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De La Realidad a la Novela

Nunca me ha gustado escribir alguno de esos artículos relacionados con fechas especiales. Por ejemplo: es muy difícil que me leas o escuches algo sobre la crucifixión dentro de lo que el mundo celebra como la Semana Santa o, como en este caso, algo relativo al nacimiento de Jesús en las vísperas de esos días del mes de Diciembre que a alguien que tiene muy poco que ver con nuestra fe, se le antojó determinar como la Natividad del Señor. Tampoco me he referido a Reyes ni a Magos en los primeros días de los eneros transcurridos. Pero sí siento en mi corazón compartirlo un día cualquiera, como por ejemplo es este, donde todavía muchos de nosotros estamos sin sacar la nariz a las calles y necesitamos algo que nos cuente cosas nuevas sobre el evangelio al que adherimos y no las historias remanidas de siempre que terminan por aburrir en lugar de bendecir.

Mateo 2: 1-3 = Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.

Para la sociedad secular de ese tiempo, no había nada más grande, importante y digno de admiración, respeto y deseos de imitar que su rey, Herodes. Herodes “El Grande”. No era un calificativo que se le pudiera adjudicar a un cualquiera, sólo los elegidos podían atreverse a pensar y obrar en grande. ¿Te imaginas hoy, en cualquier fuerza política, aún de las más importantes que se muevan en tu país, a uno de sus políticos, tan solo uno, que se haga llamar “El Grande”? Imposible. No se atreverían. Herodes sí se atrevió. Era un grande, indudablemente.  Así que suponte ahora como le tiene que haber caído a su innato estado de vanidad y soberbia permanente, que vinieran tres desconocidos a decirle que iban a visitar al Rey de los Judíos. ¿Cómo iban a a visitar a alguien que se atrevía a quitarle ese rango a él? ¡¡Herodes era el rey de los judíos!! ¡Nadie en su sano juicio se atrevería a discutirle esa posición! Por eso es que dice que el rey se turbó, que es casi un sinónimo de decir que sintió temor, un raro e incomprensible temor que ni él podía explicarse. Pero lo más curioso y llamativo del caso, es que asegura Mateo que a eso también lo experimentó toda la ciudad de Jerusalén. ¿Alguien podría darme un buen motivo racional que justificara eso?

4-10 = Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: (6) Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; (8) y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

En principio, cuando aprendí medianamente a leer la Biblia, empecé a preguntarme quién y por qué razón inventó que estos tres individuos eran reyes. ¿Reyes? ¡Magos, dice! ¿Eran hombres que practicaban la magia, entonces? ¿Y qué podía tener que ver eso con Jesús? Entonces salen los sabelotodos del evangelio que te dicen que no, que en realidad eran profetas del oriente que llegaron por causa de una revelación divina, que… ¡Un momento! ¿Tú me estás diciendo que una revelación profética de Dios, se va a conducir mediante una estrella? Yo creo que estos hombres, alrededor de los cuales se ha armado una leyenda que, incluso, pintó de moreno a uno de ellos. cuando no hay registro serio alguno de sus rostros, y les otorgó tres nombres que tampoco han sido registrados en ninguna escritura seria. ¿Me preguntas que creo? ¿Quieres saberlo? Creo que eran algo así como astrólogos de Oriente, con ninguna vinculación espiritual con el Dios que traía a Jesús al mundo, que cumplieron un rol participativo importante y punto, luego desaparecieron de la historia como tantos y tantos que también lo hicieron. Todo el mundo le pertenece a Dios, y a los que le aman, todas las cosas les ayudan a bien. Los incrédulos y hasta esotéricos, cuando se sujetan al señorío de Cristo, también.

11 = Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

Más allá de la clásica escena de Navidad, donde se muestra al niño en una especie de inmaculada canasta con limpia paja y a sus padres de pie a su lado, mientras detrás dos o tres animalitos buenos le brindan el calor de su aliento, hay una realidad que no siempre se dice y que en muchos sitios auto proclamados como cristianos, prácticamente se contraponen. El unigénito Hijo de Dios no estaba naciendo en cuna de oro ni flanqueado por un coro de ángeles adorándole. El unigénito Hijo de Dios estaba naciendo en un rincón de esa casa al que nadie se quería ni siquiera asomar. Entre la mugre, la oscuridad y el fétido olor del producto de una serie de animales encerrados que no vacilaban en cumplir con todas sus necesidades fisiológicas junto al recién nacido. ¡Un fuerte aplauso para las miles de escenas de románticos pesebres dignos de las estampas de cierto cristianismo que hizo de este evento una epopeya épica en un tiempo en el que inexorablemente no pudo haber sido, pero que se lo enquistó como contraposición a ciertas festividades paganas con las que se deseaba competir!. Pero déjenme decir que de ninguna manera esa escena podría incorporarse como real.

El Hijo de Dios vino al mundo entre gente pobre, en un ambiente de mugre y feos olores y entre la burla, el escarnio y la condena social por las características de su gestación. Hoy el cristianismo tiene otras esencias y otros postulados, los cuales no son negativos ni tienen por qué ser censurados, pero que reclaman casi a gritos que se reconozca y se tenga muy en cuenta el primario origen, para que luego cuando los hechos así lo ameriten, nadie que diga ser cristiano se atreva siquiera a menoscabar y mucho menos discriminar a alguien por el color de su piel, por la higiene de su ropa o su cuerpo, y mucho menos por su estado financiero. Dios no es Dios de pobres, porque no tiene por qué serlo, ya que suyo es todo el oro y la plata del mundo, pero tampoco es un Dios patrimonio de gente adinerada, como durante mucho tiempo mucha iglesia se ha empeñado en presentar. En todo caso, nuestro Dios es un Dios Justo, una palabra que definitivamente parecería estar fuera de moda.

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agosto 15, 2020 Néstor Martínez