Que si Confesares con tu Boca…

Es necesario establecer, antes de encarar el próximo tramo de estos mandamientos dejados por Jesús a todos nosotros acompañando, – reitero -, pero también sumando a los diez clásicos y legendarios ya conocidos, una diferencia entre dos palabras muy utilizadas por la Biblia: enemigos y perseguidores.

Un enemigo es alguien que está enfrentado con nosotros por enormes y abismales diferencias, ya sean ideológicas o de concepto. El enemigo del creyente, sin dudas, es el mundo incrédulo, aquel al que Dios amó y al que nosotros también debemos amar, pero con el cual tenemos que combatir porque será, indudablemente, el más utilizado por el diablo para atacarnos.

Los perseguidores, mientras tanto, no son necesariamente enemigos declarados. Mayoritariamente, el pueblo de Israel fue perseguido por los mismos judíos. Un claro ejemplo es Jesús. A Él no lo persiguieron los romanos, incrédulos y enemigos del cristianismo, sino los fariseos, que decían creer en el mismo Dios que Jesús predicaba. Bajo esa óptica veamos lo que sigue.

(Mateo 10: 16)= He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.

Este texto ha sido tergiversado, (Así fuera con la mejor de las intenciones), reemplazando este mandato de ser prudentes, lo cual es una condición que emana de la paz del Espíritu, con la palabra astutos, que no sólo no es sinónimo, sino sencillamente contrapuesta. La que era astuta, era la serpiente del huerto, la cual ya todos sabemos de quien se trataba.

(17) Y guardaos de los hombres, porque os entregarán en los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; (18) y aún ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles.

De momento que nos deja claramente establecido que deberemos guardarnos (Cuidarnos) de los hombres que pueden hacernos muchos males, lo más lógico conforme a como nosotros vemos la iglesia, sería que esos hombres fueran parte del mundo secular, incrédulo y pecador.

Sin embargo no es así en absoluto. Y no se trata de una interpretación ocurrente o torcida por alguna clase de animosidad personal o sectorial. Se desprende de lo que se nos está diciendo con total y meridiana claridad.

Porque dice que nos entregarán en los concilios. Piense: ¿Qué hombre del mundo tendría la mínima posibilidad de tener alguna clase de influencia ante un concilio religioso? Se trata de gente de adentro. Porque, agrega, que nos azotarán en sus sinagogas. No dice en “las”, dice en “sus”. Esto fundamenta lo que antes mencionaba con respecto a las persecuciones.

(19) Mas cuando os entreguen, no os preocupéis  por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que debéis hablar.

(20) Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.

No se engañe ni trate de engañar a otros. Si le sucediera algo así a usted, lo primero que va a experimentar, es la sublevación de la carne. Allí sentirá enormes deseos casi homicidas por causa de su lógica indignación y, a la hora de hablar, su boca destilará rayos y centellas.

Jesús sabía perfectamente esto porque Él mismo, en su naturaleza de carne, lo sentía bullir en su interior. Pero el Espíritu Santo de Dios provee dominio propio, y Jesús lo pone de manifiesto y en práctica a partir de esto que nos manda hacer a nosotros.

(21) El hermano (¿Qué hermano?) entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.

(22) Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo.

Se ha enseñado, y acertadamente, claro está, que esta perseverancia de la que aquí se habla, es la perseverancia en la fe. Pero sólo una duda: si la salvación está asegurada inconmovible como muchos han enseñado, ¿Para qué deberíamos perseverar con el fin de ser salvos? Y es más: ¿Contra qué deberíamos estar perseverando?

Es cierto, cada uno podría dar aquí, decenas de respuestas lógicas, atinadas, probables y diferentes. Pero sucede que la Biblia no es un compendio de hipótesis, sino Palabra de Dios revelada por su Espíritu Santo, y como tal debemos verla, aceptarla, creerla y ponerla por obra.

Y el contexto de lo que aquí venimos leyendo tiene que ver con la persecución que tendremos por parte de falsos hermanos, falsos líderes y falsos cristianos. Eso me dice a mí que, cuando se habla de perseverar, no puede estar desvinculado del resto. Por lo tanto, usted deberá perseverar en su permanente batalla contra los que se levantan par agredirlo desde dentro mismo de lo que llamamos globalmente: la iglesia.

(23) Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre.

Dice aquí que Jesús regresará junto a sus seguidores, antes que éstos terminen de recorrer todas las ciudades de Israel. Este complejo versículo, ha sido interpretado por los eruditos bíblicos de distintas maneras, lo cual nos está mostrando que sin la garantía de una revelación del Espíritu.

Algunos lo ven como parte de su aparición en la Transfiguración, otros sobre el día de Pentecostés, otros tantos en la destrucción de Jerusalén en el año 70 dc. (Para juzgar) o en la Segunda Venida.

Todo es posible si lo medimos a partir de nuestra mente y de nuestra sabiduría humana. También es posible que el más sencillo de los significados responda a estas preguntas con una simple conclusión: Jesús esta sencillamente diciendo: “estaré con ustedes más tarde”.

Yo, particularmente, soy muy respetuoso de aquellas escrituras que a Dios todavía le place mantener “oscuras”, esto es: sin la luz reveladora que nos las haga ver nítidamente. Lo que sí puedo asegurarte, que aquí no se habla de ciudades-ciudades ni de un Israel nacional o geográfico.

(24) El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.

(25) Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿Cuánto más a los de su casa?

Yo tengo mucho respeto por aquellos pastores que buscan denodadamente instalar a sus congregaciones en la faz social de una ciudad, con el fin de resultarle simpáticos a esa sociedad y aguardar, de ese modo, que ella alguna vez venga a buscar de Dios a los templos. Los respeto, pero no comparto en absoluto la intención por un simple motivo: Jesús nos dijo otra cosa muy distinta.

El hecho de que el propio Maestro haya sufrido el mismo rechazo y persecución, debe alentar a aquellos discípulos que hoy puedan estar experimentándola. Dice que Él fue llamado Beelzebú. Este era el dios filisteo de las moscas, pero su nombre era utilizado por los judíos para referirse al diablo. Escuche: los judíos eran sumamente ortodoxos y legalistas, pero en el diablo creían y se cuidaban muy bien de él. ¿De donde sacamos nosotros esas doctrinas opuestas? Del infierno.

(26) Así que no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado, ni oculto, que no haya de saberse.

Esta palabra que aquí se traduce como TEMÁIS, es la palabra PHOBEO, y se define como un pánico que se apodera de una persona y la hace correr o escapar; estar alarmada, asustada, espantada, desmayada, llena de terror, intimidada, ansiosa y aprehensiva. De PHOBEO deriva nuestra contemporánea y muy de moda: FOBIA.

Jesús insta a sus seguidores a no tener PHOBEO a los hombres, lo cual es destructivo, sino a reverenciar o sentir temor de Dios, lo cual sí es constructivo. Proverbios 29:25 se refiere al síndrome del temor cuando dice: El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado.

En el marco del Nuevo testamento nos encontramos con una ampliación de este mismo concepto, cuando leemos en 1 Juan 4:18, que…el perfecto amor, echa fuera todo temor. Habla de Ágape, de carácter de hijo de Dios. Cuando se está lleno del Espíritu de Dios, se pierde el temor.

Bien; aquí se nos dice que no temamos. ¿Por qué? Por una simple razón: no hay nada encubierto que no haya de ser manifestado, ¿Lo entiende? Y además, por si no alcanzara con esto, tampoco hay nada oculto que no haya de saberse. Esa es nuestra tranquilidad. Y esa, al mismo tiempo, es la espada de justicia sobre la cabeza de los corruptos.

Queda en claro, entonces, que aunque seamos perseguidos, nada nos detendrá de realizar la pública proclamación del evangelio. Válido para sus discípulos y válido para usted y para mí hoy mismo. Y fuente del Mandamiento Nº 29: No rehuyan a las persecuciones.

(Mateo 10: 27)= Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.

Vale aclarar estos modismos para no entender mal el mensaje. Proclamar públicamente el evangelio es decirlo en la luz. Haberlo escuchado antes por parte de Jesús en sentido reservado, es lo que aquí se llama tinieblas. Y lo de la azotea se dice porque los anuncios públicos se hacían desde las azoteas.

(28) Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

Este mandato no es nuevo. Jesús, en todo caso, lo reglamenta de manera formal, pero ya fue anticipado antes por aquellos que anticiparon todas las verdades: los profetas. Dice Isaías en 8:12-13: No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y sea él vuestro miedo.

Fíjese que esta palabra que aquí se utiliza como TEMOR, es algo distinta a la evaluada con anterioridad. Esta es la palabra MORAH y tiene que ver con un miedo reverencial, terror, pavor. Un objeto o persona que infunde miedo, respeto o reverencia.

MORAH deriva de YARE, que significa “tener miedo de”, “temer”, “reverenciar”. MORAH aparece una docena de veces en el Antiguo Testamento. Génesis 9:2 nos habla del temor y del espanto que los descendientes de Noé le inspirarían a todos los animales después del diluvio.

El Señor también inspira temor, como en el Salmo 78:11. En este pasaje, Isaías es amonestado para que jamás tema a las amenazas humanas, sino que sólo Dios sea el objeto de su temor reverente. ¿Sabe algo? Hoy, esta palabra, tiene total y absoluta vigencia.

(29) ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.

(30) Pues aún vuestros cabellos están todos contados. (¿Cuantas veces ha oído predicar sobre este concepto? ¿Sabe cuanta menos corrupción habría dentro de las congregaciones si todos sus miembros tuvieran bien en claro este asunto?)

(31) Así que, no temáis, más valéis vosotros que muchos pajarillos.

Es indudable. Ha sido escrito antes y ha sido reafirmado por Jesús. Y ambas cosas han sido dichas porque se sabía perfectamente que iban a suceder. ¿No existe alguien, allí, que en este mismo momento tiene miedo de lo que puedan hacerle en su congregación sus propios líderes, sólo por no someterse a algo que no ve con claridad?

Que se entienda, entonces, ya que ha sido dicho con la máxima claridad de la que la Biblia puede ser capaz dentro de lo que son sus estructuras idiomáticas. Es el Mandamiento Nº 30: No temer a los hombres que sólo pueden matar el cuerpo.

(Mateo 10: 32)= A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

(33) Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Hay otros textos en la escritura que prácticamente están diciendo lo mismo. Romanos 10:8-9, dice: Mas, ¿Qué dice? Cerca de ti está la palabra, en la boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Esto ha determinado, entre otras tradiciones costumbristas no centrales, la creación de la famosa “oración del pecador”, que es la que hacemos hacer a aquellos que manifiestan deseo por aceptar a Cristo como Salvador y señor de sus vidas.

¿Está mal, acaso, que la hagan? No. Pero no cuando quien la hace la está creyendo. Porque aquí se especifica eso: que no es suficiente con decir algo en voz alta, sino que para que tenga el efecto que se menciona al final, además de expresarlo, hay que creerlo.

Esta palabra que se usa aquí como CREYERES, es la palabra PISTEUO, y tiene que ver con la forma verbal de PISTIS (Fe). Significa “confiar en”, “tener fe en”, “estar plenamente convencido de”, “reconocer, depender de alguien”.

PISTEUO es más que creer en las doctrinas de la iglesia o en artículos de fe. Expresa dependencia y confianza personal que deviene en obediencia. El vocablo implica sometimiento a la voluntad de Dios y una confesión positiva del señorío de Jesús.

Pablo asegura aquí que la justicia que es por la fe no demanda mérito o esfuerzo humano alguno. Cristo ya ha hecho lo necesario para nuestra salvación y lo único que queda de nuestra parte, es confesarlo como cierto. La confesión oral, por tanto, confirma y señala la creencia del corazón. Así es como funciona. Cualquier otra imitación tiene un serio riesgo que puede imaginar.

Pablo, en su segunda carta a Timoteo, lo expresa de otro modo aunque con similar contenido. En 2 Timoteo 2:12 él dice: Si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará.

Observe que Pablo subraya aquí el principio espiritual del sufrimiento presente seguido de la futura gloria, citando un antiguo himno o confesión de fe. Su propósito era llamar a la valentía y a la resistencia, aún el martirio, en el servicio del Señor.

Y en el libro del Apocalipsis, finalmente, también hay un texto encargado de corroborar esta esencia. Está en 3:5, donde se puede leer: El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.

Las vestiduras blancas de las cuales se está hablando aquí, son la expresión de las túnicas de los considerados justos en Jesucristo, y por lo tanto de gozo victorioso. Y el hecho de no borrar su nombre, reafirma la promesa del Señor. El libro de la vida es el registro eterno de los redimidos por Dios.

Es más que notorio que Jesús no deja espacio alguno para lo que en ciertos sitios se tiene como un “discipulado secreto”. Si somos luz y somos sal, es imposible que nos mantengamos en oculto sin hacerle saber a la humanidad en qué creemos y quienes somos.

Esto no significa andar por su lugar de trabajo, o su escuela, o el barrio donde usted vive con una Biblia bajo su brazo gritando a los cuatro puntos cardinales que Jesucristo es el Señor y que más les vale entregarse a Él o irse al infierno.

A esto lo hemos visto en muchas ocasiones en ilustraciones caricaturizadas del antiguo oeste americano, con relación a los viejos predicadores del principio de siglo que, es evidente, deben haber confundido las formas y los métodos atrayendo sobre sí, más que fe y confianza, ridículo.

El hijo de Dios no ha sido redimido para hacer el ridículo. Ha sido salvo para proclamar el poderío y señorío de Jesucristo en todo tiempo y lugar, siempre y cuando el Espíritu no le muestre que debe mantenerse en silencio como les ocurriera en algún momento a los discípulos en Asia.

Por lo tanto, en cada ocasión que alguien le confronte a usted en sus convicciones, allí sí deberá subirse a un simbólico e imaginario púlpito y obedecer el que sin ninguna duda se constituye en el Mandamiento Nº 31: Confesar a Cristo para que Él nos confiese a nosotros.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez