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Encendiendo Ese Fuego Consumidor

Quiero creer que todos nosotros, de una u otra manera, con apoyo de teólogos o sin más guía que la del Espíritu Santo, alguna vez hemos leído el famoso capítulo 11 de la carta a los Hebreos. Un capítulo completo que ha sido rotulado como el capítulo de la fe. Un texto que no por conocido deja de estar en cierto misterio y oscuridad en algunos de sus conceptos. Como lo es, por ejemplo, el de su primer verso, el que resume y sintetiza de alguna manera qué cosa es la fe. Certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve, nos dice. Para los defensores del literalismo bíblico y la racionalidad para con sus textos, una verdadera fiesta. Certeza, seguridad de algo que estás esperando y absoluta convicción de lo que todavía no estás viendo. Fe. Es imposible razonar eso.

Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Sara, Esaú, José, Moisés, la ramera Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y todos los profetas, desfilan por ese texto que deshila, contagia e inspira fe en todas sus letras. Cada uno de ellos con su historia de fe, pero también de valentía, de batalla, de hechos. Sin embargo, a mí siempre me impactó y lo sigue haciendo, que entre esos hombres adalides de la fe, se encuentre Enoc. Fue el único humano que, se nos relata, no conoció la muerte, ya que Dios decidió traspasarlo de esta dimensión terrenal a la suya, la espiritual, sin pasar por degradación de su cuerpo. Porque mi primer pensamiento cuando leí esto, fue: ¿Y qué cosa tremenda hizo este hombre para merecer tamaño premio? Nada. No hizo absolutamente nada que la Biblia relate como hecho crucial. Sólo tuvo alta fe y alta intimidad con Dios. Nada más. O nada menos. Algo no estamos entendiendo bien, me parece, ¿No?

El caso es que, con todo esto en mente, me puse a leer una vez más el capítulo siguiente al 11. El 12 de Hebreos del que muy pocos hablan o predican. Porque en una primera lectura, les suena como a algo que es muy sabido y que no parecería necesario reiterar. Sin embargo…la Palabra de Dios siempre tiene o tendrá algo para enseñarnos. Aunque tengamos doctorados o master en teología, siempre seremos ignorantes de lo que el Espíritu está revelando hoy y ahora. Porque si así no fuera, la Biblia diría que debemos andar en la carne y seguir la guía de la teología. Pero me temo que no dice eso, sino que andemos en el espíritu y sigamos la guía del Espíritu Santo. Hebreos 12. Mira el primer verso. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

No sé tú, pero yo puedo quedarme a vivir en este texto parcial con todo lo que su contenido encierra. Porque de entrada me dice teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, y en principio, a fueros de ser sincero, no sé de qué testigos me está hablando. Porque si el autor está refiriéndose a estos antiguos campeones de la fe del capítulo anterior, como entusiasmados espectadores desde el cielo para con nuestros devenires en Cristo, creo que estamos ante un misterio mucho más grande que la fe misma. Comencemos por aclarar que la palabra griega que se traducía como nube, indicaba necesariamente un grupo grande, y no sería incoherente interpretar que también debería incluir a todos los hombres y mujeres que, viviendo en el espíritu, cimentaron una fe sólida y sin mancha.

De todos modos, si nos detenemos un momento en lo que Pablo escribe a los Efesios en el capítulo 3 y versos 10 y 11 de su carta, vemos que expresa: para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor Y eso a mí me indica que también estamos bajo observación muy atenta de los ángeles, y que al mismo tiempo, el mundo secular no se pierde detalle de lo que es nuestra forma y calidad de fe, y cuanto tiene que ver eso con nuestra conducta diaria. Esos también podrían ser parte de esa grande nube de testigos, del mismo modo que, en un enorme estadio de fútbol, miles y miles de espectadores presencian un cotejo entre los equipos de su simpatía.

