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El Verdadero Concepto de Sacrificio

(Colosenses 1: 15) = Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 

Vamos a ver: cuando Jesús estaba en la dimensión de las cosas no creadas, con el Padre, no era el primogénito. Porque primogénito, es un concepto que tiene relación con el tiempo, porque implica que es el primero. No puede haber primero, si no hay segundo. Entonces, en esta descripción tan tremenda de Colosenses 1:15, está diciendo algo: para que Jesús cruce esta dimensión tuvo que convertirse de ser, el Yo Soy a ser el Primogénito. Y eso va de la mano de esto:

(Apocalipsis 1: 8) = Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. 

¿Se entiende? Ahora voy a hacerte una pregunta: ¿Qué es mayor, la dimensión de las cosas no creadas, o el Alfa y la Omega? La dimensión de lo no creado. Entonces, aunque es un título maravilloso decirle a Jesús eres el Alfa y la Omega, ese término es de categoría inferior a decirle simplemente, Tú Eres. ¿Qué fue lo que él perdió? El punto es este: para que Jesús atravesara la línea divisoria, tuvo que hacer un gran, pero gran sacrificio, que no hay mente humana que pueda entenderlo.

(Apocalipsis 13: 8) = Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. 

A ver; déjame que te pregunte: ¿Desde cuándo fue inmolado Jesús? Desde el principio del mundo. ¿Sabes qué dice en el original? Desde antes de la fundación del cosmos. Escucha esto: el concepto de sacrificio que nosotros tenemos de Jesús, es el de su sacrificio en la cruz. Pero resulta ser que ese sacrificio, fue aquí, en la dimensión de las cosas creadas. ¿Y sabes qué? Ese no fue el mayor sacrificio de Jesús. El mayor sacrificio de Jesús, fue dejar de ser Dios absoluto, para pasar a ser el primogénito.

Entonces tú, cuando analizas el evangelio, lo ves a Jesús sufriendo a tal punto, que en su agonía le dice al Padre: “Padre…devuélveme la gloria que tuve contigo, antes que el mundo fuera”. Y siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios, como cosa a qué aferrarse. Sino que se despojó, ¿De qué? De toda la gloria divina. El Jesús que caminó por treinta y tres años en la tierra, es un borrador en blanco y negro de lo que realmente es en la dimensión de lo no creado.

Dios glorioso. Él perdió esa magnificencia que tenía al traspasar la frontera dimensional. Eso se llama encarnación. En la carta a los Filipenses, dice que se despojó. Esa palabra se traduce así, pero en realidad lo que dice conforme al original, es que se vació. Imagínate un gran botellón de agua fresca. Y le sacas la tapa y lo empiezas a derramar. Y lo vacías, y lo vacías hasta que queda apenas un dedo de agua dentro de él. ¡Eso es lo que vimos de Dios en Jesús!  Sí, vimos gloria en él, gloria como del unigénito. Pero ¿Sabes qué? Jesús sabía que no se comparaba lo que él tenía, con lo que él tuvo. El más grande sacrificio de Cristo, no fue la cruz, sino cruzar la línea divisoria entre ambas dimensiones.

(1 Pedro 1: 18) = sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, (19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, (¿Qué movía a Dios? El amor. ¿Y cuándo fue sacrificado Jesús? Antes de la fundación del mundo.)

(Filipenses 2: 5) = Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, (6) el cual, siendo en forma de Dios, (Nota que el concepto de forma, está ligado a imagen) no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, (7) sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; (O sea: él solo, él solo tener forma de hombre, lo hacía siervo. ¿Por qué? Porque pasaba al mundo de las cosas creadas) (8) y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.  

Presta atención al detalle: primero dice muerte, y luego añade: muerte de cruz. Está hablando de dos cosas. Dice muerte, y eso fue trasponer la línea divisoria entre ambas dimensiones. Y luego muerte de cruz. Esto es: Jesús murió dos veces. Escúchame: si esto no te provoca algo como me lo provocó a mí, no quiero decir que estés muerto, pero por lo menos estás dormido. Porque estamos hablando de un Jesús como nadie citó o enseñó antes, de un Jesús en debilidad espiritual. Porque Jesús llega a nosotros con no mucho más de un diez por ciento de divinidad. Entonces, él anhelaba, su espíritu gemía cada día, porque él no era de esta creación. Y está demás decir que su propia creación no lo aceptó. Si no miren lo que hizo con él. Lo que ocurre es que a eso ni siquiera lo tocamos.

Sin embargo, como ese es un tema que tú conoces, no me interesa ahora hablarte de la cruz, sino de esa primera muerte. Cruzar la frontera dimensional. ¡Qué terrible fue cruzar esa línea divisoria, para él! De hecho, Jesús habló varias veces de esto, pero ¿Puedes creer que los discípulos jamás le entendieron? Nadie quita mi vida, -dijo- sino que soy yo el que la pongo. Un día me conocerán, un día me verán, como yo realmente soy. ¡Ahora no soy nada! ¡Un día me verán!

Y así y todo, los discípulos no agarraban una sola palabra de lo que Él les decía. ¿Por qué? Porque una dimensión no puede entender a la otra. De hecho, creo que ya te diste cuenta que esta no es una palabra para entretenerte o, como vulgarmente se dice: distraer el estómago. Porque si hemos de salir del sistema religioso, nuestro alimento espiritual ya no podrá ser cocinado en sus hornos.

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junio 23, 2023 Néstor Martínez