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Capacitados Para Levantarse

Aprende: Dios jamás se muestra de la misma manera. En el caso de Moisés, se presentó en una zarza ardiente. O sea que Él tiene maneras de llamar la atención a la gente. En el caso de otras personas habrá sido el accidente de un familiar, la quiebra de una empresa, una situación difícil en la familia. Dios va a usar diferentes zarzas ardientes. No sólo Dios lo está mandando a Moisés a su pueblo, sino que además le dice que vaya a hacerlo a Egipto. ¡Linda tarea para un hombre que estaba en calidad de prófugo en Egipto!  Pero no sólo lo manda, sino que además le da el mensaje que debe predicarles. ¡Ve y diles! Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. ¿Notan ustedes que le dice las dos cosas de las que habla Pablo? Tiene un mensaje, y tiene una comisión, es enviado. Es decir que Moisés iba a llegar a destino e iba a decir: ¡Dios me ha enviado! ¡No vine porque yo quise! ¡Él me ha enviado!

Y fíjate lo que dice luego el Señor. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos Moisés va a ser enviado para una tarea impresionante. Dios lo busca y lo comisiona. Y si tú ves más adelante, no sólo lo comisiona, sino que además también lo capacita. Porque en contrario a lo que se ha enseñado y se sigue enseñando en nuestras iglesias, Dios no viene a buscar y a levantar a gente capacitada; Dios capacita a los que va a levantar. Lo hizo conmigo. Yo jamás podría haber sido un maestro suyo por méritos o capacidades propias. ¡Él lo hizo! Yo sólo pude o supe obedecer. Él va a hacer una tremenda manifestación del poder de Dios en Egipto. Él va a pelear contra los dioses egipcios, día tras día; plaga con plaga, y va a vencer uno tras uno a los dioses egipcios. Claro está que, en el principio, cuando todo comenzó, él todavía no sabía eso. ¡Gloria a Dios que no se lo dijo antes! ¿Te imaginas el ataque de pánico que le hubiera dado al pobre Moisés?

Esto es bastante conocido en ciertos niveles de nuestros ambientes, porque forma parte de la manera en que Dios suele moverse. No es que tenga métodos fijos ni costumbres inamovibles. Él lo hace como le da la gana, pero generalmente, suele ir dándote las cosas de a poco, como para que no te indigestes. Pero te dice lo que debes hacer. ¿Recuerdas cuando le hace arrojar a Moisés la vara esa toda fea y despareja, y de pronto la vara se convierte en una serpiente? Nota cómo opera y funciona el concepto. Apartado de otros, no puedes confiar en tus propias fuerzas. Él lo hará, no tú, aunque tengas un título. Y lo mira y le dice: oye Moisés, no puedes hacer nada por tu cuenta. Mira donde estás parado. Sobre una serpiente, no tienes estabilidad en nada con ella allí. Mira ahora tu corazón. Mete la mano en tu costado. Ahora sácala. ¿Ves? Está leprosa. Tienes el corazón con lepra. Aprende, Moisés. Aquí no se trata de lo que tú sientas o de lo que tú creas mejor. Aquí se trata de obedecer mi voz. Nada más que eso. Además, el clásico ministerial: esfuérzate y sé valiente. El resto es mío, Moisés. Ahora escucha atentamente lo que te voy a decir y luego ve y diles exactamente eso a los hijos de Israel. Ese es Dios. El que lo oye y obedece, cualquiera. Aquí, yo; allí, tú; más allá…cualquiera.

Ahora veámoslo así: ¿Qué es lo que Dios está buscando, hoy? ¿Acaso busca un pastor? No, Dios jamás busca un pastor; Dios busca un pregonero. Tampoco busca un profeta, busca un pregonero. Ni siquiera busca a un apóstol, busca un pregonero. Ni por asomo busca un cantante, busca un pregonero. Él siempre busca a alguien que repita sus palabras a otros.  ¡Ah! ¿Y cuál es la ventaja de ir con las palabras del pregonero, a la gente? La ventaja se llama: Autoridad. ¡El Dios de vuestros padres me ha enviado! ¡Y dice esto, esto y esto! ¿Me olvido de algo? Creo que no. Listo. Nos vemos y hasta otro día. Dios los bendiga. Terminé. Consumado es. No es este mi negocio, no estoy aquí porque quiero; fui enviado.  Yo no busqué la zarza ardiente. No quise venir, yo pensé que a esto lo tenía que hacer mi hermano, no yo. ¡No estoy porque quiero! Realmente, en el ministerio nadie está porque quiere. Uno debe estar en el ministerio por un simple principio: obediencia. Soy un maestro del Señor y glorifico Su nombre por ello, pero; ¿Crees que yo busqué ser maestro? ¡Yo quería ser cualquier cosa, menos un estudioso de la Palabra! ¡¡¡Me aburríaaa!!! ¡Qué enorme que es Dios!

La gente, por su esclavitud, sufrió una pérdida terrible. No eran las finanzas, no era su tierra. Lo que el pueblo perdió en Egipto, fue el nombre de Dios. Por eso le dice aquí el Señor: este es mi nombre. Es muy llamativo que en Juan 1:12 diga que se les da la potestad de ser hijos de Dios a los que creen en su nombre. Que en Juan 17 Jesús diga: he terminado la obra que me diste que hiciese; he manifestado tu nombre. El noventa y nueve por ciento de lo que hoy en día llamamos prédica, es dar a conocer a la iglesia. Lo que en este tiempo predica la iglesia, es a la iglesia. La iglesia se predica a sí misma como institución, no predica a Jesucristo. Es decir que no predica el nombre de Dios. Se invita a las personas a venir a la congregación porque, se les asegura, ahí Dios las va ayudar. Eso es fomentar la religiosidad en la gente. ¡Bueno! ¿Es para tanto, hermano? Es para tanto. Como que sin desearlo, quizás, están sacando a las personas del camino correcto y los están enviando a un atajo sin salida clara.

Escucha esto y presta  atención: no hay ni un solo ejemplo en la palabra, ni uno solo, en el que un profeta esté buscando que la gente tenga que ir a un lugar específico para hacer o para ser algo. El mensaje central del enviado, es revelar el nombre de Dios. Lo que llamamos inconverso, incrédulo, básicamente es una persona que no conoce el nombre de Dios. ¡Es que ellos saben todo de Jesús! No estoy hablando de Jesús, estoy hablando del nombre. Otro ejemplo que podríamos tomar, para que se vea que esto no es una cosa rara sino el lenguaje común, es el caso de David. Todos conocemos a David, tremendo rey de Israel. Dice en 1 Samuel 16:11-13: Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. 

Pregunto: ¿David fue a buscar a Dios, o Dios fue a buscar a David? Y dice que Samuel tomó el cuerno de aceite. Escucha: Moisés necesitó una zarza ardiente, pero David necesitó un cuerno de aceite. El cuerno de aceite era uno de los instrumentos que utilizaban los sacerdotes en ese tiempo. Moisés es llamado cuando no había ley, cuando no había liturgia en Israel. Tampoco había cuernos, tampoco había aceites. David es llamado cuando ya ellos habían entrado a Canaán, cuando habían sembrado sus propias vides, sus propias olivas, y donde ya estaba también el tabernáculo, había un clero, sacerdotes, una liturgia. De tal manera, que lo que Dios usa con Moisés, difiere en cuanto a símbolos de instrumentos que Dios utiliza con David, que por sus tiempos de llamado, era diferente. ¿Pero entonces, Dios no se ha estancado en las antiguas formas? ¡Es Dios, hermano! No es el que fue, tampoco es el que será. Dios es Yo soy. Y eso, como quiera que lo entiendas, siempre es Hoy.

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febrero 27, 2021 Néstor Martínez