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07 – Primicias de Tu Cosecha

Si hoy pudiera dirigirme a todos los pastores y líderes de buena voluntad, fieles de toda fidelidad y deseosos de cumplir con la voluntad del Padre, por encima de la suya propia, me limitaría a leerles lo que dice Pedro en su Primera carta, en el capítulo 5 los diez primeros versos. Mira: Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, (Anciano, aquí, es el equivalente a lo que hoy denominamos como pastor de una iglesia) y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;

 (¿Estás enterado? No puedes obligar a nadie que se te sujete o te obedezca ciegamente. A eso te lo tienes que ganar) no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; (Ganancia deshonesta, te advierto, sería por ejemplo manipular emocionalmente a la gente mediante exhortaciones fuertes desde el púlpito, minutos antes de levantar las ofrendas) no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. (Tener señorío sobre alguien, es arrogarse la autoridad hasta para decidir con quien se debe casar esa jovencita o ese muchacho, lo he visto)

Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, (Jesucristo) vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, (¿Entendido? Es unos a otros, no todos a algunos) revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.  Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; (Alguien con soberbia para un espíritu con discernimiento normal, es chocante. Pero si estás parado frente a un púlpito, directamente es inadmisible) echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

(La ansiedad, más allá de lo que diga la psicología, es una muestra de falta total de fe y confianza) Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, (El diablo no es un león, es cómo un león) anda alrededor buscando a quien devorar; (No se te mete adentro a menos que tú le abras la puerta, porque dice que anda alrededor) al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. (Ya lo sabes. NI te lamentes ni te enojes, no eres el único que está en guerra)

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. (Ahora ya lo sabes. Sólo será por un poco de tiempo) Todas estas inclemencias dejan su huella en cada hombre o mujer del planeta. Y también lo hace con los cristianos. La gran pregunta que todos nos hemos formulado alguna vez, es: ¿Cómo obtengo descanso para las luchas que me propone la vida? Hay algunas escrituras que conviene examinar respecto a esto.

Una está en Hebreos 4:9-10 y dice: Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. El clásico de los clásicos en esto lo tiene Mateo 11:28, donde el propio Jesús dice algo que todos conocemos, pero que muchas veces olvidamos: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Y una última, si la necesitas, en Apocalipsis 6:11, donde leemos: Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos. Es decir que, el reposo y el descanso, no son palabras ausentes del evangelio del Reino. Muy por el contrario, aunque a los religiosos no les agrade, forman parte de su diseño.

El otro punto muy valioso que nos queda, es el de la consideración de la cruz como lo que es y no como lo que quieren hacernos ver que es. No me molesta que haya tanta gente en el mundo que lleva en su cuello colgada una cadena con una cruz. Teniendo en cuenta que una gran mayoría lo hace porque cree en esa cruz como vehículo de salvación, están disculpados. Pero no así los que la lucen porque les queda estéticamente bien o porque desean dar una imagen espiritual que no es real en sus vidas. La gran pregunta que siempre me he hecho, es:

¿Cómo podría sentirse un padre al cual le han asesinado un hijo de un disparo con una pistola calibre nueve milímetros? Horrible, Muy triste, ¿Verdad? ¿Y cómo crees que se sentiría si ve a mucha gente con una réplica pequeña de una pistola nueve milímetros, igual a la que mató a su hijo, colgada del cuello en una cadena de oro? Bueno; me temo que Dios es antes que ninguna otra cosa, Padre. Y Jesús, el que fuera colgado injustamente en una cruz hasta morir, su Hijo unigénito. Ahora piensa y haz lo que quieras, pero no te olvides nunca de este ejemplo. Y mientras tanto, plantéate la pregunta: ¿Amas el mensaje que transmite la cruz?

La cruz es un indiscutible símbolo del cristianismo, de eso nadie tiene dudas. Pero debo reiterarte la pregunta: ¿Amas el mensaje que transmite la cruz? Lucas, en el capítulo 14 de su evangelio, relata una expresión de Jesús que se lee en el verso 27: Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Obviamente, esto no se trata de una cadena con una pequeña cruz colgada como símbolo, sino la amplitud total de las inclemencias que cualquier vida pueda padecer. Persecuciones, enfermedades, injusticias, traiciones, son algunas de las cruces metafóricas pero apremiantes que cada uno puede recibir.

 Por eso Pablo añade en su primera carta a los Corintios, en 1:18: Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. ¿Cuántas veces te trataron de loco por ser cristiano? A mí, varias; pero luego supe que lo nuestro les parece locura a los que están perdidos. No le hace, Dios sigue siendo Dios, aunque todo el ateísmo lo niegue. Antes, Jesús dijo que quien no toma su cruz no puede ser su discípulo, pero en Mateo 10:38, dice que el que no hace eso no es digno de Él. Jamás deberás adorar la cruz. Adoración merece el que fue a esa cruz para que tú vivas eternamente.

En todos estos años de creyente raso y luego de ministro, he llegado a la conclusión que, a pesar de hablar y hablar respecto a que debemos creer para tener bendición y victoria, el punto ese, creer, es el que más trabajo nos cuesta asumir. Hablamos de creer, enseñamos como creer, predicamos respecto a creer y damos gracias a Dios por creer, pero te puedo garantizar que, a la hora de creer, una multitud de cristianos viven sus propias batallas. Aunque por pudor la mayoría de las veces no digan nada. Quiero que se entienda que el creer no es un tema menor.

Que el Señor nos conoce, sabe lo que hay en nuestros corazones y no vacilará, llegado el momento, de tratarnos con la mayor misericordia, tal como lo hizo en su momento con un discípulo suyo llamado Tomas. Juan 20:24-29:  Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

 Quiero que lo leas y lo entiendas. No te quedes con el clásico “la Biblia dice”. La Biblia dice, es verdad, pero más allá de lo que la Biblia dice, es lo que tú entiendes sobre lo que la Biblia dice. No te condenes por tu lucha por creer. Tomás era uno de los doce. Lo acompañó muy de cerca en todos los milagros que Jesús hizo. ¿Y aun así no pudo creer que era Él resucitado, siendo que se los había anticipado antes que así sucedería? El tener guerra para poder creer, es exactamente eso: guerra. Y tú tienes una armadura y todas las armas para pelearla. Eso es lo que debes hacer, no deprimirte ni condenarte.

De todos modos, hay un algo llamado Gracia, y es la de Jesús la que nos capacita y fortalece. Pablo se los dice con mucha claridad a los Corintios en su segunda carta 9:8-9. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. Está claro; tenemos esa Gracia porque Dios es Todopoderoso. Y es esa Gracia la que nos permite tener todo lo suficiente para que, en base a esa disposición, abundemos en buenas obras.

 Y, de hecho, no te recuerdo el verso anterior a estos, que es donde Pablo les dice que Dios ama al dador alegre porque no me gusta hablar de dar, de ofrendas, de diezmos y de todo eso que tantos y tantos delitos y estafas han producido dentro del pueblo y lo ha dejado susceptible a cualquiera mención. A los Romanos, el apóstol elige hablarles de la justicia, y les dice en su carta 14:4: ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

La palabra nos cuenta que, en su momento, Dios repudió, (Que quiere decir divorció), a Israel por causa que ella fornicaba con dioses extraños. Es el único motivo y causa por la que Dios toma una decisión de este calibre. Y más que con la idolatría de su esposa-pueblo, lo que Dios sentencia es la infidelidad. Una infidelidad siempre es a partir de una atracción fatal. Salomón ya tenía idea de esto cuando el Proverbio 14:14: De sus caminos será hastiado el necio de corazón; Pero el hombre de bien estará contento del suyo.

El que ha vivido una vida de excesos y fiesta, sabe muy bien que, en algún momento, llega un hastío y hartazgo tal, que en muchos casos ha sido factor de suicidio. El hombre de bien es el obediente al Señor. Job 24:15 lo dice con mayor contundencia: El ojo del adúltero está aguardando la noche, Diciendo: No me verá nadie; Y esconde su rostro. Es muy cierto que el que peca, así diga ser ateo, cree que nadie lo verá. Pero no sabe que, al aguardar la noche, la oscuridad, lo que espera es a los demonios. Y Hebreos 13:4 le pone el broche final: Honroso sea en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Ayer era el vino, hoy también, pero además la cerveza, el gin y cuanta bebida alcohólica haya aparecido y se ponga de moda entre la gente más joven. Los motivos para una borrachera son incontables, aunque en gran mayoría se los estima como emocionales, psicológicos o sentimentales. Eso para el mundo globalizado. Para nosotros, la borrachera es caer en las garras de un demonio que no se detendrá hasta que no te vea sentenciado y ejecutado. Salomón supo algo de esto y lo escribió en el Proverbio 23, del 29 al 35.

¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

Mira con mucha atención las seis preguntas iniciales. Trata de salirte del molde literalista histórico que tienen los teólogos de rutina y enfócate en un hoy algo diferente en cuanto al marco social de aquella época, pero no muy distinto a lo que Satanás y sus demonios logran a partir de la ingesta de alcohol. Para quien será el ay. No muy lejos de mi domicilio hay un pequeño comercio de expendio de bebidas y es más que anormalmente normal ver a hombres y algunas mujeres de distintas edades sentados en el suelo, con una botella a su lado y completamente borrachos. ¡Y a cualquier hora del día! Ay.

Esa gente es lo que es porque tuvo, tiene y tendrá multitud de dolores, rencillas con quienes se crucen en sus caminos, una serie de quejas donde se sienten víctimas de distintas injusticias y una serie inacabable de heridas emocionales sin cerrar. Todo eso, les otorga un rostro mortecino surcado por oscuras ojeras que los hacen asemejar más a un cadáver que a alguien rebosante de vida. Eso es el vicio. Eso es el alcohol. Y ni hablar de las drogas o cualquiera de esas cosas que consumen argumentando estar de fiesta. Nuestras fiestas, tienen que ser otras, aunque con cierto cuidado y detalle.

Una de las festividades que se ha modificado totalmente en estos últimos años ha sido, precisamente, la de la Pascua de resurrección, lo que vulgarmente se denomina como la Semana Santa. Hoy todo se limita a recordar la muerte de Jesús y rendirle culto en las distintas miradas de contenido cristiano. Hace unos cuantos años atrás, y recuerda que resido en un país de absoluta ascendencia católica romana, esa celebración tenía características muy distintas. En principio, el día viernes santo, estaba absolutamente prohibido comer carne vacuna.

Si bien era una condición que sólo abarcaba al pueblo católico, curiosamente la prohibición se extendía a todo el resto que no lo era. Contrariarlo era sacar chapa de impío, pecador, blasfemo y opositor a Jesucristo. Como la única carne que estaba permitida era la de pescado, esos días eran de tremenda rentabilidad para los negocios de ese rubro. El bacalao era el más consumido y había mucha gente que, siendo incrédulo y ni siquiera interesado en misas o santos, esperaba esa celebración solamente para conseguir buen bacalao y guisarlo de todas las maneras posibles.

No se podía cantar o tararear canciones de moda, así como tampoco contar chistes o hacer bromas que despertaran risas. Eran -nos enseñaban- días de duelo. Las emisoras de radio emitían sus programas habituales con un cambio sustancial. En lugar de ser ambientados por la música secular de esos tiempos como lo eran normalmente, durante el viernes y sábado, sólo se podía emitir música clásica, opera, de cámara, conciertos. Indudablemente, en esto había una enorme incidencia de la inmigración itálica residente en Argentina, así que se cumplía a rajatabla sin dudar ni cuestionar nada.

 Tuvieron que transcurrir muchos años e ir perdiendo poder el catolicismo para que, con el ingreso de la iglesia evangélica, esta festividad fuera tomada conforme a los rudimentos bíblicos y no como un ritual por momentos casi pagano. De todos modos, esa incidencia antigua todavía tiene raíces y fuertes. Se habla mucho más de la crucifixión y muerte de Jesús que de sus tres días de guerra espiritual contra el infierno y luego de su resurrección triunfal. Es como si la cruz fuera más fácil de creer que una resucitación, resurrección y ascensión. Sigue siendo religión, aunque tenga chapa de Biblia.

Eso es lo mismo que tomar actitud de extrema santidad y negarse a recibir recompensas por algo que haya sido realizado en favor del Reino. ¿Sabes qué? No se trata de hombres que las exijan a esas recompensas, que indudablemente los hay infiltrados entre nosotros y muchos, se trata de algo que Dios mismo ha decretado y prometido. Jesús fue a la cruz por lo que eso significaba, está dicho y escrito. Y Salomón en su tiempo de alto nivel espiritual no lo desconocía ni lo ignoraba. En su Proverbio 23 y en los versos 17 y 18 lo expresa así: No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.

