La Pereza (Palabra que viene del latín: acedia,acidia, pigritia), es la negligencia, astenia, tedio o descuido en realizar acciones, movimientos o trabajos. Se le conoce también como gandulería, flojera, haraganería, holgazanería, hueva; entre otros términos que pueden incluso llegar a ser peyorativos.
La religión nominal cristiana, clasifica la pereza como un vicio capitalya que genera otros pecados, si bien antiguamente se la denominaba acedía o acidia, concepto más amplio que tenía que ver con la tristezao la depresión.
Todos los seres vivos que se mueven, tienden a no malgastar energías si no hay un beneficio, que no tiene por qué ser seguro e inmediato: puede ser algo probable o que se obtendrá en un futuro. Algunos ejemplos serían:
Perseguir una presa para comer – Asearse – Practicar cualquier tarea, para mejorar habilidades. Puede que sólo se haga por simple placer, que en realidad indica algún tipo de beneficio – Hablar con los demás para establecer relaciones sociales– Ayudar a los demás para establecer o mejorar las relaciones sociales y Mantener relaciones sexuales.
Los animales con mayor inteligencia, y sobre todo los jóvenes, a veces parecen contradecir la máxima de no desperdiciar energía. Son muy activos y no paran casi nunca quietos. Esta actividad tiene la utilidad de conseguir mejores habilidades o conocer mejor el entorno, entre otras ventajas.
En el caso de los seres humanos (y otros animales), tenemos un cerebro muy grande y que consume mucha energía (20% del total que necesita el cuerpo), tanto si se usa, como si no. No utilizarlo supone un desperdicio de energía.
Para evitarlo, una sensación desagradable, el aburrimiento, evita dejar inactivo el cerebro y otra agradable, la curiosidad, mueve al individuo a buscar algún tipo de actividad interesante, aunque no haya una necesidad inmediata. Las actividades no tienen por qué ser puramente mentales; sirve cualquier actividad en la que intervenga el cerebro, desde leerhasta hacer deporte.
De Vagancia a Holgazanería
A las personas que evitan realizar cualquier actividad de las cuales el beneficio no sea al instante se les llama vagos o perezosos. Las causas para tener dicha tendencia pueden ser variadas, desde mala alimentación o enfermedadeso simplemente que las actividades que realizan no les resultan beneficiosas.
Existe la idea generalizada de que, en muchos casos, los vagos los son porque les da la gana, no ponen suficiente de su parte o les es más ventajoso ser así. Ha ocurrido en muchas ocasiones, que personas con enfermedades poco conocidas, han sido o son consideradas vagas, incluso por médicos. Algunos ejemplos de enfermedades o condiciones que suelen ser confundidas con pereza son:
Autismo – Síndrome de Asperger – Fibromialgia – Fatiga Crónica – Depresión – Distermia y Demencia. Otras causas de falta de implicación en una tarea son:Falta de beneficio en relación al esfuerzo utilizado – Falta de reconocimiento en el trabajo o actividad realizada – Falta de preparación para realizar la tarea – Falta de motivación – Monotonía laboral – No reconocer los talentos y Que sea una tarea penosa, que cause cualquier trastorno físico o mental, como dolor de espalda, dolor de cabeza o hastío.
La pereza es algo habitual que está constantemente tentando al ser humano. Suele ocurrir que una persona haga planes para el futuro con mucho entusiasmo, pero cuando llega el día no lo cumple por pereza. Algunos ejemplos de esto lo son los planes de ejercicio, dietas, estudios y hasta tareas laborales.
Los primeros hombres que habitaron la tierra, no tenían la necesidad de utilizar la frase “lo haré luego”; esto debido a que sus actividades en las cuales gastaban sus energías eran para el beneficio del aquí y el ahora. Era un estilo de vida en el cual se sobrevivía utilizando energía en el instante que se tuviera una necesidad.
Si se tenía hambre se cazaba, si se tenía sed se tomaba y esto igual con las necesidades sexuales. Los antepasados se encontraban con que no pasaba mucho tiempo entre el deseo y la acción. No existía completamente aún la planeación del futuro de modo que se vivía en el presente.
No quiere decir que no planeaban para el futuro sino que no dejaban que esos planes interfirieran con su deseo inmediato. El Psicólogo terapéutico Kalman Glantz dice que “la vagancia se hizo posible cuando se comenzó a planear para el futuro”.
Es por esta razón que puede concluirse que la pereza tuvo sus inicios cuando el ser humano comenzó a hacer preparaciones para un tiempo fuera del presente. Algunos de ellos no van a ver útil el hacer una actividad que beneficie en un futuro y éstos serán llamados “vagos” por los otros.
En la actualidad prácticamente se requiere muy poca energía para obtener alimentos y beneficios, estos, se obtienen casi al instante en los países desarrollados. Surge, entonces, más tiempo de ocio que trae consigo la pereza y a su vez problemas como la obesidad.
La pereza es un término que va de mano con la procastinación o la forma en que se elige hacer tareas de menor prioridad porque se obtiene un beneficio a corto plazo. La procastinación es un suceso irracional en el ser humano.
Que en realidad no se piensa o se planea y que simplemente ocurre al igual que la pereza."Después de la de conservarse, la primera y más poderosa pasión del hombre es la de no hacer nada."-J. J. Rousseau- La pereza viene a ser, entonces, un asunto más psicológico que físico.
Una Vez Más: ¿Qué dice El Libro?
Entonces vamos ahora a la pregunta que necesariamente nos interesa: ¿Qué dice la Biblia acerca de la pereza?"La primera ley de movimiento de Newton establece que un objeto en movimiento tiende a permanecer en movimiento, y que un objeto en reposo, tiende a permanecer en reposo.
Esta ley se aplica a la gente. Mientras que algunos son naturalmente impelidos hacia complejos proyectos, otros son apáticos, requiriendo motivación para vencer la inercia. La pereza, siendo un estilo de vida para algunos, es una tentación para todos. Pero la Biblia es clara en que como el Señor, quien es un Dios trabajador, ordenó el trabajo para el hombre, la pereza es pecado. Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio. (Proverbios 6:6).
La Biblia tiene mucho que decir acerca de la pereza. Los Proverbios especialmente, están llenos de sabiduría concerniente a la pereza y advertencias a la persona perezosa. Ellos nos dicen que una persona perezosa odia el trabajo:
El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar.”(21:25); le encanta dormir: Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama. (26:14);da excusas: Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles. (26:13); desperdicia tiempo y energía: También el que es negligente en su trabajo, es hermano del hombre disipador. (18:9);él cree que es sabio, pero es un tonto: En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar. (26:16).
Proverbios también nos dice el final que le espera al perezoso: La mano de los diligentes señoreará; más la negligencia será tributaria. (12:24);su futuro es sombrío: El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará. (20:4); puede llegar a empobrecer: El alma del perezoso desea, y nada alcanza; más el alma de los diligentes será prosperada. (13:4).
No hay lugar para la pereza en la vida de un cristiano. Un nuevo creyente es verazmente enseñado que…por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9).
Pero un cristiano puede volverse haragán si erróneamente cree que Dios no espera fruto de una vida transformada. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:10).
Los cristianos muestran su fe mediante sus obras. . . . yo te mostraré mi fe por mis obras. . . Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2:18, 26).La pereza viola un propósito de Dios – las buenas obras. El Señor, sin embargo, fortalece a los cristianos para vencer la propensión carnal a la pereza, al darnos una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17).
En nuestra nueva naturaleza, somos motivados a ser diligentes y productivos por amor a nuestro Salvador quien nos redimió. Nuestra antigua propensión hacia la indolencia – y todos los demás pecados – ha sido reemplazada por un deseo de vivir una vida santa:
El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. (Efesios 4:28).Somos instados a nuestra obligación de proveer para nuestras familias a través de nuestro trabajo. Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. (1 Timoteo 5:8);y para otros en la familia de Dios: Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. (Hechos 20:34-35).
Como cristianos, sabemos que nuestros trabajos serán recompensados por nuestro Señor, si perseveramos en ser diligentes: No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. (Gálatas 6:9-10);
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. (Colosenses 3:23-24); — Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. (Hebreos 6:10).
Los cristianos deben trabajar en la fuerza de Dios para evangelizar y discipular. El apóstol Pablo es nuestro ejemplo: ….que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí. (Colosenses 1:27-29).
Aún en el cielo, continuará el servicio de los cristianos a Dios, aunque ya no abrumados por la maldición (Apocalipsis 22:3). Libres de enfermedad, tristeza y pecado – aún de pereza – los santos glorificarán al Señor por siempre. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. (1 Corintios 15:58).
La pereza nos aleja de nuestros objetivos. Hace que el desempeño en cualquier área de nuestra vida sea pobre, mediocre. Pero, cuando no tenemos ganas de nada, ¿Cómo podemos generarlas?En primer lugar, descartando que nuestra pereza tenga que ver con cualquier dolencia física y/o psicológica.
Por ejemplo, si una persona padece síndrome de fatiga crónica o depresión, todo esto le sonará como un mal chiste. En esos casos hablamos de algo más complejo y lo más oportuno es buscar ayuda profesional.En cambio, si solamente necesitamos un pequeño empujón, se trata de algo mucho más simple. Sólo hay que poner en práctica algunos sencillos consejos como los siguientes:
1. Ejercicio físico:La pereza puede provenir de la falta de energía y un buen recurso para proporcionársela al cuerpo es el movimiento, por contradictorio que parezca.
2. Descansar bien a diario:Naturalmente. ¿Cómo vamos a estar deseosos de hacer algo si estamos cansados?
3. Establecer tiempos:Lo más difícil es empezar. Si nos fijamos una hora para hacer algo, que sea esa y sin pensarlo. También podemos fijarnos un tiempo para realizar la actividad. Por ejemplo: “Limpiaré durante quince minutos.” “Estudiaré media hora.” Ya verás. Una vez entrados en materia, lo que viene después es más fácil.
4. Hacerlo urgente: “Al mal paso, darle prisa.” Establecer un límite para terminar con la tarea cuanto antes es muy efectivo.
5. Ver los beneficios:La pereza nos induce a ver las dificultades antes que los beneficios que obtenemos al finalizar la tarea. Hay que darle la vuelta.
6. Premiarse:Si la recompensa no es inmediata, ¿Qué mejor que darse a uno mismo un capricho por el buen trabajo? ¿Por qué no? Con esto hay que ser proporcionados, claro. No vamos a premiarnos con unas vacaciones en París por haber fregado los platos antes de las cuatro de la tarde. Pero, ¿qué tal un baño reconfortante o un maravilloso café?
7. Pensar en lo que pasaría si la tarea no se hace:Si no nos motiva mucho pensar en los beneficios, quizás podríamos pensar también en los perjuicios. ¿Qué ocurriría si no hacemos lo que tenemos que hacer?
8. Encontrar compañeros de actividad:El apoyo mutuo funciona también. Ya no es la motivación de una sola persona; son varias motivaciones juntas.
9. Tratar de estar parados el menor tiempo posible:Acostumbrarse a estar activos a lo largo del día, hará que se nos hagan menos cuesta arriba las tareas tediosas.
10. Dividir las tareas en sub-tareas:Por supuesto, dependiendo de la complejidad de las mismas. Dividir hará que la tarea sea más manejable y llevadera. Ilustrémoslo con otro dicho popular: “Uva a uva, un pavo se comió una viña.”
11. Tener claro el plan:A veces se dejan de hacer cosas sólo porque no se tiene claro cómo “meterles mano“, cómo abordarlas. Pensar antes en qué hay que hacer y en cómo hará más fácil ponerse a ello.
12. Hacer una cosa y después la siguiente:Es natural cansarse, saturarse y agobiarse cuando se simultanean varias tareas. Más conveniente es concentrarse en una y, una vez terminada, en la siguiente.
Esto es mucho pedir, por ejemplo, para las personas que llevan el mayor peso de las responsabilidades familiares y, además, trabajan fuera de casa. Sin embargo, para evitar que nos pase factura a la larga este sobreesfuerzo, lo suyo es secuenciar las tareas, siempre que sea posible.
13. Desafiarse:Especialmente si algo nos parece difícil, muy duro de llevar a cabo. Retarse a uno mismo y enfrentarse al problema, como un guerrero. ¡Adelante! ¡Arriba! ¡Claro que puedes hacerlo!
14. Anotar los progresos:Cuando se tratan de alcanzar objetivos a largo plazo, ésta es una gran idea. Ir anotando cada día nuestros pequeños avances o lo que hemos hecho alimentará nuestra motivación.
15. Mirar cómo progresan los demás:Funciona si uno observa a las otras personas para inspirarse y mejorar. De otro modo, no tiene sentido.
16. Hacer cosas que nos llenen:Si podemos elegir entre dos ocupaciones: una que sería útil, pero que no nos gusta, y otra menos útil que sí nos entusiasma, quedémonos con la segunda.
Los Sabios También Opinan
¿Te dapereza hacer deporte? ¿Te cuesta horrores levantarte del sofá para ir al gimnasio? Es posible que hayas "perdido"dos genes clave, según revela un estudio de la Universidad McMaster (Canadá).
Para llegar a esta conclusión, los investigadores trabajaron con ratones, algunos de los cuales carecían dedos genes que controlan la actividad de la proteína AMPK, que se pone en funcionamiento cuando nos ejercitamos, entre otras cosas para aumentar el consumo de azúcar y oxígeno en el músculo.
"A los ratones les encanta correr", explica Gregory Steinberg, coautor del trabajo. "Pero mientras los ratones normales corren kilómetros y kilómetros, los que han perdido estos dos genes hacen carreras cortísimas; y eso que en apariencia están sanos y son idénticos al resto", añade.
Los investigadores han descubierto que, cuando carecen de dichos genes, los animales tienen menos niveles de mitocondrias(las "centrales energéticas" de las células) y que a sus músculos les cuesta más absorber la glucosa mientras se ejercitan?
Cuando practicamos deporteregularmente aumentan el número de mitocondrias en los músculos, mientras que si no hacemos ejercicio la concentración de estos componentes de las células se reduce?, aclara Steinberg, que añade que con este estudio han descubierto que es la enzima AMPK la que regula esta producción.
La lección que debemos aprender de todo esto, según Steinberg, es que si reducimos el nivel de actividad física, el volumen de mitocondrias de nuestros músculos desciende, y por lo tanto cada vez nos cuesta más hacer ejercicio físico. La pereza: una tibieza que nos "duerme" en el andar cotidiano.
“Yo soy la pereza y quiero denunciar a los que me hacen mala prensa.En estos tiempos, en que muchos están caídos, cabizbajos, sombríos, sin aliento de esperanzas, mustios, desinflados; no se dan cuenta que esos estados de ánimo, a veces, son frutos de una cierta pereza. ¿Nadie les dijo que la desilusión es pariente cercana de la pereza?”
Muchos pueden decir…"No mato, no robo, no hago nada malo; me comporto mejor que mucha gente, no dejo de ir a Misa los domingos". Si todo va estupendamente, ¿Para qué arriesgarse a lo desconocido? ¿Para qué luchar?”
La tibieza es considerada la enfermedad más peligrosa de la vida espiritual. Por supuesto, esta enfermedad solamente se puede dar en personas que han buscado en algún momento, con sinceridad, el crecimiento y la santidad.
La tibieza es una aridez culpable, como quien estando en un cuarto donde hace mucho frío y teniendo un fuego en la chimenea, no se acerca a él. Siente el frío, pero no tiene el ánimo ni el coraje para acercarse al calentador. Cuántas veces nos pasa de encontrarnos en alguna situación parecida ¿no?
Es claro por un lado también, que, quien más recibe, más cuenta habrá de dar. Esto se convierte en algo tremendo para tantas vidas que teniendo todo para ser buenas, han naufragado en la tibieza: "No mato, no robo, no hago nada malo; me comporto mejor que mucha gente. Bien, pero ¿y lo bueno que dejaste de hacer? ¿Los pecados de omisión?, ¿Terminamos entonces haciendo lo que no queremos? Y ¿Dejando de hacer lo que deberíamos?
Como vemos, uno de los problemas profundos de la cultura contemporánea es una lenta o paulatina inmersión en la experiencia de la pereza espiritual, es una tendencia a la abulia, una pérdida de la fuerza de la voluntad, de la búsqueda del destino, se experimenta una pérdida del sentido de la realidad y de abandono.
Consigna sugerida: cuéntanos, ¿cuál de estos estados predominan en tu vida hoy o a lo largo de tu historia se han repetido frecuentemente?
A) Continuo rechazo al sacrificiopor esas veces que evadimos por completo pequeños sacrificios diarios o directamente descubrimos que nos cuestan el doble porque ya no le encontramos el verdadero sentido
B) Desgano generalizado(sin pilas) es la experiencia del sin sentido, enfriamiento y desaliento, es decir, pesadez de la voluntad para hacer el bien.
C) Ánimo mezquinocuando soy mezquino para amar, porque solo pienso en mí, mezquino a veces para creer porque yo termino siendo mi propio Dios y mezquino para esperar, porque me descubro tratando de conseguir todo yo solo.
D) Otros estados de pereza o tibieza que hayas detectado en tu vida. ¿Podemos preguntarnos antes de seguir ¿De dónde surge la tibieza? Va surgiendo surge por la falta de constancia en el amor. Muchos autores han comparado la vida espiritual a un río con mucha corriente de agua. Si la persona desea cruzarlo, deberá nadar constantemente, aunque ello le implique esfuerzo y sacrificio.
Si se deja de nadar, aunque sea un momento, habrá un retroceso; la corriente lo llevará hacia atrás, quién sabe hasta dónde. Así sucede en la vida espiritual; por la falta de constancia en el amor, en la lucha, en la oración, en el apostolado, se cae fácilmente en la tibieza espiritual.
Fantasmas Invisibles
A estas catástrofes interiores ¿llegamos de improviso? No. Todo ha comenzado imperceptiblemente, sin darle casi importancia, por detalles mínimos, y así, poco a poco, se va llegando a estados que comprometen la misma vida de gracia, estados que van como “minando” los espacios de paz que hay en nuestra vida.
Muchas veces quizás te ha pasado que: por ejemplo en un retiro iniciaste con alegría un camino de lucha, de entrega sin reservas… sin embargo con el correr del tiempo y sin darte cuenta fuiste abandonando la lucha por la perfección y fuiste cayendo, en el desgano, de tibieza, de indiferencia por aquello que tan admirablemente querías conquistar, hasta formaste un hábito de este actuar negativo.
Ese fantasma invisible del que venimos hablando es la pereza: la negligencia, el tedio o el descuido en las cosas a que estamos obligados, aquello a lo que estamos llamados. Aparece repugnancia ante el esfuerzo que el cumplimiento del deber o el camino que esto implica, lleva consigo, y se caracteriza por el miedo y la huida de dicho esfuerzo.
Perezoso no es sólo el que deja pasar el tiempo sin hacer nada, el ocioso; sino también el que realiza muchas cosas, pero rehúsa llevar a cabo su obligación concreta: escoge sus ocupaciones según el capricho del momento, las realiza sin energía, y la mínima dificultad es suficiente para hacerle cambiar de trabajo.
El perezoso es amigo de las «primeras piedras», pero su incapacidad para un trabajo continuo, metódico y profundo, le impide poner las últimas, acabar con perfección lo que ha comenzado
Pereza es a su vez una más de las consecuencias de la acedia y puede considerarse como hija, es decir, como uno de los efectos de la acedia… La Acedia (es una especie de tristeza, La acedia es el pecado que se opone directamente a la caridad o amor a Dios. La persona se entristece, rechaza las cosas que alegran a los que aman a Dios, y se entristece que haya alguien que lo ame.
Acedia viene de Acidez. Es la acidez que resulta del avinagramiento de lo dulce. La dulzura misma de la caridad, agriada, da lugar a la acedia. Este estado se opone al gozo de la caridad como por fermentación, por descomposición y transformación en lo opuesto. El espíritu de acedia es avinagrado, agriado, para lo religioso.
Jesús, en una ocasión, reprocha la acedia que se manifiesta en forma de indiferencia, de los que se han rehusado a compartir sus sentimientos: "Les hemos tocado la flauta y no han bailado, les hemos entonado canciones tristes, y no han llorado."(Lucas 7, 31-35)
Etimológicamente significa descuido, negligencia, tedio; y en este sentido fue usada por los clásicos griegos y latinos, para significar el descorazonamiento y el cansancio producidos por las dificultades que no se logran vencer. Los Padres de la Iglesia trataron a menudo del tema, por ser frecuente entre monjes y anacoretas; S. Juan Crisóstomo la llama “terrible demonio del mediodía, modorra y aburrimiento”.
En pocas palabras el Señor pinta un cuadro de la acedia en la parábola de los talentos (Mt 25,14-30): el mal siervo quiere disculpar su pereza. -no haber hecho fructificar los dones recibidos-, acusando a su Señor de excesiva severidad, pero de nada valen sus excusas, y ha de oír el juicio que merece su acción: Arrójenlo a las tinieblas exteriores, allí será el llanto y crujir de dientes.
Esta enseñanza estaba muy clara en los primeros cristianos, a los que exhortaba Pablo: No sean flojos en cumplir su deber. Sean fervorosos de espíritu, acordándose que al Señor es a quien sirven (Romanos 12,11).
Por eso, se puede decir que la acedia es el primer obstáculo para alcanzar la santidad, para lograr la felicidad porque hace abandonar la lucha , rechaza todo tipo de ayuda y se dispersa en la búsqueda frenética del placer, de la comodidad como prioridad: es claramente el principio de la tibieza. Además «el hombre triste se porta mal en todo momento.A su vez, podemos distinguir varios tipos de pereza:
1 Pereza Física“El que no quiere trabajar y el esfuerzo físico le abruma”. Ésta es la pereza de no querer hacer nada, dormir y dormir. El típico perezoso que se levanta a las 10 u 11 de la mañana a pedir el desayuno, le da pereza bañarse asearse etc. El trabajo es para los burros, evita la fatiga, están contentos con su condición, son conformistas con su estado actual, no quiere avanzar más.
2 Pereza Mental“El que no quiere pensar”.Algunos tienen el cerebro nuevecito, no lo han estrenado, la sabiduría les persigue pero ellos corren más rápido. El último libro que leyó fue el Principito en segundo de primaria.
¿Pregúntate cuál fue y cuando se leyó el último libro? No se instruyen, no investigan, se quedan con lo que les piden o les dicen, aún en el cristianismo, nos volvemos perezosos mentales, como todo es por “fe”…, pero no preguntamos, no investigamos, no vamos más allá de lo que escuchamos.
Por ejemplo cosas como que un día Pablo se cayó del caballo, Elías se lo llevó un carro de fuego son cosas que creemos sin saber que no son ciertas. Algunos consideran que estudiar no tiene sentido, que para servirle a Dios no necesitamos preparación… ¿será realmente así? No sé; la Biblia jamás habló de caballos con Pablo; apenas habló de cabalgaduras. Y los camellos también lo eran en esa zona.
3 – Pereza Existencial“Estos son lo que le tiene pereza a la vida”.Conoces a alguien que le da flojera todo?, todo es malo, todo le aburre? Los jóvenes y muchos no tan jóvenes, son un fiel reflejo de esto, nos quejamos de todo, nada nos gusta, no queremos nada, no hay razón por la cual vivir, no hay causa por qué seguir. Vivimos por inercia, por impulso, no hay motivación para nada, ni siquiera hay esfuerzo por lo que nos gusta hacer.
4 – Pereza Espiritual “El que no dedica tiempo (el tiempo necesario) a la oración, la meditación: al encuentro con el Señor”.Estos son los primeros que no quieren acercarse a Dios porque les da pereza adquirir un compromiso con él.
No hay relación con Dios, o la oración que hacemos solo es cuando comemos, o en un velorio, o cuando nos acordamos o de vez en cuando. Nuestras oraciones reflejan nuestra comunión con Dios y nuestra relación con él, nos conformamos con lo poco que recibimos en una reunión de jóvenes, en una reunión de padres. pero vivimos una semana desnutrida en nuestra espiritualidad.
La pereza es una especie de pulpo con muchos brazos para atenazar las diferentes áreas de nuestra vida.Alguien dijo: “Si por pereza dejas de poner los medios necesarios para alcanzar la humildad, te sentirás pesaroso, inquieto, descontento, y harás la vida imposible para ti mismo y quizá también a los demás y, lo que más importa, correrás gran peligro de perderte eternamente”Veamos los signos que denotan la pereza, aquellas alarmas que nos avisan que algo negativo ocurre en nuestra vida:
1) El desaliento. Como veníamos diciendo la tibieza no se da de un día para otro; sino que en forma paulatina se apodera de la voluntad hasta hacerla caer en un estado de terrible indiferencia. Y generalmente antes de caer en la tibieza se cae en el desaliento.
El desaliento es el enemigo más terrible después del pecado mortal. Es señal clara de desaliento el consentir en la idea de que la santidad no está hecha para nosotros. Desisten de la lucha los cobardes y perezosos.
Aquellos que cuando recuerdan su tiempo de conversión, el entusiasmo con que trabajaban para corregir sus defectos, los primeros años de lucha para adquirir las virtudes y ven que no han realizado el programa trazado, creen estar derrotadas y encontrarse con las manos vacías… se auto-convencen de que no han nacido para ser santos. Lo lamento, Dios pensaba diferente. Y obviamente, Él es quien tiene razón.
2) La relajación de espíritu.El espíritu se relaja (aflojar- como dejar los músculos en completo abandono y la mente libre de toda preocupación) y todo le da igual; antes le ilusionaban muchas cosas, y ahora ya no. Pierde valor todo cuanto se apreció anteriormente.
La persona recibe una influencia continua de conductas inspiradas en modelos bien superficiales, ideas novedosas que invitan a tomar actitudes y comportamientos alejados del bien, de lo justo del amor. El joven y el adulto vanidosos y hambrientos de notoriedad, se convierten, especialmente, en presas fáciles de este letargo o conformismo, llevándolos, tarde o temprano, a la tibieza.
Aparece en este escenario también El conformismo: conformarnos con valores, actitudes y comportamientos alejados de lo que nos dicta nuestra conciencia sobre lo que está bien o está mal, quedarnos solo con todo lo que el medio ambiente nos propone sin mayor análisis por ejemplo: conformismo de las costumbres y el de las ideas.
Un signo muy evidente es que ante los valores espirituales, sobre todo ante un valor fundamental como la oración, se pierde el interés. Se convierte en algo aburrido, pesado, en una pérdida de tiempo. Se la pospone para dar prioridad a otras actividades presentadas como más atractivas.
3) La necesidad de satisfacciones inferiores. Cuanto acostumbraba a hacer como cristiano o religioso, me aburre, me cansa. Se siente un gran disgusto al hacer las cosas que anteriormente me llenaban de satisfacción: la oración, el apostolado, las buenas obras, el cumplimiento de los deberes del propio estado; de repente me empiezan a llamar mucho más la atención de una manera llamativa las amistades frívolas, la diversión constante, la televisión durante largas horas, la práctica exagerada de un determinado deporte etc…. Empiezo a claudicar y cambia mis valores por otros menos valiosos.
4) Una visión práctica, utilitaria y activista de la vida.Se pierde el sentido de la generosidad y se afronta la vida con una visión utilitaria y práctica: sólo vale lo que reporta ganancia, comodidad, placer o satisfacción. Los demás valen si les puedo sacar provecho, si tienen algo que me interese, si los puedo usar para algo…
A veces, aunque parezca raro, el activismo puede aparecer como un síntoma de tibieza espiritual; un activismo motivado mucho más por la vanidad, por el deseo de sobresalir, que por una verdadera pureza de intención.
Por ejemplo: Cuando la persona consagrada no vive por convicción interna si no por miedo a defraudar la imagen proyectada por otros en ella; cuando se hace los deberes ya sea dentro de la comunidad, o en el apostolado sólo por ganarse la estima de alguien, o para no ser menos que otro, cuando el valor y la convicción personal son deficientes y se quebranta fácilmente ante la presencia de los demás, la persona actúa por el qué dirán.
Es tan sutil un vicio, como el buscar el aplauso de los hombres, nos hace trabajar buscando la complacencia de nuestros directores o compañeros y a veces de una persona cualquiera que ni siquiera nos interesa… este respeto humano nos hace obrar por un «qué dirán», por una complacencia pasajera, arrebatando la verdadera santidad, que consiste en el amor genuino a Jesús. Este vicio roba la virtud, la traiciona, la asesina; si no se le combate con energía y valor conduce infaliblemente a la cobardía en la virtud.
5) El horror al sacrificio.En las vidas tibias automáticamente queda fuera el espíritu de sacrificio. Cuanto implique sacrificio, renuncia, esfuerzo, lucha, queda descartado. No pasar cerca de alguna situación que me implique compromiso, entrega y servicio.
6) Se acepta el pecado venial deliberado.El alma tibia acepta el pecado venial con toda tranquilidad; conoce su maldad, pero como no llega a ser pecado mortal (algo grave), vive con una paz aparente, considerándose buen cristiano, buen religioso, sin darse cuenta de la peligrosidad de tal conducta: el pecado venial deliberado puede ser para él, el detonante de pecados mortales graves. Es como un barco en el mar con miles de orificios por los que va ingresando agua… poco a poco se llenará de agua y se hundirá cuando menos cuenta tenga su tripulación.
De ahí (de la tibieza) nacen muchos de estos errores, desaciertos y faltas de amor, de las que apenas nos dolemos, porque poco a poco se va extinguiendo la luz del juicio y la delicadeza de la conciencia; se vive realmente en habitual disipación y se hace muy a la ligera un análisis o examen de nuestro actuar cotidiano.
SINTESIS La tibieza empieza con una cierta relajación. No se deja la oración en un solo instante, primero se empieza por acortar el tiempo dedicado a ella, luego, la atención al hacerla, la preparación, la pureza de intención, etc.
En esto radica el problema principal de la tibieza: se vive con una tranquilidad aparente, no se hace nada para salir de ella. La tibieza se convierte así en un proceso en donde la conciencia se va apagando poco a poco hasta llegar al punto donde ya no reclama, donde todo lo justifica, donde ya sólo se ve la propia conveniencia.
Parálisis de los Dones “Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda” Jaime Balmes Filosofo y periodista español. Diríamos NO PUEDE FUNCIONAR, NO PUEDE SER AQUELLO PARA LO CUAL ESTÁ LLAMADO, NO PUEDE REALIZARSE ENTREGANDO LO QUE TIENE PARA DAR… EN ESTE CASO LA HORA.
La pereza constituye una gran tentación de dejar hacer lo que podemos para encontrarnos con Dios.Esta comodidad que vamos eligiendo produce inevitablemente una parálisis en la entrega de los dones que tenemos cada uno para brindar a los demás.
Una clara exhortación nos hace san Pablo en su carta a los corintios a quienes les aconsejó: Trabajen para alcanzar la perfección (2 Corintios 13, 11) A la comunidad de Tesalónica les dice: El que no quiere trabajar que no coma(2 Tesalonicenses 3, 10). A los hebreos: Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión de la promesa(Hebreos 10, 36).
Cuando la mezquindad, el manejo, el atropello, el dominar, el manejar, cuando nos usurpamos los dones, Dios no puede obrar, Dios busca la tierra fértil para sembrar en nosotros, una tierra dispuesta y abierta a su gracia, por eso es muy importante que la generosidad sea la virtud que anime a todas las otras virtudes y anime también la paciencia.
Dios, por su parte, dice Pablo, tiene poder para colmarnos de dones, de modo que teniendo siempre y en todas las cosas lo suficiente, les sobra incluso para hacer toda clase de buenas obras (ser fecundos)
Ciento por unoLa Palabra de Dios habla del Ciento por uno, ciento por el uno que doy, dando todo lo mío, dando con generosidad, entregando con generosidad el tiempo que puedo dar, la capacidad de relacionarme que tengo, mi talento, mi capacidad para cantar, para reír, para bailar, mi responsabilidad, mi habilidad para la limpieza, para escuchar a los demás, para ser sensible a las necesidades del prójimo, mi capacidad para conectar con los más empobrecidos, mis talentos, cuando yo pongo lo que tengo, porque todos tenemos algo.
Los remedios que deben prescribirse para vencerla serán:
1º Convencerse de la necesidad de producir fruto, de la gravedad de las omisiones que pueden resultar de la pereza; del peligro del hábito de pereza; de la gravedad que implica al ponernos en ocasión de todos los pecados.
2º Contemplar el ejemplo y las enseñanzas de Cristo.
3º Trabajar la voluntad y el carácter, habituándose a superarse en pequeños esfuerzos, hasta adquirir la firmeza y constancia en el obrar
La tibieza no tiene otra solución que Dios mismo. Es decir, sólo la gracia de Dios nos hará salir de ella; Dios debe iluminar nuestra mente hasta darnos cuenta de cómo estamos. La esencia de la tibieza y su gravedad consiste en que el alma se encuentra cómoda consigo misma, no quiere cambiar. “Si todo va estupendamente, ¿Para qué arriesgarse a lo desconocido? ¿Para qué luchar?”. Bueno la respuesta está en ¿Qué quiero yo ser en verdad?
Renovar el amor. Cuestionarnos cómo podrían ir mejor las cosas; redescubrir aquel amor de los inicios, por ejemplo, de nuestra vida matrimonial, e irle proponiendo metas nuevas en nuestra relación conyugal, en la vida apostólica, en la vida de oración, en la vida de entrega a los demás… Volver al 1er amor para recuperar con mayor ardor el entusiasmo del principio.
Propongámonos pequeñas metas para lograr de ese amor, que no ha muerto, un nuevo comienzo, un volver a arder como una llama, incendiando a ese corazón nuevamente. Nos dice la Palabra: Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera.(Apocalipsis 2,5).
Vida de oración y una vida ordenada según una escala de valores.Al alma tibia se le recomienda una vida de oración más asidua para lograr encontrarse realmente con Dios, y así Dios le pueda quitar esa venda que le impide ver con claridad.
Las personas tibias necesitan llevar una vida más ordenada, priorizada según una escala de valores cristianos. En la vida hay muchas cosas, pero unas tienen más importancia respecto a otras; esta constatación exige una recuperación de los valores, alterados o cambiados por la tibieza.
Para vencerse en tantas cosas para las que experimentamos falta de energía, para vivir el heroísmo de la pequeñez de cada día. El don sobrenatural de la FORTALEZA robustece en grado sobrehumano las fuerzas del alma humana.
Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza. Sí, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada. ¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza!
Este minuto heroico no se debe limitar al primero del día, también se puede vivir al empezar y terminar el trabajo, a la hora de cumplir un acto de piedad, etc. Pequeños detalles semejantes a éste, que ayudan a enraizar el carácter, son fundamentales en la lucha contra la pereza.
La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla. Benjamín Franklin.-
La preocupación germina en la cuna de la ignorante pereza. Pitágoras.-
Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda. Jaime Balmes.-
En la mayoría de los hombres, las dificultades son hijas de la pereza. Samuel Johnson.-
La pereza hace que todo sea difícil; el trabajo lo vuelve todo más fácil. Benjamín Franklin.-
Arriesgarse atrevidamente, es ya ganar; ya mi obra está medio terminada. Las estrellas brillan para mí solas; sólo para el perezoso es de noche. Goethe.-
No existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza. Samuel Beckett.-