Esa interpretación que dejaría ver a esos héroes de la fe del pasado siendo privilegiados espectadores de las inclemencias que cada uno de nosotros vive para ejercitar la fe, hoy, ha determinado que no pocos lleguen a suponer que la gente, en el cielo, luego de su muerte física, puede observar tranquilamente todo lo que sucede en la tierra. Es más que obvio que este pasaje podría llegar a sugerir algo así, pero también es notorio que no alcanza de ninguna manera para dar por probado que eso sea posible. ¿Por qué digo esto último? No es ninguna revelación ni novedad, es muy simple de entender. Si el cielo es ese lugar donde todos los creyentes pensamos que se está siempre feliz y sin preocupaciones de ninguna clase, hay que pensar que es muy difícil que algunas personas pudieran ser felices en ese cielo si pasan su tiempo observando las crisis y tribulaciones que nosotros experimentamos en la tierra.

Otros eruditos consideran que estos testigos de los que aquí se habla, no son testigos respecto a cómo nos conducimos en nuestras vidas de fe, sino que son testigos, pero a modo de testimonio. Ese testimonio debería recalar hondo en cada uno de nosotros y darnos la inspiración, la instrucción y la hoja de ruta para una vida de fe auténtica y perseverancia en ella. Lo que intento decir es que tienen un espíritu de mártires, que es la antigua palabra griega que se traducía como testigos. Y, tanto los griegos como los latinos, a menudo usan el término nube para expresar un gran número de personas o cosas. Yo respeto todas y cada una de estas opiniones de los más afamados teólogos, pero tengo certeza interna que todo está muy por encima de lo que imaginamos. Sólo un detalle: esa palabra traducida como nube, es la misma que luego veremos cuando se nos dice que el Señor retornará en una nube…

Luego dice Despojémonos de todo peso y del pecado. Creo que no invento nada si te digo que cualquier forma de pecado será un duro obstáculo para que avancemos, eso creo que a nadie se le escapa. Sin embargo, existen otras cosas que no son precisamente pecado, y que aquí se las describe como todo peso, sino simples estorbos que pueden impedir que sigamos compitiendo con potencia en la carrera que Dios tiene para nosotros. Porque nuestras decisiones no siempre son entre lo que es correcto o incorrecto, sino más bien entre lo que puede estorbarnos o no. De allí que cabe la pregunta que debo dejarte para tu reflexión: ¿Existe hoy algún peso en tu vida del cual necesites despojarte? Si solucionas eso, puedes pasar a lo que sigue. Porque dice que es por el pecado que nos asedia.

Y fíjate que la palabra asedia, es la traducción de una palabra griega antigua muy difícil de pronunciar: eupeirstaton, que puede ser traducida nada menos que de cuatro maneras diferentes. Fácil de Evitar, Admirado, Asediar o Peligroso. El consejo, entonces, es que nos despojemos de todos estos vericuetos de un mismo color, el pecado. De hecho, algunos pecados podrían ser fácilmente evitados, pero no lo son. Otros, son admirados, pero en realidad deberían ser evadidos. Algunos pecados es verdad que nos asedian, y son especialmente dañinos en todo. Y, finalmente, hay pecados que son mucho más peligrosos que otros. Conclusión: Si estos pecados que nos asedian fueran el resultado de una posesión demoníaca, ¿No sería este el mejor momento para que el Espíritu Santo tratara el tema?

De todos modos, y esto no es algo menor, nunca se nos da una razón contundente por la cual podamos culpar a los demonios de nuestro pecado. El llamado, en todo caso, es simplemente para que, en el poder del Espíritu Santo, nos despojemos de todo peso y del pecado que nos asedia. Así de claro, simple y preciso. No es un curso de demonología, es un llamado a cuidarse de nuestra carnalidad. Como si alguien se asomara entre las nubes y te dijera: ¡Después no salgas a decir que nadie te avisó! Y, por último, en ese primer renglón tan fructífero, se nos dice que corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Y esto no es un simple palabrerío para llenar un hueco literario, esto es clave. Porque si algo necesitamos para terminar victoriosamente lo que hemos comenzado en Cristo Jesús, ese algo es justamente, paciencia.

A ver, que nos quede bien claro para conocer una faceta más de nuestro amado Pablo. Él está con nosotros justo en el punto de partida de esta carrera que nosotros somos los que debemos correr. Sin embargo, con su tremendo corazón a cielo abierto, fíjate que no te dice que corras tu carrera con paciencia, sino que dice corramos. Eso habla no sólo de apoyo y respaldo, sino de empatía espiritual, algo que hoy es tremendamente difícil de encontrar. Sabemos que, con distintos matices, Dios ha puesto ante cada uno de nosotros una carrera que inexorablemente debemos correr. Eso va a requerir no solamente esfuerzo, sino también compromiso. Ser pasivo jamás te hará ganador de nada. Dios quiere que compitas con lo mejor que tengas y que llegues a la meta si es posible, como más que vencedor.

Te lo dije antes y ahora voy a confirmártelo. La paciencia es necesaria para correr esa carrera. Paciencia traduce la palabra del griego antiguo hupomone, Este término no habla de esa paciencia que se sienta y acepta las cosas, sino de la que, con serenidad y certeza, domina las cosas. Es una determinación, que no te empuja a apresurarte en algo, sino no retrasarte y avanzar firmemente, negándote a ser desviado. De hecho, en ese capítulo 20 del libro de Hechos, Pablo se ve a sí mismo como a un corredor que tiene una carrera por terminar. Y no sólo eso, sino que es evidente que nada ni nadie podría impedir que él la termine con gozo. Pablo habla de mi carrera, lo que nos lleva a entender que mientras él tenía su propia carrera por disputar, nosotros tenemos la nuestra.

Verso 2 = puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Esto me dice a mí y te dice a ti que nos es posible correr esa carrera y tener éxito, siempre y cuanto nuestros ojos estén puestos en Jesús y no en otras cosas tentadoras que el mundo secular nos ofrece. (3)  Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Esto te enseña que aun en las peores dificultades, considerando a Jesús, puedes ser animado en lugar de caer en desánimo, sabiendo que estamos siguiendo sus pasos. Así lo definió Pablo en Romanos 8:17 cuando dice: Si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

¿Alguna vez te detuviste a pensar en el grado y nivel de hostilidad que recibió Jesús por parte de los pecadores? Cuando iba a la sinagoga, como judío que era, ¡había gente que quería matarlo! De hecho, los líderes de allí siempre intentaron atraparlo y avergonzarlo. Además, mintieron acerca de Él, diciendo que era un borracho y un glotón. Por si esto fuera poco, fue traicionado por uno de sus propios discípulos. Muchos se burlaron de Él y, cuando pudieron, lo golpearon. Y para completar su panorama de Hijo de Dios en la tierra, su propia gente, esa a la que Él había sanado, liberado y hasta dado de comer, en el momento de la opción, decidió quedarse con un subversivo y gritó a Pilatos que lo crucificara.

Dijo alguna vez Charles Spurgeon: “Si en la escuela dominical una clase parece ingobernable; si no se puede enseñar a los niños; si las niñas parecen tan alegres; si en la pequeña estación del pueblo los oyentes parecen tan aburridos, tan distraídos, tan descuidados y tan olvidadizos; si en cualquier otra esfera del trabajo no pareces ser apreciado, pero rechazado, no importa. Estas no son nada comparadas con las contradicciones que el Salvador soportó y, sin embargo, nunca se desvió y, por lo tanto, no te desvíes” Creo que ninguno de nosotros, personas bien intencionadas y con deseos de ser útiles para el Reino y trabajar en las cosas del Señor, ha logrado percibir y entender la calidad del ministerio que Jesús tuvo en esta tierra. Siempre nos referimos a él como el ideal en lo impactante, pero sin tener en cuenta todo esto que te detallo. (4) Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; (5) y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; (6) Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 

Un gran motivo para el desánimo entre estos judíos ya cristianos era que ellos no entendían o no veían la razón por la cual Dios estaba permitiendo que se les presentaran tiempos difíciles. Tal como sigue sucediendo hoy mismo en cualquiera de los ambientes cristianos, parecían haber olvidado los principios acerca de la disciplina del Señor. Lo sabemos, porque seguramente alguien nos lo predicó o enseñó alguna vez, pero igualmente somos muy duros para aceptarlo porque, aun en contra de lo aquí escrito, seguimos teniendo en nuestras mentes esa imagen de un Dios frágil, permisivo y hasta tonto al cual se lo puede burlar fácilmente. Muchas de las dificultades en la vida cristiana pueden remontarse a estas tres palabras: habéis ya olvidado.

Tal vez sea un principio que recordamos en la mente, pero que hemos olvidado en el corazón, y debemos recordarlo nuevamente. En tiempos de prueba o estrés, muchos cristianos olvidan algunos conceptos básicos. Se preguntan si Dios todavía tiene el control o si todavía los ama. Debemos admitir que Dios sí permite todo lo que sucede; así que Él debe al menos aprobarlo pasivamente, porque definitivamente tiene el poder de detener las cosas malas que suceden. Por supuesto, Dios nunca puede ser el autor de la maldad. Pero sí permite que otros elijan el mal, y puede usar esa mala decisión que otro hace para lograr sus buenos propósitos, aunque solo sea para demostrar Su justicia y rectitud en contraste con el mal. Lo confirma Salomón cuando en su proverbio 3:11-12 expresa: No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere. 

Esto nos dice que la disciplina de Dios nunca debe tomarse como una señal de rechazo, sino como una de que nos trata como sus hijos. Sólo un cristiano demasiado orgulloso (Que los hay) afirmaría que nunca tiene necesidad de la disciplina de Dios. Oye; nadie está por encima de este tipo de entrenamiento.  Cuando viene la disciplina, es una ofensa para Dios cuando la despreciamos. La disciplines su amorosa herramienta de corrección y debemos recibirla con gratitud. Este es el entrenamiento que necesitamos para correr la carrera que debemos correr con paciencia A menudo hemos escuchado a un padre decir: “Hijo, si lloras por eso, tendrás algo por lo que llorar pronto”. Entonces, es absolutamente lícito que, si murmuramos por poco, Dios nos dará algo que nos hará llorar. Si gemimos por nada, Él nos dará algo nos hará gemir.

La disciplina debe ser tomada como la única razón por la que Dios permite tiempos difíciles, pero si es una razón importante. Por ejemplo, sabemos que Dios permite tiempos difíciles para que podamos, más adelante, ser de apoyo para alguien más, así como Dios nos confortó a nosotros en momentos de crisis. 2 Corintios 1:3-7 lo respalda: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.

Es por eso que Santiago nos recomienda que hagamos una oración por sabiduría en el contexto de soportar las pruebas. Necesitamos saber cómo reaccionar de diferentes formas cuando Dios hace diferentes cosas. Así lo dice Santiago 1:2-5 : Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Atención con esto: no siempre que tenemos problemas será como parte de una disciplina divina. Es muy probable que en algunos casos puntuales sea parte de un ataque satánico, así como que en otros momentos, se deba a imperfecciones o errores de nuestra carnalidad.

Versos 7- 10 = Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad

Deberíamos ser más sumisos y respetuosos con la corrección de nuestro Padre celestial que con la corrección de nuestro padre terrenal. Por lo tanto, nunca debemos despreciar a Dios por su disciplina, aunque sea desagradable por un momento. Cuando nos resentimos, nos consideramos virtualmente iguales a Dios en vez de vernos como Sus hijos. Puede ser humillante y causar amargura ser disciplinado por un igual, pero no es igual ser disciplinado por alguien que es legítimamente nuestro superior. El resentimiento contra la disciplina muestra cómo vemos a Dios y cómo nos vemos a nosotros. Los padres humanos, incluso con la mejor intención, sólo pueden disciplinar imperfectamente porque carecen de un conocimiento perfecto. El Dios que todo lo sabe puede disciplinarnos perfectamente, con resultados mejores y más duraderos que los que pueda lograr incluso el mejor padre terrenal. La fe ve que en su peor dolor no hay nada penal; no hay ni una gota de la ira de Dios en él; todo es enviado con amor.

Verso 11 = Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Las pruebas son pruebas y la disciplina es disciplina. Si no nos duele o nos pesan, entonces no sirven su propósito. A menudo queremos pruebas que no son pruebas y disciplina que no es disciplina. La tierra no parece moverse ni parece ser redonda; el sol parece ser más grande al atardecer, y así sucesivamente. Ahora bien, si hasta en las cosas naturales lo que parece ser no es la verdad, y la apariencia es muy a menudo falsa, podemos estar seguros de que, aunque la aflicción parece ser una cosa, en realidad no es lo que parecer ser.  Si la aflicción pareciera ser gozosa, ¿Sería disciplina en absoluto? Te pregunto, ¿No sería ridículo si un padre disciplinara a un niño y el niño bajara las escaleras riendo y sonriendo y regocijándose por la disciplina? ¿Jubiloso? En lugar de ser útil en absoluto, ¿no sería completamente inútil?

¿Qué bien podría haber hecho un castigo si no se hubiera sentido? ¡Seguramente ningún beneficio!) Luego habla del fruto apacible de justicia: Este fruto debe ser evidente en la vida del cristiano. La razón por la que muchos viven una vida de crisis tras crisis es porque se ciegan a la disciplina de Dios o porque la resisten. No han sido ejercitados, por lo que el fruto apacible de justicia no es evidente. Ejercitados, en el idioma griego antiguo es una palabra del mundo del atletismo. Así como el atleta es ejercitado por algo de agonía, también lo somos nosotros como “atletas espirituales” de Dios. Dios tiene un propósito para ejercitarlo a usted. Piense en David después de haber sido atacado por un león cuando solo era un joven que apacentaba ovejas. Él se pudo haber desesperado y preguntado: “¿Por qué permitió Dios que me sucediera algo tan terrible? ¡Apenas escapé!

Pero si tan solo David pudiera ver más adelante, vería que Dios tenía un gigante llamado Goliat al que estaba destinado a enfrentarse y que la batalla con el león lo preparó con anticipación. Dios siempre tiene un propósito. Podemos confiar en Él. La corrección de Dios es inteligente, pero debemos mirar más allá del proceso hacia el resultado. El resultado no llega inmediatamente, sino después. Muchos creyentes son afligidos porque no sienten de inmediato que se han beneficiado de sus aflicciones. Bueno, no espera ver manzanas o ciruelas en un árbol que ha plantado hace una semana. Solo los niños pequeños ponen sus semillas en el jardín de flores y esperan verlas crecer y convertirse en plantas en una hora. Notamos que en esta sección sobre la disciplina, el autor no mencionó a Jesús como ejemplo. Esto es porque Jesús nunca tuvo que ser disciplinado por su Padre. Jesús sufrió, pero no porque fue disciplinado.

Versos 12-13 = Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. 

Casi como un entrenador o un oficial militar, el autor les dice a sus compañeros seguidores de Jesús que se animen y se mantengan activos. Les había dado muchas razones para ser fortalecidos en el Señor y deshacerse del desánimo, había llegado el tiempo de hacerlo. Las imágenes aquí (Manos y rodillas levantadas, pies “hacia adelante”) hablan de la disposición para trabajar y moverse por Jesús y su reino. Esta disposición es la primera en irse cuando uno se rinde ante el desánimo. Llevo treinta años desandando este ministerio, de los cuales los últimos veintitrés han sido los que hemos podido compartir a través de las distintas expresiones de las redes que hemos ido incorporando. ¿Y sabes qué? Si una mañana, (¡Una mañana, tan solo!) me levantara sin deseos de sentarme frente al monitor a escribir, a estudiar, a grabar o sencillamente a meditar sobre lo que ha sido o lo que vaya a ser, ese día marcaría el final de toda esta historia. Trabajar para el Reino no puede ser una carga, tiene que ser un privilegio.

Versos 14-17 = Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. 

Esto significa arreglarse tanto con los hombres (Por eso dice: seguid la paz con todos) como con Dios (Y la santidad). El desánimo nos hace descuidados y despreocupados por la santidad y las relaciones personales. En cuanto a la santidad, se nos dice que sin la cual nadie verá al Señor. La falta de santidad es un obstáculo crítico para una relación íntima con Dios. Los cristianos impíos son la plaga de la iglesia. Son verdaderas manchas que lamentablemente salpican a los genuinos. Como piedras escondidas, son el terror de los navegantes. Es difícil mantenerse alejado de ellos: y no se sabe qué accidentes pueden causar. Al mismo tiempo, Esta santidad es cosa de crecimiento. Puede estar en el alma como un grano de mostaza, no desarrollado; puede estar en el corazón como un deseo, en lugar de algo que se haya realizado plenamente, un gemido, un jadeo, un anhelo, un esfuerzo.

Fueron descriptos cuatro tipos de personas que tratan de vivir sin santidad. El fariseo: Confiado en ceremonias externas en vez de verdadera santidad. El moralista: No siente necesidad de santidad porque su vida es muy buena. El experimentador: Toda su vida cristiana se vive hacia adentro, nunca mirando hacia la conducta externa, sino solo hacia los sentimientos. El opinólogo: Su vida cristiana se trata de creer en las doctrinas correctas y no se preocupa por la forma en que la vive. Debemos vivir correctamente con respecto a la gracia de Dios. Esto significa buscar diligentemente el cuidarnos tanto a nosotros mismos como a los demás de regresar al legalismo, ya sea en una forma externa o en una actitud interna que nos impida alcanzar la gracia de Dios, que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe.

Una raíz de amargura es una raíz que da fruto amargo… Así que es posible que una semilla de amargura sea sembrada en una comunidad y, aunque no haya fruto inmediato aparente, con el tiempo aparece. La amargura corrompe a muchos, arraigada en un sentido de dolor personal, y muchos se aferran a esa amargura con una increíble terquedad. Lo que deben hacer es recordar la gracia que Dios les extendió y empezar a extender esa gracia a otros: amando a los que no lo merecen. Alguien alguna vez escribió que la frase deje de alcanzar la gracia de Dios también puede traducirse como quedarse atrás de la gracia de Dios. La idea es que la gracia de Dios sigue adelante, más allá del dolor y el sufrir del pasado. Nosotros también debemos seguir adelante.

En cuanto a la palabra profano: Proviene de las palabras latinas pro-fanum. Fuera de cada templo (‘Fanum’) había un área de tierra abierta a todos, donde la gente se reunía, un lugar abierto sin cercos. En contraste con esto estaba el recinto sagrado del templo. Esaú no tuvo un recinto sagrado en su vida, y en este sentido era un hombre puramente secular. Como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura: Muchos cristianos hoy en día venden su derecho a la intimidad con Dios tan barata como Esaú vendió su primogenitura. Ustedes recuerdan la historia. La pueden leer en Génesis 25 y 27. Y no hubo oportunidad para el arrepentimiento: No es cuestión de perdón. El perdón de Dios siempre existe para el arrepentido. Esaú pudo haber regresado a Dios. Pero no pudo deshacer su acción.  Luego cuando Esaú buscó la bendición, fue desechado por su padre Isaac. La primogenitura de Esaú no fue restaurada solo porque deseó recuperarla. Nunca podría ser recuperada porque la menospreció.

Versos 18-21 = Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; 

Esto que dice aquí en el principio, ya fue explicado en el libro del Éxodo, capítulo 19 y verso 10, que te muestra cómo fue cuando Israel llegó al monte Sinaí. La montaña estaba cercada; no se podía pasar bajo pena de muerte. Se les ordenaba lavar sus ropas y abstenerse de tener relaciones sexuales. Hubo truenos, relámpagos y una densa nube. Hubo un sonido de trompeta, que llamaba a la nación a encontrarse con Dios. Había más humo, como un horno, y terremotos. Entonces la trompeta hacía un sonido prolongado hasta que Moisés habló y Dios mismo respondió. Dios habló a Israel desde Sinaí, pero les advertía de todas las formas posibles que se mantuvieran lejos. La reacción de Israel fue comprensible; ellos estaban aterrorizados. Ellos querían que la experiencia terminara, no que continuara. Aun Moisés estaba asustado: Moisés dijo: Estoy espantado y temblando. Todo este temor no logró promover la santidad entre el pueblo de Israel. No logró cambiar el corazón de Israel. 40 días después, adoraron a un becerro de oro diciendo que había sido él quien los sacó de Egipto.

Versos 22-24 = sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. 

Estamos en un lugar diferente. Nuestra relación con Dios no se basa en la experiencia de Israel en el monte Sinaí. Nosotros llegamos al otro monte de Dios: Sion, el nombre de la colina donde se encuentra Jerusalén. La ley llegó al Sinaí; la cruz estaba en Sion. No había ciudad en el monte Sinaí; estaba en el desierto. Sinaí está asociada con Egipto; Sion se asocia con lo celestial. Varios ángeles entregaron la ley a Moisés en el monte Sinaí; pero el monte de Sion tiene la compañía de muchos millares de ángeles. Lo que Dios dio en el monte Sinaí fue principalmente para Israel; lo que Dios dio en el monte de Sion es para todos y cubre a todos los redimidos. El monte de Sion no elimina a Dios como el Juez de todos, para nada. Más bien, la obra que hizo Jesús en el monte Sion satisface la justicia de Dios, resultando en los espíritus de los justos hechos perfectos.

El monte Sinaí se trataba de un antiguo pacto basado en ganar y merecer. El monte de Sion se basa en un nuevo pacto con Jesús el Mediador basado en creer y recibir. La sangre… de Abel no se refiere a la sangre que derramó cuando fue martirizado. Más bien habla de la sangre del sacrificio que hizo, el primer sacrificio del hombre para Dios registrado en la Biblia. La sangre de Jesús habla mejor que la sangre de los sacrificios animales, la sangre de Abel. Sin embargo, es cierto que la sangre de Jesús el Mesías habla mejor que la sangre de Abel el mártir. La sangre de Abel proclamó: la justicia debe ser satisfecha, trae venganza. La sangre de Jesús proclamó: la justicia ha sido satisfecha, trae misericordia.

La lección es clara. No deberíamos venir al monte Sion como si fuéramos al monte Sinaí. Así que ya no dudes, anímate y se valiente al acercarte a Dios. Considera los contrastes entre el monte Sinaí y el monte de Sion. El monte Sinaí fue marcado por el miedo y el terror. El monte de Sion es un lugar de amor y perdón. El monte Sinaí está en el desierto. El monte de Sion es la ciudad del Dios viviente. El monte Sinaí habló de cosas terrenales. El monte de Sion habla de cosas celestiales. En el monte Sinaí, sólo a Moisés le era permitido acercarse a Dios. En el monte de Sion, una compañía de muchos millares, una congregación, es invitada a acercarse. El monte Sinaí fue caracterizado por hombres culpables con miedo.

El monte de Sion cuenta con justos hechos perfectos. En el monte Sinaí, Moisés era el mediador. En el monte de Sion, Jesús es el mediador. El monte Sinaí trajo el Antiguo Pacto, el cual era ratificado con sangre de animales. El monte de Sion trae un Nuevo Pacto, el cual es ratificado con la sangre del precioso Hijo de Dios. En el monte Sinaí se trataba de exclusión, manteniendo a la gente alejada de la montaña. En el monte de Sion se trata de invitación. En el monte Sinaí todo es sobre la ley. En el monte de Sion todo es sobre la gracia. Por supuesto, la idea de la superioridad del Nuevo Pacto se repite. Muestra que estos cristianos judíos ni siquiera deberían considerar regresar y preferir la religión del monte Sinaí sobre la relación del monte de Sion.

Versos 25-26 = Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. 

Como fue descripto en los versículos anteriores, Dios tiene ante nosotros la bondad y la gloria del monte de Sion: la obra perfecta y completa de Jesús y el Nuevo Pacto a través de Él. Si rechazamos esto de Dios, no podemos ignorar las consecuencias. Hubo consecuencias por rebelarse en el monte Sinaí. Hay y debería haber consecuencias aún mayores por resistir la obra superior de Dios en Sion. Dios conmovió la tierra con su voz en el monte Sinaí. El Nuevo Pacto conmueve aún. Es fácil, y peligroso, pensar que Dios era un Dios malo y severo en el Antiguo Testamento y de alguna manera se hizo bueno en el Nuevo Testamento. Esto es tan engañoso, hay más misericordia en el Antiguo Testamento de lo que muchos imaginan. Al igual, hay más juicio en el Nuevo Testamento de lo que muchos imaginan. Cuando todo es conmovido, la pregunta será: ¿Dónde estás parado? ¿Estás sobre algo seguro? ¿Estás protegido?

Verso 27 =  Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.

Dios promete conmover las cosas nuevamente para quitar (Eso sería la remoción) la dependencia en lo material, como en las cosas materiales, el materialismo. Lo que intento decirte es que Dios conmueve las cosas para probarlas, y luego para remover las que no pueden soportar la prueba. La gran pregunta que muchos al conocer esto se han formulado, es: ¿Con nosotros estaría haciendo lo mismo? No hay una respuesta contundente, sólo Él lo sabe. Pero si nos detenemos a leer lo que hemos visto respecto a la disciplina de los hijos amados, yo arriesgaría pensamiento a decirte que sí, que en los casos que Él lo estime como necesario, si es para salvar la vida espiritual de uno de sus hijos o sencillamente entrenarlo para algo fuerte y grande que deba hacer para extensión del Reino. ¿Ves a eso como algo cruel o desconsiderado? Yo no. Es como cuando la mamá águila empuja a sus pichoncitos para que se caigan del nido. La primera vez los aguanta con su cuerpo, y la segunda y la tercera. Para la cuarta, ya probaron sus alas y se dieron cuenta que son capaces de volar solos. ¿Se entiende lo que digo?

Versos 28-29 = Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.

El Reino inconmovible. ¿Podemos con nuestras mentes finitas y llenas de programaciones griegas por intelecto, llegar a imaginarnos lo que significa ser parte de un Reino al que nada de este mundo ni de ningún otro puede conmoverlo? Eso, nada menos, es lo que se nos dice que hemos recibido. Cuidado: no te dice que vas a recibirlo un día de estos, si te comportas bien y diezmas y ofrendas, no. Dice que ya lo has recibido, aunque en tu bolsillo derecho llevas un veterinario para que te cuide al cocodrilo que tienes en el izquierdo. O sea que en contraste con la inestabilidad del mundo que nos rodea, el Reino de Jesús es inconmovible, y lo estamos recibiendo. Tengo una buena noticia: Esta es nuestra estabilidad en un mundo tan inestable. Aún no tenemos este Reino por completo; Sin embargo, lo estamos recibiendo. Dicho en términos gramaticales: Estamos recibiendo constante y perpetuamente (original griego) un Reino que es incapaz de ser movible.

Muy bien: ¿Y cuales se supone que son las maneras en las que ya hemos recibido el Reino? Lo hemos recibido como promesa; una promesa de un hombre de confianza es igual de segura como tener la cosa en sí. Lo tenemos como principio y vemos los principios del Reino de Dios obrando en el mundo. Lo hemos recibido en poder, y vemos el poder milagroso y transformador de Dios obrando en el mundo de hoy. Hemos recibido parte de la provisión y protección del Reino, porque nuestro Rey nos provee y protege. Lo hemos recibido en comunidad, porque cuando nos reunimos con hermanos en un mismo sentir, somos una comunidad del Reino. El Reino nunca será movible. Así que debemos aprovechar la aprobación inmerecida de Dios en Jesús, ayudándonos a servir a Dios agradándole con temor y reverencia.

Alguien lo ilustró con estas palabras: ¡Gloria a Dios, nuestro Reino es inconmovible! Ni siquiera la dinamita puede tocar nuestro dominio: ningún poder del mundo, y ningún poder en el infierno, puede sacudir el Reino que el Señor ha dado a sus santos. Con Jesús como nuestro monarca no tememos ninguna revolución ni anarquía: pues el Señor ha establecido este reino sobre una roca, y no puede ser movido ni removido. Sirvamos a Dios agradándole: Estas palabras describen cómo se puede hacer esto. Nuestro servicio agradable comienza con nuestro ser receptores. Nuestro servicio agradable es ofrecido por la obra de la gracia de Dios en nosotros. Nuestro servicio agradable está marcado por la reverencia. Nuestro servicio agradable está marcado por un sentido profundo de santidad divina. Porque nuestro Dios es fuego consumidor.

Muchos sostienen erróneamente la idea que “demasiada” gracia nos da permiso y provoca falta de respeto hacia Dios. En realidad, la gracia nos da temor y reverencia. Tal vez aquellos que piensan que la gracia les da permiso para pecar en realidad no viven en gracia. Puesto que Dios es de hecho un fuego consumidor, lo mejor es que nos acerquemos a Él en sus términos. Estos son los términos de la aprobación inmerecida en Jesús. Él consumirá todo lo que esté fuera de este ámbito. Elías sabía que Dios era fuego consumidor; Consumió el sacrifico en el altar del monte Carmelo. Salomón sabía que Dios era fuego consumidor; Consumió el sacrificio en el altar en la dedicación del templo. El hecho de que Dios es fuego consumidor es un consuelo para el creyente. Se dan cuenta de que el Padre derramó Su fuego consumidor de juicio sobre el Hijo en nuestro lugar. Cuando lo hizo, consumió por completo la culpa del pecado en todos los que creen. La pena del pecado fue consumida en Jesús en la cruz.

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octubre 25, 2025 Néstor Martínez