa está rebosando. Esto significa que, para que tu cabeza esté ungida, tu copa debe estar rebosando. Tu copa debe estar llenándose al punto que, al no caber más, comience a derramarse hacia afuera.

Normalmente, el pecado se genera en personas cuyas copas están vacías, o semi vacías. Y fíjate en esto. Si yo derramo líquido sobre una copa, digamos aceite, si deseas que sea más específico, cuando este comienza a desbordarse, genera movimiento en el propio contenido de la copa. Dios nunca creó al hombre para que ese hombre permanezca estático. ¿Por qué?

Porque la mente pasiva, todos lo sabemos, muy pocos lo enseñamos, es un prolífico caldo de cultivo de todo tipo de males, de todo tipo de pecados. Dios nos necesita con una mente enfocada en pensamientos buenos, en pensamientos de justicia, de verdad, de lo que honra a Dios, de lo que nos bendice como hijos suyos. Jamás un hijo de ese Dios dinámico que es el nuestro, será estático, apático o indiferente.

Si ustedes toman una concordancia bíblica, y buscan “ungir la cabeza”, en toda la Biblia, van a ver que hay relatos sobre ungir manos, ungir pies, ungir el cuerpo del enfermo. Pero si buscan ungir la cabeza, curiosamente, esa expresión aparece únicamente cinco veces. No es casual; cinco es el número de la Gracia. Lo que lo hace muy interesante al hecho de las cinco veces que habla de ungir la cabeza, es que en cada caso utiliza una palabra diferente.

O sea: lo que estoy tratando de mostrarte es que hay cinco palabras distintas que se traducen como ungir en el Antiguo Testamento, y que son usadas específicamente en esas cinco veces donde se menciona ungir la cabeza. Eso, independientemente de lo que cada hijo de Dios reciba o crea recibir como revelación de interpretación, puede llevar a pensar que puede haber cinco tipos de unciones distintas que Dios, llegado el caso, puede soltar sobre tu cabeza.

Si quieres, puedes tomarlo como una simple fantasía, pero si existen cinco palabras diferentes para determinar una misma traducción, unción, ¿No será porque cada una de ellas implican una forma distinta de ungir? ¿No es cierto que no suena tan incoherente cómo puede suponerse? Ahora bien; ¿Por qué es importante que la cabeza esté ungida?

Me gustaría darte algo que te nutra, que te alimente y que de paso te ayude a eliminar algunas de las antiguas vacas sagradas que el enemigo plantó en la iglesia y que atemorizaron a mucha gente respecto a la intercesión territorial. La gente es tan ligera para hablar de lo que no entiende, que se olvida que un día va a dar cuenta a Dios por cada palabra ociosa expresada.

En el fondo, mucha gente se contamina por escuchar lo que no debe y, como consecuencia, por hablar lo que no debe. Cuando uno no sabe lo que está pasando, hay una forma de tratar esto, y es presentárselo al Señor. Es orar y permitir, simplemente, que el Espíritu Santo se encargue. No es tan complicado, no es tan difícil, es sumamente sencillo y práctico. Mira lo que encontré respecto a esto. Te pregunto: Tú sabes que eres una vasija en las manos de un alfarero, ¿Verdad?

La palabra en cierto momento nos dice que toda vasija abierta que no tenga su tapa bien ajustada, será considerada inmunda. Entonces me pregunto y te pregunto: Si tú eres una vasija, ¿Cuál se supone que sea tu tapa? ¡La cabeza! Ahora está diciendo tu Biblia que toda vasija abierta que no tenga tapa atada sobre ella, será inmunda. Si tú estás viviendo en el campo y quieres ir a tomar agua, y hay dos vasijas en el patio, una tapada y una destapada, ¿De cuál vas a sacar agua?

 A no ser que quieras entretenerte jugando con los bichos u otras bellezas, tomarás de la que está tapada. Cualquier persona sensata va a buscar agua de la vasija tapada, porque se supone que está mejor conservada. No hay ciencia en esto. Es sentido común. El Evangelio genuino, contra toda doctrina sobrecargada de misticismo, siempre es esencialmente sentido común.

Bíblicamente, toda persona que no tiene su cabeza ungida, y vamos a entender qué implica ser ungida, y estamos hablando de algo que tiene que ver con una norma de vida, cualquier persona que no tiene eso, constantemente esa persona puede quedar inmunda. Por lo que se asocia a la vida, a partir de sus pensamientos. Las cinco veces que aparece la palabra ungir la cabeza, en la Biblia, son las siguientes: son cinco pasajes distintos donde está esto.

1 Samuel 10: 1) ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?

Salmo 141: 5 …será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza.

Salmo 23: 5 …unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando.

Éxodo 29: 7 Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás.

Salmo 133: 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza…

Ahora tengo una duda en forma de pregunta: ¿Qué significa que mi cabeza está ungida? La primera cosa que significa, es tener autoridad sobre mí. La autoridad, no se impone. Ni se te ocurra pensar que, por el simple hecho de ir a una congregación, sentarte un rato a oír el mensaje y cantar dos coritos, ya estás bajo autoridad.

La autoridad tiene que ver con un pacto, tiene que ver con una relación, con un acuerdo. Ejemplo: si tú tienes un problema, oras y recibes una dirección del Espíritu Santo, adelante. Pero si eliges no orar y solicitarle a alguien más crecido que interceda por ti y te ayude a tomar una decisión, cuando esa persona que elegiste te de su sugerencia, obedece. El pacto funciona cuando se activa.

Y esto tiene que ver con gente que hoy por hoy se encuentra en congregaciones a disgusto, y empieza a buscar a otra gente para que le diga si tiene que irse o no. Escucha. Tú pones a tu hijo en un colegio, y a partir de allí, te guste o no, tú te adaptas a ese colegio, no el colegio a ti. Y si no te gusta por nada, pues cancelas el convenio y te vas a otro colegio. Así de simple.

Si tú estás seguro que Dios te levantó para que recibas directivas sólo de él, entonces vete a tu casa, congrégate en lo privado con el Señor y allí recibe sus órdenes. Pero si eliges reunirte en un lugar en el que da las órdenes otro hombre, te quedan dos caminos: obedeces esas órdenes o te vas a buscar otro lugar. No puedes estar en un sitio que tiene un ministro y pasarte la vida peleándote con él. ¡Él no va a cambiar! Y tú no vas a crecer…

Es que a eso le dicen cobertura, pero en definitiva sólo es control humano vestido con ropaje espiritual. De hecho, en la mayor cantidad de veces ha quedado en evidencia que es, efectivamente, control. Pero Dios no ha llamado a la iglesia a controlar a la gente. Cuando un hombre de Dios se convierte en cobertura de otro, ese otro no se siente controlado, se siente bendecido. ¿Pero entonces existe una cobertura humana? De manera circunstancial si a Dios le conviene o se necesita para algo específico, sí. De otro modo y por simple organización eclesiástica, no.

En el primer libro de Samuel se habla del ungimiento de Saúl por parte de Samuel. Y es muy interesante, porque la palabra original que se traduce como ungir en este relato, es la palabra shemen. Que significa esto: “grasa, líquida, perfumada, espesa. Un aceite denso. Este tipo de unción, era especialmente diseñado para ungir reyes.

Con este tipo de aceite fue ungido Saúl y también posteriormente David. Espiritualmente, esto tiene que ver con la unción apostólica, el gobierno. Y no estoy hablando de ninguna manera que toda iglesia del mundo tenga la obligación de estar bajo la cobertura de una unción apostólica. Pero también hay que entender que no todo tipo de creyentes han sido llamados a tener el mismo tipo de batallas.

Algunos están peleando por ganar un familiar. Esa es una batalla de Dios y hay que darle con todo. Otros están llamados a ganar sus compañeros de trabajo, que es una batalla extraordinaria, tiene subidas y bajadas. Pero algunos han sido llamados a ganar a su ciudad, a su país, a su generación. ¿Y sabes qué? Las batallas de estas últimas personas, son cualitativamente distintas unas de otras.

Y recuerda que el máximo eje de una autoridad, es una posición clara y puntual de obediencia. Masivamente, al Señor, de hecho. Pero específicamente, puede ser también para con alguien levantado para algo concreto. Cuando Jesús habló de estos temas con sus discípulos, él les dijo que ellos iban a gobernar, que iban a regir sobre Israel. Porque, así como hubo doce tribus, también hubo doce apóstoles. Y estos apóstoles van a gobernar sobre Israel.

Pero para poder gobernar, es necesario que primeramente ellos aprendieran a obedecer. Tú no puedes tener autoridad sin obediencia. ¿Por qué Jesús tiene autoridad sobre todo? ¿Por qué su nombre está sobre todo nombre? Porque él obedeció hasta la muerte. En la carta a los Hebreos dice que por lo que él padeció aprendió la obediencia. Y Dios lo vino a hacer eterna salvación para aquellos que creen.

Es decir que él no nació programado para obedecer. Él aprendió la obediencia por lo que padeció. ¿Te das cuenta cuántas cosas nos hubiéramos evitado en la vida si hubiéramos sido obedientes? Aún a cosas sencillas, aún a cosas que decían nuestros padres, aún a cosas que no había que hacer en el trabajo, aún a una señal de tránsito.

Si tú no obedeces el sonido de la alarma de tu despertador por la mañana, probablemente te quedes sin trabajo muy pronto. Si tú no obedeces lo que determina una luz roja en un cruce de calles, puedes perder la vida y quitar la de otros. Hay desobediencias y desobediencias. En el sentido práctico es lo mismo, la desobediencia siempre va a afectar a una persona.

Pero los grados de desobediencia, son mayores a medida que Dios permite levantarnos más y más. Entonces, ¿Cómo se pierde la autoridad? Dejando de obedecer. Tú tienes autoridad de Dios sobre las tinieblas, sobre ciudades, pero tienes que saber que esa no es tu autoridad. Porque sabes que, si te desconectas de la voluntad de Dios, pierdes toda autoridad y terminas no teniendo nada.

 Porque, en suma, lo que tú eres es un vínculo de la autoridad de Dios para afuera. Y lo más corriente cuando alguien pierde su autoridad para gobernar algo, tiene que empezar a ejercer alguna clase de manipulación por presión, porque ya no se siente con la autoridad para hacerlo sin eso.  ¿Y entonces por qué es tan difícil encontrar siervos, ministros, con autoridad inequívoca para guiar o conducir al pueblo a los mejores pastos y a la extensión del Reino?

 Porque ellos están en desobediencia con la autoridad de Cristo, y han comenzado a hacer lo que ellos desean o les conviene, en lugar de hacer lo que Dios quiere que hagan. Lo cierto es que todos los habitantes de la tierra han sido diseñados para vivir bajo autoridad. Nadie tiene un poder absoluto sobre otros sin responder ante alguien. Así es en la sociedad secular, así es también en los ámbitos del Reino de Dios.

