Autoridades Aptas para la Reforma

En casa ocasión que hay una reforma, en el pueblo de Dios el sacerdocio y la ley cambian. Cada vez que hay una reforma, – Y en la Biblia se puede ver con meridiana claridad -, estas dos cosas se unen y allí es que la reforma se lleva a cabo.

Sin ir mucho más lejos; cuando Abraham comienza la reforma que lo lleva a salir de Ur de los caldeos para buscar una ciudad cuyo fundamento y hacedor es Dios, se encuentra con Melquisedec. Allí está la orden. ¿Qué ocurre entonces con él? Que inmediatamente hay un cambio en su estilo de vida.

Abraham estaba en una vida de tono casual, y de improviso ingresa en una vida de contenido divino. En esa trayectoria, lo primero que acontece, es que se da de narices con el orden de Melquisedec. Cuando Israel sale de Egipto, en la primer parada, Dios instituye el sacerdocio levítico.

¿Te vas dando cuenta lo que estoy tratando de decirte? Independientemente del tipo, clase y modo de esa reforma que llega, lo que imperativamente debe modificarse de inmediato para que pueda funcionar y operar, es el sacerdocio.

Siempre que hay un cambio, siempre que hay una reforma, aparecen los sacerdotes en un nivel diferente. En la reforma de Martín Lutero, además de que el justo vive por fe, en lo que enfatizó fue en el sacerdocio de cada creyente. Donde cada creyente podía acercarse a Dios por sí mismo, sin intermediarios.

ESTAMPAS DE DON MARTIN

Nacido como Martin Luder, después cambiado a Martin Luther, como es conocido en idioma alemán, fue un teólogo, fraile católico agustino y reformador religioso, en cuyas enseñanzas se apoyó la Reforma Protestante.

Inauguró la doctrina teológica y cultural denominada “luteranismo” e influyó en las demás tradiciones protestantes. Su exhortación para que la iglesia regresara a las enseñanzas de la Biblia impulsó la transformación del cristianismo y provocó la contrarreforma, como se conoce a la reacción de la Iglesia Católica Romana frente a la Reforma Protestante.

Sus contribuciones a la civilización occidental fueron más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción.

Su matrimonio con Catalina Bora el 13 de Junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas. Hijo de Hans y Margarette Lutero, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben, Alemania, siendo bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours.

Su familia se trasladó en 1484 a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil, para darle más honres a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas de Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.

En 1501, a los diecisiete años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocó el laúd y recibió el apodo de “el filósofo”. El joven estudiante recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de diecisiete candidatos.

Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras se encontraba de regreso de una visita a la casa de sus padres.

Aterrorizado gritó: “¡Ayuda, Santa Ana! ¡Me haré monje!” Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.

El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas. Se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a las largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.

Johann von Staupitz el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que comenzara una carrera académica. En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg.

Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508. Dos años después realizó una visita a Roma, regresando muy decepcionado. El 19 de octubre de 1512, Martín Lutero recibió el grado de Doctor en Teología y el 21 de octubre de 1512 fue recibido en el Senado de la Facultad de Teología, dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo once monasterios.

Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para la traducción de la Biblia.

Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las Escrituras en profundidad. Influenciado por la vocación humanista de ir Ad Fontes (A las fuentes), se sumergió en el estudio de la Biblia y de la iglesia primitiva.

Debido a esto, términos como la penitencia y la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que la Iglesia había perdido la visión de varias verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las escrituras, siendo una de las más importantes de ellas la doctrina de la justificación sólo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe.

Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre la Ley de Moisés y los evangelios que reforzaban su teología de la gracia. Como consecuencia, Lutero creía que su principio de interpretación era un punto esencial en el estudio de las Escrituras.

Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los evangelios era la causa de la incorrecta comprensión del evangelio de Jesús en la iglesia de su época, institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado muchos errores teológicos fundamentales. Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.

En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se devolviera el cáliz al laicado, en la llamada cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía, pero rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el sacrificio ofrecido a Dios.

Con respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación sólo si se combinaba con la fe salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía el principio de la salvación incluso para aquellos que más tarde cayeran y se reivindicasen.

Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos tres sacramentos podían ser considerados como tales, debido a su institución divina y a la promesa divina de salvación conectada con ellos.

Estrictamente hablando, sólo el bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado de que sólo ellos tienen un signo visible divinamente instituído: el agua en el bautismo y el pan y el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extremaunción fueran sacramentos.

De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de Lutero sobre la salvación y la vida cristiana se expuso en su “En la libertad de un Cristiano”, publicado el 20 de noviembre de 1520, donde exigió una completa unión con Cristo mediante la Palabra a través de la Fe, la entera libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y un perfecto amor al prójimo.

SALIENDO DEL DESIERTO

En el momento preciso en que Israel estaba cruzando el Jordán, comenzaba una reforma que consistía en dejar de andar vagando por el desierto y repartir la herencia. Un estilo de vida totalmente distinto. Cuando cruzan y van al valle de Sitim, se presenta el sacerdocio de Fineés.

Entonces, tal como lo venimos diciendo, vemos que cada vez que hay una reforma, hay un nuevo sacerdocio. Cuando David está trayendo una reforma de lo que es el sacerdocio de Levítico a lo que es la orden de Sadoc, de lo que es el ritualismo del tabernáculo, a lo que es la libertad del monte de Sión, vemos que David se pone un efod y se viste de lino y es un rey que ahora lleva una vestimenta de sacerdote en medio de un sistema donde el sacerdocio sólo era levítico, cuando David no era de Leví.

También hubo errores muy grosero, cuando cierta y determinada gente pretendió unir estos dos oficios y no era tiempo porque no había ninguna reforma. Por ejemplo Uzías, en 2 Crónicas 26. Uzías era un rey prominente, creativo, muy bueno, pero se extendió en su medida de operación y entró en el templo para hacer lo que le correspondía a otro oficio y no al de él. Y no había reforma en ese tiempo.

Entonces, cuando se pone ahora a hacer un orden sacerdotal siendo rey, su vida fue cubierta con lepra y murió leproso. Un rey perfectamente bueno. Lo único que hizo fue tratar de ministrar más allá de donde debía.

Hoy mismo, en este tiempo presente, hay muchos, pero muchos ministros que se extralimitan en su poder y se introducen en lo que no les importa, donde no saben operar y donde no han sido llamados. En aquel tiempo, hubieran salido con lepra.

En 1 Reyes 13: 1-5, vemos  a Jeroboam. También trata de hacer esto y termina perdiendo su reino. Vemos que cuando no hay una reforma, no es el tiempo. Pero también podemos ver que cuando sí se están uniendo, entonces es que hay una reforma.

Hubo tiempos donde estos dos oficios constituyeron algo mayor en la vida de algunos reyes. Hay un sacerdote que se llamaba Jopada, lo podemos ver en 2 Crónicas 21, que estaba funcionando mientras tiene una persona llamada Atalía.

Entonces, cuando ella está a punto de matar a todos los reyes, Jopada protege a Joás y lo trae a una cueva, y lo protege, y se convierte en padre para él. Este es un sacerdote protegiendo a un rey. Y lo protege durante todo el tiempo de esa reforma: setenta y ocho años.

Israel estaba en desorden desde Jezabel hasta Atalía. Y cuando Jopada muere, es enterrado con los reyes, siendo sacerdote. Vemos aquí que se unen en un sacerdote las cualidades de un rey cuando Dios tiene una guerra hostil en contra de posiciones religiosas de una iglesia: Reforma.

También vemos a David, en 2 Samuel 6. Vemos algo, aquí, que es tremendo. A veces uno pregunta y se da cuenta que uno mismo dice algunas cosas porque así se las enseñaron y después lee la Biblia y se da cuenta que no es así y dice: no sé para que me lo enseñaron.

 (2 Samuel 6: 12)= Fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-Edom y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-Edom a la ciudad de David.

(13) Y cuando los que llevaban el arca de Dios habían andado seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado.

(14) Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino.

Dice que David danzaba con todas sus fuerzas delante de Dios. ¿Qué crees que le dirían, hoy, en alguna de esas congregaciones que parecen pastoreadas por Moisés o Aarón? Que la danza es satánica. Que deje de hacerlo porque de lo contrario se verán obligados a expulsarlo.

¿Sabes que? Al igual que muchas otras cosas, la danza nació en la iglesia. Luego llegó el diablo y la pervirtió, la sensualizó, la sexualizó y la iglesia, espantada, se retiró dejándole al enemigo terreno libre. Entonces la danza pasó a ser algo mundano, siendo en su inicio no era así.

Entre los judíos, la danza era una expresión extemporánea de alegría secular o religiosa; jamás por puro placer; siempre de día. Practicada generalmente por las mujeres, a veces por los hombre solos. Sólo se cita en la Biblia un caso de una mujer bailando, al estilo romano, delante de los hombres para agradarles: Salomé.

En algunas tumbas egipcias se conservan escenas de banquetes con intervención de bailarinas. Entre los hebreos se utilizaba el baile para celebrar efemérides nacionales, para recibir a los héroes y para manifestar regocijo por alguna bendición especial. También figuraba en los servicios religiosos y actividades que tenían que ver con expresiones de la fe.

El caso es que aquí vemos al rey usando vestimenta de sacerdote. Es impresionante ver que David sólo tiene el turbante de lino y la mitra puesta en la cabeza. Nosotros pensábamos que el sacerdote, en el día de la expiación, andaba con faldas y campanas y todas esas cosas.

Hasta lo hemos enseñado, dejándonos llevar indudablemente por lo que, a su vez, se nos ha enseñado. Cuando nos ponemos a buscar en Levítico el día de la expiación, nos encontramos con que no había ninguna campana, sólo el lino y el efod, mira:

 (Levítico 16: 3)= Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto.

(4) Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua.

Listo. Terminado. No hay campana alguna. No entraba con toda la vestimenta. La vestimenta era algo que usaba el sacerdote, pero no cuando entraba al Lugar Santísimo. Así que todo eso de que sonaban las campanas cuando el sacerdote salía y la gente celebraba, son inventos que no sé de donde salieron.

Lo hemos dicho muchas veces, permanentemente, casi hasta el hartazgo de quienes lo entendieron rápidamente: la Biblia se explica sola. No necesita “intermediarios” que la expliquen. Sólo necesita un pueblo obediente que acepte de una vez por todas que es lo UNICO que Dios dejó escrito para nuestro crecimiento y madurez INDIVIEDUAL y corporal.

Cuando uno habla lo que la gente dice, suele sentirse bien porque inocentemente cree que está diciendo la verdad. Y la verdad, sin embargo, es que uno por no escudriñar todo como debería hacerlo, lo que está haciendo es lisa y llanamente el ridículo.

El caso es que David, llega vestido con lino y con el efod trayendo el arca hacia la casa. Vemos una vez más que se unen estos dos oficios, (Rey y sacerdote) en un mismo hombre, en un tiempo de reforma. Cuando hay reforma, es importante entender que hay un cambio de unción, un cambio de sacerdocio. Y eso incluye la expiación.

¿QUE SABEMOS DE LA EXPIACIÓN?

¿Qué era concretamente la expiación? Este término aparece en el Nuevo Testamento, solamente en el libro de Hebreos. En el primer pasaje debe traducirse “propiciación”. En los otros dos pasajes, el término “expiaciones” no aparece en el original, sino que es añadido para dar sentido.

Sin embargo, si bien el término “expiación” como tal no se halla en el Nuevo Testamento, se halla constantemente en su verdadero sentido, aunque no se mencione expresamente. “Redención”, llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros, fue entregado por nuestras transgresiones, hecho por nosotros maldición, apareció para quitar nuestros pecados.

En el Antiguo Testamento se halla continuamente el término expiación, pero nunca propiciación. Pero la misma palabra, KAPHAR, aunque se traduce generalmente “expiar”, se empIea también como “perdonar”; “reconciliar”; “anular”.

KAPHAR significa literalmente “cubrir”, con varias preposiciones que van con este término; la más normalmente utilizada es “sobre”. Así, cuando se dice “expiación por él” o “por su pecado”, él o su pecado son cubiertos: se hace expiación por él o por su pecado.

La expiación se hacía “sobre” los cuernos del altar: el sentido es “expiación por”. Por el altar del incienso, la expiación no se hacia sobre él sino “por” él. Igualmente “por” el santuario, y por o acerca de Aarón y su casa; la preposición utilizada es “al”.

Asimismo sucede con los dos machos cabríos de Levítico 16. Los pecados se veían sobre el macho cabrío sin pecado, y se hacia expiación mediante él con respecto a los pecados que se confesaban imponiendo las manos sobre el otro macho cabrío, que era dejado suelto al desierto.

 No se dice en este capítulo el “cómo” de la expiación, pero se efectúa haciendo de los dos machos cabríos realmente uno, debido a que el objeto de esta ceremonia era mostrar que los pecados eran realmente puestos sobre él (esto es, como sombra de Cristo, sobre quien realmente han sido puestos nuestros pecados), y que los pecados eran llevados lejos, donde no podían ser vistos, ni nunca jamás vueltos a hallar.

Si dejamos que nuestros pensamientos, conducidos por Dios, entren en el tren del pensamiento judío, no hay ninguna dificultad en la preposición “al”. En cualquier caso, la dificultad surge del hecho de que la preposición “por” en castellano presenta a la mente a la persona interesada; “sobre” es meramente el lugar donde se efectuaba, como sobre un altar; en cambio, “al” se refiere al quitar mediante el KAPHAR aquello que estaba sobre la cosa “a” la cual se efectuaba el rito de expiación.

Está claro que no era el macho cabrío la persona interesada, ni se hacía sobre él meramente como lugar. Era aquello sobre lo que se ponían los pecados, y tenían que ser sacados y eliminados. La expiación se refería a ellos puestos así sobre el macho cabrío.

Como se ha dicho, el cómo no se explica, pero se afirma el hecho de capital importancia de que eran quitados de Israel y de delante de Dios. La sangre o vida que se precisaba se presentaba a Dios con el otro, y era ello lo que realmente los quitaba; pero hacía mucho más. Lo que se da con el primer macho cabrío es el primer aspecto. Este doble aspecto de la obra de la expiación es de inmensa importancia e interés:

(A) La presentación de la sangre a Dios sobre el propiciatorio, y  (B) el quitar los pecados. KAPHAR, “hacer expiación”, aparece en varios textos. Una corta consideración de otras palabras hebreas podrá ser de utilidad. NASA, “levantar”, y por ello perdonar, levantar los pecados sacándolos de la mente de la persona ofendida, o mostrar favor al levantar el rostro de la persona favorecida.

KASAH, “cubrir”, como en el Salmo 32:1, donde el pecado es “cubierto”; en ocasiones se usa con “al”, como en Proverbios 10:12: El amor cubrirá todas las faltas, perdona: quedan fuera de la vista y de la mente. La persona es contemplada con amor, en lugar de ser contemplados los pecados con ofensa.

Pero en estas palabras mencionadas no se halla la idea de la expiación, sino que se considera el lado del ofensor, siendo considerado en gracia, sea cual fuere la causa: puede que sea su necesidad de expiación o simplemente, como en Proverbios, de benignidad.

Tenemos también SALACH, “perdón”. Se usa en el sentido de KAPHAR, como en Levítico 4:20. Pero KAPHAR tiene siempre una idea distintiva e importante relacionada con ella. Considera el pecado como ante Dios, y es rescate, cuando no se usa literalmente como sumas de dinero; KAPPHORET es el propiciatorio.

Y aunque involucra perdón, purificación del pecado, tiene siempre presente a Dios, no meramente el hecho del perdón dado al pecador; tiene el aspecto de expiación y de propiciación. Y esto está implícito en la idea de la purificación del pecado, o de hacer la purificación del pecado; está a la vista de Dios como aquello por lo que Él ha sido ofendido, y que Él rechaza y juzga.

Había un PIACULUM, “un sacrificio de expiación”, algo que daba satisfacción por la persona que había caído en la culpa, en algo que ofendiera a Dios, y que Él, por su propia naturaleza, no pudiera tolerar.

Este concepto, entre los paganos, que atribuían pasiones humanas o venganzas descontroladas a sus dioses, fue naturalmente pervertido para concordar con sus ideas. Intentaban aplacar la ira de un ser encolerizado y vengativo.

Pero Dios sí tiene una naturaleza que queda ofendida por el pecado. Una naturaleza santa, no, naturalmente, impulsiva; pero la majestad de la santidad tiene que ser mantenida. El pecado no debe ser tratado con indiferencia, y el amor de Dios da provisión de la redención.

 Es el Cordero de Dios el que asume la obra y la lleva a su fin. El amor perfecto de Dios y su justicia, el orden moral del universo y de nuestras almas por medio de la fe, todo ello se mantiene mediante la obra de la cruz.

Se ha hecho la propiciación, la expiación por el pecado, mediante el amor perfecto no sólo de Dios el Padre, el Dador, sino de Aquel que, mediante el Espíritu eterno, se ofreció a Sí mismo sin tacha a Dios. El aspecto de la expiación es en relación con Dios, en tanto que su efecto se nos aplica en limpieza y justificación, aunque va mucho más allá de ello.

La expiación es más la satisfacción misma que es dada, el PIACULUM, lo que quita la ira, y es ofrendado, tomando el lugar del ofensor, de manera que éste queda libre. Y aquí el nombre KOPHER entra para dar mayor claridad.

Se traduce “rescate” y “cohecho”. De esta manera, en Éxodo 21:30 se impone un KOPHER (traducido “rescate”) sobre un hombre para salvar su vida cuando su buey hubiera dado muerte a otra persona; sin embargo, en Números 35:31 no se puede tomar ningún KOPHER por la vida de un asesino; ello se debe a que la tierra no puede ser expiada (KAPHAR) de la sangre derramada más que por la sangre del que la derramó.

Aquí se ve claramente cuál es el sentido de KOPHER y de KAPHAR. Se ofrece una satisfacción apropiada a la opinión del que está ofendido y del que juzga; y mediante ello se lava la ofensa, hay purificación, perdón, y favor, según aquel que tiene conocimiento del mal.

Se puede añadir una consideración acerca de la de las dos avecillas en su contraste con los dos machos cabríos. El objeto de las dos avecillas era el de la purificación del leproso; era la aplicación al hombre contaminado, no el KOPHER, rescate, presentado a Dios.

No hubiera sido posible más que sobre la base del derramamiento de sangre y la satisfacción consiguiente, pero la acción inmediata era la purificación: por ello es que además de la sangre entra el agua. Una avecilla era degollada sobre agua corriente en un vaso de barro, y la avecilla viva y los otros objetos debían ser mojados en la sangre de la avecilla muerta con las aguas; el hombre era rociado con aquello, dejándose suelta la avecilla viva, lejos de la muerte con la que sin embargo había quedado asociada, quedando así libre.

El Espíritu, con el poder de la palabra, pone a disposición la muerte de Cristo en el poder de su resurrección. No había imposición de las manos sobre la avecilla, como sucedía con el macho cabrío: se identificaba con la avecilla muerta, y se dejaba ir a continuación.

El agua corriente, o agua viva, en el vaso de barro, es indudablemente símbolo del poder del Espíritu y de la palabra en la naturaleza humana, caracterizando la forma de la verdad, aunque tengan que introducirse la muerte y la sangre; toda la naturaleza, su pompa y vanidad, quedan allí sumergidas.

 El leproso queda purificado y puede, en consecuencia, adorar. No se trata aquí de la expiación misma, teniendo que ver con Dios, aunque ciertamente está basado sobre ella, como queda señalado por la muerte de la avecilla. Se trata de la purificación del hombre en la muerte a la carne, pero en el poder de la resurrección conocida en Cristo, que murió una vez al pecado.

De la misma manera, tampoco la vaca alazana indica por sí misma un acto de expiación, sino de purificación. Quedaba puesta la base en el degüello y quemado de la vaca. El pecado había quedado, por así decirlo, consumido en ello, y la sangre era rociada siete veces ante el tabernáculo de la congregación.

Cuando Cristo murió, el pecado quedó totalmente consumido para su pueblo en el fuego del juicio, y todo el valor de la sangre quedó ante Dios donde Él se comunicaba con el pueblo. Todo había quedado ya cancelado, pero en su peregrinar por el desierto el creyente queda contaminado, y tiene que ser purificado.

El testimonio de que el pecado ha sido ya cancelado hace mucho tiempo por Cristo, al sufrir lo que era el fruto del pecado, es aplicado por el poder viviente del Espíritu Santo y de la palabra, y así queda el peregrino purificado.

Pero el acto de la purificación no es, por sí mismo, expiación; para la expiación, la ofrenda es presentada a Dios. Es un KOPHER, un rescate, una reparación, para satisfacer la perfección infinita y absoluta de la naturaleza y carácter de Dios, que aquí queda plenamente manifestado.

Es por ello que se hace expiación, y el mismo Día de la Expiación recibe el nombre de KIPPURIM. El sacerdote hacía expiación por los pecados; esta expiación tenía el doble aspecto de presentar la sangre ante Dios en el interior del Santísimo, para darle satisfacción en su ser, y de quitar los pecados de su pueblo, llevándolos lejos a donde no pudieran ser hallados jamás.

Tenemos que tener en cuenta la diferencia de un velo entero y de los sacrificios repetidos una y otra vez frente a un velo roto y un sacrificio ofrecido de una vez por todas. Éste es un contraste enseñado en la Epístola a los Hebreos.

Hay todavía un caso a señalar, que es un sencillo principio que confirma el verdadero carácter de KAPHAR, de hacer expiación. En Éxodo 30:11-16 se ordenaba que cuando se hiciera el censo del pueblo, cada uno de ellos, rico o no, tenía que dar medio siclo como KOPHER, rescate, por su alma o vida.

Esto no tenía nada que ver con el pecado, sino con el rescate, para que no se desatara ninguna plaga; se trataba de un reconocimiento de que pertenecían todos a Dios, y que no podía haber vanagloria en el número.

En relación con esto, David atrajo siglos más tarde una plaga sobre Israel. Se trataba de una ofrenda a Dios. como señal de pertenencia, y muestra cuál es el sentido de KAPHAR, hacer expiación. No hay expiación en relación con la oblación, u ofrenda cocida.

Lo que tenemos en ella como tipo es la perfección de la persona de Cristo y todos los elementos que la constituían como hombre, y probado así por el fuego de Dios, hasta la muerte, y muerte de cruz, como ofrenda encendida de olor grato, perfecto en su sacrificio; pero aquí no hallamos el carácter de KOPHER, rescate. Para ello ha de estar presente el derramamiento de sangre.

La esencia de la expiación es, en primer lugar, una obra o satisfacción presentada a Dios en base a su naturaleza y carácter acerca del pecado, glorificándole plenamente mediante sacrificio; en segundo lugar, el llevar nuestros pecados; glorificando a Dios incluso donde había pecado y con respecto al pecado (pudiendo así en su amor salir a todos los pecadores); asimismo, da al creyente, al que viene a Dios sobre la base de este derramamiento de sangre, la certidumbre de que sus pecados han sido totalmente quitados, y de que Dios jamás volverá a recordarlos.

En cuanto al día específico de la Expiación, se guardaba anualmente, para la humillación del pueblo y expiación de sus pecados. Ese día el sumo sacerdote ofrecía sacrificios como una purificación del santuario, por los sacerdotes y por la nación. Se guardaba el décimo día del séptimo mes por la suspensión de los trabajos diarios, por una santa convocación y por ayuno, el único ayuno prescrito por la Ley.

Sólo este día entraba el sumo sacerdote en el lugar “santísimo”. Para ello se vestía simplemente de lino blanco y quemaba incienso para que el humo cubriera el propiciatorio. En seguida rociaba, sobre el propiciatorio, y por abajo, la sangre del novillo que había ofrecido por sus pecados y los de los sacerdotes.

 Después volvía a entrar con la víctima ofrecida por los pecados de la nación y con la sangre rociaba el velo. Por medio de ritos semejantes hacía expiación por el lugar santo y el altar de los sacrificios.

La Epístola a los Hebreos indica que la entrada del sumo sacerdote en el lugar santísimo una vez al año, y no sin sangre, prefiguró la entrada de Jesús, el gran Sumo Sacerdote, una vez por todas en los cielos, habiendo adquirido para nosotros la salvación, y con ella el perdón de los pecados y la justificación del pecador, haciendo inútiles los sacrificios de expiación.

BUSCANDO MANTOS LIMPIOS

(Zacarías 3: 1)= Me mostró el Sumo Sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.

(2) Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?

(3) Y Josué estaba vestido con vestiduras viles (Esto significa vestiduras sucias) y estaba delante del ángel.

(4) Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir ropas de gala. (Ropas de gala, aquí, tiene que ver con ropas reales, de reyes)

(5) Después dijo: pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.

Quiero que recuerdes muy bien que esto está sucediendo cuando Israel regresa de Babilonia y Dios le está diciendo a la gente que construyan el templo una vez más, pero que principalmente reconstruyan sus vidas, que era el mensaje real desde los cielos.

Hay una reforma. Están por llegar Nehemías y Esdras. Hageo ya está por profetizar. Esto es más o menos el tiempo que se está viviendo ahora. Hay un remanente que salió de Babilonia después de setenta años de cautiverio y que está reedificando la iglesia. Está levantando el templo (Que es su propia vida), una vez más.

Y vemos al sacerdote de pie, y vemos que siempre que hay una transición, Satanás está presente. Para impedir, – Si es que se lo permiten y puede -, esa transición. Por eso es que la gente no transiciona, a menos que tenga suficiente autoridad en sí misma.

Porque Satanás siempre trata de oponerse a la transición porque solamente con una transición, o una reforma, la iglesia va a terminar la obra que tiene que hacer. Y él lo sabe. Y como lo único que puede hacer es frenar a la iglesia y dilatar el tiempo de la materialización de su derrota, lógicamente que lo hace.

Y aunque pueda parecerte insólito o exagerado por teorías negativistas o pesimistas, todavía lo está consiguiendo. El motivo o los motivos también son muy simples: él sabe cual es su fin, pero mientras nadie termine, él va tirando y tiene vida.

Entonces te entretiene a ti con campañas durante todos los fines de semana hasta que tú te mueres, y después viene tu hijo y hace lo mismo; y el hijo de tu hijo y el hijo del hijo de tu hijo hace lo mismo.

Y Satanás sigue alentando mucho en las campañas y es más: hasta te consigue los mejores “sponsors” si es necesario, porque de última y aunque por allí pudiera parecer lo contrario, a él lo favorece no terminar con el propósito.

Dice que los mantos están sucios. Los mantos siempre hablan de la unción o del oficio. Parte de la guerra de Dios contra las amenazas intimidatorias de Satanás consiste en cambiarle las ropas a la persona.

Parte de la milicia contra Satanás se divide en dos puntos que aquí se ven nítidos: uno es reprender y el otro es transicionar. Si no transiciones, tú estás abierto al enemigo. Pero si transiciones, se completa la protección del sacerdote.

La secta de los “hassidim” judíos demandan que los varones se cubran con un gran manto en la oración, manto que cubre no sólo la cabeza, sino buena parte del cuerpo; con él se cubren orando postrados. Se usa tanto en la oración comunitaria como en la privada. Pero el manto tiene más historia.

Son varios los términos utilizados en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento para designar prendas de vestir sin definir cuáles son las prendas designadas. En el Oriente se necesitaba poca vestimenta, y no parece haber variado mucho desde entonces.

(a) La prenda interior es el “kethoneth”, una túnica larga que llevaban hombres y mujeres. Se hacía con lana, algodón o lino. Reciben este nombre las túnicas que Dios hizo para Adán y Eva de pieles de animales, y la túnica de muchos colores que Jacob hizo para José.

 También formaba parte de las vestiduras del sacerdote. En ocasiones se llevaba otra prenda encima de ésta. La esposa dice que se había desnudado de su “ropa” para la noche, refiriéndose probablemente a la prenda exterior, aunque en hebreo se usa la misma palabra para ambas.

El hebreo KETHONNETH se corresponde con el griego CHITON en el Nuevo Testamento, que se traduce principalmente como “túnica”. Los discípulos no debían ponerse dos cuando el Señor los enviara. Era esta vestidura del Señor que estaba tejida de una sola pieza; este mismo término se usa de las prendas hechas por Dorcas.

(b) La otra prenda principal recibía el nombre de “simlah”, un manto exterior ancho, llevado por hombres y mujeres, y con el que se cubrían por la noche. Podía ser de cualquier material, según la estación del año y según la posición social del individuo.

Las clases populares del Medio Oriente de principios de siglo llevaban con frecuencia un manto exterior de cabello de camello o de cabra. Si este manto se tomaba como prenda de algún préstamo, se debía devolver al anochecer, porque si no: “¿En qué dormirá?”.

El “simlah” era la prenda que se rasgaba como señal de duelo. Se corresponde en el Nuevo Testamento con el término griego HIMATION. Se traduce “capa”, y se usa del manto de grana con el que los soldados se burlaron del Señor.

En el “manto” cuyo borde tocó la mujer enferma, y los “mantos” cuyos flecos extendían los fariseos y escribas. También se usa de vestidos en general, como en Mateo y Juan y se traduce frecuentemente como “vestidos”, “ropas” y “vestiduras”.

(c) Otro importante artículo de vestir y que con frecuencia estaba ricamente adornado era el cinto. Estos tres artículos, junto con las sandalias y un pañuelo u otra cubierta para la cabeza, constituían la vestimenta acostumbrada en Oriente.

Además de las anteriores prendas, se mencionan “ropas de gala” para las mujeres. También: (d) El manto del efod, hebreo MEIL, descrito como “una túnica grande que se llevaba sobre la túnica común, pero sin mangas”. Lo llevaban los sacerdotes, reyes y príncipes, personas de elevado rango  y mujeres.

(e) El manto o velo, una amplia prenda para la parte superior del cuerpo, una especie de chal, que cubría la cabeza y parte del cuerpo. Rut pudo llevar en uno de ellos seis medidas de cebada. Hay otros términos hebreos que denotan la misma prenda.

EL TIEMPO DE ZOROBABEL

Cuando hay una reforma y Dios comienza a moverse de verdad, la unción previa, la unción anterior, es considerada vil. Porque hay una transición, hay una reforma y, notoriamente, están comenzando a reconstruir el templo.

El estilo de vida está cambiando, salieron de Babilonia. Todo el tiempo él tenía un manto puesto y nadie prestó atención a eso. Pero en un momento dado en medio de la reforma, Dios le dice: tu manto no sirve. Cuando hay una reforma, la unción que tú traías hasta este momento de la reforma, es considerada vil por Dios. Y no sólo vil; el próximo verso la llamará pecado.

Dios está diciendo: la capa y el manto ya no sirven. Aquello que te trajo a ti hasta hoy, ya no funciona. Si te quedas en él, dice la Escritura, Quítale las vestiduras (Verso 4) y el dijo: mira que he quitado tu pecado. La palabra original, allí, es Iniquidad. Es decir que: cuando hay reforma, mantener las capas que traías hasta la reforma, ya se considera iniquidad.

