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Con el espíritu del Asna

Hay un relato en tu Biblia que seguramente conoces. Un relato que contiene aristas tan particulares que te dejan reflexionando muy seriamente. Un relato que contiene un elemento clave que, cuando lo puedes ver, me atrevo a asegurarte que más de la mitad de tu batalla diaria en el Reino, estará comenzando a caminar hacia la victoria. Porque como genuino del Señor, como poblador del Reino, como diamante que horada cristales religiosos y abre puertas a libertades genuinas en Cristo, tú sabes que de ninguna manera las cosas extrañas se quedan fuera de nuestra cotidianeidad.

(Números 22: 21) =  Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab.

(22) Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos.

(23) Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino.

(24) Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro.

(25) Y viendo el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla.

(26) Y el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda.

(27) Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo.

(28) Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?

(29) Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría!

(30) Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No.

(31) Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro.

(32) Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí.

(33) El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva.

(34) Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré.

Balaam no era un ignorante ni un improvisado. Balaam era un profeta del Señor, alguien que cuando había algo importante para comunicarle al pueblo, recibía una visión, un sueño, una palabra del Padre y sabía con absoluta claridad lo que tenía que hacer y cómo debía hacerlo. Pero en esta ocasión, llega el ángel y Balaam no tiene ni la menor idea de lo que el ángel le trae. Él estaba demasiado preocupado y metido en sus negocios con Balac y no pudo conectar con el Espíritu de Dios para ver la revelación que éste le enviaba para que alterara el rumbo equivocado que llevaba.

Entonces, ¿Dios que hizo? Simple, Puso revelación en el asna de Balaam, y con un gesto simple, casi automático, el animal menos valioso de los que había en el reino, le salvó la vida al profeta. Por favor, toma conciencia de lo que estás leyendo: ¡Dios le dio visión para revelación a una asna! Sabido es que de todos los animales de servicio, el asna era la menos valuada y la más vituperada y degradada. Sin embargo, como lo vil y lo necio levanta Dios para avergonzar a lo sabio, eso fue lo que hizo. ¿Y cual fue la respuesta del beneficiado por la revelación del animal? ¡Castigarlo con un palo!

Diamante…es mi deber advertirte que de ninguna manera serás considerado como un Balaam. No tendrás prestigio alguno en los ambientes de la religiosidad organizada, estructural, tradicionalista y ritualista. Por más que arriesgues hasta tu vida para salvar la del gran profeta, éste no sólo nunca te lo reconocerá, sino que incluso, te castigará con el palo de la injuria, de la degradación, de la humillación y de la vergüenza. No eres nadie, diamante, eres apenas un asna que ha recibido una revelación del cielo y ha obedecido sin pensar en sus beneficios o perjuicios. Pero no te preocupes. Cuando se escriba la historia futura, tendrás tu lugar correcto: el de la asna de Balaam, de la que a pesar de no tener noticias, sabemos que siguió rindiendo su servicio, mientras que el gran profeta de los grandes éxitos, murió sin arrepentirse del error ni de su desobediencia.

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febrero 8, 2020 Néstor Martínez