Salomón escribe en Eclesiastés 9 una recomendación que señala: En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza. Que no falte ungüento, que es como decir que no falte shemen. Nota, el aceite es tan espeso para ungir a los reyes, que casi es un ungüento. Mucha gente no entiende que, cuando Dios te da un don, o una unción, ya no es responsabilidad de él.

Ahora es responsabilidad tuya. Por eso es que Pablo termina diciendo, en algún momento: ¡Ay de mí si no predico!. Porque él tenía el don para predicar. Si Dios te ha dado un don con la pintura, con el arte, con la ciencia, con las matemáticas, con lo que sea, tú sabes que tienes una habilidad que no todos la tienen, y eso ya está en tu terreno.

Lo he contado ya, con anterioridad; yo nací con un don para escribir y expresarme con fluidez. No estudié para eso, simplemente lo traje desde el vientre de mi madre y sin ninguna relación genética, al menos visible en lo conocido. Mis antepasados, salvo alguno muy lejano en el tiempo que yo no haya conocido, no eran gente con demasiada formación, más bien todo lo contrario.

Eso es lo que trato hoy de utilizar en favor y beneficio del Reino y no el mío personal. A eso podríamos llamarlo ser responsable. No soy ningún modelo, sólo un punto de referencia válido. Yo un día acepté a Cristo y a partir de allí procuré ser obediente y servirlo hasta llegar a este presente. Pero tengo claro que, de no haberlo hecho, jamás hubiera ido mucho más allá de hacer algo por radio o televisión a pura carnalidad.

Esa es parte de la administración que tú tienes que aprender a hacer. Tú puedes darte cuenta, por ejemplo, como hijo de Dios, que en cada una de las ciudades que conoces, hay una cantidad determinada de autoridades espirituales. Y así ellos no estén haciendo las cosas correctamente, debes ser muy prudente y respetuoso con la gente que, por alguna causa o razón, Dios ha permitido que se levanten como autoridades espirituales en ciertos lugares, más allá de que tú las apruebes o las desapruebes.

Entiende esto: tú eres libre de aprobar o desaprobar el trabajo espiritual de alguien, pero no eres libre de emitir juicio sobre eso. ¡Uf! ¡Cuánto me costó a mí en lo personal, primeramente, entender esto, y luego decidirme a ponerlo por obra! ¡Cuánto debí pelearme con ese espíritu de crítica que influye tan grandemente en los periodistas! No tengo dudas que fui enormemente bendecido y respaldado en autoridad cuando pude hacerlo.

Hay casos en que se aparta de un ministerio a alguien que lo ha desarrollado por espacio de muchísimos años, y no son pocos los que se conduelen con él, consignando que, por ser tan antiguo, se podría tener un poco más de compasión. Pero, ¿Sabes qué? Dios le tolera mucho más un pequeño pecado a un nuevo recién convertido, que a alguien que viene con Él desde hace más de veinte años.

¿Por qué? Porque se supone que el antiguo ha hecho todo un exhaustivo trabajo con áreas pecaminosas de su vida, que el recién llegado todavía ni siquiera ha podido ver. Es igual a una caída. No es lo mismo caerse de tres metros de altura que caerse de un quinto piso. Tampoco es lo mismo un golpe fuerte cuando tienes 20 años que cuando tienes 70… Yo jugaba fútbol y cuando iba al piso rebotaba como un resorte. Si hoy llego a hacer lo mismo, estoy seguro que me dolerá hasta la muela del juicio…

La gente quiere subir, subir y subir, y eso es muy bueno. Pero no se da cuenta que mientras más alto suba, si llegara a caer, la caída sería mucho más dura. ¿Eso quiere decir que antes de pensar en subir, debo pensarlo dos veces? No. ¿Eso quiere decir que mientras más alto estoy llegando más temor a caerme debo tener? Tampoco. Eso quiere decir que mientras más alto subas, más fuerte te tienes que aferrar.

En algunas ocasiones que algo no cayó bien a mi vida, sea una comida, sea una actitud, una reacción, o lo que sea, de inmediato recuerdo algo que oí allá por los años noventa de boca de un tremendo profeta del Señor. Él dijo: que, en ciertos tiempos de tu vida, cuando empiezas a madurar y a ministrar con mayor autoridad, allí mismo ya hay cosas que no te son permitidas. A los otros, quizás todavía sí, pero a ti ya no. Al que mucho se le ha dado, mucho se le pedirá.

Y uno de los ejemplos bíblicos más claros era el del antiguo profeta. Ellos no podían hacer cosas que el resto de los mortales sí podían. Un profeta no podía tocar muertos o beber sidra, cosa que un campesino humilde de un rincón lejano sí podía sin que nadie le pidiera cuentas. Aprende esto: la mayor autoridad de Dios llega a tu vida y te otorga libertad de eternidad, pero te limita en este mundo terrenal.

Porque no son pocos los necios o desaprensivos que han pensado que los dones de Dios llegaron a sus vidas para hacerlas más divertidas, más entretenidas y dinámicas, pero no es así. Cuando alguien predica y habla de pagar el precio y tu aúllas ¡¡Ameeennn!! tú tienes que entender que has hecho un pacto y Dios que es Dios de pactos, se lo tomará bien en serio, aunque tú en el momento de saludar al pastor en el hall ya lo hayas olvidado. 

A ver: ¿Qué cristiano, por simple que sea, no ha soñado alguna vez con liberar a un endemoniado, tal como Jesús lo hizo con aquel gadareno? Hay una especie de aura de misterio en derredor de un ejercicio del poder de Dios tan corriente como ese, y eso ha confundido a mucha gente. Y ni te cuento respecto a la sensación que se puede experimentar al tener palabra de ciencia, de conocimiento o ser gestor de milagros.

Pero déjame recordarte que cualquiera de estas maravillas tendrá que ir acompañada de una moral y una conducta de hierro. Su día a día deberá coincidir sí o sí con todo lo maravilloso de lo que pueda ser portador. Dios no acepta que podamos tomar sólo el gobierno, y no la responsabilidad. Si tú quieres autoridad, viene en un combo que incluye responsabilidad.

¡Es que eso parece ser complicado! ¡Claro que lo es! Por eso hay tan pocos profetas. No a todos los que dicen serlo el enemigo los respeta, a eso lo hemos visto. Pero cuando alguien hace honor a su compromiso y sabe quién es en Cristo, las cosas cambian total y absolutamente. Cuando tú empiezas a ser una persona responsable con el don del Padre, el diablo toma nota debida de que cuando tú entras en cualquier lugar, él debe irse de inmediato de allí.

Y no se trata de andar a los gritos, haciendo aspavientos o pulverizando insecticidas santos. Se trata de ser sensatos, nada más. Quien tiene autoridad genuina, en lo que sea, no necesita vociferar ni enojarse para que los demás se enteren que la tiene. Ellos sabrán que sabrán, así de simple. Hay un pasaje, en Eclesiastés, donde dice que una mosca muerta hace que todo el perfume tenga mal olor.

En la época del Antiguo Testamento, los sacerdotes hacían el aceite en el templo. Tenían medidas precisas y mezclaban aceite de oliva con esencias, con mirra, con canela, con cálamo y cosas así. Escucha; hay un demonio especializado en atacar la unción de Dios. Se llama Belcebú. Es un demonio, es un príncipe espiritual. Y si será importante que está identificado en la propia palabra, Belcebú. Y lo que éste hace, es despreciar la autoridad, rebelarse contra ella atacando todo lo que está bajo autoridad.

Belcebú, se burla de todo lo que tiene que ver con la autoridad. Se burla de toda aquella persona que trata de ser responsable con lo que Dios le ha dado. Tu vida en algún momento dependerá en si le crees o no. Y no lo dudes que eso sucederá contigo. Jesús estaba un día haciendo liberaciones, y los fariseos lo acusaron de ser usado por Belcebú. Jesús va a responderles respecto a esto, y les va a dar una definición muy interesante.

Pero mira, uno podría esperar que fuera una prostituta, un publicano el que dijera que estaba loco o que se le estaba yendo la mano, pero no. ¡Fueron fariseos, sacerdotes, gente entendida en la ley la que se burló! Y no se burlaban porque no sucedería nada y todo parecería una pérdida de tiempo, ¡Se burlaban al ver que la gente sí era liberada de los demonios!

¿Algo estaba funcionando y ellos se burlaban? En muchos lugares supuestamente cristianos, me temo que hoy podría estar sucediendo exactamente lo mismo. La gente necia o cargada de ignorancia, suele burlarse de lo que no entiende. Por esa misma razón no te extrañe que al tema de las “brujitas” o similares sea tomado casi en broma. Fíjate a qué nivel puede llegar el orgullo o la arrogancia, al no tener ni siquiera temor de Dios, al ver que una persona está siendo usada por Dios para que esto suceda.

En 2 Reyes hay una historia muy interesante de un rey llamado Ocozías. Parece ser que este muchacho se cayó por una ventana y cuando se estaba reponiendo de cierta enfermedad, mandó a consultar al dios de Ecrón. ¿Sabes qué hizo Dios? le mandó a preguntar con un ángel por qué había tomado esa decisión sin tener en cuenta que había un Dios en Israel que podía sanarlo. Y ahí mismo le profetizó que por haberlo hecho, no se levantaría más de su lecho y se moriría.

A esta altura te preguntas y me pregunto: ¿Dios mató a Ocozías? ¡No! ¡Él mismo se suicidó! ¿Cuándo? Cuando menospreció la autoridad que había cerca de él. Porque no era una simple autoridad humana, ¡Era Dios mismo! Y tú puedes poner en duda la autoridad de un hombre, pero jamás la autoridad divina. La Escritura es casi lacónica para definir como terminó esta historia: Y murió conforme a la palabra de Jehová, que había hablado a Elías. Reinó en su lugar Joram, en el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey de Judá, porque Ocozías no tenía hijo.

Evidentemente, Ocozías era una persona sin fruto, era una persona estéril. Cuando nosotros reconocemos la autoridad de Dios, la unción de autoridad de Dios, que es la primera de la que te estoy hablando, llega a nuestra vida y nos bendice con su poder y su prosperidad. Mientras tanto, nosotros debemos guardar nuestro corazón y no permitir que las moscas tomen lugar en nuestro perfume.

Porque debes saber, debemos saber, que la autoridad jamás se teme, sólo se respeta. Si temes no es autoridad, es autoritarismo, que se le parece, pero que no es lo mismo. Si tú ves a un policía venir a tu encuentro, a menos que hayas cometido un delito, no deberías tener miedo, sólo respeto por lo que representa. Salvo excepciones por corrupción, que lamentablemente también las hay, pero esa es otra historia y no forma parte del temario de este trabajo.

Por eso los verdaderos ministros no tienen que imponerse ni gritar para destacarse. Cada ministro genuino del Señor sabe que aquellos que aman a Dios y lo tienen como autoridad suprema en sus vidas, reconocen al instante cualquier autoridad delegada por él. No te olvides que todo esto comienza con un versículo que dice que nuestra cabeza tiene que estar cubierta en el día de la batalla. Tengamos mucho cuidado con lo que hablamos, esta es una de las claves más profundas e importantes de una vida sana en el evangelio.

La segunda palabra para unción, es tsahar. Salmo 141 lo muestra así: Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza; pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquellos.

Tremendo el texto este. ¿Cuántas veces has visto a alguien acudir a un creyente maduro para pedirle consejo sobre una determinada situación y, cuando lo que ese hombre o mujer le aconseja no es del gusto de la persona, esta se escuda en aquello de: “Dios me mostró otra cosa” y termina haciendo lo que le da la gana? Que no estaría mal que lo hiciera porque es un ser con voluntad libre, pero que tiene como agravante que anteriormente a esta decisión unilateral fue a molestar a alguien para pedirle consejo.

Ahora bien; ¿Qué hace una persona espiritual cuando un justo lo reprende? “Muchas gracias por decirme esto, no lo había notado, no me había dado cuenta. Te lo agradezco, ahora voy a ver cómo lo aplico en mi vida”. Y que el justo me reprenda, será como excelente bálsamo (tsahar) sobre mi cabeza. Esta palabratsahar, es diferente a la anterior, y significa “brillar o exprimir aceite”. Yo no sé cuántos saben que las olivas se metían en unas prensas y se las presionaban hasta que soltaban ese aceite precioso y caro. En este pasaje, se hace alusión a ese preciso proceso.

Esta unción representa la unción profética. No sé si tú habrás conocido algún profeta que no haya tenido que ser escurrido, prensado y pisado, comprimido, exprimido, o como quieras denominar su experiencia. Normalmente, detrás de la vida de un profeta, siempre hay un caminar de bastante sufrimiento. Si la gente entendiera lo que significa esa unción, se dejaría de fastidiar a todo el mundo queriendo ser profeta. Hay veces que en tu vida vas a tener situaciones que van a presionarte de tal modo que Dios logrará lo que buscaba, que, de esa situación determinada, salga un fruto bueno.

Vamos a ver: ¿Cómo reaccionas cuando te presionan? Hay un viejo dicho al respecto: “Somos lo que somos cuando somos presionados.” Ahora bien; si alguien sabe de presiones, ese es Job. Él sabe lo que es presionar casi hasta la muerte. Este aceite, sin embargo, y recuerda que uno de sus significados es “hacer brillar”, provoca que –a partir de esta presión- lo que es ungido por este aceite, brille de una manera particular. Era más fácil que esa persona niegue su fe, se vaya para atrás, cancele sus compromisos, que quedarse firme.

Vamos a ver: ¿Qué pasaría si mañana pierdes el trabajo, te chocan el vehículo o se enferma tu familia?; ¿Estarías todavía guardando el gozo del Señor? Y te digo esto porque, en un tiempo en donde la gente le tiene tanto temor al sufrimiento, predicamos globalmente un evangelio que enfatiza tanto en el éxito, que el concepto de sufrimiento de parte de Dios, casi no es parte de nuestros bosquejos, de nuestra enseñanza. Pero tengo que decirte algo: dice la palabra que a través de muchas aflicciones entraremos al Reino.

¿Es malo, entonces, el sufrimiento? No, en sí mismo y como una de las tantas contingencias que nos propone una extensa vida, no es malo. De hecho, en algunos casos hasta es necesario. Te digo más: tú seguramente recuerdas más de aquello que sufriste y venciste que de lo que ganaste. Y esto, resulta más que obvio reiterarlo, de ninguna manera faculta ni promueve la antigua y muy religiosa teología del sufrimiento.

Ese día que habiendo caído al fondo del pozo más horrendo vino la mano de Dios y te rescató es una experiencia que jamás se borrará de tu memoria. ¡No es fácil, claro! Y no seré yo quien le cante una oda ni haga una apología positiva al sufrimiento, y tampoco quien lo ate a tu futuro. Eso sería masoquismo puro y no te funcionará. Yo creo que a nadie le puede atraer sufrir.

Pero es una posibilidad más que real en aquellos que sirven al Señor. Claro, en ninguna parte dice la palabra que ser salvos nos hace felices. Va a haber gozo, pero también hay presión, hay persecución, hay lucha. Y tú lo sabes muy bien cuando eres el primer convertido en tu familia. Lo experimentas cuando eres confrontado por tus compañeros de trabajo o de la universidad, por tu fe, por tu integridad.

 Hay un pasaje que dice algo así comoque el justo me hiera con bondad, una de las cosas que hace el ministerio profético, es traer reprensión. Ten calma, entonces; sigue siendo Dios, aunque en su versión disciplina modeladora. Y si bien la mayor parte de los cristianos suponen que está bueno que venga un profeta porque seguramente recibirán una palabra de Dios que los catapultará a las alturas, suelen olvidarse que la mayor parte de las veces que un verdadero profeta de Dios llega a un lugar, lo hace para reprenderte.

Examina a todos los profetas del Antiguo Testamento y luego dime cuál de ellos fue enviado por Dios a Israel a decirle cosas bonitas. Todos los profetas del Antiguo Testamento fueron enviados a Israel por causa de su pecado. Para corregirlos. Yo te puedo asegurar que si hoy, hoy mismo, ellos realmente hicieran lo que tienen que hacer, el ministerio profético no le resultaría atractivo a nadie.

 Claro que no debemos confundirnos con esa enorme cantidad de hombres que andan por la vida profetizándole bondades a los que los contratan para predicar una semana. De eso hemos visto bastante. Desplegaron profecía, se llevaron la ofrenda, y luego nadie dijo ni media palabra del no cumplimiento. Es regla divina, lo lamento. Al profeta hay que probarle su profecía. Puede fallar por carnalidad una, dos, tres, pero…

Pregunto, a nivel de naciones, ¿Tú de verdad crees que todas nuestras naciones, (Hablo por Latinoamérica, claro está, es lo que más conozco, pero podemos incluir a tu lugar de residencia si lo deseas) están agradando a Dios con lo que están haciendo? Corrección. Nos suena fea la palabra, fastidiosa, frustrante, pero resulta muy bueno e inteligente no rechazarla cuando llega con puntual exactitud.

Algo es obvio; Dios no tiene interés alguno en entretenerme. Dios tiene interés que mi vida sea formada de tal manera, que en algún momento el mundo no sepa si está viendo a Jesús o a una persona. En eso está Dios. Ese es su objetivo final. No es que te cases, tengas tu casita y muchos hijitos. Es que tú tengas el carácter y el modelo de hombre que es él. Ministerio. Enséñales esto a un grupo de jóvenes y verás los rostros de “simpatía” hacia ti que irradian…

Ese es su corazón, ahí apunta. De hecho, eso no es nada fácil para nosotros. Yo te puedo asegurar que, si en las hermosas iglesias que hay en tu patria, cualquiera esta sea, se predicara un evangelio más cercano a la verdad, mucha de la gente que hoy día anda cantando y saltando, abandonaría las congregaciones sin saltar ni cantar, sólo corriendo, que es como decir huyendo.

Porque en el fondo, a muy poca gente le gusta aprender y luego obedecer lo que se le dice que haga, así sea Dios. Cuando tú asistes a un club social, lo haces para pasarlo bien, desenchufarte de los problemas, escuchar cosas bonitas y aislarte del resto del mundo. Muy bien, eso es lo que mayoritariamente es la iglesia en cualquiera de nuestros países, hoy.

El problema de cada uno de nosotros, hoy, es que quieras o no, nos armamos estereotipos. Nuestro profeta ideal es alguien que casi flota y dice: así dice el Señor y el agua se vuelve vino. Pero para Dios, todavía sigue siendo importante saber si tú le cantas canciones a tu hijo, si puedes ver una película con él. Todavía para Dios es importante que después de haberles predicado a cinco mil personas, un hombre llegue a su casa y sepa, quiera y pueda sacar la basura como lo hace su vecino que ni siquiera es creyente. Dime si en algún momento no has necesitado que alguien venga y te lo diga.

Cierto es que Dios te puede hablar a través de una lectura bíblica por la mañana. Dios te puede hablar mediante un profeta que llega y te dice que tu cabeza no tiene aceite y no estás ungido para lo que estás haciendo. Él va a usar hasta una mula para que se atraviese en el camino y decirte que dice la palabra que todo lo que hace el justo, prospera. ¡Pero es que estoy enviando mi currículum a todas partes y nadie me da trabajo!

Tú no me entiendes o no me escuchas. ¡Te estoy diciendo que dice la Palabra que todo lo que hace el justo, prospera! Es que el diablo me está atacando y voy a entrar en un ayuno. ¡No ayunes! El justo prospera en todo. ¿Qué me está queriendo decir, hermano? Que hay áreas de injusticia en tu vida que le están dando derecho al diablo a arrojarte la puerta en la cara, eso te estoy diciendo.

¿Usted, entonces, me está llamando injusto? No, estoy teniendo sumo cuidado en decirte que en tu vida hay áreas de injusticia que debes cerrar. La idea es que la iglesia debería ser un lugar en donde nosotros nos corregimos mutuamente, porque partimos del hecho de que nos amamos, somos familia, hemos nacido del mismo vientre espiritual que es la sangre de Jesucristo, no hay competencia, no tenemos celos entre nosotros.

Pregunto: ¿Dónde podemos encontrar un entorno así? Eso, hablando de la iglesia que Dios está viendo, no de la que vemos tú y yo, claro. Sin embargo, todos nos damos cuenta que la gente se camufla, esconde cosas, toma algunas cosas como si fueran un insulto, cuando de lo que se trata es de evitarte sufrimientos futuros. Porque si hay algo en tu familia que se escapó de control, mañana vas a sufrir tú, no los hermanos. Cuando caminamos derechos y Dios nos respalda, pasamos a ser una publicidad atractiva para los que no conocen al Señor.

La tercera palabra para aceite, es mesac. Se sustenta en el Salmo 23 cuando en un momento dado el autor dice: unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Este aceite, mesac, mira lo que significa: “frotar con aceite, ungir, consagrar, pintar, untar elegir.” Este aceite representa el ministerio pastoral. El aceite que sana. Es un aceite dulce. Algunas veces se han preparado aceite con mirra, y la mirra es picante, hace arder. De hecho, si vas a orar por un enfermo, no puedes usar aceite con mirra.

Entonces, el aceite que proviene del profeta, es ese aceite con mirra, que provoca ardor. Dios te dice: “He tratado de levantarte, pero eres una persona con dura cerviz. Lo intentaré dos veces más, pero a la tercera te desecharé.” Entonces es cuando se acerca alguien y te pregunta: ¿Y qué te dijo el profeta? Bueno, ehh, que Dios me ama.!!!

En cambio, el aceite del pastor es un aceite suave, acariciante. Estoy hablando del pastor de Efesios 4:11, que a veces se parece al que conoces, y a veces está en las antípodas. Simple: uno es pastor, el otro asalariado. A estos se los conoce porque llevan la unción del gerente. Con perdón de los tantos hijos de Dios genuinos que son gerentes reales de alguna empresa.

