El Asunto de la Cobertura

En nuestra última entrega, estuvimos hablando bastante de la sujeción mutua. Ahora bien; en contraste con el principio bíblico sobre la sujeción mutua, la noción de “responsabilidad denominacional” es realmente una ficción. En su esencia, la llamada “Cobertura Denominacional” está construida sobre la idea más o menos supersticiosa de que, si yo pertenezco a una organización denominacional, estoy de alguna manera que no se termina de explicar, “cubierto” o “protegido” mágicamente del error. Pero el hecho de que la gente en el sistema denominacional rutinariamente está equivocada al pensar así, es prueba indiscutible de que esta idea es una mera chantada. La noción de que estoy cubierto por estar conectado en mi “responsabilidad legal” con una remota organización o individuo, tal como la Iglesia Católica, por dar un ejemplo, lo está con el Papa, es una falacia. Bíblicamente, siempre será mejor que humanamente por mejor que estemos ubicados.

(1 Juan 2: 20)= Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.

(Verso 27)= Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

Esto te está mostrando algo, que la única protección del error está en someterse a la dirección del Espíritu de verdad y en sujetarnos atentamente a aquellos creyentes maduros y dignos de confianza a quienes conocemos personalmente, porque el consejo de los sabios nos ayuda a discernir qué es lo que nos mueve. Por consecuencia, la idea de Dios con respecto a la responsabilidad legal funciona de persona a persona, no de ministro religioso a la persona. La protección espiritual viene de la relación con el Espíritu y la conexión con otros cristianos. En esto está el temple y el espíritu de la comunidad del Nuevo Testamento. Por contraste, el complicado y reglamentado sistema oficial de la responsabilidad legal al estilo “Alguien encima-alguien debajo”, es un sustituto artificial de la sujeción mutua. Como resultado, la enseñanza bíblica con respecto a la sujeción mutua continua siendo oscurecida en la niebla de la intelectualidad religiosa al calor y vigor de los debates entre facciones.

Trágicamente, los que se atreven a poner a prueba los soportes bíblicos de la doctrina de la “Cobertura”, saben que pueden echar abajo los motores retóricos del sector religioso y ven volar chispas. La espantosa verdad es que la gente que cuestiona la autoridad oficial eclesiástica, está haciendo estremecer al sistema eclesiástico conocido. Como resultado de esto, se los denigra, se los difama y se los estigmatiza con adjetivos tales como: “Herejes”, “Agitadores”, “Perturbadores”, “Alborotadores”, “Entremetidos”, “No Autorizados” y “Rebeldes Insumisos”. Semejante invocación de la retórica religiosa está planeada para sofocar la reflexión y quitar del camino a los que manifiestan una disconformidad honesta con el status quo. Por consiguiente, la casa de Dios todavía sufre por los que, animados de un espíritu de censura, expulsan de la sinagoga del Señor a los que son preciosos a sus ojos, y cierran la puerta de la casa a los miembros de la familia. Ya fue escrito.

(3 Juan 9)= Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.

(10) Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohibe, y los expulsa de la iglesia.

Los que usurpan la autoridad, que son muchos más de lo que suponemos, a menudo se deshacen en elogios elocuentes acerca de cómo ellos salvaguardan a las ovejas de Dios de los peligros del aislamiento y el individualismo. Lo más triste del caso, es que muchos de ellos, realmente se creen esto. Es evidente que las sectas se multiplican interminablemente porque algunos se aíslan del Cuerpo de Cristo y siguen, sin reservas, las ideas y pensamientos de un líder u organización. Irónicamente, sin embargo, la “Cobertura denominacional” está mucho más cerca de la noción torcida de liderazgo tipo “amo-esclavo” que distingue a las sectas que del modelo bíblico de la sujeción mutua dentro de la asamblea local. Esto se debe a que el modelo bíblico enfatiza la sujeción de los unos a los otros en contraste con la obediencia absoluta a un líder humano, personal u organización.

Para poner de relieve un punto aún más fino de este asunto, la doctrina de la “Cobertura” se usa muy frecuentemente como un garrote para rechazar y acabar con aquellas iglesias que no están bajo una bandera denominacional. La utilizan grupos religiosos partidistas como un arma temible para asegurar el terreno teológico. Esta arma ha sido provista por la intolerancia y el fanatismo sectarios y ha provocado la fractura de la comunión del pueblo de Dios, cortando en pedazos el cuerpo de Cristo, y reduciendo a la iglesia a astillas. El moderno pantano denominacional ha contaminado el paisaje Cristiano, convirtiendo al “Un cuerpo” en una entidad trágicamente dividida con una tradición que lo estrangula.

No cabe la menor duda de que muchos defensores del denominacionalismo creen que este sistema es inofensivo. En su opinión, las diferentes denominaciones meramente representan a las distintas partes del cuerpo de Cristo. Pero el sistema denominacional es ajeno al Nuevo Testamento e incompatible con la unidad Cristiana, porque está basado en divisiones que son bíblicamente injustificables. Los tres primeros capítulos de la Primera carta de Pablo a los Corintios, lo expresa con bastante amplitud. En efecto, el denominacionalismo se deriva de una visión fracturada del cuerpo de Cristo.

Virtualmente, cada iglesia que nació dentro de los primeros quince años a partir del Pentecostés, fue engendrada por la iglesia de Jerusalén. Sin embargo, estas nuevas iglesias no tenían una relación formal ni subordinada con la asamblea de Jerusalén. En este respecto, el Nuevo Testamento siempre describe iglesias locales autónomas pero fraternalmente relacionadas. Esto significa que en la mente de Dios, cada iglesia local, aunque es una vida con todas las demás iglesias, es independiente, se gobierna a sí misma, y es responsable solamente ante Dios con respecto a sus decisiones. De aquí que el concepto de una “iglesia madre” que gobierna o de una sede denominacional no solamente está basado en una interpretación acartonada de la Escritura, sino que es netamente partidista. Y que conste que esto no implica que le demos un golpe de muerte al denominacionalismo, sino sacar a la luz el problema esencial que está detrás de él y aportar cosas de un modo que se pueda construir algo más cercano a la idea de Dios.

Nunca fue el deseo de nuestro Señor que las asambleas locales se combinaran para formar una organización denominacional, una super federación, una asociación organizada o un centro de control diocesano. Por el contrario, el principio escritural afirma que cada iglesia local debe ser independiente cuando toma decisiones y en su supervisión. Esto puede verse con toda claridad en las palabras del Señor a las siete iglesias de Asia, en las que cada una de ellas fue tratada específica y singularmente de acuerdo con sus propios problemas particulares. Esto también se subraya en las cartas de Pablo en las que trató consistentemente a cada asamblea local como un organismo autónomo que se gobierna a sí mismo. De acuerdo a Pablo, cada asamblea local era directamente responsable de obedecer la palabra divina. Mira lo que dice al respecto:

(1 Corintios 11: 2)=Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.

(2 Tesalonicenses 2: 15)= Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.

(2 Tesalonicenses 3: 6)= Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.

En otro sentido, Pablo también va a dejar muy en claro lo de la dependencia denominacional, jerárquica catalogada como “Cobertura” por la iglesia moderna. Él iba a puntualizarle a todos los que tomaran contacto con sus cartas, que las cuentas espirituales y materiales de su tarea, debían rendírsela directamente a Dios. Lo dejó escrito:

(Efesios 5: 24)= Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

(Colosenses 1: 9)= Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, (10) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.

Por lo tanto, es un tremendo error tejer iglesias locales con el hilo del federalismo religioso. Es indudable, cada iglesia local está bajo la misma Cabeza y es una en Vida. Por esta razón, cada una debe cooperar con las demás, aprender de ellas y ayudarse una a otra en la medida de lo posible. También aquí tengo escrituras que lo relatan:

(Hechos 11: 28)= Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio.

(29) entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; (30) a lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

(Romanos 15: 25)= Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos.

(26) Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén.

(27) Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles en los materiales.

(28) Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España.

(1 Tesalonicenses 2: 14)= Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos.

Cabe consignar que esta era la práctica de las asambleas primitivas y que, también, cada asamblea local está obligada a seguir la tradición que los apóstoles establecieron en cada iglesia. De esta manera, si una iglesia local se pone a trabajar por su propia cuenta en una línea meramente individualista en lo que respecta a sus prácticas eclesiásticas, esto significará que se ha apartado del principio Divino.

Al mismo tiempo, Dios tiene el propósito de que cada iglesia local desarrolle su propia supervisión y ministerio y que no se una a otras iglesias en una especie de organización externa. Mientras una iglesia local esté siguiendo los principios generales formulados en el Nuevo Testamento para la vida corporativa, que es lo que se llama “La tradición apostólica”, el Señor indudablemente conducirá a cada asamblea en una dirección diferente con respecto a cómo debe de dar testimonio especial a su comunidad. De modo que hay una relación espiritual y de ayuda entre las asambleas locales, pero cada iglesia es responsable directamente a su Cabeza, que es Cristo, y está bajo su control inmediato. Importante: La Biblia nunca se refiere a un ser humano, a una persona, como “Cabeza” de una iglesia. Este es un título que le pertenece exclusivamente a Jesucristo y, pretender compartirlo, es incursionar en algo muy cercano a la herejía o la blasfemia.

