La escena navideña, en un modo teatralizado, concitaba la atención de no menos de trescientas personas que, por momentos aplaudían y por momento reían y celebraban. En el escenario armado para la ocasión desfilaban santos, vírgenes, niñitos recién nacidos emulando al Jesús de Belén, conejos de la buena suerte y el rubicundo Papá Noel o Santa Claus, cerrando al acto y repartiendo golosinas a niños y adultos que, alegremente, disputaban palmo a palmo un espacio para acceder a ellas. Todo alrededor de una serie de velas de colores encendidas a full, música country, humo ficticio del que usan las bandas de rock y un gigantesco arbolito navideño plagado de cajas que simulaban los regalos.
Creo no haber descripto nada fuera de lo común ni original para estas épocas, ¿Verdad? Lo único que faltaría darte sería el lugar, el sitio en donde esa celebración se llevaba a cabo. ¿Un club de barrio, quizás? ¿Un espacio público con participación del municipio o ayuntamiento? No; era en una de las iglesias evangélicas de mayor relieve de la ciudad. Tampoco es novedad, es casi de uso y costumbre, (Al menos por estas tierras), que a la hora de la celebración navideña, todo lo que se auto define como cristiano se parezca mucho entre sí. Por lo consiguiente, lo que te he descripto no le llamaría la atención a nadie.
Ahora recapitulemos para no caer en pragmatismos fundamentalistas más cercanos a legalismos agrios que a verdades conocidas. ¿Nadie te dijo nunca que el 24 de diciembre fue elegido para celebrar la Navidad por causa de la necesidad de combatir contra la celebración del culto al sol de otras épocas? ¿Nadie jamás te mostró que en pleno mes de diciembre, en la zona de Belén, resulta imposible estar a la intemperie, como los pastorcitos del cuadrito, por causa del tremendo frío? ¿Nadie te enseñó en ningún instituto cristiano el significado verdadero del legendario arbolito navideño? ¿Nadie te acercó información respecto al verdadero símbolo extraño del personaje que llamamos Santa Claus? ¿Nadie te enseñó el significado de encender velas como supuesta adoración?
Mira; yo crecí en el evangelio en iglesias sin demasiada sabiduría, pero muchas de estas cosas me quedaron más que claras en mis primeros años de creyente. Tanto que hoy saludo para la Navidad sólo a familiares directos, por una cuestión afectiva y a ciertos amigos no creyentes que me los hacen llegar en primera instancia. Pero no saludo a creyentes maduros. ¿Por qué? Porque la realidad es que creo desde hace mucho tiempo que los genuinos hijos de Dios no tenemos nada para celebrar en ese 24 de diciembre, aunque todo lo que se dice cristiano te diga que sí.
Que por otra parte también es una hipocresía clara, porque si tú tomas a los niños entre seis y doce años y les preguntas qué se celebra en la Navidad, por cada uno que te diga que es el nacimiento de Jesús, habrá no menos de cien que te aseguren que es la llegada de Santa Claus que viene volando con los renos y etc. etc. Y eso hasta en mi Argentina, donde las doce de la noche del 24 de diciembre jamás anda por debajo de los veinticinco a treinta grados de temperatura. Y no me salgan con el antiguo argumento de utilizar estas celebraciones paganas para predicar a Jesucristo, porque si bien eso puede darse en algún caso aislado, (Y doy gracias a Dios por ello), en una gran mayoría quedará escondido detrás de abundante comida y más que abundante bebida. Eso es, preponderante y socialmente lo mayoritario en mi país, no sé cómo será en el tuyo.
Por eso no encuentras en mi Web ningún letrerito que diga “¡Feliz navidad!” rodeado de campanitas multicolores. Porque por un momento trato de ponerme en el pensamiento del Señor observando a toda esa inmensa cantidad de gente con estómagos repletos, zigzagueando por causa de los vapores etílicos, rodeando un arbolito pagano y aplaudiendo una figura nacida de la publicidad de la inefable gaseosa que, en ese estado casi deplorable, te asegura que está recordando el nacimiento de aquel que espera su confesión para librarlo nada menos que de la condena eterna. Considérame fundamentalista, legalista, arcaico y agrio, si quieres, te lo autorizo. Pero luego ponte una mano en el corazón y atrévete delante del Señor, a decirme que miento o exagero.
Cuando descubri lo que era la navidad, siendo ya creyente, tiré a la basura toda la parafernalia pagana, y aunque era una fiesta familiar bonita con un hermoso pino que tocaba el techo, como en los días de mi infancia, vi claro que por honrar realmente al que dio su vida por mi, tenía que dejar todo esto atrás, aunque me costo mucho hacerlo entender a mis hijos.
Por esto siendo judío, lo remplazé por Januka, que evidentemente era menos pagano, pero al final tuve que reconocer que tampoco glorificaba a Dios, porque era religión, y no era tampoco un testimonio correcto para mis hijos. Hoy no celebro ni cumpleaños, ni fiestas, pero si participo con los familiares, reuniendolos siempre cuando pueda, y sirviendoles en cuanto pueda para darles testimonio del amor de Cristo. Como dice pablo, uno considera los días iguales, otro no. Uno come de todo, otro no. Lo importante es no hacer tropezar al hermano, pero coincido con Nestor que cuando hemos recibido luz, no podemos ya obrar como estando en tinieblas.
A los que estan en luz, deseo un buen descanso, aprovechando estos días sin trabajo, tal vez para bendecir a los familiares, y orar por ellos, y a los demás, que el Señor les abra los ojos y les libre de los despropósitos de ese siglo.
El problema no son las festividades ni su origen pagano. Si quieren ser puntilludos como dijo Nestor en algún trabajo, nuestro propio idioma español al provenir en gran medida del griego, está plagado de palabras de uso pagano en sus orígenes ¿debemos dejar de hablar español? . 1 corintios 8 habla y da solución a este problema. El problema no es lo sacrificado a los ídolos sino el hombre que se hace ídolos de absolutamente todo lo que cae en sus manos.
Creo que las palabras sobran cuando Pablo deja tan claro este asunto «Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?»
Sentado a la mesa en un lugar de ídolos… Eso da para pensar no?
En todo caso a los que celebran con conocimiento de que las festividades y los ornamentos nada son, estarían dispuestos a dejarlos de lado por el amor a un hermano que no tiene esa libertad?