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¡Señor! ¡Quiero tu Presencia!

 (Ezequiel 1: 1) = Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios. (Qué bueno que aún en cautiverio, Dios te habla).

(2) En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, (3) vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová. La mano de Jehová viene sobre el pueblo en dos maneras. Hay dos palabras en hebreo. La mano cerrada, es juicio, y la mano abierta, es revelación. Dios siempre viene primero con la mano abierta, y si no se le obedece, la cierra).

(4) Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, (5) y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia; había en ellos semejanza de hombre.

(6) Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

(7) Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.

(8) Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.

(9) Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.

(10) Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro, cara de águila.

(11) Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.

(12) Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.

(13) Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.

(14) Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.

Vemos aquí un sinnúmero de aplicaciones bíblicas que van a permitirme extraer de esta porción, una revelación, una ilustración aplicable a todas nuestras vidas, independientemente de tus procederes, llamados credo, creencias o persuasión doctrinal.

Algo que todo el mundo pueda aplicar a su propia vida. Estos seres que estamos describiendo, y que en sus características no podemos evadir la idea de que son horribles, ya que tienen qué se yo cuantas caras, ojos y alas por todas partes, con patas de becerro y cara de buey, y de águila y de león. No son bonitos, de hecho.

Pero tienen el privilegio de llevar el trono de Dios sobre sus espaldas. Y yo no sé cuál es tu pasión en este tiempo, pero si estos horribles animales tienen el privilegio de vivir en la presencia de Dios, veinticuatro horas al día y permanentemente, yo quiero saber qué características tienen ellos, que les da ese privilegio. Porque yo también quiero la presencia de Dios veinticuatro horas al día, eternamente.

El trono de Dios estaba sobre ellos. Había una expansión, estaba el trono. Ellos eran, literalmente, las ruedas del trono de Dios. Cuando Dios se quería mover, los querubines se movían. Todo era como un relámpago, porque Dios piensa y hace. Hecho está.

Estos animales eran el transporte del trono, la autoridad, el dominio, el lugar de la presencia de Dios. La tipología en el Antiguo Testamento nos habla de cuando David trata de traer el arca y las pone sobre bueyes. Fue una ofensa delante de Dios. Porque los bueyes originales eran estos animales en el cielo. Y su sustitución en la tierra, eran los levitas, o los hombres.

Pero, durante el reinado de David, pusieron el arca en un carro nuevo, y lo llevaban sobre ruedas. Esto es importante, porque David logra, proféticamente, vivir en tipología la vida de Cristo. Tenía el mismo pensamiento, estaba rendido a su voluntad, prestaba sus miembros, su cuerpo, sus manos, su mente, sus pies.

Hizo una tienda y un monte, abrió las cortinas, instituyó adoración y alabanza con bullicio, (Eso para los religiosos que todavía no les gusta) y todo el mundo podía ver el arca, quitó el velo, instituyó adoración veinticuatro horas al día. Puso turnos de adoración.

Entra a la ciudad con el arca y se quita la ropa. Entra por el este. Cristo entra también semidesnudo en la corte de los gentiles por el este de la ciudad, y sale afuera, al monte. Y es crucificado. Por eso David danzaba y vivía lo que Cristo iba a sufrir en tipología.

Y vemos que Dios le otorga el privilegio de reconocerlo públicamente como un hombre conforme a su corazón. ¿Qué cosa es un hombre conforme al corazón de Dios? Simplemente un hombre que siente como Dios, ve las cosas como las ve Dios, piensa como piensa Dios, actúa como Dios actuaría, reacciona como Dios reaccionaría, se enoja con lo que a Dios le enoja, se goza con lo que Dios se goza, y nunca va en contra de lo que Dios quiere hacer.

Un hombre conforme al corazón de Dios, tras el propósito de Dios, tras el estilo, tras la mente, tras la visión de Dios. Proféticamente danzando un sacerdocio conforme al orden de Melquisedec, cuando aún el sacerdocio levítico estaba instituido.

El verso 4 dice que del norte viene un viento. Y esto es muy importante, porque Isaías nos dice, en el capítulo 14, que el monte de Dios está en el norte, y Hebreos dice que el monte de Dios, es la iglesia. Dice Isaías capítulo 2, que en los últimos días el monte de la casa de Jehová, será cabeza sobre todos los otros montes.

La palabra monte en esta ocasión, es la palabra Reino. El Reino de Dios será cabeza sobre todos los reinos, por las rodillas dobladas ante su presencia. Pero mira qué paralelo hermoso. Llega un viento tempestuoso. En hechos capítulo 2, le llamaron “un viento recio”, que llenó la casa.

Dice que vino una gran nube. La palabra dice ahí en Hechos, que se llenó la casa de lenguas de fuego. Dice que era fuego envolvente. La palabra envolvente es la palabra intermitente. O sea eran las lenguas de fuego en el capítulo 2 de Hechos.

Vemos que dice que era como bronce refulgente. La palabra original, es la palabra amber. Es un color que refleja la gloria de otro. No es otra cosa que una tipología de un viento tempestuoso, trayendo el propósito de Dios a la tierra, en el poder del Espíritu Santo.

Un viento recio que llena la casa de una nube. Tiembla la tierra, y hay fuego envolvente sobre las cabezas de todas aquellas personas que se encontraban en el aposento alto en aquel día. Pero junto con esto, acontece algo muy importante: los querubines, tenían el Espíritu de Dios, y cuando el Espíritu se movía, ellos se movían.

Pero cuando el Espíritu fue derramado, el Espíritu te fue dado a ti. Y ahora el trono de Dios en querubines no puede moverse, porque sólo se mueve cuando se mueve el Espíritu. El Espíritu se mueve, los querubines se mueven. Y a pesar de que el Espíritu se quiere mover, es mucha la gente que no lo reconoce, o directamente no lo deja.

Pero vemos unas características que quiero describir aunque sé que en algún momento pueden producirte gracia o arrancarte una sonrisa. De todos modos, te recomiendo que no pierdas la esencia de lo que se está diciendo. Yo veo diez características en estos animales, que le permiten a ellos estar ante la presencia de Dios eternamente. Uno: versos 6 y 8.

(6) Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

(7) Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.

(8) Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.

La primera revelación que Dios le brinda a quien esté dispuesto a verla, es que estos seres eran transparentes. Repite conmigo: transparencia. En la primera oportunidad que tienen para expresarse, en la Biblia, son honestos y se revelan tal como son. Feos, sí, pero no esconden nada.

Transparentes. TE dicen: “Mírame, soy feo; tengo ojos, tengo alas, tengo cuatro caras, tengo dieciséis alas, tengo dieciséis manos, tengo dieciséis caras, tengo pies de becerro, cara de águila, cara de buey, cara de león, cara de hombre, me veo horrible, ¡pero este soy yo! Soy un hombre honesto, transparente, este soy yo.

No cubierto con taparrabos babilónico, no cubierto con coberturas religiosas, no engañando a nadie, no dándose por encima de todo el mundo, gente transparente que si tiene que pedir ayuda para salvar su matrimonio va y se la pide al más modesto hermanito que encuentra ungido. Esa gente transparente, siempre tiene la presencia de Dios.

Eran sinceros, no aparentaban lo que no eran. Los veías en la iglesia y eran igual que en la calle. Eran iguales que en su casa. Hasta eran iguales en sus habitaciones conyugales. Eran iguales con sus hijos. Eran los mismos hombres por la mañana, por la tarde y por la noche. Eran gente honesta, y la honestidad es, necesariamente, una particularidad que trae la presencia de Dios.

Santiago dice que el hombre de doble ánimo, con dos caras, con dos pensamientos, con dos estilos de vida, no engaña a nadie y nunca recibe nada de parte de Dios. La palabra nos dice en Corintios, que vamos siendo transformados de gloria en gloria.

La gloria es la manifestación de Dios. La gloria se manifiesta cuando tú lo glorificas. Cuando tú das gloria, se manifiesta la gloria. La palabra gloria significa la exacta representación de otro. La gloria es como un espejo. Cuando te miras en la gloria empiezas a darte cuenta donde estás limpio y dónde todavía tienes mugre que debes sacar. ¡Señor! ¡Cámbiame aquí, lávame aquí! Y allí comienza tu transformación de gloria en gloria hasta que llegas a la misma imagen que tu redentor. Dos:

(8) Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.

