Cuando cualquiera de nosotros, pretendidos y hasta pretenciosos ministros del Señor, nos quejamos de alguna pequeña o mediana adversidad para llevar adelante nuestra tarea, seguramente habrá más de uno que se sonreirá con cierta compasión, sólo por recordar lo que fue en adversidades máximas y límites el ministerio de Jesús en la tierra. Cualquier coyuntura que nosotros debamos soportar en este tiempo, es apenas una mínima molécula comparado con lo que Él vivió en el suyo. Sin ir demasiado lejos, esa mañana en que los fariseos le otorgaron permiso para leer el rollo en la sinagoga. Sabemos que ese permiso no le fue dado por ser quien decía ser, ni por hacer las cosas que venía haciendo. Ese permiso fue la consecuencia de que José, su padre terrenal, era parte de los importantes de la sinagoga, que es lo mismo que decir que era uno de los que aportaba más dinero para la obra. Una autorización de lectura sagrada para su hijo, era lo mínimo que esos antiguos pastores podían otorgar a uno de los diezmos más voluminosos de la congregación. Cualquier semejanza…
El problema surgió cuando, después de leer ese famoso texto de Isaías, con total y absoluta tranquilidad miró a su platea y les dijo con naturalidad que, en ese momento, se estaba cumpliendo delante de sus narices esa palabra que terminaba de leer. Lucas relata que todos los asistentes daban buen testimonio de Él, pero que tampoco eso era sinónimo de que creyeran en lo que les había dicho con alta profundidad espiritual. De otro modo no se hubieran preguntado unos a otros que cómo podía decir eso si sólo era el hijo de José, al que todos conocían por lo que antes te mencioné. Eso, lo veamos con claridad o no, es muy similar y con el mismo contenido espiritual a un hoy, donde sólo parecerían tener consenso y recepción, cualquier cosa que digan los más renombrados hombres de Dios. Si en una situación parecida saliera un simple hombre al que todos conocen, pero no valoran demasiado en sus credenciales, y dijera algo parecido a lo que Él dijo, no creo que sería aplaudido, más bien todo lo contrario. De allí parte una respuesta con innumerables perlas cultivadas que Él les entrega.
Lucas 4: 24 = Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. (25) Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; (26) pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. (27) Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. (28) Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; (29) y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. (30) Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.
No sé en cuantas ocasiones habrás leído este pasaje. Yo, creo que no menos de treinta o cuarenta. Y si te tengo que ser absolutamente sincero, hasta hoy nunca me dijo nada más que lo que literalmente se observa y que tiene que ver con una época, un lugar y un episodio, aparentemente, sin mayores repercusiones espirituales. Poca cosa es el hombre que cree saber mucho cuando no tiene revelación del Espíritu Santo. Horrible cosa es predicar sobre la unción del Espíritu Santo sin estar ungido por el Espíritu Santo. Yo he visto eso. Supongo que alguno de ustedes también. A mí me enseñó, al menos, a ser muy cuidadoso y respetuoso de esa calidad de unción y no lanzarme a ciegas como carga de caballería antigua, sin antes tomar todos los recaudos posibles para no confundir y, como consecuencia de ese respeto y cuidado, lograr que el Señor bendiga a través de lo que sale de mi boca.
Si accedes a cualquiera de los muy buenos diccionarios bíblicos que moran en la web, podrás conocer con puntos y señales todos los pormenores históricos a los que se alude en este texto. Si tienes que rendir un examen relacionado con una carrera en teología, lo que hayas leído te será útil y te ayudará a aprobar con buenas calificaciones. Si deseas dar un mensaje, un sermón o predicación de las consideradas de alto nivel, también podrás acudir a esa información y con ella enriquecerás tu alocución y recibirás buen reconocimiento por eso. Pero si lo que buscas, persigues y deseas con anhelo es bendecir al pueblo de Dios y al mismo tiempo bendecir tu vida, entonces me temo que lo que encuentres en concordancias, comentarios y estudios sistemáticos, no será suficiente y sentirás un raro vacío en tu interior profundo. Muy parecido al que muchos de nosotros solíamos experimentar cuando finalizaba un culto, reunión o servicio al que habíamos asistido esperando recibir bendición y alimento.
¿Eso significa, entonces, que debo improvisar y esperar que una de esas improvisaciones traiga algo que no sólo impacte a quien te escucha, sino que además lo alimente y lo bendiga? No siempre. Es verdad que los primeros mensajes cristianos eran improvisados, pero de ninguna manera faltos de unción, de poder o de enseñanza con autoridad. Sin irnos por las ramas, mira como empieza este pasaje que hemos leído: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. ¿Cuántas veces escuchaste decir esto? Supongo que muchas, al igual que yo. Es más, dando por cierta la enseñanza en cuanto a que esto se refiere a que ningún profeta era aceptado por la gente de su lugar de residencia, hasta he llegado a identificarlo con algo propio. He predicado el evangelio en una enorme cantidad de lugares de mi país, pero con una muy singular excepción: la pequeña población en donde nací y crecí. Allí jamás pude hablar de mi Dios y de mi fe. Había en mi país un refrán que ya dejó de utilizarse, pero que tenía que ver con esto. Decía textualmente: “¿Cómo va a ser un genio si vive al lado de mi casa?”
Y si lo quieres confirmar con otras escrituras, hay tres que pertenecen a los restantes evangelios. Mateo 13:57 = Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Con una dosis de ironía, hoy dirían: “¡Ay! ¿Se escandalizaban esos santos varones religiosos, de ese don nadie pretendiendo ser profeta? Marcos 6:4 = Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Tal cual; todos los que me están oyendo o leyendo que hayan intentado llevar la palabra de Dios a sus familiares, calculo que estarán coincidiendo con esto. Juan 4:44 = Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra. Hermano…¿Te desgañitas gritando verdades divinas, sintiéndote por momentos como aquella voz que clama en el desierto? Consuélate, Jesús fue el primer testimonio de ello. ¿Esto es todo? No. Porque la palabra nos dice que ella tiene hechos, obras y también símbolos. Y si me lo permites, te dejaré un símbolo sobre este texto que no tiene nada que ver con lo enseñado, aunque no sería ni descabellado n blasfemo añadirlo.
Profétes es la palabra griega de la cual nosotros traducimos profeta. Lejos de significar una especie de adivino o anunciador de cosas futuras, su significado más preciso es el de Vocero. Un vocero era un heraldo que se limitaba a difundir públicamente lo que su Rey le había ordenado decir. Jamás un vocero podría decir algo por cuenta propia, o inventar algo para agradar o entretener. Eso sería un hipócrita, un actor, alguien que recita algo que no le pertenece y lo actúa como si fuera propio. Un vocero de un presidente de un país, dirá al público lo que el presidente le ha ordenado decir, no lo que a él le pueda parecer bonito. Por otro lado, la palabra tierra es traducida del término patrís, y significa eso, tierra. Una pregunta: ¿Recuerdas de qué fue formado el hombre? Correcto. Del polvo de la tierra. Tierra y agua, es decir, barro, conformaron al ser humano, que solo fue alma viviente cuando Dios sopló en su nariz, aliento de vida. Sin ese Espíritu, es solo tierra, o sea, carne. ¿Me aceptas una paráfrasis del verso 24? De cierto te digo, ningún vocero es aceptado cuando lo que dice viene de su propia carne. Esto vendría a ser la diferencia entre nadar en una superficie acuática a incursionar en caza submarina. Escudriñar, a veces, es sumergirse.
Si tienes coincidencia o paz para tomarlo, tómalo. Si no lo tienes, déjalo y espera dirección más clara. De hecho, esto jamás tendría la intencionalidad de construir doctrina, sino apenas añadir armas y alarmas para tu vida cotidiana de fe. De hecho, en cada revelación del Espíritu, siempre hay un encontronazo doctrinal, pero nunca te olvides que mientras una revelación emana dl cielo, una doctrina sólo lo hace desde el escritorio de un hombre, o una junta de notables de ellos. Tú, eliges lo que quieres creer. De todos modos, no le hace, Dios no suspenderá su plan por causa de tu decisión. Sólo formarás parte activa de algo o te quedarás al margen. Lo que luego dice Jesús, suena a más incomprensible, todavía: Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Si eres un lector literalista o de interés intelectual de la Biblia, estás en un problema. Estas palabras de Jesús no te dicen nada y tampoco te suenan a una enseñanza sobre algo. Eso, a menos que cumplas con el mandamiento de escudriñar. Allí, probablemente comenzarán a aparecer pistas que habrán de llevarte a algo de otro nivel.
Comencemos por las viudas. Tú sabes muy bien que cada vez que tu Biblia dice mujer, en términos espirituales, está diciendo iglesia. Hay dos tipos de iglesias. Las que están en matrimonio con el Esposo eterno, y las que funcionan como viudas, esto es, sin tener en cuenta a ese Esposo, que es Cristo, que por algún muy buen motivo, no está con ellas. Jesús les dice que en Israel había muchas viudas, que es como si hoy le estuviera diciendo a la iglesia, de la cual Israel es tipología, que existen muchas que operan sin el Esposo, que se mueven y actúan como cuerpos sin su cabeza. Y les dice que, a ninguna, (Escucha bien, A NINGUNA) de ellas fue enviado Elías. Independientemente de la persona de Elías en su tiempo, su nombre significa “Mi Dios es Jehová”, lo que equivale a determinar que a ninguna de esas iglesias viudas ha sido enviado el representante de mi Dios, el que llamaban Jehová. Ese representante, obviamente, hoy, es Jesús el Cristo. Sólo se movió esa persona en dirección a una viuda que vivía en Sarepta de Sidón.
Sarepta era una población fenicia que ‘pertenecía a’ Sidón o, al parecer, dependía de ella en los días de Elías. Una viuda pobre de esta ciudad mostró hospitalidad a Elías, por lo que milagrosamente su harina y aceite no se acabaron durante un tiempo de gran hambre. El profeta también levantó a su hijo de la muerte por el poder de Dios. Esta es, grandes rasgos, una historia más de las muchas que nuestras biblias reproducen, y que cuando no las entendemos más allá de lo histórico, pasamos a otra cosa como si nunca las hubiéramos leído. Sólo un problema: Dios jamás incluiría en su palabra algo que no tenga un significado a aprender. Así es que vamos a ver el texto de 1 Reyes 17:8-24 donde esta historia se relata. Como acotación de validez no menor, habría que añadir que Sarepta es, posiblemente, el derivado o producto de una raíz que significa: “refinar”. Esto es: hacer más fina o más pura una sustancia o materia, eliminando impurezas y mezclas. Pregunto: ¿Podría hacerse que una iglesia de un determinado lugar, que no está pasando por su mejor momento, se refine y decida operar sin impurezas ni mezclas? Yo ya tengo mi respuesta, a ti te dejo la tuya.
Lo que se nos dice en 1 Reyes, es que Dios le ordenó a Elías que fuera a Sarepta de Sidón, para encontrarse con una viuda para que lo sustente. Este prototipo de Cristo va a un lugar donde hay una iglesia que, según dice Dios Padre, habrá de alimentarlo. Cuando llega al lugar, encuentra a la mujer en cuestión, que justamente estaba allí recogiendo leña. ¿Qué hace el enviado? Le pide agua para beber. La primera pregunta, es: ¿Para que es habitual recoger leña en lugares apartados de la ciudad? Seguramente para encender fuego. ¿Qué cosa es el fuego desde los símbolos espirituales? Purificación, poder manifiesto. Espíritu Santo. ¿Qué significado tiene que Cristo le haya pedido agua a esa viuda? Que le ha manifestado su necesidad de saber si ella tiene vida abundante, de salvación, que es lo que el agua simboliza, o si sólo se dedica a menesteres religiosos sin contenido, huecos. Ella obedece y Él, suponemos que mientras bebe esa agua, señal de su pureza y potabilidad, reitera el pedido, pero esta vez de pan. Alimento que sea tan puro como el agua que ha recibido y bebido.
Es allí donde ella le responde que no, que no tiene pan cocido, apenas un puñado de harina en una tinaja y algo de aceite en una vasija. Y que lo guardaba para comer algo ella y su hijo, mientras con total fatalismo esperan la muerte. ¿Qué es lo que esa iglesia le reconoce a Cristo? Que no cuenta con alimento preparado y nutritivo. Que sólo posee algunos de los rudimentos, pero no el pan de vida propiamente dicho. Y que apenas le queda algo de unción con la que espera sostenerse ella y de quienes de ella dependen, aunque sabe que no será por mucho tiempo. Irremediablemente, en esa situación, lo único que les resta esperar es morir espiritualmente. El enviado del cielo les dice que no, que no tengan miedo, que él no los va a dejar morir, pero que primeramente le den de comer a él y luego se ocupen de ellos mismos. ¿Verdad que suena duro y hasta casi poco empático eso? Si lo remites a una historia literal, tal vez. Pero si lo tomas desde lo simbólico o tipológico, toma otra forma. Lo que Cristo dice, (TE DICE), tal vez hoy mismo es que, si primeramente lo buscas a Él y lo honras con lo poco que tienes, Él se encargará de alimentarte en todas las esferas de tu vida para siempre.
El Ya hemos estado viendo que el texto de 1 Timoteo 5, no está hablando de viudas convencionales de aquellos tiempos o estos. Está hablando de una viuda llamada iglesia, que lo es en tanto y en cuanto el esposo no retorne a buscarla como novia sin mancha ni arruga. Y dice que ellas deben aguardarlo orando y suplicando con plena confianza en Dios y no entregándose a placeres mundanos vestidos de ropaje religioso. Y añade que les sugiere eso para que se conserven intachables, un rótulo que hoy por hoy es bastante difícil de hallar en nuestras congregaciones. Pero dice algo más y muy importante: deben proveer para los de su propia casa. ¿Qué cosa deberían proveer? Alimento espiritual, Palabra genuina sin contaminaciones denominacionales. ¿Y si no lo hacen? Serán consideradas por Dios como gente que ha negado la fe y son peores que los incrédulos que van al infierno. ¡Dios! ¿Está seguro, hermano? Claro que no, nadie lo estaría. Pero… ¿Y si es verdad?
El texto del verso 14 de 1 Reyes 17 dice así: Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. En lo superficial, una suerte de profecía sobre milagros, ¿Verdad? Profecía, si. Milagros, si quieres, también. Pero no sobre un puñado de harina que se multiplicará ni unas gotas de aceite que se convertirán en litros. De lo que lisa y llanamente le habla a esa iglesia sin esposo, es que su alimento comenzará a crecer porque la unción se sostendrá sobre él. No es poca cosa esta, teniendo en cuenta que Sarepta de Sidón era un lugar predominantemente gentil. Una tipología perfecta de lo que ocurre cuando el evangelio no es aceptado tal cual es por la cristiandad nominal y religiosa, y pasa a ser patrimonio de todos aquellos que, hasta hace unos minutos, habían sido marginados de sus ambientes. El Señor estará siempre junto a los que lo aman y creen en Él. Nada que ver con ritos ni con credenciales. Esta historia finaliza con esta iglesia obedeciendo lo que el enviado le dice y viendo con ojos maravillados como su alimento y su unción se multiplicaban diariamente. Aunque, así y todo, todavía no pudo creer con sinceridad.
Tuvo que enfermarse media congregación y acudir al Cristo para que éste los sanara simplemente tomándolos en su regazo resucitándolos. ¿Cómo resucitándolos si sólo estaban enfermos? Una enfermedad física, es motivo de cura y sanidad o muerte. Pero una enfermedad espiritual, es muerte directa. Aunque al tratarse de gentiles, ya estaban muertos en Cristo antes de salir a verlo, porque todavía vivían en Adán. Esa iglesia fue restaurada, tuvo alimento genuino y unción del Espíritu Santo para todo su movimiento. Fue recién en ese momento en que esa iglesia pudo conocer que Cristo era realmente el varón enviado por Dios que lo que estaba diciendo, era la más pura verdad, aunque no coincidiera con lo que le habían enseñado anteriormente. Santiago, en el quinto capítulo de su carta, habla de esto y reflota la épica de Elías cuando posibilitó algo que no se veía todos los días por esa zona. Dice en los versos 17 y 18: Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. Igual a ti o a mí, sujetos a todo lo carnal que pueda haber sobre esta tierra, pero con la autoridad que viene por obediencia y la fe que llega por pedirla, para orar y desatar bendición sobre nuestro pueblo, que eso es la lluvia bíblica.
Luego dice Lucas: Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Eliseo es otro enviado, otro tiempo de tipología, otro nivel de milagro. Naamán tenía lepra, y aunque los sirios no exigían que los leprosos se mantuvieran aislados, como requería la ley de Jehová en Israel, sin duda sería una noticia muy agradable saber que podía curarse de esa repugnante enfermedad. Esta noticia llegó a través de la muchacha israelita que era esclava de su esposa. Ella le habló acerca de un profeta de Samaria que podía curarlo de la lepra. Naamán partió inmediatamente para Samaria con una carta de presentación de Ben-hadad II. Sin embargo, el rey israelita Jehoram lo recibió con frialdad y sospecha y lo envió a Eliseo. Este no lo recibió personalmente, sino que a través de su siervo le dijo que se bañara siete veces en el río Jordán. Herido en su orgullo, y al parecer pensando que se le había enviado de un lugar a otro sin cumplidos y además sin resultados, se marchó enfurecido. Si sus sirvientes no le hubieran hecho ver lo razonables que eran las instrucciones que había recibido, hubiera vuelto a su país aún leproso. Pero al final se bañó siete veces en el Jordán y quedó limpio milagrosamente. Naamán fue el único leproso curado mediante Eliseo. La lepra, que es una patología científicamente probada es, sin embargo, en la simbología bíblica, representación del pecado.
Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Hasta allí les llegó a los religiosos de aquel tiempo el respeto y la honra para su amigo José. Con el papá todo bien, pero al hijo no le podían permitir que los ninguneara de ese modo y, mucho menos, que les dictara cátedra de cómo funciona y opera una verdadera iglesia del Señor y no ese engendro de intercambio de mercadería en el que habían transformado a la sinagoga. Es decir: vas tú, que ya sabes como son las cosas en el mundo religioso, tienes la ocasión de pararte frente a ellos que han aceptado permitirte decir algo, aprovechas ese tiempo y espacio y le dices en el rostro todas las verdades que incluso ellos mismos saben más que bien, ¿Y cual es su reacción? La misma de la clase religiosa de nuestro tiempo: se llenan de ira. Se ponen de pie abruptamente con rostro desfigurado por el furor homicida y lo sacan a empujones con la idea de llevarlo a la cima del monte cercano para darle un pequeño empujón de ayuda y hacerlo trizas contra el suelo. ¿Y todo por qué? Porque les terminó de mostrar con todas las luces encendidas la calidad, cualidad y cantidad de sus corrupciones. ¿Y como reacciona un corrupto que siente que ha sido descubierto? ¡Enojándose al punto de querer cometer un santo asesinato! Se olvidaron que era el Hijo de Dios hecho persona. Él se los mostró.
Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue. No hay nada que hacerle. Jesús era Jesús y yo soy Néstor. Me hubiera sucedido algo parecido y seguramente todavía andaría a los empellones y puñetazos con todos los señores vestidos con túnicas negras. De hecho, me hubieran desbarrancado igual, eran muchos. ¿Qué hizo Jesús? Ni los registró; simplemente pasó por en medio de ellos, como si fuera una pasarela del éxito, nadie pudo reaccionar, probablemente ni siquiera se dieron cuenta y simplemente, se les fue. No escapándose, cuidado, simplemente alejándose. Cómo lo hizo, no me preguntes. Ciento por ciento sobrenatural, estoy seguro. ¿Por qué lo digo? Porque no fue la única vez que lo hizo. Juan 8:59 = Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue. Juan 10:39 = Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos. Jesús nunca fue físicamente violento. Salvo cuando les desparramó la mesa a los cambistas, siempre fue sereno y pacífico. Pero con una autoridad que ninguno pudo desafiar. Tengo una buena nueva para ti: ¡Tienes su misma autoridad! ¡Úsala!