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¡Cisternas Sin Agua!

¿De qué estoy hablando cuando menciono un cambio en nuestra naturaleza y en una regeneración? Estoy hablando de lo que en idioma eclesiástico se ha dado en llamar Sanidad Interior. Porque esta práctica ministerial, al menos antes que apareciera el Covid19 y nos desparramara a todos institucionalmente, se cumplimentaba casi hasta el exceso en las congregaciones. Sin embargo, es necesario entendamos esto sí o sí: nadie puede hacerle sanidad interior a alguien que no fue salvo. Y que conste que cuando hablamos de sanidad interior, no estamos hablando de ninguna manera de liberación. Es muy cierto que se puede incluir, pero no es el centro de todo esto. Lo que llamamos sanidad interior, está asociado a quitar de tu mente las señales de derrota. Los puntos de quiebre, los puntos falsos de apoyo. Aquello que el nuevo nacimiento no trabaja. El nuevo nacimiento no procesa esto, es una acción de fe, es una acción en la cual la persona cambia su genética. Pero sigue pensando igual, le siguen doliendo las mismas cosas, se acuerda de las mismas cosas, no le viene ninguna clase de amnesia. Se acuerda de la gente que la ha herido, se acuerda de lo que ha hecho, de lo que no le han hecho, se acuerda de todo.

Entonces, esa persona que nació de nuevo, es expuesta a un proceso paulatino, lento, en el cual puede examinarse a sí mismo, y empieza a quitar, usando su propia voluntad y el poder de la nueva naturaleza que está dentro de él, para retirar aquello que era un motivo de quiebre. Lo que no se puede hacer es sanidad interior si no se ha nacido de nuevo. ¿No has visto a hermanos que han pasado por un curso completo y han salido igual a como estaban antes de empezar? ¿Se hizo mal el curso? ¡No! ¡Ellos no eran nacidos de nuevo! ¿Te lo digo más claro? ¡No estaban convertidos, todavía! Cuando el Espíritu Santo baja, en Hechos 2, empieza un proceso en los discípulos. En ese proceso, ellos son sanados de muchas cosas. Eso se ve, se lee, se puede entender. Es la reacción que tiene Pablo con Juan Marcos, al principio, ¿Recuerdas? Y cómo luego, al pasar el tiempo, dice: ¡Tráiganme a Juan Marcos! Algo pasó, se resolvió, lo trabajó.

Pregunto: ¿Cómo podemos predicar un evangelio perfecto, siendo imperfectos? ¡Qué desafío! ¿Verdad? La sanidad interior, que en algunos lugares fue utilizada como campo de experimentos de la llamada psicología cristiana, en la realidad fue el producto de una necesidad real. Había gente genuinamente convertida que, sin embargo, no podía resolver cosas que, teóricamente, deberían haber quedado resueltas con su conversión. ¡Debe ser un demonio!, gritaban los más impetuosos ante casos así. De acuerdo, respondían los más calmos: saquemos a ese demonio, entonces. Pelea espiritual de alto nivel y listo, el demonio salía. Sin embargo, tiempo después la misma persona seguía con el mismo problema. Pero, en realidad, ¿Estaba convertida esa persona? Sí, estaba convertida. ¿El trabajo de liberación, fue exitoso? Sí, fue exitoso. ¿Y entonces por qué no resuelve su problema?

Allí fue donde muchos líderes se dieron cuenta que había algo en algún recóndito interior de ese ser, llámese el alma, la mente, la voluntad, nadie lo sabía, porque nadie tenía ni la menor idea sobre esto hace algunos años. Había un bosquejo muy simple, o simplista, que evidentemente no alcanzaba. Debía haber algún derecho legal dentro de esa persona que determinaba que algo se estancara allí y no se lo pudiera expulsar.

(Jeremías 2: 13) = Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. 

¿Primero dice qué cosa? Me dejaron a mí, fuente de aguas vivas. ¿Y después? Cavaron para sí, cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. Ahora, yo sé que soy una cisterna de agua. ¿Y cómo lo sabes? ¿Por el modelo? No, para nada, sino por lo que Jesús les dijo. Jesús les dijo: si tú creyeres, de tu interior correrán ríos de agua viva. Esa conversación de Juan 4 con la samaritana. Jesús en el templo. Entiendo que Él es agua, entiendo que yo soy quien recibe el agua, pero aquí dice ¿Qué pasa si la cisterna está rota? Significa que no puede retener el agua. Y todos los maestros tenemos experiencias en esto más o menos similares. Enseñamos una y otra cosa para que, al mes, nadie se acuerde de lo que hemos enseñado. Es como vaciar agua y que el agua se pierda.

¿Y por qué se supone que pasa eso? Simple, porque hay una grieta, una rajadura. Entonces, de inmediato, la pregunta, es: ¿La conversión fue capaz de arreglar esa grieta, esa rajadura? No. ¿Y dónde está? Y no lo sabemos. Ahí es, entonces, donde empezamos a desarrollar el tema del rechazo y todo lo que lo sigue. Porque todos creemos que tiene que haber una lógica en esto.

(Isaías 55: 8) = Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 

¿Por qué dice eso? Ahí tienes; gente que ha nacido de nuevo, pero que no piensa como Dios. Tiene sus propios pensamientos. Dios le está hablando a su pueblo, no está hablando con mundanos incrédulos. Mis pensamientos no son vuestros pensamientos. ¡Se lo está diciendo a su pueblo! Un pueblo que tenía la ley. ¿Sabes lo que era la ley? ¡El resumen de los pensamientos de Dios! ¿Por qué no vivían eso? Tiene que ver con el alma, tiene que ver con la sanidad interna, que si es realizada por un profesional, ya sea psicólogo o psiquiatra, obviamente registrados como cristianos, se va a dar cuenta en el acto si la persona entrevistada está mintiendo, pero no podrá ir más allá de eso. Me miente, punto. Pero si quien hace esa sanidad es un profeta, no sólo se dará cuenta de que la persona está mintiendo, sino que además se dará cuenta de quién le está hablando en cada momento de la entrevista. ¡Los ministerios siguen originándose en el Cielo, no en la Universidad! ´

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octubre 2, 2021 Néstor Martínez