Es indudable que una parte vital de la victoria del creyente radica, hoy día, en una palabra que, pese a ser muy usada, no siempre ha sido lo suficientemente esclarecida como para ver resultados claros: perdón.
En principio, el perdón es una acción que se toma deliberadamente con el fin de liberar y liberarse de alguna obligación determinada por alguna mala acción: en contra de Dios, en contra de otro o en contra nuestro.
Alrededor de este tema tan proliferante dentro del pueblo de Dios, hay tres conceptos claves para acceder a un nivel superior de relación y comunión. Pedir perdón, perdonar y perdonarse.
Lo primero que debemos entender, aquí, si es que deseamos ser verdaderamente libres, es el perdón de Dios. Porque no entender la dimensión, la cantidad y la calidad del perdón de Dios es, automáticamente, convertirnos en esclavos. No ya del pecado, como cuando estábamos en el mundo, pero sí de otras cosas que hoy vamos a estudiar a fondo para poder derrotarlas.
Los tres pasos básicos encerrados dentro de una firme actitud de perdón, son: una herida, una deuda y la cancelación de esa deuda.
Usted, seguramente, alguna vez fue ofendido. ¿Qué sintió? ¿Necesidad de ir al ofensor y decirle que no pasaba nada, que estaba todo bien, que su actitud no le había molestado? ¿O, por el contrario, un deseo íntimo y feroz de tomarse venganza, de desquitarse, de plantarse sacando pecho y decir: ¡Ahora vas a saber quien soy yo!? Como ahora usted no tiene que responder nada públicamente, usted puede elegir la opción verdadera, no la que le haría quedar muy bien delante de un grupo de hermanitos.
Algo tiene que saber ya, ahora, en este mismo momento: y seguro que le va a traer luz a algún hecho no resuelto de su vida: la falta de perdón, generalmente nos lleva a odiar a quien más deberíamos amar. ¿Entiende?
¿Qué ocurre en nuestro ser interior cuando somos heridos, ofendidos? Actuamos con los principios del secuestrador. ¿Con los principios del secuestrador? ¿Y eso que significa? Significa que el secuestrador, captura a la persona elegida, la mantiene cautiva y empieza a negociar su devolución. Si me dan lo que pido, devuelvo al rehén. Si no me dan lo que pido, mato al rehén. Esto es igual. Me ofendieron. Si no viene el hermano personalmente a mi casa a pedirme perdón, no lo perdono jamás. Si él o ella no reconocen que.
Antes de recurrir a la palabra, única fuente de sabiduría, respaldo, verdad y liberación, quiero recordarle algo: la falta de perdón, lo lleva a usted inexorablemente a caminar en la carne, no en el espíritu. Y usted, creo, ya sabe perfectamente lo que implica andar en la carne, ¿No es así? Por si no lo sabe o por si no lo recuerda, Pablo se lo va a refrescar una vez más.
(Gálatas 5: 19)= Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
(22) Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
(Verso 24)= Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
(25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Este texto es tan pero tan claro que exime de mayores comentarios. Andar conforme a la carne nos ocasiona riesgos serios que llegan a comprometer, incluso, nuestra participación protagónica en la herencia del reino. La falta de perdón le hace caminar en la carne. No tiene comunión con el Espíritu si usted no ha perdonado. ¿Adonde le lleva el andar en la carne?
(Gálatas 6: 7)= No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
(8) Pues el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Primera bomba espiritual en este estudio. Estoy seguro que jamás se hubiera imaginado usted que la falta de perdón podría llevarle a algún grado de corrupción, ¿No es cierto? Bueno; no se lo digo yo; la Palabra se lo está dejando bien en evidencia, ¿No cree?
«Hermano. es que. yo quisiera perdonar, vio? Pero. usted no sabe lo que me hicieron. lo intento, pero. ¡No puedo!» ¿Nunca escuchó algo así? ¿Nunca dijo usted mismo algo así? Esa es una declaración de impotencia. Usted sabe lo que sucede cuando usted declara algo, ¿No es así? ¡Eso mismo! ¡Ocurre!
«No hay nada que hacerle; pídame cualquier cosa, menos que «la» o «lo» perdone; ¿Qué quiere que haga? ¡Yo soy así! Otra declaración negativa. ¿Cuántas veces la ha oído? ¿Cuántas veces la ha hecho usted mismo? Tiene que saber hoy, ahora, que los que deciden no perdonar, generalmente hieren a los que más aman.
El proceso del perdón, se inicia en el primero de los tres pasos que le comenté anteriormente: la herida. ¿Y de donde provienen esas heridas o maltratos? De sus padres, de sus hijos, de algún hermano de sangre, de su esposa, de su esposo, de nueras, yernos, pastores, maestros, hermanos de la iglesia.
Eso le lleva a usted a un segundo paso: la deuda. Un espíritu no perdonador, que no es otra cosa que un espíritu de rencor operando a sus anchas, le hace evaluar el hecho de un modo muy singular y tomar una decisión no menos corriente.
«Está bien, puedo entender y aceptar su error, pero para que pueda perdonar, tienen que venir a pedírmelo. ¡Vamos a ver si me convencen!» Es así. Primero el otro. Si el otro no da el primer paso, usted no dará el suyo. Hay un problema: generalmente el otro, piensa exactamente como usted. ¿Conclusión?
Ahora bien; con este razonamiento, que es muy humano, muy atendible, usted no tiene en cuenta tres aspectos que son fundamentales:
1) En una gran mayoría de ocasiones, el ofensor no tiene ni la menor idea de que ha ofendido. A veces es ex profeso, es cierto, pero en la mayoría de las oportunidades, está totalmente al margen del daño que pueda estar causando.
2) La persona que no perdona, sea cual fuere la ofensa recibida, a la larga siempre pierde. Muy probablemente la herida abierta por la ofensa no nos permita verlo así, pero la experiencia propia y ajena le da a cada uno la autoridad suficiente como para poder, al menos comprenderlo.
3) En cualquier proceso de salud, para que haya sanidad de cualquier mal, primero tendrá que existir y padecerse la sintomatología y todo síntoma suele venir acompañado de dolor. Es necesario el dolor para que haya sanidad. No se olvide que Dios siempre escudriña, (Lo hace el Espíritu Santo, dice la Palabra, que en suma es Dios), su interior, no su exterior. Mire este caso:
(Génesis 4: 3)= Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.- ¡Muy bien! Hasta aquí correcto, Caín.
(4) Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.- ¿Por qué Dios no miró con agrado una ofrenda que, legalmente, parece correcta? Claro; con el final de la historia en la mano, es fácil responder.
Nos amparamos en nuestra falta de luz en un: «Y. Dios sabía.» Pero lo cierto es que, al escudriñar el corazón de Caín, Dios vio que había un espíritu no perdonador en él para con su hermano. Entonces no importó lo que Caín hacía externamente, sino lo que había en su interior. Lo que sigue, lo confirma.
(Verso 7)= Si bien hicieres, ¿No serás enaltecido? – Es decir: si perdonas ahora, ¿Tú crees, Caín, que yo no voy a cambiar de idea? – y si no hicieres bien, – si no perdonas – .el pecado está a la puerta. – Cuando existe una sintomatología de pecado, ya hay dolor. Y cuando está esto, es necesario cancelar de alguna manera esa deuda. Mire.
(Levítico 6: 6)= Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación.
(7) Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender.
Este pasaje, como otros del mismo tenor, es lo que ha convencido a varios que no se decidieron a escudriñar, investigar, ahondar, que el sacrificio personal es una vía para obtener el perdón. Lo que le voy a explicar, destruye totalmente esa falsa teoría teológica.
La palabra EXPIACIÓN, o mejor dicho el verbo EXPIAR, significa CUBRIR. Es el mismo vocablo utilizado en el relato de la construcción del arca de Noé. Allí se traduce como CALAFATEAR y significa, obviamente, CUBRIR.
Esto demuestra que la expiación no era un acto definitivo sino temporal. Que no producía un definitivo perdón, sino un temporario cubrir esos pecados. Por un año. Más claro: los pecados no eran perdonados, eran cubiertos. En Hebreos encontramos la confirmación de esto:
(Hebreos 10: 3)= Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Aquí hay que recalar necesariamente en el propósito, en el pensar, en la idea de Dios al respecto. Él, no quiere cubrir sus pecados, Él quiere perdonarlos. Porque para eso es que fue Jesús a la cruz. ¿Lo confirmamos?
(Hechos 10: 43)= De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
A propósito de esto y de cierto descrédito que cierta teología moderna tiene para con el ministerio profético. (Que nadie ha dicho que haya cesado, aún reconociendo abusos carnales o excesos místicos), vale la pena pasar por un texto que alerta contra actitudes que pese al modernismo aparente, no son nuevas, y que traen problemas que mucho pueblo de Dios experimenta hoy día.
(2 Crónicas 38: 16)= Mas ellos, (Los religiosos), hacían escarnio, (Burla, menosprecio, marginación), .de los mensajeros de Dios. (El mundo no pierde ni invierte su tiempo oyendo mensajeros de Dios; ¿De quien está hablando? De la iglesia). .menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, (Igualito a lo que hoy está haciendo cierto sector de la iglesia intelectual) .hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, (No habla del mundo, habla de su pueblo), .y no hubo ya remedio. (Está suficientemente claro, ¿Verdad?)
(Colosenses 2: 13)= Y vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, (Le está diciendo a usted que por sus pecados, usted está espiritualmente muerto, que no existe, por la incircuncisión, es decir: por la ausencia de pacto con Dios) .os dio vida juntamente con él, (Cristo le está ofreciendo a usted darle vida juntamente con él, no porque usted se lo haya ganado, sino porque él, en su amor y su misericordia, así lo desea) .perdonándoos todos los pecados. (Es decir: usted recibe perdón porque él desea hacerlo, no porque usted se lo merezca. Y ese perdón abarca TODOS sus pecados, no solamente aquellos que a usted le parecen menos sucios, menos groseros.
Dios no dimensiona calidad, cantidad o cualidad de pecado. Para Él la ecuación es mucho más simple que para la iglesia: hay pecado o no hay pecado. Y donde hay pecado, hay una inevitable separación de Dios; y donde hay redención en Cristo, hay una aceptación y un inmediato perdón de Dios.) .anulando el acta de los decretos que había contra nosotros (Esto es: la ley. Ese cubrir en lugar de perdonar. Anulado significa sin validez, no existe, se borró) .que nos era contraria, (Yo diría que a favor de la falta de conocimiento, que le repito una vez más: no es seminario, instituto, estudio teológico ni acumulación de información, sino intimidad con Dios, todavía parece serle contraria a muchos)
.Quitándola de en medio (Cuidado: no dice DEL medio, dice EN medio. Es decir: está en medio nuestro. ¿Adonde estamos nosotros, en medio del mundo o en medio de la iglesia?) .y clavándola en la cruz.
(Listo. Si el diablo quiere acusarle a usted de algo y usted está donde debe estar, conjuntamente crucificado con Cristo, va a tener que ir a la cruz a tratar de desclavar el acta que le acusa. Tengo una buena noticia: el diablo no puede permanecer de pie ni un segundo delante de la cruz. Se le dobla las rodillas. ¿Se da cuenta?
El resumen de todo esto, se podría sintetizar en una conclusión muy simple y que no es teórica; es efectiva y funciona: usted, en Cristo, ya está perdonado, sea lo que sea que haya hecho usted de horrible, de malo y de vergonzoso.
Lo único que falta para que el mecanismo se ponga en marcha, es un claro, sincero y expreso reconocimiento por su parte; un genuino y también sincero arrepentimiento y listo: el perdón es una realidad que penetra totalmente en su vida. Le sale gratis y sin reproche alguno.
A eso se refiere la oración del Padrenuestro cuando declara: «perdona nuestras deudas (que son ofensas) así como nosotros perdonamos a nuestros deudores (Quienes nos ofenden).
Ahora le voy a hacer una pregunta. Profunda, confrontativa y directa. De esas que le hacen pensar y que, incluso, puede llegar a hacerle sentir medio fastidioso por un ratito, pero que apunta a un examen interior que si lo hiciéramos a menudo, nos iría mucho mejor de lo que nos va. No se me escape por ninguna tangente religiosa apresurada de repetir «amén» como papagayos acostumbrados a pronunciar frases de circunstancias ante expresiones de circunstancias.
La pregunta es: ¿Usted cree que Dios le ha perdonado? Píenselo bien, por favor. Yo sé que independientemente de lo que su boca pueda decir de manera más voluntarista que convencida, su corazón, allá en lo profundo, tiene la verdadera respuesta que deja en evidencia su verdadero estado.
Si la respuesta es: «Yo creo que sí», o bien: «Yo entiendo que sí», o quizás: «Yo espero que sí», algo le está faltando a usted, todavía. Y ese algo, probablemente, es una especie de garantía que nace de la confianza y que a lo mejor, le ha producido un estado en el que usted no puede perdonar.
Si la respuesta, en cambio, es un: «¡Si! ¡¡Seguro!!», todo esto que contiene este trabajo, al menos en lo que se relaciona con este punto, no tiene nada que ver con usted y sólo podría serle útil para usarlo ayudando a otros. Pero por favor, sea sincero, sea sincera. La va mucho más que un grado de paz en su respuesta.
No se olvide que nuestra relación con Dios está basada en su diseño para nosotros, no en nuestro propio, humano y carnal diseño personal y particular de la cosa.
Es indispensable, a la hora de manifestar fe, que esa fe sea una fe bíblica, no meramente verbal. Nadie se sana de nada por repetir frases hechas como un loro sin llegar a creerla. Muchos, hoy, son salvos porque creyeron en su corazón que esto es así como dijo Dios y porque lo confesaron con su boca, a solas.
Pero muchos, también, son los que habiendo repetido la oración del pecador llorando como una criatura, no llegaron a creerlo en su corazón y no han nacido de nuevo en definitiva. Es declaración y decisión de fe, no un rezo sincronizado, esquematizado y estructurado. Dios es Espíritu y se mueve por fe, no por sincronismos, esquemas o estructuras armadas por los hombres.
¿Quieres una oración-tipo, la que no deberá ser recitada de memoria como fórmula, sino creyéndola intensamente en tu corazón?
Padre celestial, a veces es difícil para mí, verte como eres.
Sin embargo, por el testimonio de Jesús, te acepto como mi padre celestial perdonador.
Sé que me amas sin límites, que tu paciencia es inagotable, que quieres tener comunión conmigo, que me miras como hijo, y que me miras a mí, no a mi pecado, que te gozas cuando salgo de ese pecado.
Señor; muéstrame los errores en mi pensamiento hacia ti, y lléname de la verdad. Quiero ser libre, quiero recibir ya mismo tu perdón por. (Aquí mencionará su pecado, su problema) y quiero perdonar a. (Aquí deberá mencionar el nombre de la persona a la cual tiene que perdonar) quiero arrepentirme de. (Otro pecado o problema del cual desee arrepentirse para obtener perdón) me declaro libre en Cristo Jesús: Amén.