Generalmente soy una persona que tiene buen humor. Y en muchas ocasiones, ante la vista de alguien a quien la fortuna lo ha dotado de todo lo que se pueda imaginar, y no sólo en dinero, suelo repetir en broma, pero como resistencia al pensamiento carnal, aquello de “¡Casi resbalaron mis pies!”. No es personal, sé perfectamente que no resbalaría por nada de lo que el mundo secular me ofrezca, pero lo digo porque sé perfectamente que hay muchos cristianos todavía en gran lucha contra todas estas cosas. ¡Calma! Eres humano. Convertido, hijo de Dios, salvo por eternidad, pero todavía carne demasiado viva. Sucede aún a los más pretendidamente encumbrados.

Las tristezas y los enojos no son patrimonio de los creyentes sólidos. Se nos enseña a no enojarnos ni reaccionar con ira ante alguna injusticia o agresión verbal. Y enfatizo en “verbal”, porque es algo que se puede manejar sin caer en reacciones de tono animaloide. Si la agresión es física e injusta, nadie puede impedirte que te defiendas lo mejor que puedas, pero cuando hay una brecha por donde convertirlo en un diálogo de paz, es por allí que debe tomarse. Santiago, en el primer capítulo de su carta y versos 19 al 21, lo observa así:

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Absolutamente cierto. Alguien me dijo una vez que la mejor prédica que se le puede hacer a alguien no creyente atribulado, es darle un abrazo lleno de afecto y contención y luego, recién cuando esa persona se sienta verdaderamente acompañada en su sufrimiento, leerle algo bíblico y hablarle del Señor. Eso sería ser pronto para oír y tardo para hablar.

He visto a mucha gente, -Tal vez tú también-, probablemente muy bien intencionada, pero absolutamente desubicada y falta de empatía a la hora de enfrentarse con el dolor ajeno. Agarran al pobre hombre o mujer desesperado por la razón que sea y, en lugar de escucharlo y darle contención, toman una actitud de fariseo de toga y estola y sacando sus Biblias como si fuera una ametralladora, empiezan a dispararles capítulos y versículos con la idea que eso los hará convertir. Escucha hermana, hermano; una conversión no llega a la vida de un incrédulo por causa de tu acción biblista o teológica.

Alguien acepta a Jesucristo y cae quebrantado a sus pies, sólo si el Espíritu Santo produce en su interior convicción de pecado. De otro modo, puedes leerle toda tu Biblia y sumada la concordancia Strong y no sucederá absolutamente nada. Es Dios quien lo hace, no nosotros. Nos va a usar, seguramente, pero siempre y cuando pensemos, digamos y hagamos lo que su Espíritu nos guía a pensar, decir y hacer. ¿No has leído que tu Biblia dice que Dios añadía a los que iban a ser salvos? No te enojes cuando debes modificar algo que creías saber perfecto. Me ha sucedido no menos de diez veces, y en todas sufrí una enorme frustración, aunque en mi caso personal, seguida de nuevas fuerzas para seguir adelante y por la senda correcta.

Lo que ocurre es algo que la gente del mundo secular nos suele decir a menudo casi a modo de insulto, pero que, si examinas con cuidado la Palabra, le encuentras un claro significado. ¿Cómo nos llama el grueso de ese mundo secular incrédulo, impío, pagano y ciento por ciento pecador? No lo sé respecto a tu lugar de residencia. Aquí somos, generalmente, “los locos de la Biblia” o, más preciso en cuanto a grupo o sector, “los locos evangelistas”. No le hace, es casi lo mismo, salvo por hacer mención a uno de los sectores nutridos del cristianismo en la tierra.

 Nunca te enojes con ellos, ni te sientas injuriado, lastimado o agredido. Mira lo que les dice Pablo a los Corintios en su primera carta, capítulo 1 y verso 18: Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Listo. Cuéntamela como quieras o mejor te agrade, pero lo cierto es que aquí te está dando los reales motivos por los cuales la gente no creyente nos ve, nos considera y nos mira como locos. La palabra de la cruz sigue siendo una locura, pero para los que se pierden. Para los que se salvan, esto es, nosotros, es poder de Dios manifestado.

Entonces aquí es donde alguien alguna vez me ha argumentado: “¡Es que el pastor me dijo que saliera a predicar, así como estaba y yo debía obedecerle por sujeción!” Sí, de acuerdo, pero sujeción siempre es a alguien que, a su vez, está sujeto a la misma autoridad. De otro modo, sujeción es esclavitud a hombre, y eso no sólo no es bíblico, sino que además es pecado. Del superior, por falsear la palabra divina y de quien le obedece, por convertirse en cómplice por ignorancia, omisión, temor o conveniencia. Pregunto: ¿Quién te piensas que es tu jefe real?

Mira lo que Pablo les dice a los Colosenses en el tercer capítulo de su carta: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Yo tengo que llevar a cabo mi actividad en la iglesia no para satisfacer al líder de turno, sino al Señor. Pero fuera del templo, también tengo que efectuar mi trabajo secular como si el Señor me lo evaluara, no el hombre o la mujer que sean mis jefes terrenales. Mi único jefe es el Señor. ¿Recuerdas lo que les dijo María a los sirvientes en el milagro de las Bodas de Caná? Juan 2: Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Punto. Ahora ya sabes quién es tu jefe y quien paga o hace pagar tu salario.

Esto de ninguna manera modifica o anula cualquier buena organización que gente fiel y genuina al servicio del Reino disponga. Como pensamiento estrictamente personal, yo puedo garantizarte que obedecer y estar sujeto a alguien que está sujeto al Señor de pies a cabeza, no es ningún esfuerzo ni sacrificio. Muy por el contrario, esto ha sido para mí cuando me tocó vivirlo, un verdadero privilegio. Que, naturalmente, no tiene absolutamente nada que ver con la lamentable cantidad de hombres y mujeres singulares que todos hemos conocido.

Líderes o referentes que, amparándose en estas palabras divinas, han convertido a mucha gente en sus esclavos personales, llevándolos incluso a diversas formas de pecado bajo la amenaza de ser duramente castigados por Dios si no se sujetan a sus autoridades superiores. Esto, que lo he visto en más de un caso y en más de un sitio, sucede por varias razones, pero esencialmente porque una gran cantidad de cristianos eligen no leer sus Biblias y en lugar de ello, aceptar todo lo que en nombre de ella le digan, sin fijarse si lo que le están diciendo es realmente así. Allí es donde surge aquello de que es menester obedecer a Dios antes que a los hombres. Aunque estos hombres se ofendan, se enojen, te amenacen y hasta te agredan de alguna manera. No le hace, sigue siendo así.

Necesitamos tanto de una espiritualidad profunda que, en muchas situaciones, convertimos a un simple y casi tradicional rito en una especie de salvoconducto a la eternidad. El justo por la fe vivirá, es lo que está escrito. Cualquier persona que pretenda enseñarte que ejecutar un ritual, por santo que éste sea, con la intencionalidad de que ese acto te permita entrar al cielo, es mentir. Y toda mentira, aunque parezca cristiana, simplemente pasa a ser una argucia religiosa utilizada en beneficio de algo o de alguien. Uno de esos rituales, es lo que comúnmente llamamos “La Santa Cena”. El texto que generalmente se lee antes de practicarlo, es el que se encuentra en 1 Corintios 11:23-29 y dice:

 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.  De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.

No sé cómo en lo físico y natural la has tomado tú. Por causa de haber sido invitado a muchas congregaciones distintas y de distintas denominaciones, alguna vez me ha tocado participar con dos modelos diferentes. Una bandeja con un trozo pequeño de pan, miembro por miembro, (En algunos lugares, sólo si ya está bautizado), y luego otra bandeja con pequeñas copas con vino, también una por cada persona. En otros sitios, lo he visto más rústico, un pan grande, tipo hogaza, que se va cortando en trozos, con las manos, para darlo a cada asistente. Y una copa de vino grande, de la cual cada uno va bebiendo un sorbo.

La tercera cuestión distinta que vi, fue en un sitio que era muy celoso de las antiguas leyes y, en lugar de vino, la celebraban con jugo de uva. Allá cada uno, pero lo que Jesús bebió con sus discípulos y en las bodas de Caná, fue vino, que, de haberlo tomado en abundancia, los hubiera emborrachado. Obvio que Él jamás hizo eso, pero había muchos hombres de su tiempo que sí. El jugo de uva sin alcohol para no tentar a los más jóvenes, me parece más una actitud religiosa que espiritual. He podido ver a muchos de esos jóvenes reprimidos en sus templos, salir con “hermanos” en el fin de semana y bajarse varias latas de cerveza, como los demás no creyentes que salen de fiesta. El dominio propio pasa por la presencia del Espíritu Santo en una vida, no por prohibiciones legalistas.

En lo espiritualmente conceptual, la gran mayoría de cristianos sabe, a la hora de comerse el pan y beberse el vino, principalmente un elemento que considera clave: hacer eso en su memoria y anunciar la muerte del Señor hasta que Él venga. Ha sido tan reiteradamente enseñado que no creo que haya alguien, (Salvo excepciones, que de honrosas no tienen nada), que lo ignore. Lo que muy poco se habla a la hora de este recordatorio profético, es de lo que se nos dice en la parte final de este texto. Que, si alguno de los que están en las bancas, (O incluso en posiciones de mayor relieve), participara de esto de manera indigna, (Que sería estar en alguna forma de pecado consciente), será culpado nada menos que de la sangre derramada y del cuerpo martirizado del Señor.

 ¿Puedes entender eso? La situación de ese indigno o indigna, vendría ser al menos similar a la del propio Poncio Pilatos o el mismísimo Caifás. Esto no es ninguna broma, te lo aseguro. Es muy serio. ¿Has observado como finaliza ese texto? No me lo hagas repetir. Por causa de esas indignidades cometidas porque nadie se encargó de enseñarlo, hay mucha gente viviendo situaciones diversas que, de haber conocido todo esto como se debe, podrían haberse evitado. En conclusión: La querida Santa Cena es mucho, pero muchísimo más que comer un trocito de pan y beber un sorbo de vino, mientras una música al tono le da clima espiritual al tradicional rito.

Más o menos lo mismo sucede con la celebración de lo que ha dado en llamarse “las fiestas navideñas”. Ardillas, uvas, conejos y cuanto invento mundano se te ocurra se ha incorporado a esta conmemoración de lo que, en suma, es nada menos que el nacimiento de Jesús en Belén. Ya lo sé, no es seguro en absoluto que todo eso haya sucedido en las fechas en que se lo celebra, ya que hay una serie de indicadores que así lo prueban, pero partiendo de la base de querer celebrarlo, la figura central, siempre, es Jesús y no un arbolito con regalos para los niños o todas esas historietas que podrán sonar muy bonitas e inofensivas, pero que indudablemente el enemigo las plantó en el cerebro humano simplemente para evitar que se recuerde al que más odia: Jesús.

 He sido testigo; en las iglesias cristianas cuesta mucho trabajo llevar a cabo esta celebración sin caer en rudimentos mundanos que sobreabundan. Ya fue profetizado por Isaías, cuando en el capítulo noveno de su libro, leemos: Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Clarísima la división que no todos han entendido. El que nace no es Cristo, es Jesús. El que el Padre celestial nos da, no es Jesús, es Cristo. ¿Entendimiento correcto? Jesucristo, o Jesús el Cristo, que sería como decir Jesús, el Ungido, o Mesías.

Que es el mismo que, cuando Pedro se lanzó a caminar sobre las aguas, con ese ímpetu que lo caracterizaba, y que luego fue perdiendo en razón del temor a hundirse que lo invadió, le dijo simplemente que no temiera, que Él estaba allí para ayudarlo. Jesús estaba repitiendo lo profetizado por Isaías, cuando en el capítulo 43 de su libro, comienza diciendo esto: Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

 Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Todavía no puedo entender como existen grupos auto denominados como cristianos, que aseguran que los milagros ya quedaron atrás, en el pasado, y que hoy sólo valen la Biblia, la oración y nuestras buenas obras. ¿Sí? Mírame. Tú piensa lo que quieras, pero que yo sea salvo y esté ministrando naciones, es un milagro, te lo puedo asegurar…

Usa tu imaginación y piensa: ¿Cómo se supone que podría vivir Jesús hoy, de ser nuestro contemporáneo? No me gustan las hipótesis para incorporarlas a una enseñanza tan valiosa e importante como es la de la palabra de Dios, Me limitaré a expresar lo que ya fue dicho por gente que de esto sabía bastante más que tú y yo juntos. Pablo a los Colosenses les dice en el segundo capítulo de su carta: Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. Queda más que claro. Desoír filosofías inconsistentes y llenas de huecas sutilezas que respetan más las viejas tradiciones que la palabra revelada. Así hubiera vivido Jesús, hoy mismo. Así deberemos vivir tú y yo si es que aseguramos ser sus representantes, su cuerpo en la tierra.

A los creyentes de Galacia, Pablo les da otra visión respecto a cómo estaría viviendo Jesús hoy y ahora. Dice en el segundo capítulo de esa carta: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Un pasaje que cada uno de nosotros debe haber leído y repetido oralmente decenas de veces, ¿Verdad? De acuerdo; lo expresamos y hasta lo creemos, pero, ¿Lo ponemos por obra? ¿Estás juntamente crucificado con Cristo? ¿Ya no vives más tú, sino que es Cristo el que vive en ti? ¿Se puede ver a simple vista, eso?

 Lo que hoy vives en tu carne, ¿Realmente lo vives en la fe del Hijo de Dios? Finalmente, a Timoteo en su segunda carta, le dice algo que es más que corriente para cualquiera que no sea un religioso calienta bancas: le dice lo que leemos en el capítulo tercero de esa epístola: Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; Queda claro: no eres perseguido por ir a un templo una vez en la semana. Eres perseguido cuando vives espiritualmente EN Cristo, que es como decir que eres un mismo espíritu con Él. Nada menos. Cualquier otro modelo, no es preocupación para Satanás y su gente.

De todos modos, el llamado es un punto de inflexión entre la nada de dejarse ir en busca de un futuro incierto, a pasar a militar ardientemente en una vida con claro propósito. Hay una pequeña historia en el sexto capítulo del libro de Nehemías que, de alguna manera, deja traslucir el objetivo del que te estoy hablando. Cuenta el profeta que cuando se edificó el muro, los enemigos reaccionaron de diferente manera. Unos proponían una casi protocolar reunión, detrás de la cual se escondía la idea de atacarlo. Este respondió que hacía esa obra en beneficio de todos y que no podía detenerla, a lo que ellos mostraron sus dudas y preocupación ante la posibilidad de que fuera declarado rey.

 Argumentaban que ciertos profetas lo proclamaban a viva voz, cosa que el propio hombre de Dios da como falsa e invento destinado a descalificarlo. Igualito a estos tiempos con la prensa y las redes como intermediarias politizadas a sueldo. ¿Sabes que respondió el profeta a eso? Dijo textualmente: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvarse la vida? Como solía decir mi abuela materna: “Más claro, échale agua”. Había un propósito y nada lo haría apartarse de él. Ese es el punto fijo al frente de todos los que, como tú y yo, también procuramos tener vidas con un propósito y no sólo con el ánimo de sobrevivir.

Por ese mismo motivo es que Pablo, cuando les escribe a los romanos, les da un panorama en el que les deja bien en claro que todo esfuerzo humano es inútil y que solamente se puede vencer sin una resistencia imbatible bajo el poder de Cristo. Por las nuestras ni valdrá la pena intentarlo. Les dice concretamente en el final del octavo capítulo de la carta. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.  Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Repetimos como papagayos que a los cristianos todas las cosas nos ayudan a bien, pero omitimos lo que Pablo dice aquí, que eso sólo es factible si somos gente que ama a Dios. Así es que, antes de hablar por hablar, haz una retrospectiva y piensa: ¿Amas a Dios o sólo acudes a Él cuando te las ves mal?

Luego dice que nos predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. ¿Esto me dice a mí que la doctrina de la predestinación personal es genuina? No, esto me está diciendo que lo que está predestinado es el cuerpo de Cristo en la tierra, o sea Su iglesia genuina. Tú también lo estarás si es que formas parte de ese cuerpo, que no es sinónimo de asistir a celebraciones religiosas como quiera que se llamen. Y que allí será cuando Cristo sea el primogénito entre muchos hermanos. ¿Entiendes ahora el significado del calificativo de hermano, tan en boga en nuestros ambientes?

Es sólo para aquellos que, por todo lo que te dice aquí, son considerados hermanos menores de Cristo, no para todo el planeta pagano, impío, incrédulo y pecador. A ellos se los ama y se los trata de traer a la verdad, pero no forman parte todavía de esa hermandad. Luego añade que los predestinados también han sido llamados, justificados y glorificados. Y allí es donde se formula la pregunta que ha sido convertida en un clásico de la guerra espiritual: Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? Presta atención; tiene un condicional, como casi todas las bendiciones divinas. Si Dios es por nosotros, aclara. Porque Dios es por nosotros cuando nosotros somos auténticamente por Él. De otro modo, le impedimos que sea por nosotros y, en ese caso, cualquiera se plantará contra nosotros.

Allí añade que, si Él no dudó en entregar a su propio Hijo en nuestro beneficio, mucho menos dudará en darnos todo lo que necesitamos. Una vez más, aparece la condición básica sin privilegio alguno: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Nunca te han predicado de manera voluntarista para darte un aliento que no es real, que nadie te puede acusar de nada siempre y cuando vayas a la iglesia todos los fines de semana? A mí sí me predicaban eso. ¿Sabes qué? Dice que nadie acusara a sus elegidos. Y todos sabemos que sus elegidos son aquellos que tienen un corazón conforme al suyo, nada menos.

Nada que ver con niveles, cargos, posiciones o prestigios eclesiásticos. Un prominente líder con millones de seguidores podría no ser uno de los elegidos, mientras que el más anónimo de sus servidores, ese al que nadie le presta demasiada atención porque no tiene formación intelectual valiosa, pero está siempre firme al pie del cañón, tal vez sí lo sea. El evangelio actual y su consecuencia en la eternidad, deparará innumerables sorpresas. Sólo es nuestra responsabilidad evitar ser nosotros una de esas sorpresas y no precisamente de las buenas. Pero, ¡Ánimo! Sigue siendo verdad que, EN Cristo, somos más que vencedores.

¿Y eso que nos impone? Algo muy sencillo, agradable y fuente de gozo: vivir para Cristo. Suena lindo, pero… ¿Es posible eso para un hombre imperfecto y lleno de carnalidad? En absoluto. O lo haces EN Cristo o apenas harás lo que todavía anda haciendo una nada despreciable cantidad de cristianos: simularlo. Pablo, cuando le escribe a los Gálatas, en el final del segundo capítulo les muestra la ruta a seguir si es que desean vivir esa experiencia. Les dice:

Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo. Si tú objetivo es vivir para el Señor, la antigua ley no te tiene que preocupar. Estás bajo la Gracia. ¿Pero no estamos todos bajo la Gracia? Eso dicen, pero aquí Pablo te lo deja más que claro: es si vives para Dios, no si vives para tus antojos, caprichos y ocurrencias personales.

Con Cristo estás juntamente crucificado. Eso significa que ya fuiste crucificado con Él, no es algo que un día vas a hacer, es algo que ya se hizo. ¿Lo crees? Lo tomas. ¿No lo crees? Jamás lo verás ni disfrutarás. ¿Y entonces? Si de verdad crees que con Cristo has sido crucificado, ya no puedes vivir la vida que te da tu regalada gana. Porque si aceptaste ser juntamente crucificado con Él, también serás juntamente resucitado con Él y luego, también juntamente, sentado con Él en lugares celestiales. Y si estás en ese nivel y esa posición espiritual, ¿Puedes hacer otra cosa, hoy, que no sea vivir íntegramente para Cristo?

 Y pon mucha atención, porque esto está muy lejos de ser un palabrerío evangélico más de los tantos que tú y yo hemos escuchado en nuestros años de calentar bancas en los templos. Esto es estricta verdad y, como toda verdad, tiene consecuencia. Una vida victoriosa sobre el reino de las tinieblas y un canal de bendición e ingreso al Reino de los Cielos es esa consecuencia. ¿Te interesa? Ahí la tienes. No está en promo ni en oferta. Tiene un precio y no es barato. Pero vale más que la pena resignar toda recompensa carnal por una bendición plena aquí y ahora y una eternidad a su lado. Ahora ya lo sabes.

De hecho, todo esto es de alguna manera lo que nos corresponde como hijos del Dios Altísimo y miembros de Su Reino, darle siempre lo primero y lo mejor a Él, por encima de cualquiera cosa que nos pueda parecer merecedora aquí en la tierra. Sólo así no caeremos en el legendario engaño de la idolatría. En Deuteronomio capítulo 26 se lee: Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios. En el otro libro del pentateuco, el del Éxodo, en el capítulo 22 se reafirma esto con otra mirada:

No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos. Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás. Y me seréis varones santos. No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis. Yo tengo que decirte que esto te bendice. Es mi obligación como ministro del Señor enviado a la enseñanza de Su Palabra. Si tu pensamiento se voló hacia alguno de los miles de fraudes y engaños delictivos con todas estas cosas, hoy, puedo comprenderte. Pero ese siempre será el hombre, y nada de lo que haga el hombre puede alterar el plan de Dios. Ahora lo sabes. Usa discernimiento y obedece. Si. escuchas al Espíritu Santo, no te equivocarás ni serás engañado.

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septiembre 12, 2025 Néstor Martínez