Dice Pablo, en su segunda carta a Timoteo y cuando le está definiendo la relación íntima que debe existir entre el hombre de Dios y la Palabra de Dios, que toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. A mí, particularmente, este pasaje siempre me llamó la atención, porque soy uno de los que fue enseñado con aquello que “la Palabra es el Nuevo Testamento, el Antiguo sólo es historia hebrea.”
Hoy, muchos años después, sé que no es así, pero lamentablemente debo decirlo en voz alta, porque debe haber muchos que fueron enseñados igual que yo, y todavía están atrapados en esa mentira santa. Que no nos fue enseñada así por alguna intencionalidad equívoca, sino por una mezcla de un algo de ignorancia y un mucho de religiosidad tradicional.
Más allá de esto, y cuando tú empiezas a escudriñar para ver si estás en lo cierto o te estás volviendo a equivocar, te encuentras con que este pasaje tiene vinculación con otros dos. El de la carta a los Romanos, que dice: Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las escrituras, tengamos esperanza. Y el que Pedro escribe en su primera carta, cuando añade: Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Aquí aprovecho para establecer un paréntesis indispensable y recalar sobre un tema que la llamada iglesia cristiana evangélica, la que hoy por hoy se sigue adjudicando su mayor respeto por las escrituras y sus mejores interpretaciones de textos, no es muy afecta a examinar: ¿Pueden existir todavía un caudal incontable de denominaciones en esa área del cristianismo, que conviven muy tranquilas aun sabiendo que muchas de sus doctrinas que las dividen, son de índole privada?
Es más: ¿Pueden asegurar todas por igual que tienen al mismo Espíritu Santo que los guía a toda verdad, y sin embargo andar cada una de ellas defendiendo tesis y teorías absolutamente disímiles entre sí y, lo peor del caso, creyendo sinceramente que la de ellos, cada uno, es la única y absoluta verdad? ¿Tan fuerte ha sido el engaño satánico?
De todos modos, lo que quiero mostrarte, para ayudarte a esclarecer algunas de tus ancestrales dudas, es que hay siete breves principios encerrados en estos tres versos. Estoy hablando del verso base de 2 Timoteo y sus dos paralelos. 1)= Dice que TODA la escritura es inspirada por Dios. Esto aniquila –reitero-, alguna doctrina todavía imperante por allí que habla de un Antiguo Testamento meramente histórico y literal que conviene leer para información y un Nuevo Testamento un tanto más espiritual. Dice que toda la escritura. Y lo más llamativo del caso es que, en ese momento en que estos textos que ahora tomamos como pertenecientes al Nuevo Testamento fueron pensados y escritos, “toda” la escritura, era el Antiguo Testamento. El Nuevo se estaba escribiendo justo allí.
2)= En Segundo lugar, nos dice que toda la escritura es útil para enseñar. Esta palabra, viene del latín insignare, y significa señalar, instruir, dar advertencia o ejemplo, indicar, dar señas, mostrar algo. Toda la escritura. Por eso tenemos sesenta y seis libros útiles, no solamente cuatro o cinco, que vendrían a ser los más difundidos y promocionados. A lo que habría que añadirle algunos de los llamados apócrifos, que fueron determinados así por la sencilla ocurrencia de un par de monjes poquito ungidos. Los que, como se dice en los ambientes en los cuales trabajé secularmente la mayor parte de mi vida, “tienen más prensa”.
3)= Luego te consigna que también eso es para redargüir, que te confieso he tenido alguna vez que recurrir al diccionario para saber qué es lo que significa, y allí encontré que es algo así como descubrir lo oculto y contradictorio; convertir al argumento en contra del que lo hace; impugnar algo por algún vicio que contiene. Toda la escritura. Y cuando se nos repite esto de toda la escritura, hay que entender que eso también incluye sobradamente a todos esos los libros, rotulados por muchos prestigiosos teólogos como… poéticos.
4)= A continuación te añade que nos sirve para corregir, algo que nos resulta mucho más sencillo de entender sin necesidad de enviarle un mensaje a la Real Academia, ya que sabemos que corregir es puntualmente enmendar lo errado, amonestar, templar, moderar. Toda La escritura es útil para eso. ¿Pero verdaderamente toda la escritura completa? Sí, hasta las incomprensibles genealogías antiguas son útiles para lo mismo.
Yo era uno de los que pasaba por alto esas interminables y repetitivas genealogías, suponiendo que no tendrían nada para enseñarme, hasta el día en que apareció en mi vida un enorme profeta del Señor que de alguna manera marcó mi vida de creyente y de potencial ministro. Él me mostró con fundamentos muy claros e irrevocables, que, en cada genealogía, podía también haber revelación.
5)= Seguidamente te deja saber que eso sirve además para instruir en justicia, que es como puntualizar la posesión de elementos vitales para ejercer justicia, en este caso, divina. Toda la escritura. Y eso en un marco social como el nuestro, donde la justicia de los hombres ha pasado a ser un simple y hasta grosero manejo y manipulación de leyes diversas, apuntadas a hacerle decir a esa justicia aquello que interesa a los sectores más poderosos.
En una ocasión le manifesté a un Juez de la Nación mi respeto y admiración por su trabajo de administrar justicia, y él con mucha humildad y algo de humor me lo agradeció, pero me hizo saber que en realidad lo que el administraba eran solamente leyes, y que todas las noches “rezaba” para que fueran justas. ¿Necesito añadirte algo más?
6)= Dice más adelante que toda la escritura es inspirada por Dios. Y la palabra inspirada, aquí, es la palabra griega theopneutos, y cuando llegas a traducirla al bendito español, te encuentras con que significa algo así como “El Aliento Divino”. Esto, puedo asegurarte con la certeza de estar dándote algo muy de fondo, que constituye la más importante declaración de la escritura acerca de sí misma, y significa que ella es fruto del creativo Espíritu de Dios. Por ser expresión divina en el sentido estricto, es que se le llama “La Palabra de Dios”.
Mira el principio de todos los principios, lo que llamamos el Génesis, o la génesis de todo, y vas a ver que el hombre es imagen y semejanza de Dios esencialmente porque Él le sopló “Aliento de Vida”. El “aliento divino”, el theopneutos, la inspiración creativa y la revelación. El hombre incrédulo vive toda su vida, muere y se va al infierno sin saber esto o sin haberlo creído. Toda la escritura ES la palabra de Dios. No que la contiene, ES. Toda. Desde Génesis hasta Apocalipsis. ¡Es que no lo entiendo a eso! No tienes que entenderlo; sólo tienes que leerlo, creerlo y ponerlo por obra. ¡Ahí es donde tú empiezas a entender!
7)= La palabra tiene como finalidad todo lo dicho apuntando a un objetivo; la esperanza, que en este sentido tiene que ver con la serena convicción de la salvación, algo que dicho así no parece tener tanta importancia, pero que a la luz de las incredulidades notorias de afuera y de adentro de la iglesia, se agiganta y cobra valor insospechado. Toda la escritura.
Yo quiero, en este sector de este trabajo, y a partir de algunos pasajes del libro de Jeremías, llevar una voz de alerta al pueblo. Quien tenga una voz de Dios no será para lucirse ni tampoco para sustraerle poder a quien lo tenga. Tampoco para cosechar adeptos o discípulos personales, ni para cimentar críticas a personas. Quien tenga una voz de Dios, en este tiempo, será para alertar al pueblo, para decirle: Cuidado, lo que ya ha sido escrito, tal cual lo dice la misma Biblia, no es para quedarse en un relato histórico casi innecesario, salvo en lo cultural, sino para que sea leído con la mente puesta en el hoy.
De ese modo, la palabra servirá, desde Génesis hasta Apocalipsis, de utilidad para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia. Vamos a partir de una base: Jeremías, aquí, eres tú. Y todo lo que Dios le diga a él, te lo está diciendo a ti. Eso, claro, si tú, antes, le has dicho “Señor: heme aquí”. Pero no está hablando contigo, que estás orgulloso de ser miembro de tal o cual congregación denominacional, o seguidor de tal o cual ministro o ministerio; es a ti, que tienes un corazón recto delante de Dios y vestiduras blancas de santidad delante del diablo.
Vamos a lo importante, a lo que suma y no confunde, la Palabra. ¿Qué le dijo Dios a Jeremías? Le dijo nada menos que: Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. Tres precisiones muy concretas da este verso:
1)= Ningún creyente ha sido puesto bajo esclavitud de ningún gobernante de ninguna nación de la tierra, así como tampoco, en el plano espiritual, lo será de ningún reino, (tanto el satánico como algunos de los demás: animal, vegetal o mineral. De aquí derivan las esclavitudes a drogas, alcohol, vegetales) Nos dice que estamos sobre todo eso.
Esto nos muestra que cuando aparece gente que dice ser creyente, pero que está esclava de estupefacientes, comida o estimula su avaricia adorando piedras preciosas o metales emparentados con riqueza, lo que debemos hacer, más que censurar o discriminar, es ir y recordarle que tiene toda la autoridad para derrotar eso. Probablemente no nos escuche, pero si lo hace y lo cree, tiene victoria; él o ella y el Reino que está por sobre todos los reinos.
2)= Dice que está puesto para arrancar, destruir, arruinar y derribar. Está bien, pero hacer todo esto ¿Con qué? ¿Qué es lo que hay que arrancar, destruir, arruinar y derribar? ¿El mundo y todas las estructuras que lo componen? No. Porque la palabra no es para el mundo, es para la iglesia. Lo que hay que derribar y todo lo demás, es la estructura, el sistema y las tradiciones.
Y no podemos dejar a un lado los status religiosos en la denominada “iglesia” de su tiempo. Esto te muestra y demuestra con evidencia clara que lo que hoy muchos estamos enseñando y proponiendo al pueblo de Dios, al cuerpo de Cristo en la tierra, no es ni una moda ni el resultado de resentimientos o rencores personales, es palabra profetizada y declarada hace miles de años.
3)= Le agrega, en el final, que deberás edificar y plantar. ¿Estará hablando de edificar nuevos templos y plantar, que es arraigar, nuevas denominaciones nacidas de un descontento que pueda estar conviviendo con las existentes? No. Cristo nunca hizo eso. Él edificó vidas maduras a partir de la espada de la palabra y plantó un evangelio del que casi nadie se acuerda hoy y del que casi no se predica tal cual Él lo hizo: “El Reino de los cielos se ha acercado; arrepiéntanse”.
Hoy hemos fabricado sistemas evangelísticos variados, a partir de evangelismos explosivos (Que es a todas luces y en el marco de las estrategias humanas, algo muy bien pensado, verdaderamente), del testificar (Que también es algo hermoso, a veces muy emotivo y necesario), del sistema de las cuatro verdades (Que es muy ingenioso y atrapante), o del nuevo nacimiento, (Que es una anécdota del Señor que está en el evangelio de Juan), pero hemos dejado de lado, tanto el evangelio genuino que Jesús predicaba, como la seguridad de que quien puede convertir a las almas es el Espíritu Santo, con convicción y poder, y no la inteligencia o la estrategia de los hombres.
Además, no te descubro nada si te digo que hay más de un texto que te dice que era Dios quien añadía a los que habían de ser salvos. En este mismo libro de Jeremías, Dios dice: En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, derribar y destruir. (¡Hermanos! ¡Oremos para que los ojos del pastor sean abiertos! Está bien, oremos, pero no es eso lo que dice aquí. ¡Oremos para que en nuestra congregación se comience a enseñar todo lo que hay sobre el Reino y que desconocemos!
Arrancar. No queremos reflexiones filosóficas o poéticas, además de intelectuales, queremos palabra de Dios. Derribar. Basta de esclavitudes humanísticas disfrazadas de sujeción espiritual. Destruir. En el nombre de Jesús. Sin rencores, sin odios, sin enojos, sin resentimientos, sin amarguras, pero con firmeza. ¿Alguien supone, verdaderamente, que el mundo incrédulo va a acercarse a una iglesia donde, -poco les cuesta enterarse-, se cocinan asuntos que pondrían rojos de vergüenza aun a los más experimentados?
¿De verdad alguien puede pensar que ese mundo es tan tonto para caer en eso? Escucha: el mundo secular es impío, pecador, pagano, pervertido y perdido, pero sigue siendo inteligente. Y sólo lo doblega la presencia del Espíritu Santo de Dios, no un discurso religioso sin sustento real y visible. Se lo dijo el propio Dios a Jeremías: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos?
Y no fue exclusivo ni selectivo para nada en esto, nuestro Padre. También se lo dijo al otro profeta mayor, Isaías, con un simbolismo que todavía hoy nos estremece por su precisión: ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho con ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? (¿Sabes tú lo que es una uva silvestre? Una que se parece a la legítima, pero que es agria y no sirve para nada. Está claro, ¿No?)
A Miqueas, en cambio, le dice algo muy similar, aunque en un tono de lamento: Pueblo mío, ¿Qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. (Esto suena como un padre que le da a su hijo durante toda su vida todo lo máximo que tiene y que, cuando llega a viejo, ve que ese hijo se va al exterior y lo olvida dejándolo librado a su suerte. Casi una traición. ¿Qué te hice, hijo mío?)
Y finalmente, tenemos la manera en que esto mismo es reflejado, como historia, en el Segundo Libro de los Reyes: Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.
Un ejemplo de los más clásicos y hasta tradicionales. Eres tú un cristiano que canta temas musicales del folklore de tu país, ¿Qué tiene de malo eso? Tienes una nacionalidad y esa es tu música, no puede haber nada negativo, ¿Verdad? ¡Cálmate! ¡No te irás al infierno por eso!, Al menos no todavía, aunque tendrás que repasar concienzudamente las connotaciones de esa que es supuestamente tu música por herencia nacional.
Es inteligente hacerlo. Hay mucho satanismo metido como inofensivo folklore en los países. Del que más conozco es el del mío, pero te aseguro que al menos en esta zona de América, está presente en casi todos. Y es más que obvio que tampoco es cuestión de ser sectarios, cerrados, obtusos y legalistas. Pero conviene que sepas, cierta y determinada información que te ayude.
En Argentina, la mayor parte de los temas folklóricos le cantan alabanzas a unas entidades mitológicas y esotéricas que denominan como la Pachamama, la Salamanca, el Payé y otros tantos pactos que no son otra cosa que eso, pactos directos con la brujería y el curanderismo autóctonos, un apéndice local de lo que el infierno tiene pensado para estas zonas.
Y préstame atención, compatriota que estás leyendo esto. Yo no te estoy diciendo que necesites liberación porque una vez hace mucho tiempo en tu escuela primaria cantaste “Zamba de mi esperanza”, (Uno de los temas más populares y conocidos del folklore argentino), lo que te estoy diciendo es que esa caja descartable que llevas puesta y que se llama cuerpo, nació efectivamente en la Argentina, pero que el Espíritu que mora en ti es parte integrante y ejecutiva del Reino de Dios el cual te ha colocado en esta tierra, solamente como embajador de esa divina nación.
Y por todas esas razones es que más adelante dirá: Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? Y los que tenían la ley, no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. Veamos: ¿A qué se refiere cuando habla de la rebelión de los pastores? Primero, recuerda que la palabra pastor es la palabra poiman, y no significa un título, una posición o un cargo eclesiástico, sino una función. Que no se limita a uno de los cinco ministerios de Efesios 4, sino a todos, ya que pastorear es proteger, guiar, alimentar y cuidar, y a eso lo puede hacer tanto el pastor como el apóstol, el profeta, el evangelista o el maestro.
Rebelión, entonces, es dedicarnos a hacer lo que nos da la gana y dejar de lado lo que Dios nos ordenó que hiciéramos. Es muy sencillo cuando Dios te ordena hacer cosas que te hacen caer simpático, carismático y amable, pero ya no es lo mismo cuando Él dispone que donde tú vayas despertarás reacciones, oposiciones y hasta guerra abierta. ¿Pagarás el precio?
Más adelante, nos encontramos con ese texto que a muchos les ha abierto sus ojos espirituales y a otros les ha dado un falso permiso para salir a cazar fantasmas, y que dice: Porque los pastores se infatuaron. (Infatuar, te recuerdo, es caer en soberbia, en orgullo por posición) y no buscaron a Jehová: por tanto, no prosperaron.
Esto se está viendo demasiado, hoy… y todo su ganado se esparció (Lamentablemente, esto también está ocurriendo. No tienes tú una idea de la cantidad de gente que salió de lo que consideraban que eran babilonias, pero sin un rumbo espiritual claro y definido, y por lo tanto están en la disyuntiva de que no sabe dónde congregarse que toman contacto conmigo de alguna manera o me escribe, como si yo tuviera la solución a su inestabilidad espiritual.
También en otros textos se toca este tema y se alude, asimismo, a los profetas de Baal, lo que hoy sería un equivalente a tanta gente que anda por las congregaciones, a favor de una tremenda falta de discernimiento, con espíritus de adivinación jugando a ser profetas. De todos modos, es más que contundente cuando dice: ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! Dice Jehová.
Para añadir más adelante que: en los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo Israel. Mira; yo sé, por experiencia propia, que no hay cosa que cause más amargura e impotencia que la crítica con cierta razón para gente que hace lo mismo que hacemos nosotros.
Cuando la gente dice que “los periodistas” (Y yo lo fui en lo secular) son “chantas” (Nominación del idioma “lunfardo porteño” que se le da en Argentina a aquellos que viven del engaño fraseológico, pintoresco, una suerte de hablar mucho sin decir nada), mercenarios, vendidos, me hace daño. No puedo evitar reconocer que hay mucha gente así dentro de la profesión, sobre todo en este tiempo, donde me produce lo que llamamos como “vergüenza ajena”, pero así y todo igualmente me duele, porque se nos mete a todos en una misma bolsa y eso no es justo.
Creo que lo mismo estuvo ocurriendo, en este tiempo y al menos hasta que comenzó aquella pandemia que desparramó todo por todas partes, con el ministerio pastoral. Mi oración es que Dios bendiga y de fuerzas a tantos hombres fieles, levantados por el Señor para el ministerio, (Aunque no en las formas en que se desarrolla habitual y tradicionalmente, porque eso no es bíblico y todos lo sabemos), que sufren y se sacrifican por las ovejas, y al mismo tiempo ponga en su lugar a aquellos que por intereses personales creen y piensan que las ovejas son sus ovejas y que por esa razón terminan por dispersar o destruir espiritualmente al rebaño. La Biblia les llama “asalariados” y de eso nadie predica jamás.
Porque dos males ha hecho mi pueblo: Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. Las cisternas eran un depósito hecho en el suelo, en forma de pera, para recoger y conservar agua llovida. La boca solía taparse con una piedra. Toda vivienda tenía una y se hacían de gran tamaño para uso público.
Debajo del templo se construyó una inmensa para las necesidades del culto. Teniendo en cuenta la habilidad de los israelitas para construirlas utilizando argamasa para no permitir que el agua se filtrara, les permitió habitar en lugares donde no existían fuentes naturales. Eso hizo que, en lugar de esperar la bendición de la lluvia, el pueblo confiara más en su habilidad para construir cisternas depositando en ellas su mayor confianza.
Es lo mismo que sucede hoy con una gran parte de la iglesia, la que, en lugar de clamar y confiar por el poder de Dios, representado en este caso puntual por la lluvia, ha preferido entregar el evangelio a la sabiduría de las ciencias humanas en sus diferentes variedades propias de nuestra cultura racional, tales como la sociología, la filosofía, la psicología, o el humanismo intelectual, que en este caso puntual serían las cisternas.
El salmo 36 habla de esa fuente de agua viva que es Dios, cuando dice: Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz. Más adelante, en Jeremías 17 veremos que dice: ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! Todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.
Quiero recordarte algo: nadie puede dejar algo que no tenía, y nadie puede apartarse de algo donde no estuvo nunca. Por lo tanto, esto no es para incrédulos que nunca conocieron a Dios, sino para los que, habiéndolo conocido, decidieron vivir fuera de su voluntad, aunque siguieran dentro de una institución llamada iglesia. El agua, tiene un valor indudable en el evangelio. Tomar el agua de Dios, llamado en el Antiguo Testamento manantial de vida, es lo que un creyente debe hacer.
Pretender cavar cisternas por nuestra cuenta, es salirnos de su dependencia, pero también de su cobertura. En el Nuevo Testamento, la figura del agua se centra en Cristo, tal como se ve en Juan 4: Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. ¿Comprendes ahora lo que significa cavar cisternas por nosotros mismos? No contar con agua que salte para vida eterna, nada menos.
Más adelante dice algo que si lo lees con cuidado, te dice mucho más que lo que parece: Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; (Ahí lo tienes. Esto te aclara que no siempre es Dios quien castiga ni condena, sino que en muchos casos es tu propia maldad y tu rebeldía, si las hubiera) sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.
En Isaías 3 hay una referencia al pecado dentro de la iglesia. A mí me impactó como comienza este texto: La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; ¿Tú sabes que sí? A mí me ha pasado esto de ver el rostro de alguien que me pide ayuda espiritual y percibir, no sé cómo, pero “ver” pecado en esa persona. Te imaginará que fueron muchas, muchísimas más veces las que me callé que las que me atreví a “sugerir” algo. Sin embargo, con el tiempo, lo que a mí me parecía un pensamiento mío y por lo tanto no demasiado confiable, se confirmaba. La apariencia de sus rostros.
Mira como sigue: Porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¿Tú sabes que esto también es cierto? Nosotros no lo discernimos antes porque nos fijamos, más en lo que debe ser o lo que parece ser y no en lo que es. ¡Ay del alma de ellos! Porque amontonaron mal para sí. Pero mucho más claro está en Oseas 5, mira: La soberbia de Israel le desmentirá en su cara; Dios ya sabía que iba a entrar soberbia en su iglesia.
Es entonces aquí donde tú te preguntas: ¿Y si Él lo sabía, por qué no lo evitó? Porque eso hubiera ido en contra de sus propias leyes. Una de ellas, la más valiosa para el hombre: su libre albedrío, el respeto de Dios por cada decisión voluntaria de un hombre creado para decidir libremente Israel y Efraín tropezarán en su pecado, y Judá tropezará también con ellos.
Algo es claro. Lo dice el salmo 36. El impío peca porque no teme a Jehová. Pero ¿Y el pueblo de Dios, por qué peca? Por lo mismo. ¿Pero cómo puede ser? Que cómo puede ser… ¿Te descubro algo que tú no hayas percibido si te digo que hay gente que anda dentro de un templo, que en el fondo no cree en nada de lo que le dicen, pero que están allí por otras razones o, en el mejor de los casos, porque es el único sitio en donde se les ha permitido sentirse útiles o importantes, o simplemente destacarse en alguna actividad anexa?
Te planté vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿Cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aun delante de mí, dijo Jehová el Señor. Dios plantó, constituyó, arraigó a Judá, en aquel tiempo, de la misma manera con que lo ha hecho con la iglesia, como a una vid escogida.
Pero Judá entonces, así como una gran parte de la iglesia ahora, se transformó en extraña. En Éxodo 15, en su cántico, Moisés habla del pueblo, y dice: Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado. Esto te demuestra que este plantar es algo que corresponde al pueblo de Dios, en todos los tiempos, y no meramente en el histórico Judá.
Lejía y jabón son un mineral y un álcali vegetal, respectivamente. Servían, (y sirven) para eliminar toda suciedad externa, pero eran totalmente inútiles para la interna, tal es el pecado. El único modo dispuesto por Dios para limpiar el pecado, es con el arrepentimiento. Una congregación cristiana tradicional y clásica puede tener: buena música, excelente templo, miles de miembros, abundante ofrenda, que en este tiempo no es ninguna tontería, precisamente; escuelas, ayuda social, sanidades, liberaciones, buen nivel económico, social e intelectual y un gran prestigio en la sociedad con la que convive, pero si no se predica, se cree y se practica la doctrina de Jesucristo, y elige apoyarse en factores humanistas, tales como el dinero, la política, la filosofía o las ciencias, es sarmiento de vid extraña y nada, salvo el arrepentimiento genuino, podrá sacarla de un destino de extravío.
En ese sentido leemos donde dice: Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, (¿Cuántos saben que está hablando de la iglesia?) Para que seas salva, (¿No era que todas las iglesias, con el sólo hecho de serlos, de tener un número y un nombre de que vive en un registro nacional de cultos, ya eran salvas? Cuidado con doctrinas simplistas, voluntaristas que terminan en universalismo, que obviamente, no es cristianismo)
¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad? ¿Alguien conoce algún corazón de sangre y carne que pueda ser lavado? ¿Es anormal que en una ciudad grande como era Jerusalén, no haya pensamientos de iniquidad? ¡Sacúdete hermano! No te imagines, ni razones, ni pienses, ni uses la lógica o el intelecto del alma para entender lo que viene del Espíritu. ¡Te está hablando a ti, iglesia!
Y no es ninguna ocurrencia malintencionada mía, mira como se lo dice claramente: ¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. Veamos algo más para terminar de darle convicción a biblistas empecinados en la literalidad histórica y geográfica de la palabra. ¿Qué es un porfiado? Alguien que, pese a darse cuenta de que algo no es como pensaba que era, y sí es como le están diciendo que es, por necedad, decide mantenerse en la suya.
¿Y qué es prevaricar? Prevaricar es, dice la Biblia, más condenable que pecar. Porque muchos están pecando por ignorancia, porque nadie les predicó la verdad, porque no la conocen. Pero el prevaricador es alguien que, sabiendo lo que tiene que hacer, por cualquier motivo que sea, decide no hacerlo. Ahora bien: ¿Cómo podría porfiar con Dios o prevaricar en contra de Él, alguien del mundo incrédulo que no le conoce? Dos más dos siguen dando como resultado cuatro, ¿Verdad?
Jeremías 5 dice: Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; Y yo la perdonaré aunque digan: vive Jehová, juran falsamente. ¿Sabes de qué me acuerdo? Tienes nombre de que vives, pero estás muerto.
Y en el 6 es más contundente todavía: Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande (Que es como decir: desde el portero, el ujier, el que limpia el templo después del culto, hasta el ministro principal) cada uno sigue la avaricia (Que es guardar para poseer, como sugiere el mundo, en lugar de dar para recibir, como dice Dios, sea dinero, sean atenciones, sean honras, sean agasajos) y desde el profeta hasta el sacerdote (Pasando por todos los ministerios bíblicos: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) todos son engañadores.
Ojo que no está hablando de toda la iglesia, está hablando de esos que Él llama sarmientos de vid extraña, que Cristo llamó Generación de Víboras y que Pablo, mucho más directo y con un poquito más de carne que el Señor, denominó Falsos Hermanos) y curan la herida de mi pueblo (Es decir: de la fracción que sí es fiel, pero tiene necesidades) con liviandad, diciendo: paz, paz; y no hay paz.
(Listo. No necesitamos mucho más. Aquí tienes más que en evidencia una catalogación de Dios para ese evangelio “Diet”, de bajas calorías, que habla mucho, gesticula mucho, ríe mucho, reflexiona mucho, opina mucho, llora mucho y hasta vocifera mucho, pero, de palabra ungida, no dice nada. Dios tenga misericordia de ti y te conceda el privilegio de no haberlo oído nunca. Y mucho menos que seas tú el que lo haya predicado.
¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días. (La virgen y la desposada, aquí, son prototipo de la iglesia. A ella va la queja divina de olvido. Luego Dios dice:) Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando lo que es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para que camine por sendas y no por camino transitado.
Parecería haber un contrasentido aquí. Por un lado, dice que debemos volver a las sendas antiguas, en tanto que, por el otro, señala que no debemos caminar por sendas transitadas. Sería contradictorio, efectivamente, esto, si lo tomáramos de un modo literal. Pero no lo es por una razón muy simple: las sendas antiguas, son aquellas de la iglesia primitiva, la del libro de los Hechos, la que vivía por fe y sin saber qué sucedería al minuto siguiente.
No esta, que mayoritariamente todavía y pese a las restricciones que impuso la pandemia se ve hoy, en la que todo es previsible, que a veces es exageradamente ordenada, que por momentos llega a ser humanamente controlada, la que no sale jamás de un “orden de culto” que nadie sabe quién inventó, la que ha terminado adorando la estructura que armó, por encima del Creador de la vida, la que centra sus mayores expectativas en sus templos o sus denominaciones que en la presencia del Dios viviente en ellos.
Todo esto es lo que se llama aquí “Camino Transitado”, prefijado, previsible, rutinario. Senda antigua, por su parte y a modo de variado ejemplo, puede ser la iglesia de las casas de familia, o aquella de los espacios abiertos, o la otra casi romántica iglesia subterránea, o simplemente la del uno a uno y cara a cara, que es la que enfrenta al hijo de Dios con su Padre, sin otro intermediario que Jesús el Cristo.
Pero en definitiva estamos hablando de una iglesia global que no negocia con la sociedad impía privilegios o prebendas oficiales ni tampoco con el orden religioso estructural, ya sea oficial como propio. Por eso es que más adelante, Dios agrega: Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su corazón, según el fruto de sus obras.
Sin embargo, donde se expresa esto con mayor claridad el pensamiento de Dios y lo que podemos ver cómo cotidiana realidad, está en Oseas 8: Ellos (Está diciendo mi pueblo mi iglesia) establecieron reyes, (O sea: gobiernos, liderazgos) pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes (Que son liderazgos secundarios) mas yo no lo supe; de su plata y de su oro
Esto es: de tu potencial económico, iglesia hicieron ídolos para sí, (Te recuerdo que ídolo es cualquier cosa que tome un primer lugar reemplazando a Dios. Dinero, poder, política, filosofía, intelectualismo, sexo, cientifismo, acción social, status religioso) para ser ellos mismos destruidos. El simple hecho de saber esto, lleva al hombre a ser inestable. Por eso añade: ¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos?
Te lo paso al español-argentinizado básico: ¿Para qué todo ese verso tratando de justificar, con sobria elegancia, que conviene más manejarse con rudimentos del mundo que por fe? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. (Cuando la iglesia no se encolumna tras el propósito y la voluntad de Dios y elige “hacer la suya”, la humana, la intelectual, la súper mística, la científica, el mundo la ridiculizará y la avergonzará. Sólo asómate a la calle y presta atención si no está sucediendo eso, ya y ahora)
También de allí (De la vergüenza, el ridículo y la mofa del mundo) saldrás con tus manos sobre tu cabeza (Hay dos razones principales para que tú o yo nos pongamos las manos en la cabeza: 1)= Somos prisioneros y como signo de rendición incondicional y abandono de la lucha caminamos con las manos detrás de nuestras nucas; 2)= Contemplamos el resultado de nuestros desvaríos soberbios y carnales y no podemos menos que poner una mano en cada sien, en cada costado de nuestra cabeza y decir: ¿Qué hice? ¿Qué hice?)
Porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, (¿En quién confías tú? ¿En gobiernos? ¿En políticos? ¿En juntas? ¿En asociaciones? ¿En líderes carismáticos que incentivan la glorificación del hombre? ¿En profesionales de cualquier cosa como si una universidad fabricara mejores cristianos? ¿En denominaciones? Dice que Dios ya los desechó, y a ti con ellos.) Y no prosperarás por ellos.
¿Vale la pena agregar algo más? ¿Vale la pena recordar que una cisterna, por mejor hecha que esté y por mejor intencionada que haya sido la idea de fabricarla, jamás dará agua pura y fresca, sino la que emana de un guardarla por días o meses? ¿Cuál es el alimento nutritivo, la hierba verde o la hojarasca seca? Tú eliges. Yo sólo te pido que recuerdes por siempre que tú vives y te alimentas porque existe una Fuente.