El aceite del pastor unge, sana, cura, restaura. Ese es el del Salmo 23. He conocido hombres de Dios así, pura dulzura, pura suavidad. Yo no soy así. Y reconozco claramente que eso es un don, no es una cuestión de meritocracia. El pastor de Dios, ora por sus ovejas, sufre por sus ovejas, da la vida por sus ovejas. Cualquier otra cosa ayuda, sirve, es útil, pero no es un pastor de Dios, o conforme al corazón de Dios.

El genuino tiene este texto que lo identifica: El Espíritu de Jehová el señor está sobre mí, porque me ungió (mesac) Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel. Es más que obvio que de los presos que habla son de aquellos que han quedado cautivos en las garras satánicas. A los presos reales, a esos la libertad les llegará cuando la Justicia que los condenó lo dictamine.

De esta palabra que simboliza la unción pastoral, mesac, se deriva la palabra Mesías. O sea: en el salmo 61 donde dice porque me ungió, la palabra es mesac. Ustedes ya saben que la palabra Mesías significa ungido. Ahora; si tú lees con atención este pasaje, vas a darte cuenta que esto es lo que debería hacer un pastor. Traer buenas nuevas a los afligidos, vendar a los quebrantados, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros. Jesús, ungido con unción pastoral, lo hace Mesías. Por eso es que él dijo durante su ministerio: Yo soy el buen pastor. No dijo yo soy el buen profeta, o el buen apóstol.

Y él dijo eso, porque él estaba funcionando con una unción pastoral. Pero cuando él habla de su regreso, dice que vendrá y allí ya no viene con unción pastoral. Viene con autoridad real. Con unción apostólica. Hay un proceso en todo esto, muy interesante. ¿Qué es lo que un pastor tendría que hacer? Ayudarte a pelear contra tus enemigos. Él tiene que enseñarte a usar las armas. Dice que la vara y el cayado, ¿Verdad? Son dos herramientas que tiene el pastor. Con la vara te defiende y con el cayado te apoya.

Eso nos lleva a reflexionar de un modo más abarcativo, más integral que otras veces, ¿Deben existir pastores? ¡Claro que deben existir! De otro modo, Dios no los hubiera mencionado como uno de los cinco ministerios ungidos. Ahora bien; ¿Qué clase de pastores son los que deben existir? Ese es otro asunto. De hecho, no es lo que mayoritariamente vemos, pero que el ministerio existe, es de Dios y se necesita, ¡Claro que sí!

¿Debo entender que habría algo así como una especie de usurpación de títulos? Si quieres llamarlo así. Aunque para mí, pastor (poimano) es una función, no un título.  Y si tienes dudas, mira lo que dice el Salmo 23. El Señor es mi pastor, nada me faltará. En realidad, el original dice “nada me falta.” Es hoy, es ahora, es ya mismo. No es futuro.

Y si en un lugar el que pastorea no es un pastor genuino, el salmo debería leerse así: el Señor es mi pastor, pero todo me faltará. Y entre las virtudes que le endilga el Salmo 23, está la que dice que él restaura mi alma. Eso es algo que un verdadero pastor sabe hacer y muy bien. Me guía por senderos de justicia por amor a su nombre. Aunque pase por valle de sombra de muerte no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo.

El pastor que no cree o no ejerce la liberación, es un pastor que va a destruir a sus ovejas. No puede haber un ministerio pastoral conforme a cómo fue pensado por Dios, si ese pastor no sabe pelear por sus ovejas. El pastor está puesto para, entre otras tareas, liberar a sus ovejas. En algunas escrituras muy conocidas lo puedes ver claramente en David.

Vinieran los animales que vinieran, fieros, bravos, feroces, él se lanzaba a pelearlos sin temores con una sola finalidad: defender sus ovejas. Y ahí demuestra su autoridad. Y luego Dios lo pondrá como autoridad sobre la nación entera. Yo he oído a no poca gente que me ha confesado que en sus iglesias no creen en los demonios ni en la liberación. Me pregunto cómo harán, entonces, para sanar a la gente.

 Simple. No sanan a nadie. Es una iglesia de gente enferma de todos los males que al diablo se le ocurra ponerles. Están indefensos. Cuando Jesús habla en Mateo 9 acerca de lo que él veía, el de pronto dice que… viendo a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor. A Jesús le quiebra el corazón ver cómo Israel andaba como ovejas sin dirección.

El cuarto tipo de aceite y de unción, se llama ytshar, y aparece mencionada en Éxodo 29, cuando relata la consagración de Aarón, les dice a los servidores: Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás. El aceite ytshar, significa “aceite que produce luz”. Es el aceite que se pone en las lámparas. Con el mismo aceite que le echaban a la menorah, le echan luego sobre la cabeza a Aarón y a sus hijos. ¿Cuál te parece que puede ser el sentido? Simple: que ellos deben resplandecer.

El aceite ytshar, habla acerca de algo que es muy caro a mi sentir espiritual, porque habla de la unción magisterial, del don de enseñar. La unción magisterial es la que te abre el entendimiento para que puedas comprender algo. Escucha: tú debes saber muy bien que, en cada idioma, en cada cultura, suele haber refranes. Ejemplo: Al que madruga, Dios le ayuda. Ese es un refrán popular aquí en Argentina.

