Cuando lo Vil y lo Necio Llega Antes

En el consenso global de la escritura, hay dos frutos que tienen que ver de manera directa con el pueblo de Dios. Uno es la uva, o la viña, que tiene relación directa con lo que es todo el pueblo en general. La otra es la higuera, o los higos, que tienen implicación de remanente.

Hay una parábola en el evangelio de Mateo, que tiene que ver precisamente con la higuera, y que además de significar una expresión concreta y contundente de la autoridad de Jesús sobre toda la creación, implica además una tipología de lo que espera el Señor de su remanente santo.

(Mateo 21: 18)= Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.

(19) Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.

Vamos a explicar algo que si bien tiene que ver directamente con la botánica, está íntimamente ligado al contenido espiritual de este pasaje. No se olvide que la Biblia siempre será un compendio de relatos literales que encierran principios espirituales.

En una higuera, primero se forma el fruto y luego aparecen las hojas. Así es que uno espera siempre encontrar suficientes frutas en un árbol lleno de hojas. La higuera designa aquí al Israel de los tiempos de Jesús, cuyo sistema religioso y herencia prometían dar frutos satisfactorios.

Así que el anatema se refería no sólo a la higuera, sino a la nación de Israel, una parábola escenificada que mostraba el juicio que caería sobre la falsa decisión de Israel. La nación había hecho profesión de rectitud y mantenido todas las formas externas de la santidad, pero mientras se decía creer en Dios, rechazaban abiertamente al Hijo de Dios.

La diferencia que siempre va a existir entre una higuera y una viña, tiene que ver con el fruto y no con las hojas. Porque una uva, (fruto de la viña), contiene tres o a lo sumo cuatro semillas para prolongar su especie, mientras que un higo, si usted lo examina, verá que es todo semilla.

(20) Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó enseguida la higuera?

(21) Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte le dijereis: quítate y échate en el mar, será hecho.

(22) Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

La lección positiva y al mismo tiempo profundo principio espiritual encerrado en este relato, muestra la validez del increíble poder de la oración, cuando es pronunciada no solamente con fe y convicción (elementos necesarios e indispensables), sino de acuerdo con la voluntad el propósito de Dios.

Parece una verdad de Perogrullo, pero no lo es tanto. Cualquiera que lee y no está avisado del tema, nos dirá: ¡Que gracia! ¡Cualquiera sabe que la oración hecha con fe y creyendo es más potente y efectiva que cualquier otra arma forjada por el hombre.

Sí, es verdad, pero convengamos que a la hora de orar, todos podemos arrodillarnos, cerrar nuestros ojos, levantar nuestras manos y hacer una extensísima, articulada y rimbombante oración capaz de asombrar al mundo. Pero creer en lo que estamos orando, ya no pasa por las formas externas, sino por algo que nos llega desde adentro hacia fuera.

Aquí nos encontramos con el Mandamiento Nº 66: Todo lo que pidan creyendo, les será concedido. 

(Mateo 21: 23)= Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas?¿Y quien te dio esta autoridad?

Fíjese que preguntándole a Jesús sobre la fuente de la autoridad con la que actuaba, las autoridades religiosas esperaban sorprenderle en alguna blasfemia. Sin embargo, al formular la pregunta, ya están dejando en evidencia la existencia de una autoridad singular en Él.

Es la misma clase de autoridad que emana de quienes son legítimos y genuinos siervos de Jesucristo en este tiempo. Los hombres inventaron las organizaciones eclesiásticas y los cargos, funciones y títulos que ellas otorgan como autoridad visible. Pero la autoridad real, siempre será la que no tiene raíz humana, sino divina. Exactamente la misma que exhibió Jesús.

(24) Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.

(25) El bautismo de Juan, ¿De donde era? ¿Del cielo o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

Cuando habla del BAUTISMO de Juan, en este texto, la palabra original que utiliza, es BAPTISMA, que viene del verbo BAPTIZO, que significa, remojar, sumergir. BAPTISMA hace énfasis en el resultado del acto más que en el acto mismo.

En el bautismo cristiano, lo importante es la identificación de la persona bautizada con Cristo, en muerte, sepultura y resurrección. La palabra describe la experiencia de un convertido, desde su aceptación inicial de Cristo hasta su iniciación en la comunidad cristiana.

Es una decisión íntima y personal de cada hombre o mujer llegados a los pies de Cristo, en un marco de obediencia a un mandato, desear pasar por las aguas del bautismo tal cual lo decidió Jesús en su momento. Lo que no se entiende, es que haya organizaciones que se arroguen un derecho antibíblico de decidir si alguien “está en condiciones” o no para ser bautizado.

(26) Y si decimos de los hombres, tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta.

(27) Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

¿No es verdad que esta última respuesta de Jesús, suena muy parecida a alguna expresada por un cristiano carnal cuando, dejándose llevar por el rencor ante lo que pueda haber sido un ataque o una ofensa, responde casi cobrándose ojo por ojo y diente por diente?

Sin embargo Jesús, al contestar una pregunta de ellos, lo que hace es confrontar a sus oponentes colocándolos en una disyuntiva total. Porque la clase religiosa, más allá de sus propias e íntimas verdades “espirituales”, lo que cuida al máximo, es su imagen exterior. Es como el pastor que, con tal de no perder la estima y la sujeción de sus miembros, es capaz hasta de incorporar ocultismo a sus cultos.

Aquí queda en evidencia el Mandamiento Nº 67: No tienen que dar ninguna explicación con respecto a la autoridad con la que hacen mis cosas.

(Mateo 21: 28)= Pero ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.

(29) Respondiendo él, dijo: No quiero, pero después, arrepentido, fue.

(30) Y acercándose al otro, le dijo de la sima manera: y respondiendo él, dijo: Sí señor, voy. Y no fue.

(31) ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al Reino de Dios.

(32) Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

Aquí la significación d esta parábola relatada por Jesús, es tan clara que no admite demasiadas explicaciones. Tiene que ver con que los pecadores arrepentidos de las faltas más viles entrarán al cielo, pero no así los religiosos hipócritas.

Esto es muy importante, porque para una enorme mayoría de cristianos, siempre será mucho más salvo alguien que todos los domingos va a una iglesia, que aquellos que por algún motivo pasan un tiempo sin concurrir.

La verdad salta a la vista en esta parábola. Los pecadores más viles y groseros que se arrepienten, inmediatamente son justificados y restaurados, pero los religiosos que concurren a los templos cada domingo pero aún no están arrepentidos así sea de sus pequeños pecados, todavía tienen que poner las cosas en orden con el Señor.

De allí que todas estas conclusiones y consideraciones nacidas a la luz de esta Palabra, nos prodiga el Mandamiento Nº 68: Los más sucios, los más marginales, van delante de ustedes, religiosos, al Reino de Dios.

(Mateo 21: 33)= Oíd otra parábola: hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.

Esta parábola, entre todas las demás cosas que nos va a mostrar, nos deja también en evidencia el conocimiento que Jesús tiene de lo que hasta allí era la única Palabra de Dios escrita, ya que su inicio tiene que ver con una canción relacionada con la viña y subrayará el mismo mensaje. ¡Tu sentencia es bien merecida! Como la de la higuera, la de la viña es una metáfora que habla del pueblo de Dios.

LA canción de la viña la podemos hallar en el libro de Isaías 5: 1-7 y dice textualmente: …Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil…

..:La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas y dio uvas silvestres…

…Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña…

…¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas me ha dado uvas silvestres?

Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña; le quitaré su vallado, y será consumida, aportillaré su cerca y será hollada.

Haré que quede desierta; no será podada su cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aún a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.

Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor…

(34) Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.

(35) Mas los labradores, tomando a sus siervos, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon.

(36) Envió de nuevo a otros siervos, más que los primeros, e hicieron con ellos de la misma manera.

(37) Finalmente les envió a su hijo, diciendo: tendrán respeto a mi hijo.

(38) Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: este es el hechicero; venid, matémosle, y apoderémoslo de su heredad.

(39) Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron.

(40) Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿Qué hará a aquellos labradores?

(41) Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.

(42) Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

El rechazo de Jesús se hizo manifiesto en mayor medida en la clase religiosa de su tiempo, y no tanto en los incrédulos. Del mismo modo hoy, los seguidores genuinos del evangelio de Jesús, son rechazados por las organizaciones religiosas en mayor medida que por el mundo secular.

(43) Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a la gente que produzca los frutos de él.

Hay algo más que resulta más que indispensable aclarar: al rechazar a Jesús, ellos rechazaron el Reino de Dios, que será dado a la gente, término que se refiere a un nuevo pueblo (judíos y gentiles) que produzca los frutos que Dios espera.

El Reino de Dios, en este tiempo, ha dejado de ser un patrimonio de aquellos que asisten a las llamadas “iglesias cristianas”, y ha pasado a ser un elemento casi vital de muchas personas que, sin estructuras eclesiásticas que las representen, adoran a Dios donde pueden y rinden sus frutos al quinientos por uno.

(44) Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y quien sobre ella cayere, le desmenuzará.

Lo que está diciendo aquí es que todo aquel que cayere en incredulidad, será quebrantado sobre esta piedra, y todo el que trate de arrastrarla, será hecho pedazos. Es más que obvio que cuando dice “piedra”, está hablando de Cristo.

(45) Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.

(46) Pero al buscar como echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta.

La parábola, indudablemente, tiene que ver con la decisión de Dios de buscar quien le represente, sin tener en cuenta a aquellos que se levantan a sí mismos como dignatarios, pero que en sus corazones encierran nada más que incredulidad.

Porque debemos tener en cuenta un detalle muy singular: que el mundo incrédulo desprecie a Jesús y todo lo que Él encierra, casi es algo lógico. El mundo secular está en las manos del dios de este siglo que, naturalmente, les ha cegado el entendimiento.

Pero lo que ya no resulta tan lógico es que también en el ambiente supuestamente “cristiano” haya incredulidad. Porque lo primero, sería parte de una ignorancia natural de las cosas de Dios por estar viviendo fuera de Él, pero adentro…

Por esa razón es que Dios experimenta ese desagrado. Él sabe muy bien que al incrédulo total, al mundano, impío y pecador, siempre podrá hallarlo, un día, quebrantado y a sus pies, dispuesto a recibir perdón y salvación.

Pero también es consciente que al religioso que anda en incredulidad es muy complicado traerlo nuevamente a la fe, ya que habiéndola conocido, ha descreído de su valor y ha resuelto regresar a sus anteriores formas de vida.

En este caso, no hay otra forma de solucionar lo que tiene que ver con la extensión del Reino, que la de reemplazar a todos aquellos que hayan resuelto despreciar al Señor de sus vidas y suplantarlos por gente nueva que esté dispuesta a pagar todos los precios por servirle.

Por eso es que tenemos, en este texto, el Mandamiento Nº 69: Los incrédulos serán quebrantados en mi persona.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez