(Hebreos 6: 1) = Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, (2) de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.
(3) Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.
Quiero ser claro. A esto que acabo de leer, la misma palabra de Dios, no yo, lo define como los principios elementales de la palabra del Reino. Y todos los que de una u otra manera hemos estado relacionados con los tesoros de la palabra genuina y revelada, aunque la Escritura llama a esto como principios o rudimentos esenciales del evangelio, en lo personal y no soy el único de ninguna manera, no he encontrado a mucha gente que los pueda entender, explicar, asumir y esencialmente, vivir en profundidad. Entonces, aunque son principios elementales o rudimentos, tal como se los describe en esta carta, la realidad nos muestra que no son tan interpretados o entendidos como todos esperaríamos que lo fueran. De allí que este trabajo, de alguna manera es el puntapié inicial de lo que debería ser un estudio más profundo de todos estos rudimentos, comenzando ahora, con el que aquí se nos muestra como el arrepentimiento de obras muertas.
Vamos a ver. En esta lista de seis ítems, aparece, 1) El Arrepentimiento de Obras Muertas. 2) La Fe en Dios. 3) La Enseñanza de Bautismos. 4) La Imposición de Manos. 5) La Resurrección de Los Muertos. 6) El Juicio Eterno. Estos seis ítems, se agrupan de a dos, lo que nos deja tres grupos de dos ítems cada uno. Cada uno de estos grupos está apuntando a un área muy importante de nuestra vida. Y esto, más adelante lo veremos, nos llevará a descubrir algunos aspectos que siempre estuvieron allí, pero que no habíamos visto antes. ¿Es un cambio de información, de doctrina, incluso? En absoluto. Independientemente de los que puedan haber sido aleccionados por doctrinas satánicas no cristianas, en todos los demás, serán elementos muy valiosos para añadirlos a lo conocido. Y para ponerlos por obra, si es que deseamos vencer en el final.
Cuando hablamos de los primeros dos, entonces, nos estamos refiriendo al Arrepentimiento de Obras Muertas y a La Fe en Dios, estamos hablando de aspectos que tienen que ver con salir de toda la esfera negativa en la que vivíamos antes de conocer al Señor y ver cómo podemos empezar a acercarnos a Él. Los siguientes dos, La Doctrina de Bautismo y La Imposición de Manos, nos hablan de como entrar a las cosas positivas que Dios tiene para nosotros. Todo este plan que está expresado en estos seis puntos, empieza con el Arrepentimiento de las Obras Muertas.
Primero quisiera darte el verdadero significado (No el varias veces erróneo que he visto en muchos lugares cristianos de cualquier signo) de la palabra Santificación, muy importante para todo el proceso. En hebreo, es la palabra Cadásh, y se traduce como ser o hacer, pronunciar u observar como limpio, apartar, celebrar, consagrar, dedicar, preparar, prometer, purificar, santificar, santo, señalar. En el griego, mientras tanto, es la palabra Jagiasmós, que se traduce como propiamente purificación, pureza; concretamente purificador, santidad, santificación. Podrás notar, entonces, que el término Santificado, habla concretamente de separar o dedicar algo a alguien. En este caso puntual, a Dios. Eso es tanto en el hebreo del Antiguo Testamento, como el griego del Nuevo Testamento. Ahora bien: todos nosotros hemos sido parte de un sistema lleno de maldad, un reino en el cual el maligno operaba.
1 Juan 5: 19) = Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.
Literalmente, la palabra, aquí, es proveniente. Sabemos que el mundo entero proviene de Dios, pero el mundo entero, yace en el maligno. Lo primero que debemos entender, es que hemos sido engendrados por Dios, no únicamente por nuestros padres. Esto quiere decir que nosotros estamos aquí por la voluntad de Dios. Este proceso de nacer en la tierra y luego nacer en Dios, este doble nacimiento, es determinante para poder nosotros encontrarnos en el propósito correcto de Dios. Cuando nosotros nacemos de parte de Dios, participamos de su vida, participamos de su naturaleza. Tal como nosotros, cuando nacemos de nuestros padres, al ir creciendo, tomamos rasgos, nos vamos pareciendo a nuestros padres. De la misma manera, cuando nacemos de Dios, con el tiempo, nos parecemos a Dios en muchos aspectos. Sin embargo, para poder nacer de Dios, tenemos que ser separados para Dios, primeramente. ¿De dónde? De este mundo satánico, primeramente, de este mundo de maldad. En este verso que leímos de 1 Juan 5:19, dice que todo el mundo entero está, justamente, bajo su acción.
