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De Todo Nos Está Librando Dios…

Para el diamante de hoy, que es mujer, adulta, con años girando en derredor del cielo sin encontrar cielo apto para su sentir, tendremos que salir de los parámetros de América, y recalar en Europa. Concretamente en España. De allí proviene este testimonio. Allí es donde también nuestro Dios ha fijado su bendita Presencia y ha podido sacar de sus jaulas doradas a muchos hermanos fieles, y a otros los ha encontrado y capacitado como lo es, en este caso, para seguir con la obra incluso fuera de las fronteras preestablecidas. Diamante muy extraño, pero llegado para sumar con su muy singular historia, una serie compuesta por historias diversas, raras pero coincidentes en su esencia.

Para mí, al igual que para muchos de nosotros , el ver como Dios se ha movido en mi vida me parece todo un milagro.

Nací en una familia normal, la más pequeña de dos hermanos. Cuando tenía cuatro años, mi padre se mató en un camión, junto a su hermano menor. Mi madre quedó destrozada y sin ánimos para vivir. Después de pasar dos años como muerta en vida, dice que levantó sus ojos y nos miró y se le partió el alma al contemplarnos.

La infancia la recuerdo muy vagamente, rodeada de una tristeza infinita. Excepto por algún momento que a solas en mi habitación estuve rodeada de un amor indescriptible. «Yo pensaba que era mi padre, que según mi madre había sido muy amoroso conmigo». Más adelante supe que había sido Dios, que es Padre de huérfanos y defensor de viudas. Cuantas veces escuché decir a mi madre, parece que no voy sola, alguien me ayuda.

Pasé por la infancia rápido y llegué a la adolescencia apáticamente, no tenía interés ni por estudiar ni por trabajar, un desastre, lo único que quería era divertirme. Mi madre intentando que me formase y yo para nada, ella y mi hermano, mientras, trabajando con mucho esfuerzo.

Conocí a mi marido con catorce años y comenzamos nuestra andadura juntos con sus más y sus menos. Él es el menor de una familia numerosa y también había perdido a su madre, pero era buen trabajador en el negocio familiar. 

Y como andábamos solos (Mi madre se había casado de segundas y vivía en otra provincia y yo no me había querido ir con ella), decidimos casarnos, queríamos estar juntos y yo me quedé embarazada. No fue fácil, particularmente por parte de su familia, pero al final lo conseguimos.

Tuvimos a nuestra hija y después sin yo desearlo al muy poco tiempo, me volví a quedar embarazada. Esto me sentó muy mal y lo rechacé, qué pena!

El embarazo llegó a su fin y tuvimos un hijo precioso, el cual enfermó a los pocos días de vida (meningitis). En el hospital nos dijeron que llamásemos a nuestros padres, porque el niño no pasaría de esa noche, le estaba fallando el corazón. Pero entremedias Dios me había preguntado, lo quieres? Y yo le dije que sí, que me perdonase por haberlo rechazado.

Con esto que pasó he entendido que Dios habla y se manifiesta a todo ser humano cuando quiere y como quiera, yo no le había conocido todavía a través de una religión, como ocurrió años después. Nuestro hijo ni murió, ni se quedó tonto, ni cojo, como aseguraban los médicos. Hoy es directivo de una empresa que opera a nivel mundial.

Luchamos por nuestra familia a pesar de nuestras deficiencias. Más tarde le pedí al Señor trabajar, pero me dijo textualmente: Tu trabajo son tus hijos, esto ocurrió después de llegar a la religión a través de una amiga de la infancia, nos reuníamos en casas particulares, católicos y evangélicos. Al final me fui a la iglesia evangélica por considerar que era más fiel a la Palabra de Dios.

Me convertí al Señor en casa, cuando evaluando mi vida, vi lo lejos que estaba de todo el bien que anhelaba y de toda la maldad de la que era presa, me entregué al Señor. Anduve borracha de gozo y de amor por Dios por un tiempo.

Pero la cosa no había hecho nada más que empezar, la frustración que yo arrastraba, que anteriormente había evadido con la lectura de infinidad de libros (novelas) los cuales planté en la calle una noche, cuando me di cuenta de ello. La traspasé a la religión, y asistía a todo evento que se me presentase, de día con mis hijos y de noche sola. Sin la aceptación ni la compañía de mi marido, por mucho que le rogaba.

Esto acarreó graves problemas a mi familia y yo no fui consciente ni conocedora hasta años después, cuando se destapó todo. No entendía nada y lo peor es que hice responsable a Dios de no cuidar mi casa «cuanto desatino, que falta de conocimiento de Dios y sobre todo de mi misma». Si yo pensaba que le servía a Él yendo a todo evento religioso! pero lo hacía para mí, y no significaba que no amara a Dios ni a mi familia, simplemente estaba a oscuras.

Los años que siguieron fueron duros, me aparté de la iglesia y no quise saber nada de Dios, aunque continuamente le decía que si me moría, cosa que anhelaba, tampoco quería irme con Él. Pero el Señor prolongó su misericordia sobre mí, y sin saber cómo me volvió hacia Él. Volví a experimentar como otro nuevo nacimiento y comencé a agarrarme a Dios y a todas las promesas que me daba, una en especial fue y es; la que dice que Él restituiría lo que la oruga y el saltón destruyó.

Pasó el tiempo y yo anhelaba volver a la iglesia, pensaba que ahí estaríamos a salvo del mundo, sobre todo por mi hijo pequeño; que necedad. Después de esperar por tres años, entramos mi marido y yo, esa fue la condición que le puse al Señor para volver a la iglesia. Si este no hubiera querido yo sola no habría vuelto jamás.

En casa, el Señor había desarrollado una relación conmigo, Él me enseñó directamente muchas cosas, disipó mucha oscuridad,  ordenando las prioridades en mi vida y enseñándome  a examinar la intención de mi corazón siempre.

Cuando entramos a la iglesia me sorprendió no ver al Dios que me había acompañado por años, pero pensé que sería culpa mía. Más tarde comprendo que todos andábamos muy deficitarios del amor de Dios en nuestras vidas. una cosa es la que predicábamos y otra la que hacíamos. Un ambiente manipulador revestido de celo santo, donde hablar y decir las cosas tal como eran, era un delito imperdonable. Después de estar ocho años dentro, nos echan por no estar de acuerdo con su gobierno, que no tenía nada que ver con el gobierno de Dios.

Cuando los problemas en la iglesia se agravan, el Señor por medio de un enlace me hace entrar en esta página, Tiempo de Victoria. Escuchándola me doy cuenta de que soy parte de la Iglesia Universal de Cristo, mi temor desaparece.

Para acabar, hemos sido tocados en todos lo flancos, financieramente ha sido duro, pero mucho peor ha sido ver a mi familia enferma, espiritualmente hablando.

Aún así y todo tengo que decir, que de todo nos está librando Dios. Él nos da las puertas de nuestros enemigos internos y externos, no se cansa nunca de prolongar su misericordia y su gran amor sobre nosotros. Él es fiel aunque nosotros no lo seamos.

Combatimos para dejarles una herencia limpia y despejada de enemigos a nuestros hijos, pero sabemos que nuestra santidad es Jesucristo. Él es nuestra Tierra prometida. Y Él es el mejor Padre que hijo alguno haya podido tener.

A mí no termina de asombrarme la unidad que existe en la diversidad. Una unidad en espíritu, en el marco de una diversidad social, cultural y hasta regional y nacional. Ya, a estas alturas de estos trabajos enviados por hermanos frutos diamante, no nos caben dudas que, cuando se dice que Dios no es un Dios nacional, como alguna raza quiso suponer y hasta enseñar, no se nos está diciendo nada que no sea verdad. Dios es Dios y se mueve a su Soberana voluntad en cualquier lugar del planeta, con hombres y mujeres de diversas edades y en circunstancias disímiles una de la otra. Quizás tú tengas tu propio testimonio, similar o con variantes. No necesitas que te lo pidamos, sólo envíalo y el resto del mundo creyente te conocerá.

Néstor.-

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noviembre 30, 2019 Néstor Martínez