¡Qué raro! Aquí yo veo disposición de servicio. Tenían cuatro caras. En esta cara estaba la cara de hombre, y esta faceta tenía cuatro manos. Aquí estaba la cara de águila, y tenía cuatro manos. Estaba la cara de buey, y tenía cuatro manos. Aquí estaba la cara de león, y tenía cuatro manos, Había dieciséis manos dispuestas a servir.

Servicio. Muchas manos siempre buscando qué hacer. No se volteaban, no se golpeaban, había dieciséis manos para servir. Es mucha la gente que clama a Dios y le pide que lo use, pero cuando tiene que hacer tres o cuatro cosas anda quejándose por allí que se sienten usados.

El siervo sólo hace lo que alguien le ordena hacer, mientras que el que tiene espíritu de servicio, busca qué puede hacer. El que tiene espíritu de servicio, no busca autoridad, busca responsabilidad. No busca posiciones jerárquicas, pero sin embargo siempre se posiciona. No busca reconocimiento, sólo busca servicio.

Hace falta un bautismo de espíritu de disposición para el servicio en la iglesia del Señor. Alguien así jamás se impresiona por los títulos, siempre trabaja voluntariamente. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo para el Reino de los Cielos sin que nadie te lo pidiera?

Manos a los cuatro lados, y no se peleaban. Siempre hay suficiente tarea para hacer. Recapitulemos. Condición primera: transparencia delante de Dios. Nunca vengas a ser ministrado en el Señor tratando de esconder tu problema. Él lo ve. Ven tal como eres.

No vengas buscando que la gente diga lo que tú quieres oír. Hay gente que tiene problemas, pero entonces eleva el problema a la misma autoridad que el consejo que se le da. Si el consejo que se le da no tiene autoridad para solucionar su problema, ¿Por qué busca consejo?

El consejo de la palabra, siempre es mayor al problema. Si no lo crees, entonces, el consejo nunca resolverá tu problema. Tienes que establecer eso en tu vida, antes de pedir consejo. Lo que se me diga, será la solución a mi problema. ¡Y no discutas!

Recuerda al querubín del cual estamos hablando. Cuatro caras y qué se yo cuantas manos, ¿Sí? Tenía cara de león, cara de águila, cara de hombre y cara de buey, pero tenía una sola voz. No había discusiones entre ellos. El león no opinaba una cosa y el águila otra.

Tenían cuatro distintas características, de hecho. El león, tú sabes, el hombre, el águila, el buey, muy distintos. ¡Pero una sola voz! Primero tenían honestidad, eran transparentes; segundo, tenían disposición de servicio; tercero, tenían una sola voz.

Donde la dirección del Espíritu les movía, todos se movían para el mismo lugar. Nadie estaba disconforme con la opinión del otro pensando que sería mejor hacer las cosas como él mismo opinaba. Simple: ¡Todos hacían lo que el Espíritu decía que hicieran!

Pero, sin embargo, los cuatro eran distintos. Pero estaban unidos, eran un solo cuerpo. Era un solo ser viviente. Tenían dieciséis alas, dieciséis manos, cuatro rostros, pero una sola voz. Me pregunto qué es lo que estará pasando en la iglesia del Señor que no hay una sola voz. Ahora deja una marca visible allí y vamos a 1 Reyes un momento, al capítulo 22, para que veas lo que pasa cuando no hay unidad.

(1 Reyes 22: 19) = Entonces él dijo: oye, pues, palabra de Jehová; yo vi a Jehová sentado en su trono, y a todo su ejército que estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda.

(20) Y Jehová dijo: ¿Quién va a inducir a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. ¡Vamos a hacerlo así! ¡No! ¡Así a mí no me gusta! Y mientras se desarrollan esa clase de discusiones, salió un espíritu)

(21) Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová y dijo: yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera?

(22) Él dijo: yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas.

¿Quién te parece que puede haber sido este? Escucha: mientras la iglesia no se decide respecto a qué hacer, Satanás sale y lo hace todo por ti. Es la capacidad de tomar decisiones. Es la capacidad de tener reverencia entre los ministerios. La unidad alrededor de una sola causa. Una iglesia tras un solo propósito. Con una sola visión. Con un solo pensar. ¡Con la mente de Cristo! Y dice que cuando ellos volteaban, no tropezaban. Iban ordenados en sus movimientos, pese a que dice que se movían como relámpagos. Pese a ello, consigna que no tropezaba el uno con el otro. Tenían cuatro llamados distintos.

El buey significa servicio, fuerza, sacrificio, trabajo, dependencia, gente con la cual se puede contar. El águila, habla de la visión y del futuro, de la voz profética, la libertad, la dirección y posesión. El león habla de Reino, milicia, representación, realeza, autoridad.

Dos: ausencia de temor. El hombre habla del liderazgo, mayordomía, responsabilidad, inteligencia, ministerio apostólico. Pero, lo que yo veo en la cuarta característica, es que el león no quería ser buey. Ni el buey quería ser león. Cada cara, tenía cuatro caras. Cada uno de ellos tenía su cara original al frente, pero las otras tres restantes en conjunto a su alrededor.

Simultáneamente, cada cual cedía su lugar para dar lugar a que se produjera lo que Dios quería hacer. Sabían lo que venían a hacer. El buey era buey, siempre iba a ser buey, nunca iba a dejar de ser buey. El águila no quería ser buey, y el buey no quería ser águila.

El que vino a ser buey, vino a servir y no quería usarlo como plataforma para convertirse en predicador. Vino a servir, es servidor, y su única ambición es ser el mejor servidor de los servidores. Y el águila vino con visión, y siempre tiene estrategia, y no quiere ser otra cosa; quiere mejorar su estrategia. El hombre vino a liderar y no quiere irse, se quiere quedar liderando. Es gente que sabe a qué vinieron a esta tierra.

Hay gente que pasa por ciertas iglesias sólo para llenar sus portafolios. Eso, estimando que todavía alguien use portafolios en algún lugar del planeta. El hombre, sabía que era hombre. Cada uno de nosotros vino a realizar una tarea para el engrandecimiento del Reino. ¿La vimos? La hacemos. ¿No la vimos? La hará otro.

¿Entonces alguien pudo haber venido solamente a moverse en el mundo de la informática para favorecer con su tarea a los ministerios cibernéticos? Obviamente que sí. Es más: vinieron para llegar a ser verdaderos puntales, números uno en esa tarea que realizan con máxima excelencia de hijos del rey.

Gente que sabe a qué vino. Es necesario saber para tener la presencia de Dios las veinticuatro horas del día. Transparencia, servicio, una sola voz y entendimiento de propósito. Entendimiento de propósito. A qué viniste. Que sea esa tu pregunta durante todo lo que resta de este año y el próximo completo. ¿A qué vine? Dime la verdad: ¿Realmente crees que sólo viniste a recibir algo cada fin de semana y punto? Volvamos a Ezequiel.

(11) Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.

Además de manos, tenían alas. Y con las alas permanecían cubiertos mientras andaban. Las alas cubrían todo su cuerpo. Habla de reverencia absoluta. Para tener la presencia de Dios, hay que tener reverencia absoluta. Toda altivez estaba cubierta, todo orgullo estaba cubierto, toda vanidad estaba cubierta. Había gratitud, había respeto.

 Su cabeza estaba cubierta. Reconocían que era un privilegio servir a Dios. Eran postrados de espíritu, reconocían su propia insuficiencia. La palabra dice que nuestra justicia son paños sucios. Ellos entendían que era un privilegio poder estar en la puerta del altar. Y eso se llama Reverencia.

La ministración es por gracia, Dios nos ha dado la gracia de poder ministrar en sus atrios. No éramos dignos de hacerlo. Estas son algunas de las características, de los requisitos para que el trono de Dios esté depositado en tu vida.

Y luego dice que no se miraban, que no discutían, que no tropezaban, que cuando el espíritu se movía, todos se movían. No se volvían, eran flexibles a la dirección del Espíritu. No había un tira y afloja en el evangelio; no había un tira y afloja en el ministerio.

Cuando Dios quería usar al buey, todos se convertían en buey. Cuando Dios quería águila, todos volvían el rostro y, al sonido del relámpago exclamaban casi a coro: ¡Águila presente, a tu disposición! Cuando quería hombres, ejército formado delante de Dios.

(9) Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.

Si el águila iba para una dirección, todo el mundo olvidaba sus conveniencias o gustos personales y allá iba, conjuntamente con el águila. Se convertían en una rueda. ¿Qué quiere Dios? ¡Eso hacemos! Flexibles. Que no significa maleables a cualquier idea rara; todos flexibles a la voz del Espíritu.

(14) Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.

Hecho está, Padre. ¡Presentes en el servicio! Nosotros los cristianos, en muchísimos lugares, todavía ni siquiera podemos organizarnos para comenzar un culto, un servicio o una reunión a tiempo. Siempre tenemos que andar esperando a alguien (Generalmente importante) que se retrasó.

¿Te das cuenta ahora, por qué los querubines tienen legítimo derecho a tener a Dios todo el tiempo? Sólo tenemos un problema: los que portan el trono de Dios, hoy, no son los querubines. El Espíritu ya no está en las ruedas, está en ti.

Ausencia de rebelión. Unidos en propósitos. La palabra no dice que se congreguen, dice que estemos concertados y unidos. Congregarse es estar uno al lado del otro. Concertados es estar uno casi dentro del otro. Y esa, amado hermano, es una barrera impenetrable.

Porque mientras estén uno al lado del otro, los puedes dividir, pero cuando están entrelazados, se convierten en un tabernáculo, y esa es la madurez del cuerpo de Cristo. Y cuando hablo de madurez no hablo de edades cronológicas, hablo de estabilidades espirituales y emocionales.

 (13) Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.

Carbones de fuego encendidos. Un grupito desanimado no era, ¿Verdad? Encendidos. Eso es tener un avivamiento continuo. Ahí tienes a ese anciano que, a la hora del esfuerzo, tiene la misma dinámica que muchos de veinte. Porque no es afectado por cuestiones externas, sino que vive del fuego interno que lo impulsa y lo consume.

Porque Dios no te llamó para estar aplastado por fuerzas externas, te llamó para estar por encima de todo principado, sobre toda potestad, sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús. Proverbios 20:27 dice que La lámpara de Jehová, es el espíritu del hombre.

Salmo 104:4 dice que los vientos mensajeros son flamas de fuego. Son sus ministros. Dice que él andaba entre los carbones encendidos. Dios se pasea en medio de la gente avivada. Dios dice siempre en su palabra que no te acerques a nada que esté muerto. Que no lo toques, que te contamina.

Dice que se paseaba entre los carbones encendidos. Pero siempre hay dos o tres carboncitos apagados. No te acerques al apagado, sigue encendido, hay que quedarse en el pequeño grupo encendido. Y tú que te estás apagando, no des lástima ni pena, no te pongas a llorar; corre un poco más rápido y alcanza al fuego de Dios y enciende tu lumbre. ¡Avívate!

En un avivamiento no hay subes ni bajas, es gente que no es movida por sus constancias o inconstancias. Sus vidas sólo se basan en la opinión de Dios. Su posición mental, es inconmovible. La mirada está fija en su palabra y en la naturaleza de Dios.

Dios es un Dios de cambio. Todos sus métodos van cambiando, nunca hace algo igual dos veces. Pero lo que es igual ayer, hoy, mañana y siempre, es su naturaleza. Tenemos que poner fe y confianza en su naturaleza. Él no miente, Él es fiel, Él es íntegro, Él es justo, es amor, es confiable. No hay variación en Él, es el Alfa y el Omega, el Principio, el Fin, el Autor y Consumador inmutable, eterno Dios. Él es Dios, puedes confiar en Él. Mantén tu avivamiento con la mente fija en su naturaleza, y nada te moverá.

(Verso 15) = Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.

(16) El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. (Aquí vemos cuando, las ruedas que mueven el trono pasan a ser el Espíritu que te mueve a ti. Una rueda sobre la tierra. Su rueda dentro de una rueda.)

(17) Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.

(18) Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.

Aquí estamos hablando de visión global. Las ruedas en la tierra. Las ruedas de Dios, en la tierra. El pacto de Dios con la tierra. Si tú quieres tener la presencia de Dios en tu vida, tienes que expandir tu visión. Dios es multi-generacional. Dios es un Dios universal. No es un Dios nacional. No es un Dios de una sola generación. No es tu Dios, es el Dios de todo el universo.

Tienes que tener visión global, tienes que tener hambre por la cosecha, tienes que tener sed por la gran siega, tienes que tener un espíritu evangelístico. Nunca te puedes cansar de alcanzar almas, ¡Tienes que tener visión global! Puedes ser profeta, puedes ser pastor, puedes ser ministro, puedes ser lo que sea, pero antes que nada, eres un evangelista del Señor, tienes que tener visión global.

Mentalidad de Reino. Eso significa que no estás pendiente de tus propios problemas; estás pendiente del Reino de Dios. Ya tus pertenencias son algo insignificante, tú perteneces a algo mayor. Estamos hablando de que toda tu agenda, toda tu vida, todo lo que tú eres, sea ahogado por lo que Dios está haciendo. Y que lo que tú eres, sea el resultado de tu labor dentro de ese plan.

Esa es la vida de un verdadero creyente. Dios no cabe dentro de tu familia. Es toda tu familia la que tiene que entrar dentro del propósito de Dios. Dios jamás se va a ajustar a tus circunstancias. Siempre que dios llega, rompe todo molde, y hace un odre nuevo.

Tenemos que salir de nuestra tierra, salir de nuestra parentela, nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestras tradiciones, y entrar en la ciudadanía de otra ciudad. No somos ciudadanos de Argentina, somos ciudadanos del cielo.

(Verso 21) = Cuando ellos andaban, andaban ellas, (Las ruedas), y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

Pero si un día Dios llama al león y hay un maullido de gato de respuesta, o llama al águila y escucha un piar de pollito, o llama al buey y le llega un balido de oveja, y finalmente llama al hombre y lo que oye son quejas, lamentos, excusas y necesidades insatisfechas, algo no está sucediendo convenientemente.

El Espíritu de Dios estaba en el cielo. Lo sopló dentro de Adán. Adán abortó el Espíritu de Dios. El Espíritu se fue al cielo. Durante todo el Antiguo Testamento, Dios está introduciendo un plan. Y cuando la gente se volvía un poco loca, el Espíritu de Jehová volvía sobre el hombre. No se quedaba con el hombre, porque no había redención; se venía sobre el hombre, corregía la situación y se volvía a ir.

Por eso los profetas decían: Y volvía el Espíritu de Jehová sobre de mí. Por eso hacían cosas locas, porque el Espíritu los potenciaba para hacerlas. Ojo, no los poseía, porque el Espíritu Santo no posee a nadie, sólo guía. La posesión puede ser producida por un espíritu, pero ten la seguridad que no es el Santo.

Luego, Emanuel, Espíritu sin medida sobre los hombres. Camina con Jesús por espacio de tres años y lo potencia para cumplir con la totalidad de su ministerio. Cristo llegó hasta la cruz y allí es donde el Espíritu lo abandona. Cristo siente un vacío y es donde exclama: ¡Padre! ¿Por qué me abandonas? Cristo fue engendrado del Espíritu de Dios.

Pero luego va hacia abajo y lo resucita en poder. Sigue con su cuerpo glorificado, llega hasta el cielo, deposita la sangre en el propiciatorio celestial. Y luego, cuando se va en su ascensión, lo derrama. Todo el Espíritu de los querubines, todo aquello que Dios tenía guardado arriba, lo derrama para los seres humanos y nunca ha vuelto a regresar.

Dios no hace nada por la carne, lo hace todo a través de su Espíritu. Sin embargo, lamentablemente, hoy ese Espíritu sigue enjaulado en la iglesia. Pregunto con total honestidad para una respuesta tuya en el mismo nivel: ¿Ves a Dios en el lugar donde te reúnes como iglesia? ¿Lo ves?

Si oyes la voz de Dios, escuchas que Él está diciendo: A mí me gusta saltar, pero ellos no saltan. Yo profetizo, pero ellos no declaran. Yo danzo, pero ellos dicen que la danza es satánica. Yo sano las enfermedades, pero ellos dependen de los médicos. Yo quiero salir a las calles, pero ellos se encierran en los templos. Yo quiero desatar a los cautivos de la tierra, pero esos cautivos no vienen a las iglesias porque no me ven allí.

(Ezequiel 1: 19) = Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.

(2) Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

Habla de humildad. ¡No pobreza!  Humildad. Y su visión: un pueblo que no tiene voluntad propia, y que sólo son movidos por la voluntad del Espíritu. Puede subirle sus propios deseos, pero dirá: no Señor, seas tú mi Sumo Sacerdote en todas mis decisiones. Un hombre verdaderamente libre, es alguien que sabe hacer pero que elige dejar que otro haga por él.

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mayo 10, 2018 Néstor Martínez