Quiero comenzar este trabajo en la carta de Pablo a los Gálatas en el capítulo 4. Y lo que deseo es traer un mensaje a la iglesia en general, que estoy seguro va a responder a muchas preguntas que a veces en silencio la hacemos al Señor. En medio de un tiempo militante y de verdades reveladas, solemos a veces tener preguntas que ni siquiera nos atrevemos a formulárselas a ningún creyente simplemente porque suponemos que son tontas.
Sin embargo, Dios siempre quiere contestar. La verdad es que Dios habla todo el tiempo y tenemos que ejercitar la disciplina necesaria para desarrollar un oído que resulte apto para oír la voz del Cielo. De allí que esta palabra que te va a llegar ahora, está diseñada tanto para ti de modo individual o para lo que sea tu ministerio, o tu familia, tu matrimonio, tus hijos.
(Gálatas 4: 1) = Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, (Nota que mientras tú no madures, espiritualmente sigues siendo esclavo, de lo que sea que te tiene atado. Mil disculpas por fastidiarte tan pronto, pero dime la verdad: cuando yo estaba leyendo eso, ¿No te fue mostrado lo mismo? Es normal que de cuando en cuando la Biblia te clave una espada. Ahí lo dice. Dice que somos herederos, pero que si somos niños, en realidad todavía somos esclavos) aunque es señor de todo;
(2) sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
3 Así también nosotros, (Escucha: ya se acabó de lo que estaba hablando y ahora te avisa que está hablando contigo, no con una multitud abstracta.) cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. (El mayor problema aquí es que algunos eran niños, pero otros todavía lo son
4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
Vemos dos cosas señaladas en estos cuatro versos: Uno, que es el tiempo señalado por el Padre. Y Dos, que hay una tal cosa llamada El Cumplimiento del Tiempo. Quiero incentivar para formular y formularnos algunas preguntas, inspirado por el Espíritu, a ver si puedo hacer la misma pregunta que a veces nosotros nos hacemos.
No quiero hacer esto como si fuera una crítica, sino simplemente para que tengamos una respuesta concreta a esa pregunta. Reitero, esto es no es de naturaleza crítica, sólo queremos desarrollar la mente de Cristo. ¿Por qué, -me pregunto yo y tantos más-, envió Dios a su Hijo al mundo, en el tiempo en que lo hizo? ¿Por qué no lo envió quinientos años antes? ¿Por qué no lo envió en 1970 u 80? ¿Por qué lo envió en ese tiempo?
La palabra nos dice en Isaías 42, que Él tiene dominio sobre las generaciones, y las llama desde el principio. Así es que muy bien pudo haber enviado a su Hijo en otro tiempo. ¡Si todas las generaciones están pre-determinadas por su consejo! Tú puedes pensar que quizás fue porque el mundo estaba lleno de perversidad en esos días, y tal vez era cuando realmente hacía falta que Cristo viniera.
Claro está que, si fuese esa la respuesta, podemos preguntar por qué, entonces, no lo envió en el tiempo de Noé. La palabra dice que en el tiempo de Noé, el corazón del hombre era continuamente malo. Tanta fue en aquel entonces la maldad, que Dios se arrepintió de haber creado al hombre.
Otros podían decir, quizás que hoy es peor que en los días de Noé. Así es que, entonces, ¿Por qué no lo envió ahora? Sin embargo, podríamos diferir en esto, porque recuerda que en los días de Noé, solamente fueron hallados ocho justos. Y que incluso no eran ocho, era uno. Sólo que por autoridad delegada y bendición de padre, se salvaron dos o tres malhechores allí.
Pero hoy, ¡Somos más los justos! Así que no podemos estar peor hoy que en el tiempo de Noé. Doscientos millones de cristianos, dicen algunas encuestas serias. Cuantos llenos del Espíritu, cuántos justos, no lo sé, espero que todos. Pero si así no fuera, igual hay más justos que los que había en el tiempo de Noé. De allí que quiero, hoy, desatar un principio que tiene que ver con aquellos ocho justos y todos los que puedas contar como buenos, hoy.
Esto, aunque no tenga relación directa con el tema debo decirlo, es importante, porque es la justicia la que detiene el juicio. Tu ciudad puede estar bajo juicio porque tal vez se lo merece. Y pueden ocurrirle cosas graves. A menos que un justo sea capaz de detener ese juicio. ¿Serás tú el que se lo pida al Señor con la autoridad de sentirte justo?
Si el diseño de Dios es reconciliar y restaurar, su deseo es que nadie se pierda y que todos tengan vida eterna. Así que hoy que abunda la iniquidad, vamos a darle fuerza a este principio. Hay algo que todavía está presente, que restringe el juicio: se llama la iglesia gloriosa. Vamos a reconciliar el orden divino. Está bien, hermano, pero… ¿Y hasta cuándo estaremos en eso? ¡Hasta que ganemos!
Entonces, la contestación no depende de la iniquidad ni de la abundancia, hemos visto que en el tiempo de Noé era peor que en el tiempo de hoy. Consecuentemente, peor que en el tiempo que vino Cristo. Sin embargo, la duda sigue flotando: ¿Por qué no nació en otro tiempo? La única respuesta la encontramos en Gálatas 4, donde dice: el cumplimiento del tiempo. El cumplimiento del tiempo. El tiempo contiene un grado de poder. Y si es tiempo divino, ese poder ya sabes de dónde proviene. Satanás no es divino, olvídalo.
Vamos a estudiar eso sí me acompañas, y ahora vamos a ver lo mismo pero desde un ángulo mucho más cercano a ti. Ahora la pregunta, es: ¿Por qué tú naciste cuando naciste y en el lugar que naciste? ¿Por qué no naciste hoy? ¿Por qué no naciste cuando estaba Cristo? ¿Por qué tuviste que nacer el día que naciste? Mira Isaías 41.
(Isaías 41: 4) = ¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros.
Así que te queda claro que tú no naciste por casualidad el día que naciste. Fuiste llamado por Dios desde el principio para ser manifestado en este tiempo. Entonces podríamos preguntarnos qué vinimos a hacer en este tiempo, cuando aparentemente no podemos hacer nada. Claro que pensar de esta manera, sería poco menos que insultar a Dios y su poder administrativo.
Porque, primeramente, empecemos porque Dios nunca se equivoca. Y la iglesia y el Reino de Dios, siempre es la solución del problema del mundo. Y nosotros hemos nacido ahora, porque tenemos un equipamiento espiritual, una preparación interna, sea latente o que tú no la hayas descubierto, pero está allí, y Dios te preparó precisamente para ser la respuesta o la solución de este tiempo.
No tienes que recibir, sólo tienes que efectuar. Tú tienes lo que necesitas para este tiempo. No importa cuál sea la tribulación, tú estás equipado para vencerla. Porque Dios sabe a quién pone, cuándo y dónde y por qué. ¡Y nunca se equivoca! Dios no tiene agendas temporales, no experimenta como algunos de nuestros ministerios. Él es el principio, el arche de la creación. Arche es diseño.
Y tiene un plan eterno. Y nosotros no llegamos a ser por casualidad, sino que fuimos escogidos en él desde los principios. Cristo fue inmolado desde el fundamento de la tierra. Efesios dice que nos escogió en él, antes de la fundación del mundo. Pablo aclara que el misterio estaba escondido desde los siglos en Dios. Nos dice en Tito, que fuimos llamados con santo llamamiento, antes de los tiempos de los siglos. Ahora lo quiere ejecutar a través de ti y de mí.
Pero, ¿Por qué nacimos ahora y no en otro tiempo? Vamos a verlo desde otra óptica. Una óptica cotidiana y más íntima de verlo. Es un principio sencillo el que me propongo impartir desde este mensaje. NO es momento de andar buscando revelaciones espaciales, estamos en la tierra.
Demasiados creyentes viven en un estado de frustración constante, por el tema de saber si están en el tiempo de Dios, o no. Y la efectividad de lo que tú haces, depende de la seguridad que tú tengas, de estar en la voluntad de Dios, o no. Vale la pena mencionar que, no hay cosa que produzca más poder en un creyente, que saber que está haciendo lo que Dios quiere que él haga.
Quiero repetir esto: no hay cosa que produzca más poder en un creyente, que entender que está en el propósito de Dios, que está en el tiempo de Dios, y que lo que él está haciendo, es la voluntad de Dios. Porque la mayoría de los cristianos que he conocido se han pasado la vida haciéndose la famosa pregunta: ¿Será, o no será? Una gran parte de nuestras luchas y debates, como creyentes, giran en derredor de esta raíz. ¿Dónde vivo? ¿Dónde trabajo? ¿Con quién me caso? ¿Cuándo me mudo? ¿Me salgo de la iglesia? ¿Me quedo en la iglesia? ¿Predico o me quedo callado? ¿Doy cien o no doy nada? ¿Qué hago?
Ejemplo: como niños espirituales nos preguntamos, a veces, cuál es la descripción del trabajo de Dios. O sea que vivimos en un estado confundido de: ¿Qué puedo contar yo? ¿Con qué puedo contar de parte de Dios? ¿Qué se supone que Dios pueda hacer para mí? Sí, obvio, somos muchos los que creemos que Dios puede hacer cosas milagrosas, pero esa creencia cambia su tonalidad cuando preguntamos: ¿Lo haría por mí?
Tú sabes que Dios sana, tú sabes que Dios prospera, pero esa no es la duda. La duda, es: ¿Lo haría Él por ti? Sabemos que Él sostiene al mundo, ese es parte de su trabajo. Porque dice la Biblia que su palabra sostiene todo lo que es creado. Sabemos que es creador, pero: ¿Qué hay de su voluntad para tu vida? ¿Compras esa casa, o no? ¿Inviertes en ese nuevo negocio, o no? ¿Será de Dios? ¿No será de Dios? ¿Y qué hay de ese llamado?
Cuidado, porque por ahí tienes el teléfono descolgado, o el celular sin batería, por eso no suena. La duda, es: ¿Te lanzas al destino de Dios, o te quedas en la embarcación un tiempo más? Como niños espirituales, como nuevos creyentes, esto es normal, una duda normal. Quizás algunos todavía andan confusos en este tiempo, lo cual es un poco triste, pero siendo ya maduro, no debería ser esa su batalla.
Te digo: si tú llevas seis o más meses en el evangelio, tú ya debes eliminar algunas de estas preguntas. A medida que vamos madurando, entramos en una dimensión más profunda e inquisitiva. De allí que nuestras preguntas ya tienen que dejar de ser personales, para pasar a ser, por ejemplo, para saber qué está haciendo Dios a nivel corporal, para nosotros poder ser parte de ello.
Mira; sabemos que Dios sana. Él lo ha declarado por su propia boca, está establecido en la palabra, es parte de su descripción de trabajo. Jehová tiene un nombre, Rafa. Tiene nombres que identifican su funcionamiento. Hemos presenciado sanidades. Sabemos que es parte de mi herencia. Por su llaga fuimos sanados, dice. Todo eso lo sabemos. La pregunta, es: ¿Cuándo
Si tú sabes que Dios sana, te quedas preguntándote cuándo te quita ese dolor que tienes. La pregunta no es si sana o no sana. La pregunta es cuándo te va a sanar a ti. Hay muchísimos que jamás hablarían con Dios de ese modo, pero hay unos cuantos que sí, te lo aseguro. Me pregunto para preguntarles: ¿Cuántos de ustedes que me están escuchando tienen preguntas así?
Y no me digan que ninguno, porque entones me equivoqué de mensaje, discúlpenme. Algunos fueron sanados instantáneamente, pero otros no. Otros fueron progresivos. Otros fueron sanados cuando iban caminando. Otros, fueron por la obediencia. Aún en el propio ministerio personal de Cristo, vemos que hay variaciones en los métodos de sanidad. Pero, entendemos que Él sana. El problema, es ¿Cuánto serás sano tú?
Sabemos que Dios libera. Sabemos que Él es fiel y que no permite que nadie sea tentado más allá de lo que él mismo puede soportar, y que tiene una puerta. ¿Dónde está la puerta? Que con cada tentación, hay un escape. Pero, la mitad de la iglesia, no escapa. Entonces, la pregunta no es si Dios libera o no libera, la pregunta, es: ¿Cuándo te libera a ti?
Y si realmente libera, Dios, ¿Por qué siempre parece que llega en el último segundo? Dios siempre llega, lo sabemos. ¿Pero por qué tiene que ser a las 11.59.59? Porque Dios sólo tiene una hora: Hoy. No ayer ni mañana, siempre es hoy. Calculo de deberíamos haber aprendido ya el estilo de Dios para dejar de preocuparnos, ¿No te parece?
Cuando no te preocupas, desatas el tiempo de Dios. Hay ciertas características que son parte de Dios, ¿No es así? Sabemos que Dios prospera, lo hemos visto. La palabra dice en Filipenses que Él suplirá todas tus necesidades. Entonces tú me dices: ¡Pero es que tengo muchas! Repetimos la escritura como loros.
Somos mucha confesión, pero vacíos de adentro. Declaraciones voluntaristas y victoriosas, las que quieras, pero: ¿Las creemos? ¡Porque si no las creemos, aunque las aullemos y vociferemos, no las activamos! Porque Dios no se mueve por recursos técnicos o dialécticos, Dios se mueve por fe.
Así que este tema creo que es muy importante, porque sobre él gira la mayoría de nuestras incógnitas, que nos atan de poder entrar en lo que estamos haciendo. Porque si estamos preocupados por estas cosas que, sin desacreditarlas para nada, no son realmente importantes, no nos queda demasiado tiempo libre y fresco para encarar cosas verdejamente importantes y de fondo para el Reino. Por eso es que él dice: buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…
Eso quiere decir, pasado en limpio: “Busca primeramente el señorío mío en tu vida; haz todo lo que yo estoy haciendo, y yo me encargo de todo lo demás y corro con todos los gastos. Muchos no pueden hacer la voluntad de Dios porque están demasiado preocupados por ver cómo van a pagar la cuenta, como van a afrontar los gastos.
El tiempo de Dios, es un misterio en la vida de muchos creyentes. Mira una de las respuestas que, a mi entender, nos va a bendecir. Número uno: yo creo que hay tres cosas que tienen que estar presentes, para poder desatar del cielo todas las bendiciones. En primer lugar, tu fe. Marcos 11:23 dice que cuando pidas, tienes que creer que ya lo tienes.
O sea que tienes que creer, tienes que tener fe. Y esto no es un problema, porque todos tenemos una medida de fe. Y además, creo que queda claro por la palabra, que no vivimos por causa de nuestra fe, sino de la fe del Hijo de Dios. Y esa fe no necesita ayuda, está ahí. Eso sí; está ahí cuando tú sabes vivir a través de ella. Eso significa salir de la tuya y entrar en la de él. Son dos dimensiones totalmente distintas.
Número dos: para desatar las bendiciones de Dios en tu vida, saber el tiempo de Dios, su voluntad, tienes que entender la voluntad de Dios. O sea: tienes que tener fe, pero también tienes que saber cuál es la voluntad de Dios. Por ejemplo: no es correcto preguntar si Dios sana. ¡Sí, sana! Tampoco puedes tildar el equipo preguntando si Dios prospera. ¡Sí, prospera! ¡Está establecido!
Tenemos que tener fe y entender que es voluntad de Dios sanar y prosperar. Es como un disco rígido; esas dos aplicaciones ya están archivadas y son válidas y vigentes hoy mismo. Sólo tienes que operar apretando una tecla que dice “fe”, y no “enter”. Por eso, los recursos funcionan cuando sabemos estar en la voluntad de Dios en fe.
Pero, cuando el tema es un poco más personal o individual, entonces las cosas ya no nos llegan tan claras; por ejemplo, para fundar un matrimonio. Si alguien te hace esa pregunta: ¿Con quién debo casarme? Tu primera respuesta debería ser: ¿Quién te gusta? Y esa persona que te gusta, ¿Te produce un fuego que empieza a quemarte? Pues entonces, cásate.
¡Pastor! ¿Cuántos hijos cree usted que debo tener? Perdón… ¿Cuántos hijos crees mantener con tu trabajo? Sin embargo, algunas cosas no son tan obvias. Entonces, tenemos que aprender a meditar y a oír la voz de Dios. Esperar a ver si la paz interna rige cada decisión.
Porque aquí, en tu cabeza, tú sabes, no hay paz. Nunca hay paz. Hay confrontación de reinos las veinticuatro horas. Si te dejas llevar por tu mente, nunca haces nada durante las veinticuatro horas. No sirve. De pronto sale algo que no te parece demasiado lógico, pero resulta que por dentro, tú sabes, que sabes, que sabes, que no sabes cómo, pero sabes, que de alguna manera eso que parece ilógico, va a salir bien. Tenemos que esperar eso para saber su voluntad.
Número tres: tú puedes tener toda la fe del mundo, y puedes tener la voluntad de Dios establecida en tu vida, pero si no tienes el tercer ingrediente, no se manifiesta: el tiempo de Dios. Porque ahí en este ámbito, solamente manda Dios. Este señorío, es de él; nadie se lo quita. El tiempo de Dios. Cuando Dios quiere, ahí está. Cuando Dios llega, ahí está. Nunca tarde, nunca temprano. Pero hay un tiempo divino para ti, y el tiempo de Dios, es soberano. Tú no lo controlas, sólo Dios lo desata.
Un orador dijo una vez: “Lo más poderoso que existe en el planeta, es una idea, para la cual su tiempo ha llegado.” Porque, claro, tú puedes tener una buena idea, que presente excelentes soluciones para la problemática que te aqueja. Pero si la introduces antes de tiempo, fracasas. ¡Y era tremenda! Pero se mandó fuera de tiempo.
O bien puedes titubear, no saber si dios te va a bendecir o no; (¡Así está la mayoría de los creyentes!) y esperar tanto por algo que supones habías sido enviado al otro lado del río, que cuando al fin te decides y sales, ¡Ya se cayó el puente! Vete a Eclesiastés, vamos a ver algo allí.
(Eclesiastés 3: 1) = Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. (Dice que tiene Su hora, no cualquiera).
(2) Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; (3) tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; (4) tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; (5) tiempo de esparcir piedras, (Recuerda; somos piedras vivas. Hay tiempo de esparcir piedras) y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; (6) tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; (7) tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, (¡Uy! ¡Si los latinos aprendiéramos eso!) y tiempo de hablar; (8) tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; (Lo terminas de leer; hay un tiempo en que se puede aborrecer algo o alguien) tiempo de guerra, y tiempo de paz.
(9) ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
Y la implicación es la siguiente: ¿Qué provecho le sacas a tu afán, si tu afán está fuera de tiempo? Este es el corazón de este mensaje. Tenemos que aprender a abrazar el mover presente de Dios, porque si no, todo tu esfuerzo por entrar en su voluntad, será nulo.
Si Dios está presente como varón de guerra, y tú quieres entrar cantando baladas sobre la paz y el amor humano, creo que te equivocaste de camino. Porque jamás entrarás en la voluntad de Dios con tus propios planes. Tienes que abrazar el tiempo presente. Pablo dijo: yo sembré pero otros riegan. Otro cosecha y otros aumentan.
Tenemos que entender los tiempos de Dios. Por ejemplo: hay tiempos que yo llamaría de dádiva extravagante. En esos tiempos hay mucha gente que da, da y da, sin preguntar si debe dar o no, y sin saber muy bien por qué da lo que da. Pero hay tiempos que no hay dádiva extravagante, y si llegas a dar algo, te quedas sin nada.
Está más que claro que a muchos ministros les gustaría mucho que e se tiempo de dádiva extravagante durara para siempre, pero tienen que saber que de ninguna manera será así. Las naciones pasan tiempos así, y los que están al frente se adjudican méritos que no tienen en lugar de darle gracias a Dios. Y luego, llegan otros que aseguran que los anteriores dilapidaron, en lugar de meditar un par de minutos y ver que simplemente Dios retiró su dádiva.
Sin ir demasiado lejos, e independientemente de donde habites tú, este es un tiempo no apto para inversiones de largo plazo en el nivel secular, no lo es. O sea que tenemos que aprender a abrazar el tiempo presente de Dios. Hay tiempo que es para cosechar, y si no cosechas, se te pasa el tiempo de cosecha y ese año no tienes absolutamente nada.
Tenemos que ser gente sensible al poder del tiempo de Dios. Como iglesia, tenemos que aprender a abrazar lo que Dios está haciendo. ¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo? Es como hacer surf. Si encaras a la ola, la ola te desparrama y te tragas medio kilo de arena, además de raspones y magulladuras. Si esperas que la ola pase, vas a tener que nadar contra de la corriente con la panza en la tabla, que no es tarea sencilla. Pero si te subes a la cresta de la ola y te vas con ella, ¡Ella te lleva!
Y el problema con mucha gente es que, cuando viene el mover de Dios, se ve, se oye ruido, se siente en el ámbito espiritual, y ves a todo el mundo entrar con el mover de Dios. Pero, cuando la ola retrocede, no se oye nada. Y el problema es que todo el mundo quiere seguir disfrutando de una ola que ya se retiró. Dios viene y se va. Trae un mover, y retrocede. Pero entra soberanamente, y se va en silencio.
Y entonces cuando la gente entra en la carne, para seguir manifestando lo que manifestaba Dios. Pero ahora ya Dios no está, y tiene que manifestarlo él, porque ha creado una demanda, y todo el mundo está esperando que él haga lo mismo y ya no puede, entonces también allí es donde empiezan a caerse ídolos.
Dios se mueve a través de distintos ministerios. Por ejemplo: hay tiempos proféticos, tiempos pastorales. Y quizás tú digas: ¡Es que a mí me gusta cómo predica el hermano Pepe, y me ponen a predicar al hermano Toto! Esa, créeme, es una sensación muy triste.
Porque tú puedes creer que un ministerio profético es tremendo, y lo es. Es una unción muy buena y muy fuerte. Sin embargo, durante mucho y tiempo y casi que te diría hasta hoy mismo, el ministerio profético ha dependido para poder dar a conocer su mensaje o extender su manto, del permiso otorgado o no otorgado por otro ministerio, que si bien ya aclaramos que no es ni puede ser superior, como tampoco inferior, de ninguna manera puede constituirse en el epicentro de la prolongación o no de una impartición divina. Y estoy hablando del ministerio pastoral.
Está bien; hay tiempo de gozo, hay tiempo de risa, pero también hay tiempo de corrección. Hermosos se verían tú y tu hijo, en el preciso momento en que tú lo corriges por algo que ha hecho mal, y él se te ríe en la cara sin darte ni la menor importancia. Todavía hoy hay gente en la iglesia que mientras el Señor procura corregirnos y encaminarnos al objetivo divino, ellos andan de carcajada en carcajada, asegurando que eso es Dios y no lo otro. ¡No estamos en tiempo de risa! ¡Dios, hoy, no se está riendo!
Dios está madurando a su cuerpo, y el tiempo de madurez, créeme, de gracioso no tiene nada. Son tiempos de decisiones que afectan vidas y sistemas. Si tú estás ahí escuchándome, entendiéndome y coincidiendo con lo que digo, tú no puedes extender esto donde lidera alguien que no lo comparte, porque a menos que tú seas el conductor, cuando tú introduzcas esta palabra, causas división. Y ninguna casa dividida prevalece…
De todos modos, el hecho de que Dios esté trayendo un mover, eso significa que hay un mover presente, y hay que abrazarlo. Pero…hermano… ¿Y cómo sabré la voluntad de Dios? Pregúntate: ¿Qué está haciendo Dios? Por sus frutos los conoceréis. Es decir que si te apuras, divides y no vences.
Dios siempre comienza con un hombre y una voz. Siempre comienza de manera singular. Y produce según su especie. Es un principio. Pero, si no sabes aprovechar lo que Dios está haciendo, entonces me temo que no tienes el poder del tiempo divino en tu vida.
Y te doy un ejemplo bien doméstico y cotidiano. Tú no vienes a ninguna iglesia para adorar a Dios. ¡No! ¿Cómo dice eso? ¡Claro que yo vengo a la iglesia a adorar a Dios! ¡Vengo todas las reuniones! No, estás equivocado. En realidad, ¡Tú naciste para adorar a Dios! Y si dependes de ir o no ir a un templo para adorar a Dios, creo que equivocaste la ruta, hermano.
Lo cierto es que, lo entiendas o no lo entiendas, tu vida tiene que ser una permanente adoración a Dios. ¿Y congregarte? ¡Claro! ¡Pero para buscar dirección corporal, no para entretenerte con coritos y poemas! En tu lugar de congregación, ya no puede ser predicada una palabra que te recuerda que no debes pecar. Ahora deben darte una dirección de marcha y tenerte al tanto de lo que Dios está diciendo hoy, ahora, en este mismo instante. Y luego, como corresponde a cualquier ejército bien organizado, salir a ejecutar las órdenes.
Con eso, lo que te estoy enseñando es que el énfasis regresa a la Palabra, que es precisamente de donde salió. Reitero: tenemos que abrazar lo que Dios está haciendo ahora. No es un tiempo de paz espiritual. Tampoco es un tiempo de pacifismos globales. Menos es un tiempo de gozo o impactos emocionales, a menos que se produzcan por una victoria que determine que un Reino se ha introducido dentro de otro y lo ha recuperado a su propietario legal.
Dios tiene sólo una palabra para los próximos años: avance territorial. Y cuando aprendes a fluir con Dios, puedes gozarte en medio de la guerra. Porque cuando tú vas a una guerra, tú puedes ser uno de dos clases de soldados: el que sabe que está ahí y no puede hacer otra cosa; sabe que aunque se rebele no va para ninguna parte; sabe que aunque se quede en las barracas, siguen cayendo los misiles; no importa dónde se siente, hay guerra en todo alrededor. Así es que, si tú quieres ser un rebelde, te mueres sin gozo.
Pero hay otro soldado que entra y dice: ¡Muy bien! ¡Ya estoy aquí! ¡Así que mejor, me gozo! Escúchame hermano. ¡Gózate! Pero es que… ¡Gózate! ¡O ganas tú, o te ganan! ¿Sabe qué pasa, hermano Néstor? ¡Es que a mí no me gusta la guerra! Ah, claro, pero a Satanás sí que le gusta. ¡Es que el pastor Fulano es el que ora siempre por mí! Mira; se acabó el tiempo soberano; cada cual cosecha lo que siembra.
La luna de miel con Dios, se acabó, La única luna de miel que vas a tener ahora, es tu tiempo de intimidad con Dios. Porque en la calle, guerra. Guerra, guerra y guerra. Así es que, al igual que existen las cuatro estaciones naturales, también existen estaciones espirituales. Por más que enciendas tus motores de fe, si no es el tiempo de Dios, se te agota la batería.
En otras palabras, tenemos que aprender a recibir lo que ya está hecho. Porque a lo mejor, nuestra calidad de agentes del Reino, nos lleva a batallar por cosas que debemos obtener. Pero hay cosas que ya se han recibido, no hay que tratar de obtenerlas. Salvo que, aunque exista una tremenda quietud externa, en el fondo esto no es de ninguna manera pasivo. Es plena intensidad y conflicto interno.
Es una paradoja. Ya está hecho, Dios lo hizo. Está presente y debemos aprender a abrazarlo. No se trata de tratar, se trata de creer. Hay gente que no se puede llenar con el Espíritu de Dios porque está tratando denodadamente de ser llenos. El Espíritu ya fue dado. Él no lo da todos los días, Él ya lo dio en Pentecostés. Lo único que está de nuestro lado, ahora, es la capacidad de recibirlo.
¿Cuántas veces te ha pasado que te pones a orar por alguien en un lugar santísimo y esa persona comienza a orar en lenguas cada vez más fuerte? ¡Cállate! En el Lugar Santísimo no se habla, se recibe. ¡Señor! ¡Por favor! ¡Ten misericordia de mí! Escucha: no le pidas sin saber tú primero que es lo que quieres.
Por eso te digo que tenemos que aprender a abrazar lo que ya está hecho. Sabemos que hay violencia. Y no le estoy quitando la violencia bíblica al mover de Dios. Pero la violencia se batalla desde una postura de victoria. Tienes que aprender a luchar desde una postura de victoria. La voluntad de Dios, no es obligatoria. La gente teme tanto estar fuera de la voluntad de Dios, como si estar fuera de ella te maldijera.
La voluntad de Dios no es un regimiento sobre tu vida. Cuando la Biblia habla de la voluntad de Dios para ti, se asemeja mucho al testamento que alguien deja al morir para que se beneficie algún o algunos herederos. Sí tú quieres, la tomas; si no la quieres, no la tomas. Eso es lo que Él quisiera para ti.
Porque cuando tú crees que estar fuera de la voluntad de Dios lo fastidia a Él, es cuando entonces te fastidias tú. Porque estás operando en temor, no en fe ni en amor. Es algo que Él ha deseado para ti, y lo que hay que hacer, es ir al banco y canjearlo. ¡No tienes que trabajar para obtenerlo! ¡Ya está firmado, es tuyo!
Por eso es que digo que ya no tenemos que luchar para obtener lo que ya es nuestro. Tenemos que saber fluir con lo que ya nos es dado. Pero, claro, eso es internamente violento. Juan dice que la obra de Dios es creer que Él vino. Es muy fuerte para algunos, creer eso. Mira Ezequiel 44.
(Ezequiel 44: 15) = Más los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí, (Número uno, y número dos) y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Jehová el Señor. (Para sacrificio, número dos.)
(16) Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa para servirme, (Número tres, para servir a Dios) y guardarán mis ordenanzas.
(17) Y cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino; no llevarán sobre ellos cosa de lana, cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa.
(18) Turbantes de lino tendrán sobre sus cabezas, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los haga sudar.
No te ceñirás con nada que te haga sudar, cuando estás adentro. No puedes tratar de obtener lo que ya es tuyo. ¡Sólo recíbelo! Te aseguro que faltan palabras en el idioma español para llevar este mensaje. ¡Tenemos que aprender a recibirlo! No trabajes por lo que ya está hecho. Es pasivo interior, pero es una guerra exterior creer que es tuyo. Sin embargo, te lo aseguro y te lo firmo ya mismo: ¡Sí que lo es!
La voluntad de Dios, el tiempo de Dios es divino. Este es su dominio, esta es su soberanía. Y quizás tú tengas fe y conozcas cuál es Su voluntad, pero llevas años esperando. Y aparentemente, no va a llegar. Pero tú quédate tranquilo y sigue poniendo presión en el espíritu.
Presión en el espíritu, pero por fuera tranquilo. ¡No sudes! ¡Es tuyo! Pero no le quites la presión, sigue creyendo, porque en el momento en que dices que ya no va a llegar, quitas la mano y la represa de Satanás, ahogas tu vida y tienes que volver a comenzar.
¡Es que parecería como que no estoy haciendo nada! Si quitas la presión, vas a ver la diferencia. No quites la presión. ¡Va a llegar ese tiempo divino! Cuando el tiempo de Dios llegue a tu vida, Él desatará el ministerio de su Hijo para tu sanidad. El ministerio de su hijo para tu prosperidad. ¡Va a desatar a Cristo Jesús en medio de tu ministerio!
La palabra dice: ¡Aguarda! Aguarda a Jehová, pero esfuérzate, y aliéntese su corazón. No es pasivo, es una guerra. La guerra es recibirlo. Un silencio de parte de Dios, jamás debe ser confundido con ignorancia de parte de Dios. Hay veces que Dios no dice nada, y eso significa que estás fuera de la voluntad.
A veces queremos poner señales delante de Dios. Claro está que el justo camina por fe, no por señales. Tu fe está trabajando, mantenla activa. Tienes fe, sabes lo que dios quiere para ti, pero parecería ser que nunca termina de llegar. ¿Sabes qué? Hay un tiempo divino para ti. No le quites presión a la fe, no te eches hacia atrás.
Hay un momento en que llega un área divina. Ya tú has hecho todo lo que a ti te corresponde, pero hay un área que es soberana. Y esa área es el tiempo de Dios.