Ahora bien; iniquidad es una palabra muy interesante. La palabra iniquidad, que es la palabra pecado, allí, significa torcer la verdad hacia un error. Es algo que iba bien y de pronto ha comenzado a torcerse.

Dice que le va a cambiar los mantos, y lo va a vestir de gala. Es decir que va a combinar, ahora, en la reforma de la reedificación del templo, el sacerdote, pero le va a añadir algo y le va a poner ropa de reyes.

Hasta el momento solamente andan en ropa de sacerdotes, pero ahora cuando ya comenzamos a estar en medio de la reforma de Zorobabel, dice que les va a poner ropa de sacerdote y no sólo eso, sino que también ropa de gala.

Aquí vemos, una vez más, a los dos oficios reuniéndose, para que la reforma se concrete. Dios reprende al enemigo, pero completa su milicia cambiándole las vestimentas a los sacerdotes. Parte de la represión, es completar el cambio. Parte de su protección, es venir al otro lado. Si se queda en ese lado, queda abierto al enemigo porque Dios se movió.

Aquí vemos un principio que podemos considerar como muy importante: Los mantos, que eran precisos y excelentes ante Dios, ya en la reforma son considerados viles y de iniquidad. Si tú te mantienes en los mantos antiguos, tú estás abierto a las artimañas del enemigo. ¿Está claro?

Esto es importante porque nos está hablando de aquel entonces y, en aquel entonces, era imposible que hubieran un rey y un sacerdote unidos. Dios lo tiene que hacer de alguna manera que lo justifique, porque todavía estaba en pie el orden levítico.

 (Verso 6)= Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo: así dice Jehová de los ejércitos: si anduvieres por mis caminos, y si guardares mis ordenanzas también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre estos que aquí están te daré lugar.

(8) Escucha, pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos.

Esto significa que lo que nos e3stá enseñando aquí, en Zacarías, es algo perteneciente a nosotros. Ustedes simplemente son varones simbólicos. Le estoy enseñando a la gente como transicionar. Lo primero que tienes que hacer es cambiar las capas, cambiar los mantos, el orden de Melquisedec.

Si lo que tú deseas, verdaderamente y sin intereses personales, es restaurar la iglesia; si lo que anhelas realmente es reformarla, lo que debes hacer es cambiar los mantos viles y poner también los mantos de gala. Sin simbólicos, dice la Palabra. Y sigue: He aquí yo traigo a mi siervo el renuevo.

Nota que el renuevo, las ramas, significan la extensión del Reino a través de Cristo. Somos nosotros. Él es la vid y nosotros las ramas. Así que en aquel tiempo no era normal tener ambas unciones, pero eso es simbólico para el tiempo venidero. Esto se continúa en el capítulo 6, que nos da un poco más de luz al tema.

 (Zacarías 6: 9)= Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a Sedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sofonías.

(Verso 11)= Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac.

Aquí estás viendo, perfectamente, que la intención es hacer un sacerdote real. Ponle una corona encima, ¿Quiénes usaban corona? Los reyes. Por si la ropa real no era suficiente, ahora la corona. Le acaba de significar que el sacerdote ahora va a tener, en lugar de mitra, corona.

 (12) Y le hablarás, diciendo: así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: he aquí el varón cuyo nombre es el renuevo (Aquí habla de nosotros) el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová.

Nota la relación que hay entre la expansión del reino y la edificación de la casa. Es la rama, la expansión del reino, la que edifica la casa. Eres tú quien edifica la casa. Pero primero hay un cambio de manto, que no se te olvide.

 (13) Él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos.

Nota que estos dos, están trabajando dentro de un solo hombre. Un varón cuyo nombre, es Renuevo. El hombre, se refiere al varón perfecto, la iglesia. Así que la edificación está relacionada con el alcance del reino a través del renuevo.

Aquí tienes claramente cuatro principios claros: Nº 1: Que Dios tiene una guerra contra toda posición incorrecta. Nº 2: Está la restauración de un orden divino. Nº 3: La activación de la influencia del reino. Nº 4: La autoridad que habilita la edificación de la casa. Esto significa que, en resumen, la aseveración de los propósitos de Dios.

Escucha. Entiende. Piensa. Reflexiona. Evalúa. Decide. Cuando hay un cambio en la iglesia, esto no es ni puede ser nunca algo independiente de tu hogar. Si la iglesia cambia, tú hogar necesariamente tiene que cambiar.

Es más; si la iglesia cambia, la humanidad también cambia. Es decir que: cuando hay un cambio en la iglesia, ese cambio tiene que afectar a toda la sociedad. El problema es que nosotros hablamos de reforma en la iglesia, pero fuera de la iglesia todo sigue igual.

¿Qué quiero decir con esto? Que por allí cambiamos algunas pequeñas cosas dentro del culto, pero afuera la vida continúa exactamente igual. Esto no es reforma, esto es película de ciencia-ficción. Si sales, sales y no vuelves. Si sales pero vuelves, jamás saliste, ¿Lo estás entendiendo?

Si la iglesia cambia, tu propia mentalidad va a cambiar. Ya no saludas igual, ya no hablas con tus hijos del mismo modo en que lo hacías hasta hoy, ya no besas igual que ayer a tu esposa, ya no te relacionas con la gente de la misma manera.

Un cambio en la iglesia, no es un cambio en el orden y la metodología del culto. Tú eres iglesia. La iglesia no es el pastor, los diáconos, el púlpito y la Santa Cena. La iglesia es lo que Dios dice que es y no lo que los hombres se han acostumbrado a que sea.

¿Recuerdas bien la historia del pueblo de Israel? Salen de Egipto después de cuatrocientos años de silencio, ¿No es así? Eran hacedores de ladrillos. Recuerda que Babilonia construye con ladrillo, y así, al igual que ellos, muchos de nosotros andábamos en instituciones haciendo ladrillos.

Cristo les llamaba prosélitos, dos veces más hijos del diablo que el primero. Ladrillos, moldes, cristianos que eran todos iguales, eran clones. Tú veías a uno y los veías a todos. Vestían igual, hablaban igual, se comportaban igual y tú le decías cualquier cosa y, todos a coro, te decían: ¡¡Amén!!

Cuando Dios dio la ley para el orden levítico, en verdad Él quería dar a entender su corazón. Pero la gente sólo entendió la ley. Es decir que si tú vivieras el verdadero espíritu de la ley, serías totalmente libre. Pero ellos no vivieron el espíritu de la ley, vivieron la letra.

 (Jeremías 7: 21)= Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne.

(22) Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de Egipto.

(23) Mas esto les mandé, diciendo: escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mandé para que os vaya bien.

Escucha. Escucha con atención, por favor. O mejor dicho, lee con cuidado: Dios le está diciendo al pueblo, allí, que Él nunca habló de sacrificios. Él dice: ¡Yo nunca te dije que sacrificaras nada! ¿Eh? ¿Qué es lo que dijo? Dijo que nunca ordenó que sacrificáramos nada.

¡Dios mío! ¿Y que haremos, ahora, con los libros de Levíticos, Éxodo y Números, que están llenos de sacrificios y ordenanzas de Dios sobre como degollar el animal y que hacer con la sangre, y que hacer con las patas, y que hacer con la grasa? Pero Él dice allí: Nunca pasó por mi mente la idea o el pensamiento del sacrificio.

Cuando en una revisación medianamente exhaustiva del texto buscamos la imagen, en sui idioma original del hebreo, del significado de este texto, la implicancia es: Ni se me ocurrió pensar en sacrificios. Entonces, visto todo esto, ¿Será que Dios es mentiroso?

Fíjate muy bien lo que dices. Si tú hubieras vivido el espíritu de la ley, tú hubieras sido libre. Pero como tú has vivido la letra, te has atado por la ley. Él, lo que quería, era que se obedeciera. Había un sacrificio de expiación por el pecado. Ahora, si todo el mundo obedecía y nadie pecaba, no se necesitaba el sacrificio. Pero ellos prefirieron no obedecer, seguir pecando, y hacer sacrificios. ¿Lo entiendes?

Hay algo que tenemos que aprender de una vez por todas así nos lleve mil años. Cuando Dios nos da una ley, jamás busca que nosotros vivamos atados a esa ley, sino que busquemos el espíritu de lo que dice y nos liberemos de ella. La ley era perfecta,

Así que Dios los saca de Egipto y establece el tabernáculo. Y ellos vivían alrededor del tabernáculo. Y toda su vida era gobernada. Donde tenía que estar la tribu de Judá, donde podían vivir los levíticos, donde estaba la tribu de Benjamín.

Todos tenían lugares asignados para vivir rodeando al tabernáculo porque la ley gobernaba su estilo de vida. Unos llevaban los palos, otros llevaban los mantos, otros el mobiliario del templo; cada vez que Dios decía “¡Vámonos!”, cada tribu tenía su trabajo perfectamente en claro.

Si lo recuerdas correctamente, el tabernáculo tenía dos partes mayores: el atrio exterior y la corte interior. Esta estaba, a su vez, dividida en dos partes: el lugar santo y el lugar santísimo. Yo no sé muy bien si después de santo realmente puede haber algo llamado Santísimo, pero así le pusieron los hombres.

Una vez al año entraban con el arca y había una caja. ¿Recuerdas esa caja? Era la representación de Dios. Sin esta caja, sus celebraciones y sus regiones, su congregación estaba reducida a ritos sin valor.

Ahora, después de todas estas cosas, la caja representaba la gloria, la caja representaba el dominio, la caja representaba manifestación y la caja representaba gobierno. Porque la caja en sí, no era nada. Lo que la caja representaba era lo que le daba valor a sus ritos. Así hay muchas iglesias hoy: le dan valor a la caja y no a lo que la caja representa.

Es decir que: tienen la caja, pero no tienen gloria. Tienen la caja, pero no tienen dominio. Tienen la caja, pero no tienen manifestación. Tienen la caja, pero no hay gobierno. Sin estas cosas, mi amado hermano, la iglesia no es iglesia.

Tu iglesia se identifica por lo que representa la caja. Si ellos no tenían estas cuatro cosas, no tenían culto. Tenía que haber gobierno, manifestación, dominio y gloria de Dios. Esto es lo que identifica a una iglesia: ¡La presencia de Dios! Si la presencia de Dios no está, el culto es puro ritualismo hueco.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez