(Hebreos 5: 7) = Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
(8) Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió obediencia; (9) y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; (10) y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Recuerden; en él tenemos nuestro vivir, nuestra existencia, de modo que si el orden de la existencia de la nueva criatura, porque no son muchas nuevas criaturas, es una nueva criatura, es un nuevo hombre. ¿Cuántos hombres hay en la tierra?
Hay dos hombres. El primer hombre, Adán; el segundo hombre, Cristo. El primero, de la tierra; el segundo, del cielo. Eso está en 1 Corintios 15:45-52. ¿Lo recuerdas? Hay dos hombres en la tierra, multimiembro hombre. O todos viven en cristo, o todos mueren en Adán.
Babilonia es cuando la gente anda confundida entre los dos. Andan en la iglesia tratando de mejorar a Adán. Andan en la iglesia tratando de madurar al viejo hombre, a perfeccionarlo. Si eso fuera posible, entonces el sacrificio de Cristo sería nulo, estéril, inútil.
O sea: nosotros no podemos mejorarnos a nosotros mismos. La palabra ya nos dice quién de nosotros, con preocupación, podrá añadir a su estatura un codo. Nos da una analogía natural y práctica; una analogía de nuestro diario vivir.
La gente crece, todos los días, pero: ¿Cuántos de nosotros crecimos porque no nos gustaba ser pequeños? Es decir que la preocupación por tener poca estatura, no te añade estatura. Porque si así fuera, todos tendríamos la estatura que desearíamos. Tal vez seríamos todos altos, rubios y de ojos verdes.
Lo mismo es en la madurez del creyente. Nos está diciendo que la preocupación de tratar de madurar, no te madura. Luego te dice que consideres los lirios, que no trabajan, que no hacen nada, y sin embargo están revestidos de gloria.
Y es importante, porque el estado final de la casa de Dios, es de estar revestida de gloria. Sin embargo, el lirio no ha hecho nada para obtenerlo. Otra analogía. Hay ciertas cosas que están hechas, que tenemos que entender que son nuestras, y que sólo se manifiestan cuando podamos verlas como Dios dice que son.
Eso, para poder actuar en medio de las situaciones presentes, según verdaderamente somos y no según las circunstancias nos dicta. Cambiado el sacerdocio, tiene que haber un cambio de ley. La ley, generalizando lo que hemos aprendido, es un código de existencia, es un código de vida.
La ley no son diez mandamientos en un templo, la ley es lo que rige como se vive sobre la tierra. Cuando el sacerdocio cambia, todo lo que rige a ese sacerdocio, cambia también. Y esa gente que vivía en ese tiempo, vivía bajo ciertas leyes terrenales, supuestamente nosotros tenemos que vivir bajo otras.
Hay un éxodo que estamos observando, hoy. Están cruzando el Jordán porque allá se divisa mejor. Podríamos decir, entonces, que el intento de Dios de crear un nuevo sacerdocio, es para crear algo que somos, y no algo que hacemos.
La creación de Dios es construir un ser, no hacer que un ser haga algo. ¿Qué es un ministerio? Un ministerio son tus interacciones con la vida cotidiana. Eso es ministerio. La palabra ministrar, significa servir. Servimos a Dios con nuestra existencia en el medio ambiente. Cada cual según la capacidad que Dios le ha entregado.
Todos somos ministros competentes del Nuevo Pacto, dice la palabra. No me refiero a una posición eclesiástica. Dios creó al hombre para que él gobernara, siempre y cuando ese hombre fuera gobernado por Dios. Pero ese gobierno que el hombre iba a tener, no era una posición política, sino una naturaleza, donde el hombre tiene gobierno propio.
Dios tiene un propósito, y el propósito de Dios, es el destino del hombre. El destino es el fin, lo que llamamos el fin. El fin viene siendo una calidad o cualidad de existencia. O sea que nuestro propósito es el objetivo de Dios.
¿Cuánta gente se pasa toda una vida tratando de averiguar cuál será la voluntad de Dios para su vida? ¿Cuál será mi ministerio? ¿Qué es lo que yo tengo que hacer para Dios? ¡Vivir! Porque tu destino es tu propósito, y tu propósito es tu destino.
Y eso cambia de persona en persona. La iglesia, en su faz organizativa, hablando de estructuras eclesiásticas, en la mayor parte de su sentido, es idea del hombre. Repito: iglesia, en el vocabulario de Dios, es una calidad de existencia. Iglesia, en el vocabulario del hombre, es una organización.
Y la iglesia de Dios está dentro y fuera de la organización. Y no me refiero a una denominación, me refiero a la organización eclesiástica global. Es todo un conglomerado, que produce semillas, que pueden ser iglesias, pero también produce otras que son completamente anticristos.
La iglesia no es la inquisición; la iglesia, es aquel que está en Cristo, apropiando los principios del nuevo hombre. O sea que sí hay una iglesia dentro de una iglesia. Iglesia, la primera palabra, organización. Iglesia, la segunda palabra, aquellos que fueron llamados por Dios.
El Reino de Dios es más grande que la iglesia. Gracias a Dios por eso. Entonces el hombre crea una organización, para tratar de educar a la iglesia, para intentar madurarla. Pero sólo Dios te hace iglesia. Iglesia, eklessia, es aquel que es un cuerpo, es un organismo vivo en la tierra.
Es el nuevo hombre. Iglesia, la organización, son varias que pretenden instruir al nuevo hombre. Dios hace pactos con hombres, no con naciones ni organizaciones. A través de toda la Biblia tú puedes notar que Dios hace pacto con un hombre, no con alguna nación, o con algún credo; con un hombre.
No hace pactos con sistemas religiosos, hace pacto con el nuevo hombre. Escucha esto en tu espíritu, no en tu intelecto. La iglesia organizada, es producto de la caída del hombre. Porque en el comienzo, Dios y el hombre tenían una comunión inmediata y no necesitaban un mediador.
El hombre oía a Dios con claridad, no era raro oír a Dios. No hacía falta un profeta. No hacía falta ir el domingo a alguna parte para que alguien te instruyera. ¡Teníamos la ley! ¿Por qué? Porque el hombre cayó, y al caer, comienza a vivir de afuera hacia adentro, en vez de recibir de adentro hacia afuera.
Entonces, como recibe de afuera hacia adentro, hay que proveerle algo de afuera: la ley. Pues mira, esto es así, aquello es así y lo otro es así, contrólate por esto. El problema es que las vidas no fueron creadas para ser controladas por cajas, porque cada vida es diferente.
Sin embargo, sí hay ley; porque no existe la libertad sin ley. La libertad es producida por el entendimiento de los parámetros de una ley. Si no entiendes esos parámetros, no eres libre, porque entonces nunca sabes si estás bien o no.
Tiene que haber algo que marca aquello que está bien y lo que está mal. De ese modo tú puedes sentirte libre en tus acciones. Dios crea al hombre, pone gobierno en él. El hombre cae de ese gobierno, en desobediencia. El hombre crea una institución para ser instruido de afuera hacia adentro.
El problema que tenemos hoy, casi seis mil años después, es que honramos más a la organización que al Creador. Fue la razón por la cual la primera casa fue destruida por la venida de Cristo. Entonces el hombre forma una religión para justificar su inhabilidad para tener esa comunión que debía tener con Dios.
Él sentía que no podía complacer a Dios. Pero recuerda, quien cae mentalmente es el hombre. El hombre no cayó a ninguna parte. Dios andaba ahí en el huerto, pero era el hombre el que se andaba escondiendo, pensando que Dios ya no lo quería.
Entonces, la caída causa que vivamos en sensualismo. Y esa palabrita no es tan fea como suena. Sensualismo significa vivir por los cinco sentidos, no tiene nada que ver con el sexo, aunque lo incluye. Pero resulta ser que Dios quiere lo contrario, que vivamos de adentro hacia afuera.
Déjame volverte a contar la historia de la creación. Anota los siguientes proverbios. Número uno: El destino del hombre, es el propósito de Dios. Número dos: El diseño del hombre, es el intento de Dios. Número tres: La habilidad del hombre, es lo que Dios demanda. Sólo eso. Número cuatro: la naturaleza del hombre, es el requisito de Dios.
Yo creo que estos cuatro proverbios resumen la pregunta sin respuesta en todo el planeta tierra. ¿Qué hacemos aquí? El destino, es la finalidad, el objetivo, es la meta que Dios tiene. De manera que el destino del hombre, es la meta de Dios.
Y fíjate que yo creo que nosotros, en la iglesia, lo hemos pensado al revés. Siempre vamos donde está Dios y buscamos que nos diga qué es lo que nosotros tenemos que hacer para cumplir nuestro destino, cuando el propósito de Dios es tu destino.
O sea: tú jamás vas a ser mejor que cuando tú seas tú mismo. Y lo que hemos hecho en los círculos eclesiásticos, es tratar de cambiar a la gente. Realzamos lo que tú eres, porque cambiarte sería ir en contra de tu naturaleza. Cuando te quitan las garras la naturaleza pega un salto, sale y agárrate.
Y no eres Adán si estás en Cristo, porque Adán no existe. Ahora bien; si el propósito de Dios es el objetivo, entonces la razón al propósito es la creación del hombre. El propósito precede la creación, Dios tiene un objetivo, luego crea al hombre con cierta naturaleza, o sea con el requisito necesario, con ciertas habilidades, para luego Él demandarle esas habilidades, para que entonces cuando el hombre comience a migrar hacia lo que inevitablemente va a llegar a ser, Dios consigue su objetivo.
Yo quiero ampliar mi voz con esta grabación y la puesta en aire mediante la Web, y ese es mi propósito, primero. Luego, creo un micrófono, el hombre, y le doy una naturaleza apropiada para que amplíe la voz. Ese es el requisito.
Luego le doy la habilidad, todas las conexiones para que eso sea una realidad. Luego lo enciendo y demando de él sólo lo que él puede hacer. De manera que tu destino siempre cumple mi propósito. Porque te creé a ti para que cumplieras el propósito para el cual fuiste creado.
El propósito viene en dos dimensiones, está el individual y está el corporal. El propósito corporal se compone de cada cumplimiento del propósito individual. Por eso cuando se tropieza uno, se tropiezan dos o tres. Por eso es que hablamos de compromiso, de unidad y todas esas cosas que las organizaciones no suelen enseñar.
Pero es para que aquello que está en estado inerte, salga a relucir. Otra analogía: tú eres una semilla, la organización es una maceta que produce la tierra y el abono, y luego se siembra allí. Y si tú no te rebelas, la semilla produce lo que la semilla es.
El intento del creador es el destino de su creación. No tienes otra alternativa; se cumple. Claro, no es preocupándote que vas a crecer. ¿Quién de ustedes puede llegar a la estatura que Dios quiere si vive preocupado? Nadie. El hijo crece, porque en su cuerpo está todo lo necesario para que él crezca. Te digo más: crece durmiendo.
No es cuando está jugando al fútbol y corriendo que crece, es cuando se acuesta y descansa que crece. Por eso es que los niños pequeños tienen que dormir más. Y por eso los más ancianos tienen que dormir menos. Están las excepciones, pero mejor no encontrarlas.
Lo segundo que yo veo en Génesis 1, es que él dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen, para que tenga gobierno sobre la intemperie, parafraseando. Recuerda, hay un propósito general y otro específico. Uno que es corporativo y otro que es individual. Hagamos al hombre a nuestra imagen.
Recuerda que hagamos al hombre a nuestra imagen, en Génesis 1:28-28, es la maqueta de Dios. Quiere hacer un hombre. Pero él comienza a hacer ese hombre en Génesis 2, para que este hombre se convierta en lo que él tiene como destino para el hombre. Y lo cumplimos en Cristo.
Pero al hombre le dice: ¡Libera! ¡Gobierna la intemperie! Eso lo podemos ver en varias tipologías, pero te puedo dar como ejemplo a Abraham. Vemos que Dios hace una promesa a Abraham, y a su simiente. Luego usa a toda esa simiente, Israel, como una tipología, como una fotografía para nosotros.
Israel, en el Antiguo Testamento tipificaba la nación de Dios. Como nosotros hoy, como iglesia, tipificamos el pueblo de Dios. Israel tenía su gobierno, tenía su política; era reconocida como el centro de las naciones. Pero cada nación tenía su gobierno.
Tenían hasta sus partidos políticos, parafraseando en este siglo veintiuno. Tenían sus reyes, tenían sus leyes. Quien tenía la ley era Israel, no era Samaria; no eran los hebeos ni los jebuseos. Ellos tenían su gobierno y Dios tenía el suyo. Sin embargo, ellos eran gobierno entre las naciones.
Pero no era en lo literal, ellos no mandaban a nadie. Sin embargo, el mensaje del Reino, hoy, intenta poseer todas las posiciones de autoridad en la sociedad. ¿De dónde sacas el ejemplo? Eso me obliga a mí a entender que Israel, siendo gobierno de las naciones, sin ejercer gobierno político, nos habla de que es un gobierno diferente al cual Dios está exigiendo de nosotros.
Ellos eran reconocidos porque ellos tenían una sola forma de vivir en la tierra, mientras que los otros tenían varios dioses, varias creencias. Pero Israel tenía a Dios. Entonces, en su standard, estaba el gobierno de las naciones.
Y eso, aunque Israel se encontrara en una condición peor que la de afuera. Y Dios todavía estaba allí, no estaba con ellos. Cristo tuvo una oportunidad en Juan 6, en Juan 12. Lo vinieron a buscar para hacerlo rey, literal, ponerlo en el trono, pero Jesús se escondió, porque no era el propósito.
El propósito no era apoderarse de la tierra políticamente. No es un Reino político, es uno espiritual. Eso no significa que la si habilidad que el Creador puso en ti es de leyes y política, tú no puedas llegar a ser un buen político.
Pero eso es, repito, si tú tienes esa gracia y no porque nosotros queramos tomar una posición. ¿Me explico? El abogado, abogado y el político, político. ¿Qué estamos haciendo? Estamos definiendo nuestro propósito, para entender cómo actuar dentro de todas estas cosas.
Por eso es que él crea un nuevo hombre en la tierra. En Efesios 2: 14-15 lo vemos, cuando dice que derriba la pared de enemistad haciendo de ambos, un nuevo hombre. También lo vemos en 1 Corintios 15:45.
Ahora escucha lo que voy a decirte: si el propósito primero existe en la mente de Dios; ampliar la voz, amplificarla. Luego se construye el aparato. Entonces, dentro del aparato está la gracia necesaria para todas las audiencias, conferencias y estudios por la Web. Sean más fuertes o más débiles.
O sea: lo mismo funciona para quince que para cinco mil; nadie sabe cuántos habrá hoy de ese lado escuchándome. Dios lo sabe. Si hay interferencias o un poquito más de crisis, él funciona; él está equipado para eso. Si le encuentra las coordenadas correctas y las antenas están bien y todo está bien colocado; si aprendemos a lidiar desde el medio ambiente la habilidad necesaria para cada kairos que hoy día existen.
Porque primero dios tenía un propósito, y luego te creó a ti para cumplirlo; con todas las cualidades necesarias para hacerlo. Están ahí. Siempre y cuando, no seamos controlados desde afuera para adentro. Hay una gracia que reside en cada ser humano, que se extrae de acuerdo a la necesidad de cada kairos.
A veces es la situación la que desata esa habilidad, para que tú descubras que la tienes. Decimos con algo de humor, a veces, que uno no salta una cerca de dos metros de altura, a menos que no tenga un enorme perrazo persiguiéndonos y queriendo devorarnos. Allí te vas a dar cuenta lo alto que puedes saltar si necesitas hacerlo.
Mientras tanto, y si todo está controlado, ni se te ocurre saltar dos metros de altura. Te pones a pensar que ya no estás tan joven para hacerlo, que no tiene suficiente estado atlético, que no estás entrenado y todas esas excusas habituales.
Sin embargo, la gracia está allí, latente, y cuando llega la situación, hay una gracia para lidiar con ella. Claro, la forma en que eso se desata, puede violar tus conceptos, o puede salirse de la caja. Porque el hombre fue creado para vivir de adentro para afuera, y no con las cajas que el hombre creó para gobernarlo.
Ocurre que tenemos demasiados pre-conceptos. No sabemos ni de dónde vienen, pero ahí están. Entonces, a veces, las situaciones se apoderan de nuestras actitudes, y eso sucede porque no podemos ver más allá de la situación, porque todavía vivimos de afuera hacia adentro.
En eso reside la sabiduría apostólica. Lo apostólico se define como el diseño interno para construir de acuerdo a la realidad de Dios en cada estación en tu vida. Ver la infraestructura interna de cada situación, para construir de acuerdo con lo interno, y no con lo externo.
Salomón fue confrontado con dos mujeres y un niño. Su conclusión era: cortemos al niño. ¡Se salió de la caja! ¿Cómo se te ocurre cortar al niño por la mitad? Sin embargo lo expuso con decisión, y así pudo descubrir cuál era la verdadera madre. Eso era sabiduría apostólica. O sea: vio el diseño interno, y produjo la realidad que necesitaba en ese momento.
La próxima situación no la lidió de la misma forma. No es por patrones. Vemos en la Biblia cuando había que cruzar cuerpos de agua. En una ocasión Dios demandó que los sacerdotes se quitaran las sandalias y pisaran el agua. En otra ocasión, demandó que Eliseo le diera con el manto, ¿Entiendes?
En otra ocasión le dijo a Moisés que levantara la vara. Para un mismo problema, tres soluciones diferentes. Pero si tenemos una caja, te quedas con la vara levantada para cruzar el Jordán y la vara no funciona en el Jordán. Entonces dices: ¿Dónde está Dios?
¿Por qué a mí no me suceden las mismas cosas que le suceden a otros? Y ahí vamos con la vara, y si no funciona, bueno, ayunamos, y ahí nomás hacemos una conferencia sobre guerra espiritual y lo levantamos. Pero no es la vara.
Tenemos dentro de nosotros la habilidad para cruzar los medios ambientes con el gobierno inherente que reside en nosotros. Nuestros ojos tienen que enfocar, entonces, la demanda del tiempo. ¿Qué hace falta hoy? ¿Qué habilidad hace falta hoy para desarrollar lo que nosotros traemos adentro?
Recuerda: el destino es una calidad de existencia. Es más importante cómo actuamos nosotros dentro de la situación, que lo que realmente acontece con la situación. Ahí tenemos a Hebreos 11, donde dice que todos esos hombres obtuvieron buen testimonio. Y ninguno terminó.
Todos murieron sin obtener la promesa. Pero obtuvieron buen testimonio. Entonces Dios no está otorgando premios por logros. Esto es para que descanses, no para que no trabajes. El logro se consigue en el descanso. Porque es en Dios.
Claro que esto requiere un concepto distinto de la vida. Vamos a verlo. Un verdadero cambio es un ajuste interno. Si vamos a cambiar las leyes por las cuales nos regimos, entonces estamos hablando de ajustes internos. Que se traducen, eventualmente, en la forma en que vivimos y actuamos.
Las prioridades que tenemos, a qué nos sometemos. Son ajustes internos. Fíjate, el reino no es un mensaje que incluye o anula el rapto. No tiene nada que ver con el futuro. Ser profético no es tener la habilidad de profetizar, o de ministrar proféticamente en una iglesia.
Y ser apóstol no es una posición. Son gracias que Dios nos da para vivir adecuadamente en la sociedad. Y hasta que no aprendamos a usar lo que Dios nos da en toda nuestra vida, lo que hagamos en la iglesia no importa, en verdad; no importa nada.
Son dimensiones de Dios que determinan la estructura de tu vida. Y cómo tú te relacionas con los diferentes tiempos en los que vives. Es esa la forma en que tenemos que ver estas cosas. En 1 Samuel 10, otra porción de escritura bastante conocida.
(1 Samuel 10: 1) = Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?
(2) Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, los cuales te dirán: las asnas que habías ido a buscar se han hallado, tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo?
(3) Y luego que de allí sigas más adelante, y llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino; (Esto representa la muerte de Cristo. Es la muerte y el entendimiento de Cristo la que nos lleva a la plenitud que estamos buscando) (4) los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de mano de ellos. (Este es mi cuerpo, el que por ustedes es quebrado. Panes, la muerte)
(5) Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos, (Cuando cruzas el Jordán es cuando empieza la guerra. Dios nos promete que habrá crisis. Él dice: cuando venga la tribulación, cuando venga la aflicción. El siembra la semilla, él prepara todo, él decreta, él hace todo lo que tiene que hacer y después te dice: cuando venga la aflicción. No dice: “si viene”, dice cuando venga. ¡Sí viene! Cuando venga la aflicción, pues ten cuidado de esto y ten cuidado de aquello. Nota; aprende lo que es la muerte de Dios, te acercas al collado de Dios: los filisteos) y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, (Nota que entras a la ciudad e ignoras a los filisteos. Cuando llegues al collado, ahí están los filisteos, coma. Cuando entres a la ciudad, ¿Y los filisteos? Dios nunca dice que no puedes entrar. Porque él, antes de crear, acondicionó a la persona para llegar, y se sienta a descansar. Él no está preocupado; él sabe que tú terminas. Quien no lo sabe, eres tú. Por eso es que él puede profetizarte tu futuro; porque antes de hacerte, determinó que terminarías. Dios no comienza nada que no pueda terminar) y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando.
(6) Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.
Te voy a dar rápidamente algunos principios. Lo primero que quiero que veas es que hay un lugar más allá de tu presente. Hay un capítulo después del capítulo presente de tu vida. Eso nos está enseñando que de ninguna manera podemos estar anclados con el éxito presente.
Ahora bien; nota el orden de los sucesos en el ungimiento de Saúl, hasta que él es transformado en otro hombre. Él salió en busca de unas asnas. Propósito: buscar las asnas. En el camino es interrumpido por alguien que le dice: las asnas se encontraron.
¡Bueno! ¡Entonces ya mismo cambia tu propósito! ¡No! ¡Es que yo debo encontrar las asnas! ¡Es que ya las encontraron a las asnas! Ya tu papá no está preocupado por las asnas; ahora está preocupado por ti, porque todavía andas detrás de las asnas. ¡Y ya las encontraron!
El propósito cambió, pero tú seguiste el mismo rumbo. Andas buscando las asnas, pero ya las encontramos. Gente anclada en una cosa. Y que no se da cuenta cuando cambia la configuración del tiempo y demanda que se hagan ajustes.
…Es que Dios me prometió… ¡Encontraron las asnas! Ahora Dios está preocupado por tu jornada, no por las asnas. Porque en el momento en que tu jornada se desvió del propósito, estás mal, por mejor que sea tu intención.
Luego te encuentras con unos hombres que hablan de la alianza, y luego vemos la milicia espiritual. Pero vemos que todo este proceso en la vida de Saúl, es para que él sea mudado en otro hombre. Que en esta anécdota es tipificada en que él logra ser relativo con la gente que estaba al otro lado del monte.
Profetizará con ellos. Cuando él empezó, él no profetizaba. Pero cuando llegó, era un hombre relativo al lugar que llegó. Tú no puedes entrar a la próxima fase hasta que no te conviertes. Tú tienes que tener la naturaleza que se requiere para la próxima fase, para entrar en ella.
Vamos a decirlo más sencillo. Si no te gradúas de la escuela superior, o el bachillerato, no tienes lo necesario para entrar en la universidad. Tienes que tener ya el fundamento de la próxima fase. El cambio es ocasionado por el propósito de tener relatividad. Yo cambio para ser relativo, nadie cambia por cambiar.
Si soy relativo, no necesito cambiar. Si lo que estoy haciendo tiene vigencia, pues entonces vamos para adelante porque me parece que el objetivo anda por allá. Pero si ya dejó de ser, entonces… Mira; cuando el éxito presente no garantiza la demanda del futuro inmediato, el cambio es inevitable.
Pero mucho cuidado con esto: un cambio es un movimiento profundo interno, no es modificar el cómo hacemos las cosas por fuera. Un cambio es un ajuste de conceptos, que cambia la forma en que haces todo lo que tú tocas.
De hecho, en la iglesia, ¡Pero también en la vida! De manera que no nos podemos identificar con un mover o con otro mover; o con un mensaje o con otro mensaje. No se trata de eso, se trata de migrar constantemente.
Nota que Saúl fue mudado en otro hombre, no por un mover sobrenatural de Dios, sino por obediencia a la palabra. Samuel le dijo: mira, cuando llegues aquí te vas a encontrar con ese problema: ¡Cruza! Cuando llegues allá vas a ver eso; hazlo y continúa.
Y obedeciendo la palabra fue que fue mudado en otro hombre. No fue por un mover espectacular, sobrenatural y mágico. Mira Zacarías 10, mensaje antiguo para nosotros que lo hemos estudiado, vamos a ver unos principios allí.
(Zacarías 10: 1) = Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía, Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno.
(2) Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor.
(3) Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como su caballo de honor en la guerra.
De ovejas a caballos de honor. Este es el tipo de cambio que Dios está buscando. No es uno constante con las genéticas terrenales. Porque en lo literal, biológico y material, las ovejas nunca se convierten en caballos. No es un cambio tectónico, de la corteza terrestre, es un cambio espiritual.
No hay ninguna mutación probable para que una oveja se convierta en caballo. Pero así de drástico es el cambio que surge en nosotros, cuando en verdad queremos presenciar, recibir y aceptar verdaderas visitas de Dios.
Dios dice: “Y bueno, parece que la organización no lo puede hacer porque hay sueños vanos; hay terafines mentirosos, así que no me queda otra que ir yo mismo a visitar al pueblo. Y no los voy a despatarrar en temblores o risas, sólo va a haber una mutación interna extraña.”
Y si hacemos un estudio de las características de una oveja, y las comparamos con las características de un caballo de honor, estamos hablando de cobardes transformados en valientes. De gente básicamente inútil convertida en alguien que encara hacia adelante y jamás retrocede.
Alguien que cuando ve la lanza, en lugar de huir o tratar de evadirla, corre hacia ella. Cuando una oveja se cae, no se puede parar. El caballo de honor si tiene que morir, muere de pie. O sea que estamos hablando de unos cambios internos que son producidos cuando estamos viendo en la palabra, lo correcto.
Cuando a todo lo vemos como un lindo mensaje, como una tremenda revelación, entonces me temo que no entendiste nada. Porque la revelación trae dolor. Si tú aplaudes al predicador, el predicador dijo lo que tú deseabas oír, que no siempre coincide con lo que Dios tiene para decirte.
Si el predicador viene y te dice lo que Dios le manda decir, lo más probable es que tú termines el día deseando comerte al predicador a la parrilla, a la manera del asado de vaca argentina. La revelación duele porque exige cambio. Y si no produce cambio no sirve.
Porque el mensaje no es para gozar, el mensaje es para poner por obra. O no es mensaje, es discurso. Y créeme que el mundo siempre tuvo, tiene y tendrá mucho mejor mensaje que la iglesia. Pero no la verdad. La iglesia tiene la verdad. Y la verdad no acaricia, la verdad duele.