Ahora bien; dentro de la escritura hebrea, también hay refranes. Pero nosotros no los podemos entender, porque no sabemos hebreo. Y hay muchos en la Biblia, especialmente en los salmos, Pero hay uno muy bonito, que es un juego de palabras, que está en Deuteronomio 11. (Deuteronomio 11: 14) = Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite.

Aquí hay dos palabras. Una es moré y la otra es malcosh. Son dos palabras diferentes. Y es muy interesante, porque donde dice “lluvia”, la palabra es moré. Yo daré la moré de vuestra tierra a su tiempo. Y lo interesante del asunto, es que la misma palabra que significa lluvia, también significa enseñanza. O sea que lo que aquí está diciendo, es yo daré la enseñanza a su tiempo. La temprana y la tardía, y tú recogerás. La palabra recoger se traduce madurez, y es la palabra malcosh. 

En pocas palabras; este texto que en principio parece solamente hablar de la siembra y la cosecha, en realidad está hablando de algo más profundo. Dice: Yo daré la enseñanza a su tiempo, temprana y tardía, y tú madurarás. En Deuteronomio 34, Moisés dice: Caiga tu lluvia sobre nosotrosPero la palabra es también moré. Enseñanza. O sea que está diciendo que caiga tu enseñanza sobre nosotros.

¿Y por qué se pone este juego de palabras? Porque la idea era que caiga la enseñanza como cae la lluvia. Que nos llueva tu enseñanza, Señor, ¡Para que demos fruto a su tiempo! La autoridad del maestro, ytshar, es la autoridad que trae eso a nuestras vidas. Nos ayuda a proteger nuestra cabeza, nos ayuda a controlar nuestros pensamientos, nos ayuda a aprender a hablar. En cuantos problemas nos metemos por no saber hablar correctamente y, en casos, por hablar de más.

Por último, aparece la palabra elaión, la quinta. Que aparece en el Salmo 133. Es como el buen óleo (elaión) sobre la cabeza, La palabra elaión, es la representación del ministerio del evangelista. Es una unción especial para sanar y para liberar. Busca por favor Marcos capítulo 6. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

¿Quiénes hacían esto? Los discípulos, los setenta, los que trabajaron para Jesús. Este aceite lo utilizaban para sanar a la gente. Por ejemplo, cuando los discípulos estaban predicando el evangelio, imagínate, aparecía una persona enferma, le traían el aceite. ¿Tú crees que era el mismo aceite que se usaba para ungir a un rey? ¡No!

¿Tú crees que era el mismo aceite que usaban los sacerdotes para iluminar las lámparas? ¡No! ¿Y qué aceite usaban? Un aceite mucho más común, que lo utilizaban precisamente para eso: sanar, liberar, como una señal de la vida liberadora del evangelio cuando llega a una persona. Ahora bien; a la hora de sacar conclusiones: nuestra cabeza es el punto de ataque de toda estrategia del diablo. Todo pecado, toda crisis, empieza en la cabeza.

Y la palabra te recomienda que tu cabeza esté cubierta siempre. ¿Qué significa esto? Que tiene que haber siempre una unción fresca sobre ti, constantemente. Significa que no solamente tu cabeza esté ungida, sino que además también tenga una señal de autoridad sobre ella. Dios Padre, Jesucristo el Hijo, su Espíritu Santo son tu autoridad. Así funciona un Reino de reyes y sacerdotes, y esencialmente de todos ministros competentes.

Estos aceites que de alguna manera simbolizan esas diferentes unciones, te muestran a un Dios sumamente preocupado y ocupado en preparar las cosas para que cada ministerio tuviera una unción precisa y específica para sus diferentes tareas. Cada una de estas unciones tiene un punto de sanidad específico. Pero también tú estás llamado por Dios a desarrollar tu vida a partir de todo eso.

Porque aquí viene la parte donde se ha solido tergiversar esta enseñanza, cuando se nos dice que una iglesia sana debe tener una autoridad principal, que nadie sabe por qué bíblica razón es un pastor y, alrededor de él, mucha gente con otras unciones sujetas a esta autoridad mayor. No fue así lo escrito. Las cinco unciones son reales, pero no para sujetarse a una de ellas.

Los cinco ministerios son reales, efectivos, necesarios y ungidos especialmente, pero ninguno de ellos debería tener supremacía sobre el otro. ¡Pero necesitamos orden! Claro, por eso nos entregamos de espíritu, alma y cuerpo a un Dios de orden. ¿Necesitamos alguien más? Es tiempo de saber qué unción de todas estas ha bendecido tu vida.

Es tiempo de preguntar al Señor en oración, ¡Y esperar respuesta!, para que él determine cómo, cuándo y en qué lugar del mundo la vas a utilizar. No interesa lo que piensen buenos hombres bien intencionados, interesa lo que piensa Dios. Ya no funciona más aquello tan antiguo y consabido de: “¡Ore usted, pastor, porque a mí Dios no me escucha, y luego dígame qué debo hacer! Eso suele llamarse sujeción, pero en realidad es comodidad, cierta ignorancia y haraganería también.

¡Ora tú, y Dios te dirá a ti qué hacer! Porque un padre jamás se comunica son sus hijos a través de uno de ellos, sino que tiene suficiente autoridad como para hacerlo con cada uno conforme su propósito y voluntad. ¿Verdad que cuando hablamos de todo esto y lo asumimos como parte indispensable del Reino, se nos cae para siempre la imagen de ese hombrecito casi inútil yendo como un robot todos los domingos a cantar cuatro canciones, leer un versículo bíblico, escuchar un mensaje, saludar al pastor y volver a casa?

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mayo 30, 2025 Néstor Martínez