Este fragmento supongo que lo recibí para que tú, que andas por la vida con un vacío íntimo y profundo que solamente tú conoces, que no sabes definir, y que no puedes compartir con nadie porque te da vergüenza, puedas cambiar tu realidad hoy mismo. Yo ya sé que eso que estás viviendo no te permite sentirte en victoria, como se supone que debería ser para alguien que se dice públicamente cristiano, pero ahora tengo la certeza que hoy recibirás una palabra divina que cambiará todo eso para siempre. Tú y yo sabemos, (Aunque no te conozca y jamás te haya visto), que hay momentos en que el miedo te impacta y te paraliza. También tengo certeza que ya te enseñaron de donde proviene ese miedo, pero igualmente no puedes ni siquiera pelearlo y mucho menos vencerlo.
Es una rara mezcla de temor a perderte, a pecar de manera horrible, incluso a morirte, en fin, como normalmente se suele decir en estos casos, llegas a tenerle miedo al miedo. Y allí es, justo cuando te estás sintiendo así, cuando aparece alegremente el gran cristiano de todos los cristianos que, con un gesto de omnipotencia y hasta indisimulada superioridad, te lee en su Biblia ese pasaje que dice: …en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Y la consecuencia inmediata de este pintoresco seminario bíblico, es que ese disimulado temor que sentías, ahora se te convierte en terror. Porque a pesar que no eres un creyente modelo ni mucho menos, y que estás cada día vapuleado por todas las tentaciones que se te ocurran imaginarte, ahora te estás enterando que tampoco tienes el amor suficiente como para vencer ese temor. Y tú pregunta surge en el acto: Pero; ¿Quién tiene esa clase de amor?
Entonces casi de manera vertiginosa, evalúas tu vida en todas las áreas más importantes. Por ejemplo; si eres hijo, amas a tus padres, de eso nadie tiene dudas. Ni ellos ni nadie que conozca a tu familia de cerca puede tenerla. Porque si también eres esposo, amas a tu esposa sin ninguna duda y estás seguro que eso es para siempre. Si eres esposa amas a tu marido y nadie podría ni en broma ponerlo en duda. Y ni hablar de si estás en noviazgo, porque en ese caso amas casi desesperadamente y no ves la hora que eso tan potente que sientes se convierta en convivencia definitiva y eterna. Y que cuando te queda tiempo, también sabes amar en el plano social, ya sea a los que menos tienen, como a los que necesitan contención o afecto, y a eso también lo has manifestado públicamente sin problemas.
Como resultado de esta evaluación, surge que eres un ser humano normal con un bagaje de sentimientos absolutamente normales. Y entre esos sentimientos, indudablemente que figura el amor. ¿Y entonces? ¿Qué es lo que te falta para tener eso que dice ese pasaje de esa Biblia que te leyeron, y que te servirá para vencer tus temores? Justamente, lo que te falta es obediencia a un mandamiento muy sencillo que suele pasar casi desapercibido: el de escudriñar la Palabra de Dios, que es sinónimo de investigar, de algo así como buscarle cinco patas a un gato que todo el mundo dice que tiene cuatro. La vida de un cristiano no empieza y termina en aceptar a Jesucristo e invitarlo a morar en su corazón. Ese es el primer paso de fe, pero no el único. Y mucho menos el último. Así como haces esfuerzos espirituales y carnales para no matar, no robar, no fornicar y no nada de lo que te dijeron que no, así también deberías ser obediente a los mandamientos menores.
El de escudriñar lo que llaman la Palabra de Dios, por ejemplo. Porque créeme que, si lo hubieras hecho, con muy poco esfuerzo te hubieras enterado, y sin necesidad de estudiar teología superior, que el amor del que se habla en eso que te leyeron, no es el amor filial, (Que en el griego bíblico se lee phileo) el que une a padres, a hijos. Y también a hijos con sus padres, así como tampoco del de esposos o novios. La traducción más amplia y que abarca muchos aspectos de la palabra que allí se traduce como Amor, es carácter. Algo así como el carácter de tener la certeza de ser un hijo de Dios por decisión y parte de su Reino con derecho a herencia. Eso significa Agápe. Nada que ver con Phileo que es el amor que más conocemos.
Cuando tú sabes, que sabes, que sabes, que eres un hijo de Dios y miembro de su familia real, como resultado de haberlo aceptado como Señor de tu vida y creerlo todos los días dónde y cómo quieras que te encuentres, entonces también sabes que sabes que Su poder es también el tuyo cuando lo necesites. Y cuando tomas conciencia de eso, tu enemigo pierde influencia en tu mente, y te conviertes en un guerrero de manos limpias, pero de armas tremendas, que no puede temerle a nada de lo que en esta tierra pueda despertar temor. Trabajo, salud, seguridad, estabilidad, felicidad. Cuando el inconmensurable amor de Dios produce en ti esa certeza, allí es donde compruebas que efectivamente, esa forma de amor, ese carácter imponente, echa fuera de tu vida todo temor. Y para siempre. ¿Verdad que esto cambió tu día? Me alegra de sobremanera, porque que hoy una palabra divina cambie tu día, es confirmación que una suma de palabra ungida cambiará tu vida. Y tengo certeza que hoy has comenzado a caminar en esa dirección. Por eso, y a modo de cierre onda parábola, es interesante asegurarte que el único temor que te está parcialmente permitido, es el Temor de no Tener Miedo a Nada.