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El Evangelio Olvidado

Hay una realidad que no porque se haya dicho muchas veces ha sido genuinamente entendida dentro del pueblo de Dios. No hay grandes hombres o mujeres en el evangelio. Todo el que sobresale es porque es pequeño, muy pequeño. No existe tal cosa como un gran siervo de Dios. Si es siervo, es pequeño, muy pequeño. Nunca los hubo y nunca los habrá. Sólo hombres y mujeres, pequeños, débiles, necesitados de un Dios grande, misericordioso, clemente, abundante en amor. A veces prestamos demasiada atención en los hombres. Si un hombre camina con Dios, solamente es por causa de la Gracia de Dios. Si no peca, es porque esa Gracia restringe su pecado.

Es más que obvio ya, creo que una enorme mayoría lo está notando, Dios está haciendo cosas distintas a las que antes hizo. Por ejemplo, hoy está levantando a predicadores que tengan la autoridad y la decisión de predicar el verdadero evangelio. Y es por esa causa, como prevención surgida de las malas experiencias, que debemos tener mucho cuidado en no caer en ninguna forma de idolatría. Debemos respetar a los hombres y las mujeres que caminan con el Señor, pero necesitamos asimismo reconocer que todo lo bueno proviene del Padre. Apreciamos a cada hombre o mujer que sostenga un ministerio, pero honramos solamente a Dios por ello y por ellos.

Yo no sé cual es la opinión que cada uno de los que me está escuchando tiene de sí mismo con relación al evangelio. Apenas sé la que yo mismo tengo de mi. Y que cuando quiere inflarse un poco me lleva a recordar que en la obra de Jesucristo a través de toda la historia, han habido muchas personas mucho más importantes y nobles que todos nosotros. Sabios, reyes, maestros, profetas, que buscaban y anhelaban ver y oír lo que nosotros hemos visto y oído. Que deseaban fervientemente experimentar muchas de las cosas que nosotros hemos experimentado. No exagero nada si digo que nosotros, los creyentes de este tiempo, somos los seres más privilegiados de la tierra. Sin embargo, contar con ese privilegio tiene un costo final llamado responsabilidad. ¿Qué haremos con todo lo que hemos recibido? ¿Cómo utilizaremos todo ese enorme arsenal espiritual recibido?

Si yo te digo que hoy voy a enseñar el evangelio, seguramente no podrás contener una expresión de decepción. Porque piensas: ¿Por qué este hombre va a enseñarme lo que yo ya sé hace tanto tiempo? ¿No puede enseñarme algo más nuevo? Mira; yo creo que estaremos una eternidad en el cielo y no terminaremos de comprender lo que realmente es el evangelio. Si un hombre dedicara toda su vida al estudio del evangelio y fuera en todos los puntos y conceptos el más dotado en conocimiento y sabiduría al respecto, en el final de su vida se daría cuenta que apenas, como mucho, pudo llegar a conocer una décima parte de lo que en toda su magnitud es el evangelio del Reino de Dios.

Estoy convencido que en el día de hoy, tanto la misma iglesia como el mundo en general, sufren de la predicación de un evangelio superficial. Predicado por hombres superficiales. Cultores de doctrinas también superficiales. Hemos recibido una tremenda mayordomía, mucho más voluminosa que la de los reyes o los presidentes, y debemos trasladar eso con la responsabilidad y el conocimiento de que, a aquel que se le ha dado mucho, mucho también se le habrá de pedir.

Romanos 3: 23 = por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, (24) siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, (25) a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, (26) con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. (27) ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. ¿Dónde está la jactancia? Queda Excluida. Queda excluida.

La palabra evangelio proviene de una palabra griega que significa Buenas Noticias. De hecho, el evangelio no es un mensaje entre muchos mensajes, es el mensaje de todos los mensajes. Tiene preeminencia total. Lo que debemos entender es que, para entender las buenas noticias, también tenemos que entender las malas noticias. Y este es un problema en el día de hoy. Si amamos a los hombres, vamos a decirles la verdad acerca de su condición ante Dios. Si no predicamos respecto al pecado. Si no nos esforzamos en predicar bíblicamente acerca del pecado, eso se convierte en toda una demostración de que nosotros nos amamos a nosotros mismos, pero no a lo demás. Si yo soy, un médico y descubro que tienes cáncer, yo debo decírtelo para que sepas qué hacer respecto a tu tratamiento. Si no te lo digo y lo disimulo con palabras bonitas, soy un hipócrita.

Hay muchos ministros en este tiempo que predican como predican porque se aman demasiado a sí mismos, pero no necesariamente a sus prójimos. Tenemos la obligación de explicarles a los hombres que son pecadores. Así eran los antiguos predicadores. Y recordarles que sólo el pecador busca salvación. Y que sólo el pecador puede glorificar a Dios por medio de recibir la Gracia que ahora sabe que necesita. No debemos ser hombres rudos o enojados. Debemos ser hombres misericordiosos y llenos de amor, pero igualmente firmes y dispuestos a explicarles a todos que son pecadores. Y de esto es de lo que se habla en este pasaje de Romanos 3. Un Pablo con un intelecto único, con una sabiduría de Dios, el apóstol de los apóstoles, el misionero de los misioneros, el teólogo de todos los teólogos.

Y él está usando todos esos dones que el Señor le ha dado, con un solo propósito, condenar al mundo. Para que todo ese mundo condenado busque a Dios. Y la salvación en el Calvario, en la persona de Cristo. La palabra pecar viene de una palabra griega que significa extraviarse, errar el blanco. Falta de conformidad con la ley de Dios o la transgresión de ella. Eso es el pecado técnica y académicamente. Ahora, si solamente hablamos así acerca del pecado, mucha gente va a pensar que después de todo el pecado no es tan malo, que sólo es un error humano, nada más. Pero la Biblia nos enseña que el pecado, nada más, es horrible. La pregunta, es: ¿Cómo podemos convencer a los hombres que su pecado es tan horrible como la Biblia dice?

¿Podemos pretender estudiar la ley con ellos? Podemos leer todas las escrituras con ellos. Podemos mostrarles el calvario, donde Cristo murió por el pecado. Podemos, pero por donde debemos empezar, es por la persona misma de Dios. A ver; nuestro pecado no sería un problema si Dios fuera como nosotros. Si Dios fuera un Dios injusto, inmoral, Él no tendría problemas con el pecado. Pero la Biblia enseña que Dios es santo, santo, santo, y es sólo a la luz de la santidad y de la justicia de Dios, que los hombres pueden ver cuan horrible es el pecado. Entonces, a todos los que quieren enseñar el evangelio, es mi deber advertirles a modo de sugerencia si o sí, que tendrán que enseñar con toda claridad quien es Dios.

Cuando pecamos, no estamos agraviando a un insignificante alcalde de un pequeño pueblo. Cuando pecamos, estamos agraviando al Creador del Universo. Un mínimo ejemplo. Cuando Dios creó todo, mandó a las estrellas que tomaran su lugar en el espacio. Que ocuparan su lugar allí. Y todas esas estrellas les obedecieron. Les ordenó a los planetas que giren en el círculo que Él había diagramado, y le obedecieron. El mandó a las montañas que se levanten, y se levantaron. Y luego mandó a los valles que bajaran y ellos bajaron. Al mar le dijo que vendría hasta ese límite que Él le marcó. Y el mar le obedeció. Y luego Dios le dice al hombre: “Ven”. Y el hombre sacude su puño delante del rostro de Dios y le dice: “¡No!” Por eso está dicho que, en el día del juicio, el universo entero, la creación entera se va a levantar para condenar al hombre.

Uno de los problemas más grandes en el día de hoy, no es que los hombres no sepan que son pecadores. Ellos saben que son pecadores. No les importa. Y no les importa, porque no saben quien es Dios. Y no lo saben, porque nadie anda predicando respecto a quien es Dios. Pregunto: En toda tu vida de creyente, te hayas congregado donde te hayas congregado o te congregues hoy mismo donde sea, ¿Cuántos mensajes acerca de los atributos de Dios escuchaste? ¿Cuánto te enseñaron de su carácter santo, santo, santo, justo, justo, justo? Y sus decretos, sus obras, su voluntad. Los hombres pecadores no tienen miedo de Dios porque no saben quien es. Y no lo saben porque los predicadores no están predicando lo más importante, que es el conocimiento de Dios.

Jeremías 9: 23-24 = Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. Hay una enorme cantidad de ministros predicadores que hoy están enseñándote pequeñas verdades que te son útiles para arreglar tu vida. Para que puedas realizar tus sueños, te dicen. ¡Ey! ¡Somos hombres de Dios! Y nuestra principal tarea es enseñar a los hombres quien es Dios. Alábese el hombre en entenderme y conocerme. Eso dice. Creo que estamos viendo las dos caras de una misma verdad importante. Es la de entender los hechos acerca de Dios. Entender las verdades bíblicas, doctrinales de Dios.

Pero no solamente entender lo que la Biblia enseña acerca de Dios, sino conocer a Dios de una manera personal e íntima, directa, sin intermediarios humanos. Un médico conoce a una persona a la que atiende casi por completo. Sabe como es y como funciona su cuerpo. Pero no conoce a Dios. Todo su conocimiento no le alcanza en el ámbito del Reino. Debemos estudiar más las escrituras. No leerlas como cumplimiento de una parte de un devocional diario, sino escudriñar, investigar. Buscarle las cinco patas a un gato que nos enseñaron toda nuestra vida que solo tenía cuatro. Basta de activismo en cosas que no interesan y postergar el estudio profundo de las escrituras que nos cuentan como es Él. Y sobre como se puede ser transformados por Él. La lectura de la escritura es para algo mucho más valioso que la información.

Es un asunto de relación. Si soy un hombre de Dios, yo voy a tener que pasar más tiempo con Dios que con todos los demás. Oración privada. Lectura profunda y escudriñada. ¿Para qué? Para que cuando yo salga a hablar con alguien, sea la palabra de Dios la que salga de mi boca y no la mía, que no le puede interesar a nadie. La mayor responsabilidad la tenemos los ministros. No podemos limitarnos a estudiar una porción bíblica para usarla para la predicación del domingo. Debemos vivir la palabra y mostrar con nuestro testimonio de vida cotidiano como es vivir en su presencia, único modo en que quienes me escuchan, puedan entenderlo e imitarlo para ser bendecidos ellos también.

Por eso es tan importante lo que Pablo dice en 1 Corintios 15:34 y que nosotros leemos sin reflexionarlo demasiado: Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo. Existe una relación muy directa entre la falta de conocimiento de Dios y la moralidad de un grupo de creyentes. Cuando el pueblo no conoce al verdadero Dios de la Biblia, opta por lo más sencillo y sugerido por los demonios: crear su propio dios. Y eso es tremendamente peligroso, porque ese dios que ellos crearon, se les parece, es exactamente igual a ellos. Y entonces no le temen al día del juicio, porque imaginan a ese dios en el que creen, juzgándolo conforme a los rudimentos que ellos manejan, y que no son de ninguna manera los que están escritos en sus biblias.

En el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, para el mundo perdido y para la iglesia de creyentes, la necesidad más grande, es la misma: escuchar a hombres que conozcan a su Dios y lo prediquen tal como nuestras biblias dicen que es y no como lo han inventado ciertas doctrinas denominacionales. ¿Cómo empiezas un trabajo de evangelismo? ¿Con el pecado de esa persona que te está escuchando? ¡No! ¡Nunca! Empiezas con la presentación del Dios en el cual crees y esa persona necesita creer, amar y confiar. Si un delincuente de mucho dinero y poder cae preso y debe ser juzgado, está tranquilo porque tiene comprado al juez que lo va a juzgar. Pagó buen dinero por su corrupción. Pero si cuando llega a la sala del juzga do ve que le han cambiado a su juez por otro que es justo, entonces su semblante cambiará y el terror se apoderará de él. Lo mismo es para el incrédulo entre Satanás y Dios.

El hombre piensa que no tiene problemas con Dios porque Dios no tiene problemas. Cree que él y Dios son amigos. Que están de acuerdo en todo. Pero cuando el hombre aprende quien es Dios, todo cambia. Y se arrepiente y cae rendido a sus pies o se convierte directamente en su enemigo. Pero algo va a suceder. Nada será igual. El hombre, como si fuera un enfermo de una patología terminal y se negara a aceptarlo y aceptar su medicina, necesita que se le muestren evidencias de su enfermedad mayor, la incredulidad.

Por eso es tan valioso entender tal como está escrito lo que dice Génesis 6:5: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Por favor, no vayas a pensar que estoy interpretando mal este texto, sólo lo estoy leyendo. Tú ya lo interpretaste y no te equivocaste nada, por eso te duele. Y no sólo te duele, hasta te produce cierto enojo conmigo, lo sé. ¿Y como lo sé? ¿Soy profeta? No, soy igual a ti y en un caso como este sentiría exactamente eso que te digo que tú estás sintiendo. Cuando la Biblia determina la condición del hombre, no me vengas con soberbias insostenibles, sólo di “amén”.

Génesis 8:21, dice: Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. El intento del corazón del hombre es malo desde su juventud. Esos somos sin Cristo. Y lo podemos comprobar con los niños. ¿Es necesario enseñarle a un niño como mentir? No. ¿Es necesario enseñarle a un niño como ser egoísta? No. ¡Ya lo sabe! ¿Y desde cuando lo sabe? Desde que nace. Porque nace inclinado a la mentira y al egoísmo. Cuidado que cuando Jesús dijo que son como niños heredarán el Reino, no estaba diciendo que eran todos íntegros y sinceros. Estaba hablando de una carencia de hipocresías, simulaciones y eufemismos. El niño hace una travesura y, cuando se lo reprochas, se pone obcecado y sigue en la misma. Pero no inventa argumentos falsos para justificar su travesura. A eso lo va a aprender luego de los adultos.

Toda la historia, toda la literatura secular, los clásicos, toda la filosofía, la conciencia, las escrituras, la prensa en todas sus expresiones hasta el día de hoy, testifican que el hombre es pecador. Aunque el hombre no es pecador porque peca, sino que peca porque es pecador por naturaleza. Hay un texto clásico en el salmo 51:5:  He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. Si un hombre sucio, sin darse una ducha, se viste con una ropa limpia, su estado de limpieza le va a durar hasta que esa ropa se vaya contaminando con la mugre que el hombre ya tenía. Solo un lapso. Por esa misma razón el hombre no es salvo por sus obras. Porque sus obras sólo van a tapar, temporariamente, la corrupción que ya había en ese hombre. Trapo sucio. ¿Quieres una maravillosa conclusión bíblica de esto?

Romanos 3: 10 = Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. (12) Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.  (13) Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; (14) Su boca está llena de maldición y de amargura.  (15) Sus pies se apresuran para derramar sangre; (16) Quebranto y desventura hay en sus caminos; (17) Y no conocieron camino de paz.  (18) No hay temor de Dios delante de sus ojos.  (19) Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; (20) ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. 

Esto es, en suma, la predicación del evangelio en su conjunto. ¿Sabías que la Palabra de Dios es como una espada de dos filos? Si. Olvida la espada porque hoy nosotros no las usamos, pero piensa en un cuchillo de cocina muy filoso, agudo, de esos que cortan un cabello en el aire. ¿Cómo vas a utilizarlo? Con mucho, pero muchísimo cuidado. De no lastimar ni lastimarte, de no cortar porque sí ni por divertimento. En cortar solamente lo justo y necesario. Pero ¿Sabes qué? Aunque sea muy peligroso usar ese cuchillo de tanto filo, tienes que hacerlo. El hombre necesita que tú lo dejes aplastado sin otra salida que la de mirar hacia el cielo. Mientras el hombre tenga o crea tener una salida tranquila para su pecado, no vendrá a Cristo y no será salvo. Yo no puedo ir corriendo a consolar a un pecador al cual el Espíritu Santo está tratando. Yo debo dejarlo que el fuego sagrado termine su obra.

Ahora bien: Si lo tienes a Dios delante de ti, ¿Qué supones que va a decirte? ¿Qué salida va a darte para tus problemas e indecisiones? Hay respuesta. Hoy es muy popular decir y escuchar decir que Dios ama al pecador, pero odia al pecado, ¿Verdad? Muy bien, déjame decirte que dentro de esta frase hay verdad; Dios ama al pecador. El problema es que si no se expone bien ese texto, puede llegar a comunicar algunas cosas que no son verdaderas. Mira lo que dice el salmo 5:4-6: Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová. ¿Estás entendiendo? El malo no habita junto a Dios. Tampoco los insensatos estarán delante de su presencia. Aborrece a los que hacen iniquidad y, finalmente, la frutilla del postre. Destruirá a los que hablan mentira. No dice que aborrece la mentira pero ama al mentiroso. ¿Lo estás entendiendo?

Salmo 7: 11-13: Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días. Si no se arrepiente, él afilará su espada; Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado. Asimismo, ha preparado armas de muerte, Y ha labrado saetas ardientes. A ver: ¿Tienes buena memoria? Piensa: ¿Cuántas veces escuchaste decir a evangelistas o ministros, mientras miraban a la gente, que se quedaran tranquilos, que Dios no estaba enojado con ellos? Yo puedo entender lo que ese ministro quiere lograr, y no dudo que tiene las mejores intenciones, pero déjame decirte que está diciendo algo que no es cierto. De hecho, la Biblia estaría enseñando lo contrario. Aquí es donde, si te pudiera escuchar, tú me dirías: ¡Pero Néstor! ¡Dios es amor! ¡El no puede estar enojado así! – Perdón…Es muy cierto que Dios es amor. Tan cierto como que porque es un Dios de amor es que tiene que enojarse… El amor nunca es neutral.

A ver. Si yo amo a los afroamericanos, esto es, a la gente de raza negra. ¿Yo puedo ser neutral ante la esclavitud? Si yo amo a los niños, ¿Yo puedo ser neutral o indiferente ante el aborto? Dios ama la justicia. Él aborrece la maldad. Si no fuera así, lo que tendríamos en el cielo sería a un déspota y tirano que sólo respaldaría a los que son de la raza que a Él le gusta. ¿Entonces no es verdad lo que dice Juan 3:16? ¡Si, es verdad! ¡Dios ama al mundo! Pero también es verdad lo que dice el Salmo 5:5. Y la Palabra no se contradice, eso está probado. Alguno de estos dos textos no lo hemos entendido bien. ¿Cómo los atributos de Dios existen en perfecta armonía? La Palabra de Dios, que es una expresión, una revelación del carácter de Dios, nos dejan entender que esa palabra de Dios también tiene que existir en perfecta armonía.

Si vamos a ser cristianos bíblicos, entonces, vamos a afirmar que Dios ama al pecador, pero también explicar que hay una forma en que la ira de Dios puede descargarse sobre ese pecador. Yo he oído a ministros decirle a alguien que, con él, o con ella, Dios decidió ser misericordioso, y no justo. Hay un problema de lógica sencilla. Si el amor de Dios lo llevó a proceder así, entonces el amor de Dios es injusto. Por favor. Dios es un Dios perfecto, y sus atributos existen todos en una armonía perfecta. Algo no entendimos bien, creo. ¿Sabes dónde está la llave que abre esta puerta? En Juan 3. ¿3:16? ¡No! De ese ya hablamos. Juan 3:18, mira: El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Es decir que Dios ama al mundo, pero condena a todo el que no cree en Su Hijo.

Y si te quedan dudas, mira el verso 36: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. ¿Cómo se le explica esta aparente dicotomía de Dios a una mente finita que está programada por la cultura griega? Hay una sola forma. Dios, hoy, con una mano está deteniendo su propia ira contra el pecador y con la otra, lo está llamando a formar parte de su Reino, de su familia, de su eternidad. Un día, su Hijo Jesucristo va a retornar. Ese día, Dios va dejar de llamar a los hombres y su otra mano va a dejar de detener su ira. Ese será, solamente, un día de justicia. Y de esa Justicia, no escapa ni escapará nadie.    

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diciembre 15, 2024 Néstor Martínez