Cuando dicen mundo entero, esto abarca todo el sistema cosmos, de mundo habitado, las personas, y es una manera de decir la humanidad, inclusive. Todo esto es una esfera de influencia que ha sido usurpada por el diablo, ha sido manipulada por el diablo, y mientras las personas no vean a Cristo, ellos son parte de este sistema. Es decir; uno no elige, cuando nace en este planeta, nacer bajo el sistema del maligno. Nosotros, con el solo hecho de nacer, ya hemos nacido bajo el sistema del maligno. Pero, nosotros, podemos salir de ese sistema. Cuando hablamos del maligno, aquí, la palabra griega, no se refiere solamente a una persona, sino a un agente de corrupción, de maldad, a un ser que ha degenerado tanto su virtud original, que tiene la capacidad de afectar a otros de una manera perniciosa y dañina. Satanás, el diablo, aunque son simplemente esos títulos, es esta persona. Y dice acá, 1 Juan 5:19, que todo el mundo yace bajo su poder. Ahora bien; quiero que veas que todas las personas que nacieron en este mundo, nacen bajo este sistema. Alguien comparó esto a una gran cúpula, debajo de la cual se encuentra toda la raza humana, y todos los que nacen allí, nacen bajo la influencia de ese sistema del mundo. Esa es la etapa “A”, del primer punto. Vamos a la etapa “B”.
(1 Pedro 1: 2) = elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
El tema central de las cartas de Pedro, es la santificación. Ahora bien; dice acá, en este texto que acabamos de leer, que Dios el Padre nos eligió desde el principio. Dice: elegidos según la presciencia, (Que es designio) y que nos santificó, (Y recuerda que la palabra Santificar es Separar) O sea que nos separó, para que recibamos la redención del Hijo. Esta redención, según este versículo, es a través de la sangre de Cristo. Nota tú como, en un solo versículo, tú estás viendo la acción de un Dios completo, del Dios trino. Dios nos elige, el Espíritu Santo nos santifica y la sangre de Cristo nos rocía. ¿Estás viendo los tres elementos? Es muy cierto que en la Biblia la palabra Trinidad no existe, pero el concepto trino es más que claro y está implícito en cada verso que lo relaciona con la deidad conjunta.
Según las experiencias de la plena salvación de Dios, la santificación de Dios actúa a través del Espíritu Santo, pero todavía no me respondió al último pedido. Dicho de otra forma: lo que nosotros conocemos por ser salvos, involucra un proceso en el cual no somos los agentes que tomamos la iniciativa en primera instancia, sino Dios. Es Dios el principio, el agente que cambia todo, que inicia el proceso. Vuelve a esa cúpula donde todos los seres humanos están dentro. Ahí Dios hace algo extraordinario. Dios elige a una de las personas. Te eligió a ti, me eligió a mí. Esa elección, en el término práctico, significa Santificación. Yo sé muy bien que en este momento, esa palabra es una de las palabras menos comprendidas de la fe cristiana. Nadie es santo, que significa separado para Dios, porque de pronto se le ocurra o no tenga otra cosa mejor para hacer. Alguien decide ser santo porque reci8be la directiva desde el cielo mismo para que lo sea. Nadie puede hacer alarde de haber llegado a un punto importante de santidad por un simple motivo: si no estás en santidad, Dios no te puede usar. La santidad es el punto de partida, no la meta.
¿Por qué te estoy diciendo todo esto? Porque gracias a todo el antecedente religioso, sea en el catolicismo romano, en otra fe o, incluso, en algunos determinados sectores del cristianismo evangélico, lo que nosotros tenemos archivado en nuestro entendimiento, es que santo o santificado, es alguien casi fuera de este mundo. Pero la palabra Santificación, no tiene referencia a una persona que flota, o a una persona que brilla, o a una persona que no se equivoca, a una persona que es perfecta en todo. El concepto, y recuerda lo que vimos hace un momento, el concepto etimológico de la palabra Santificación, se puede resumir en una: Separar. Y si te lo digo tal cual es, ni siquiera parece tan lejano o imposible como suponías. Si recibes de Dios en tu espíritu una dirección clara para apartarte de todo para servirle a él y decides obedecerle, serás santo. Así de simple.
A ver, ¿Cómo puedo darte un ejemplo práctico para que termines de asumirlo e incorporarlo? Vamos a ver; Si tú te encuentras una serie de objetos de cierto valor en la calle, dentro de un bolso, sin nada más, eso que encuentras pasa a ser tuyo, porque no tiene propietario conocido a la vista. Pero si dentro de ese bolso hay un documento a nombre de un vecino tuyo, entonces tú ya sabes que eso no te pertenece, está el nombre de tu vecino y todo lo que hay allí, le pertenece a él. Es decir que ese bolso, está santificado, está separado para tu vecino, que es el legítimo propietario de él, porque está su nombre allí. Está apartado para alguien. Alguien tomó pertenencia de eso. En tu espíritu humano, ese que fue soplado en tu nariz en el momento de ser gestado, está el sello del Espíritu Santo desde el momento en que lo aceptaste como Señor de tu vida. Eres su propiedad. Eres santo, separado para Él.
El primer paso de la salvación, no es hacer una oración donde tú repites tu fe por Cristo. El primer paso es cuando Dios elige. Dios, desde el principio nos escogió para. La salvación empieza siempre en Dios, no en nosotros. Por eso Pedro dice: elegidos, según la presciencia de Dios. Este Elegidos, no pasa por el hecho de habernos arrepentido primero, ni haber hecho absolutamente nada. Todos los que hemos sido elegidos por Dios, en la instancia anterior, estábamos bajo el poder del Maligno y en un sistema corrupto. Todos habíamos ofendido a Dios, pero un día Dios nos eligió. Eso significa: Nos Apartó. Ya lo sé, no le encuentras ninguna explicación lógica, pero no te preocupes. Dios no tiene casi nada que ver con la lógica griega a la cual nosotros somos tan afectos. Él tiene su propia lógica divina, que es la misma por la que eligió a David más allá de todo lo que David lo había ofendido con todo el tema de Betsabé y Urías. Sencillamente, porque tenía un corazón conforme al Suyo. Si tú tienes lo mismo, serás elegido o elegida de igual modo. Tu obediencia y conducta arrancará desde ese tiempo en adelante. Las cosas viejas habrán pasado y todas habrán sido hechas nuevas.
Y dice en el texto de 1 Pedro, que fue el Espíritu Santo el agente de este apartamiento. O sea. El Espíritu Santo, literalmente, nos apartó. Quiero que trates de imaginar esa cúpula con muchos miles de personas. Todas las personas tienen algo en común: han pecado. Están llenas de pecado. Dios toma una, y la acerca al borde. Y la saca de ese lugar. Recuerda: es un círculo que tiene una cúpula. Dios la saca de la cúpula, la saca del círculo. La saca de esa esfera. Ahora bien; en ese momento, esa persona está siendo santificada. ¿Por qué? Porque todo lo que está debajo de esa cúpula, le pertenece al maligno. Entonces, cuando él saca una persona, ya no le pertenece al maligno.
Ahora ten presente esto: esta persona no ha orado, no se ha arrepentido, no se congrega en ninguna parte, no ha hecho nada. Dios, simplemente la empieza a apartar, y la saca de la influencia del maligno. ¿Por qué? Porque si no la saca de la influencia del maligno, ni siquiera podría orar, ni siquiera podría arrepentirse, ni siquiera tendría conciencia de sus pecados. Dime: ¿Tu espíritu está recibiendo lo que te estoy diciendo? Cuando uno logra ver la salvación tan grande de la que Pablo habla, ¡Tan grande! Realmente uno se da cuenta que no hay manera que nosotros podamos dañar lo que Él ha hecho, si no fuera con intención. En pocas palabras: yo debo tener la intención de destruir la obra de Cristo, para poder decir que perdí lo que él me dio.
Porque él preparó de tal manera las cosas, que simplemente siguiendo un curso natural de crecimiento, nosotros deberíamos poder terminar la tarea. Podríamos ser llenos de lo que Él quiere que seamos llenos y vivir completamente. Vamos a ir paso por paso. Dice que fuimos separados para obedecer y ser rociados. O sea que la persona salió de la esfera de control del maligno, pero todavía no es creyente. Todavía no se congrega. Si esta persona no se vuelve a Dios, esta persona, paulatinamente, va a volver atrás. Creo que lamentablemente, a esto lo hemos visto tanas veces que nos duele mencionarlo. Veamos un poco más.
La santificación de Dios, tiene varios aspectos. Esta primera etapa de sacarnos del sistema y apartarnos del maligno, es una santificación básica. Cuando nosotros revisamos la palabra, esa santificación básica, tiene tres etapas. La primera etapa de nuestra santificación, es para nuestro arrepentimiento. La segunda etapa, es para nuestra justificación. Y la tercera etapa, es para nuestra transformación. O sea: Arrepentimiento, Santificación, Justificación. Todo esto es producto de esta santificación. Es decir: por apartarnos el Espíritu Santo de esa esfera de gobierno del maligno, nos va a permitir arrepentirnos, nos va a permitir encontrar justificación y va a empezar el proceso de transformación.
Van a darse cuenta que Pablo utiliza dos elementos o dos posiciones dentro de lo que es la santificación. Una santificación es esta, precisamente, que es cuando Dios simplemente aparta a alguien del sistema de pecado. Pero luego hay otra santificación que se desarrolla fruto de la vida de Dios en nosotros, una santificación consciente, una santificación en la que trabajamos nosotros, y donde la persona de Cristo va creciendo. Entonces, Dios trabaja desde dos frentes, este proceso de santificación. Uno, que Él inicia cuando nos aparta del sistema, y dos, el que nosotros desarrollamos conscientemente, cuando decidimos crecer en él, conocerlo más, vivir en su voluntad. Son dos formas en que la santificación opera en nosotros. Una vez más, el hombre siempre hará lo posible, pero si decide hacerlo por obediencia y amor divino, Dios aportará lo suyo haciendo lo que para ese hombre sea imposible, según la dimensión terrenal en la que vive. A eso, todavía se le llama milagro. Y no es una palabra para colocar en un letrero grande en la puerta de un templo encerrado por dos veces “Hoy”, como si fuera una promoción artística de una obra de teatro.
Y quiero ahora decirte algo que te puede sonar muy raro y hasta aventurado. Solo te pido que lo creas. El hecho de que tú hayas volcado tus ojos, en algún momento, a Dios y lo hayas buscado, ya muestra que Dios empezó un proceso de santificación en tu vida. De otro modo, tú hubieras seguido atorado en la ceguera de este mundo. No tendrías ningún interés en las cosas del Señor. No te interesaría en lo más mínimo si Dios te amaba o no te amaba. El problema radica en que, muchas veces, nosotros no nos vemos como personas santas, porque consideramos la cantidad de pecados que cometemos, o lo que fuera. Ojo: esa no es ninguna señal de que Dios no está trabajando. De hecho, si yo cometo un pecado y me siento mal por eso, esa es una señal de que Dios me santificado. O sea: tengo su nombre escrito en mí.