Mientras que las iglesias locales tienen un fuerte vínculo interno que las une en Cristo, mantienen una fuerte independencia local en su organización. Esto significa, entre otras cosas, que es antibíblico que una asamblea local dirija o discipline a otra asamblea. En la mente de Dios, una iglesia no tiene derecho s regular, controlar o entrometerse en los asuntos, enseñanzas o prácticas de otra. Aquí es donde el sistema denominacional viola todos estos principios. Para resumir, la unidad y relación de las iglesias preserva el testimonio de que el Cuerpo es uno, mientras que la independencia y autonomía de las iglesias preserva el testimonio de que la Cabeza, es soberana.

Otro problema que presenta el sistema denominacional moderno es que aplasta lo que afirma proteger y preservar. Derriba eficazmente con lo que pretende edificar. El denominacionalismo Protestante, al igual que el celo sectario mal orientado que impulsa el Catolicismo Romano, se han deteriorado hasta convertirse en una institución humana que chasquea el látigo del despotismo ante sus disidentes, defiende solícitamente a sus adeptos, y condena a otros por supuestas violaciones doctrinales.

Es por esta razón que Pablo se enciende contra los cristianos de corinto cuando se asignaban a sí mismos algún nombre y se deslindaban unos de otros en campos separados dentro de la misma comunidad. Hoy en día no es menos escandaloso que a la familia de Dios se le imponga con violencia la camisa de fuerza partidista de la ortodoxia religiosa. Cabe destacar aquí porque debemos decirlo, que muchas de las iglesias así llamadas no-denominacionales, Inter.-denominacionales o post-denominacionales, son tan jerárquicas y sectarias como las grandes y antiguas denominaciones. De aquí que estas también pertenecen al sistema denominacional.

Pro es aun más sorprendente que el sistema denominacional realmente perpetua la herejía, que entre paréntesis, es la misma cosa que afirma refrenar. Vale la pena pensar en esto. Si la naturaleza autónoma de cada iglesia se preservara, la propagación del error se localizaría en su mayor parte. Pero cuando una sede denominacional se infecta de una falsa enseñanza, cada iglesia conectada con ella cae en la misma falsedad y la herejía se difunde.

Además, cuando cada iglesia es autónoma, es más difícil que algún falso maestro ambicioso surja y tome el control de un grupo de asambleas. Cuando las iglesias son independientes y no están afiliadas de manera organizacional, “La figura de un Papa”, es prácticamente imposible. Pero esto no ocurre así en una denominación, donde todas las iglesias relacionadas están en pie o caen. Puede discutirse más profundamente si formar una denominación es cometer una herejía. El pecado de herejía consiste en seguir los propios dogmas. En consecuencia, una persona puede ser un hereje con respecto a la verdad si la usa para fracturar el cuerpo de Cristo.

Mientras que la iglesia institucional moderna puede jactarse de estar “cubierta” por una denominación, en realidad se permite mucho menos el “dar cuentas” cara a cara que en la mayoría de las iglesias no tradicionales que se reúnen de acuerdo con las líneas trazadas por el Nuevo Testamento. En la típica iglesia evangélica, se dice de manera corriente que el pastor “cubre” a la congregación. Pero en la mayoría de las iglesias de esta clase, el grueso de la congregación apenas si conoce al pastor, y mucho menos se conocen el uno al otro. No es raro que “los cristianos practicantes” empleen menos de tres frases cuando se dirigen a otra persona en un típico servicio de domingo por la mañana. En contraste, en la asamblea del Nuevo Testamento, todos los hermanos se conocen uno al otro íntimamente, y esto incluye a sus líderes. La Biblia da cuenta también de esto.

(1 Tesalonicenses 5: 12)= Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan.

Viendo todo esto en conjunto, la “cobertura denominacional” es artificial y nominal, y está confinada a los límites seguros de su propia superficialidad. El deseo de Dios es que su pueblo encarne los valores de la vida y la enseñanza de su Hijo en una comunidad en la que pueden estar cara a cara íntimamente. Y este deseo constituye lo más preciado de su propósito eterno. En una palabra, la sujeción mutua preserva a la iglesia como una comunidad estrechamente unida, mientras que la “cobertura” denominacional la convierte en una sociedad jerárquica.

Es muy claro que el mero empleo de estructuras eclesiásticas tradicionales como el sistema del pastor del Protestantismo, el sistema sacerdotal del Catolicismo Romano y el sistema denominacional de la Cristiandad, jamás podrán salvaguardar al pueblo de dios del error doctrinal. Poniendo entre paréntesis al gran número de iglesias independientes que se han apartado de la ortodoxia Cristiana, muchas denominaciones guiadas por líderes han seguido el mismo camino. Por ejemplo: La Sociedad de la Torre del Vigía, Los Testigos de Jehová, El Camino Internacional, Los Santos de los Últimos Días, es decir: los mormones, etc.

Además de la sujeción mutua, la enseñanza Cristiana histórica con respecto a las doctrinas esenciales de la fe juega un papel crucial guardando a la asamblea local en el sendero Escritural. A través de los siglos, los cristianos han preservado las creencias medulares de nuestra fe. Estas creencias se han estructurado en forma de credos en medio de una plétora de herejías doctrinales. El Credo de Nicea, El Credo de los Apóstoles y otros más, no pertenecen a alguna tradición eclesiástica o denominación. Más bien, son la herencia de todos los cristianos genuinos, y reflejan adecuadamente la voz unificada de la iglesia a lo largo de su historia. Aunque el lenguaje utilizado en los credos tempranos suena arcaico o vetusto a nuestros oídos modernos, su significado refleja la enseñanza bíblica histórica.

Para decirlo de otro modo, los Credos Ecuménicos encarnan lo que un escritor llamaba “Cristianismo y nada más”, es decir, “La creencia que ha sido común a casi todos los cristianos en todos los tiempos”. Mientras que los credos por sí mismos no son un disuasivo suficiente par no caer en el error doctrinal, sirven como signos para alertarnos de si nos estamos desviando de la sana enseñanza. Aunque los credos no deben verse como declaraciones teológicas perfectas, funcionan como señales en el camino indispensables para nuestra fe común. Los credos no sustituyen a la Escritura, ni están más allá de ser ampliados. Pero cuando se los maneja adecuadamente, ayudan a salvaguardar la doctrina pura.

Por consiguiente, las modernas congregaciones Neotestamentarias y las llamadas “iglesias hogar”, deben valorar los instrumentos útiles que nuestros antepasados espirituales nos legaron en su búsqueda por seguir fielmente a Cristo. Estos instrumentos están representados en las confesiones de la iglesia primitiva. Por ejemplo, los Credos Ecuménicos. Constituye un grave error el pragmatismo de despreciar indiscriminadamente sus contribuciones simplemente porque algunos de ellos formaban parte de la iglesia organizada de sus días.

No olvidemos que cada uno de los principios escriturales que todos tenemos en alta estima fue defendido y compilado formalmente por aquellos que estaban dentro de las estructuras eclesiásticas institucionales. Esto último no les impidió juntar sus voces a las de los apóstoles con respecto a los sagrados oráculos de Dios. No debemos dejar de recordar que el Cuerpo de Cristo incluye a todos los cristianos de cualquier época, sin importar a qué asamblea local pertenezcan.

Por esta causa, el llamado a recobrar las bases esenciales de la iglesia del Nuevo Testamento, no incluye ni puede incluir una especie de convocatoria a reinventar la rueda religiosa en cada tema teológico. En el mundo secular, se asegura que debatir un tema, lo enriquece, da pie a un caudal informativo mucho mayor al que se poseía antes y, en suma: lo potencia. Allí es donde notamos la enorme diferencia que existe entre el secularismo y el reino de Dios. El debate teológico no sólo no aporta nada espiritualmente concreto y favorable, sino que incluso, anexa una confusión aún mayor a la que ya estamos expuestos los creyentes desde la implantación de las diversas denominaciones, algo que todavía muchos le “agradecen” a Dios como si hubiera sido idea suya, ya que, dicen, permite llegar con el evangelio a todos los estratos sociales. La historia no nos dice precisamente eso, sino todo lo contrario.

Tampoco incluye un rechazo a todo lo que nos ha sido transmitido por nuestros antepasados espirituales. En lo personal, siempre he asegurado a quien quisiera oírme, que lo que hoy por hoy yo pueda estar enseñando, y que pueda parecerle tremendamente novedoso y nuevo a mucha gente, no viene necesariamente a reemplazar lo que se aprendiera antes, sino a completarlo. Salvo, claro está, cuando lo que se ha enseñado obedece más a los intereses personales o particulares de determinadas personas y no a la auténtica Palabra de Dios. Más bien toma partido por toda voz del pasado que ha permanecido fiel a la revelación apostólica, no importa a qué segmento de la iglesia histórica pudo haber pertenecido en aquel tiempo.

Si bien las asambleas modernas deben marcar nuevas fronteras a medida que se mueven a la realización del propósito eterno de Dios, sólo podrán hacerlo en la senda de la ortodoxia bíblica. La iglesia primitiva estaba enraizada en el fértil suelo de la verdad Cristiana. Y permanecer en ese suelo requiere que estemos sobre los hombros de los que han estado antes de nosotros.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez