Estudios » Blog

¿Quién es el Dueño de la Navidad?

002 - Los Verdaderos Dueños de la Navidad

     La escena navideña, en un modo teatralizado, concitaba la atención de no menos de trescientas personas que, por momentos aplaudían y por momento reían y celebraban. En el escenario armado para la ocasión desfilaban santos, vírgenes, niñitos recién nacidos emulando al Jesús de Belén, conejos de la buena suerte y el rubicundo Papá Noel o Santa Claus, cerrando al acto y repartiendo golosinas a niños y adultos que, alegremente, disputaban palmo a palmo un espacio para acceder a ellas. Todo alrededor de una serie de velas  de colores encendidas a full, música country, humo ficticio del que usan las bandas de rock y un gigantesco arbolito navideño plagado de cajas que simulaban los regalos.

     Creo no haber descripto nada fuera de lo común ni original para estas épocas, ¿Verdad? Lo único que faltaría darte sería el lugar, el sitio en donde esa celebración se llevaba a cabo. ¿Un club de barrio, quizás? ¿Un espacio público con participación del municipio o ayuntamiento? No; era en una de las iglesias evangélicas de mayor relieve de la ciudad. Tampoco es novedad, es casi de uso y costumbre, (Al menos por estas tierras), que a la hora de la celebración navideña, todo lo que se auto define como cristiano se parezca mucho entre sí. Por lo consiguiente, lo que te he descripto no le llamaría la atención a nadie.

     Ahora recapitulemos para no caer en pragmatismos fundamentalistas más cercanos a legalismos agrios que a verdades conocidas. ¿Nadie te dijo nunca que el 24 de diciembre fue elegido para celebrar la Navidad por causa de la necesidad de combatir contra la celebración del culto al sol de otras épocas? ¿Nadie jamás te mostró que en pleno mes de diciembre, en la zona de Belén, resulta imposible estar a la intemperie, como los pastorcitos del cuadrito, por causa del tremendo frío? ¿Nadie te enseñó en ningún instituto cristiano el significado verdadero del legendario arbolito navideño? ¿Nadie te acercó información respecto al verdadero símbolo extraño del personaje que llamamos Santa Claus? ¿Nadie te enseñó el significado de encender velas como supuesta adoración?

     Mira; yo crecí en el evangelio en iglesias sin demasiada sabiduría, pero muchas de estas cosas me quedaron más que claras en mis primeros años de creyente. Tanto que hoy saludo para la Navidad sólo a familiares directos, por una cuestión afectiva y a ciertos amigos no creyentes que me los hacen llegar en primera instancia. Pero no saludo a creyentes maduros. ¿Por qué? Porque la realidad es que creo desde hace mucho tiempo que los genuinos hijos de Dios no tenemos nada para celebrar en ese 24 de diciembre, aunque todo lo que se dice cristiano te diga que sí.

     Que por otra parte  también es una hipocresía clara, porque si tú tomas a los niños entre seis y doce años y les preguntas qué se celebra en la Navidad, por cada uno que te diga que es el nacimiento de Jesús, habrá no menos de cien que te aseguren que es la llegada de Santa Claus que viene volando con los renos y etc. etc. Y eso hasta en mi Argentina, donde las doce de la noche del 24 de diciembre jamás anda por debajo de los veinticinco a treinta grados de temperatura. Y no me salgan con el antiguo argumento de utilizar estas celebraciones paganas para predicar a Jesucristo, porque si bien eso puede darse en algún caso aislado, (Y doy gracias a Dios por ello), en una gran mayoría quedará escondido detrás de abundante comida y más que abundante bebida. Eso es, preponderante y socialmente lo mayoritario en mi país, no sé cómo será en el tuyo.

     Por eso no encuentras en mi Web ningún letrerito que diga “¡Feliz navidad!” rodeado de campanitas multicolores. Porque por un momento trato de ponerme en el pensamiento del Señor observando a toda esa inmensa cantidad de gente con estómagos repletos, zigzagueando por causa de los vapores etílicos, rodeando un arbolito pagano y aplaudiendo una figura nacida de la publicidad de la inefable gaseosa que, en ese estado casi deplorable, te asegura que está recordando el nacimiento de aquel que espera su confesión para librarlo nada menos que de la condena eterna. Considérame fundamentalista, legalista, arcaico y agrio, si quieres, te lo autorizo. Pero luego ponte una mano en el corazón y atrévete delante del Señor, a decirme que miento o exagero.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

diciembre 26, 2017 Néstor Martínez