Lo que sucede, es que todavía no tengo el carácter de Cristo desarrollado en mí, como para saber cómo cuidarme, y saber ser sensible a la voluntad de Dios. La santificación, esta de la que te estoy hablando, nos separa del mundo, y nos dice que le pertenecemos a Dios. Ahora bien; para que eso sea real, tú tienes que pasar por estas tres etapas: Arrepentirte, pasar por la Justificación y empezar con la Transformación. La santificación actúa como un regalo, algo que te ganaste y debes recibir en alguna parte de manera efectiva. Ya te lo ganaste, pero falta cobrarlo. La santificación es lo mismo. Dios ya te dio ese comprobante, te llegó de regalo. Entonces la pregunta, es: ¿Cómo lo haces efectivo?
Muy bien; el primer paso para hacer efectivo este regalo, es arrepentirse. Ah, ¿O sea que yo entonces no tengo el regalo porque me arrepiento? No, tú tienes el regalo porque Dios te eligió. Pero para poder cobrar ese regalo, tú tienes que seguir un proceso. El proceso involucra tres partes: arrepentimiento, justificación y transformación. Pero tú ya tienes el regalo. Por eso Pablo dice: ¡Hemos recibido las arras de nuestra herencia! ¿Y que son las arras? ¡La garantía! Ya tenemos la garantía que Dios nos va a dar lo que nos ha prometido. Hay algo mucho más valioso que un bono o un cheque, es la promesa del Señor. Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo.
(Efesios 1: 4) = según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
Dice que nos escogió desde antes de la fundación del mundo. Eso significa que nuestra santificación empezó muchísimo tiempo antes que ni siquiera hubiéramos cometido un solo pecado. Eso es gracia maravillosa. En el versículo que he leído de 1 Pedro 1: 2, dice que la santificación la opera el Espíritu. No es esa santificación madura y desarrollada, que se va a ir revelando gradualmente.
(Romanos 6: 19) = Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Te dije anteriormente que hay dos aspectos, ¿Recuerdas? Bueno, aquí tenemos una segunda justificación. La primera, es cuando Dios nos eligió, antes de que nosotros ni siquiera lo hubiéramos elegido a Él. La segunda es la que se va a ir desarrollando en nuestra vida, gradualmente, gracias a la obra redentora de Cristo. Todo este proceso se va revelando gradualmente.
(Romanos 6: 22) = Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. (Esa es la segunda obra de la santificación.)
(Romanos 15: 16) = para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
La santificación del espíritu, que menciona Pedro en el capítulo 1, cuyo énfasis es la santidad, se demuestra a partir que nosotros empezamos a obedecer lo que él nos empieza a plantear.
(1 Pedro 1: 15.16) = sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Acá dice que ya se cumplió, pero que, por otra parte, yo debo ser santo en toda mi manera de vivir. Es decir: antes de la justificación completa, ya nosotros empezamos a vivir la obra redentora de Cristo. ¿Por qué? Porque solo él nos puede liberar del pecado.
(1 Corintios 6: 11) = Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Esto indica que la obediencia de los que creemos, va a dar por resultado, la fe en Cristo. Y esto, no será nada más ni nada menos, que la obra santificadora del Espíritu Santo. La santificación del Espíritu, en sus varios aspectos, se revela claramente en la segunda carta a los Tesalonicenses, capítulo 2 y verso 13:
(1 Tesalonicenses 2: 13) = Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
Tu meta, por lo tanto, consiste en que todos los que Dios eligió, obtengan al final, la salvación plena. La plena salvación de Dios, se va a llevar plenamente a cabo sólo por la santificación, (Recuerda que eso es Separación), que el Espíritu Santo hace. El Espíritu empieza a trabajar en nosotros, y, volviendo al ejemplo de esa cúpula que cubría a todo el mundo maligno, y esta persona que salió de ese ámbito de influencia, tiene un tiempo para que esta se conecte con el sistema de Dios, antes de volver a ser absorbida por el sistema anterior. La venida de Dios, como Espíritu, nos separa y nos prepara para el arrepentimiento. Recuerda que Él nos eligió antes que nosotros ni siquiera naciéramos. En la Eternidad, Él nos escogió. Ahí empezó esta santificación, esta separación en nosotros. En la primera etapa de santificación, él nos ilumina, haciendo que seamos convencidos de pecado.
